jueves, 29 de junio de 2023

 Una modernidad proyectada…


                                                                                       Por Jaime Torres Gómez

Sin tropiezos ha continuado la temporada de la Sinfónica Nacional en estos

tiempos (¿post?) pandémicos… como de fuertes dificultades económicas más

expectantes definiciones del orden político-institucional…, volviéndose, con

celebrado empuje, a una normalidad de actividades.

Retomando el histórico perfil programático, la actual temporada ha discurrido por

un buen (y realista) equilibrio de obras nuevas con repertorio

tradicional, lográndose una respuesta creciente de público.

De gran impacto constituyó el programa “Sonidos de la modernidad”,

con piezas del Impresionismo musical más

el estreno en Chile del Fachwerk, para Acordeón (Bayán), cuerdas y percusión,

de la notable compositora rusa Sofía Gubaidulina (1927).

El aporte del Impresionismo como género es fundamental y definitivo en la historia

del arte, y puntualmente en el campo musical, junto

al Romanticismo (cronológicamente coincidentes hacia la segunda mitad de este

último), son claves posteriormente a partir de la música del siglo

20, con extraordinarias exploraciones rítmicas, colorísticas y timbrísticas.

Del programa mismo, pertinente haber flanqueado el Fachwerk gubaidulino con

obras significativas del impresionismo como las Gymnopédies N°1, 2 y 3, de Erik

Satié, junto a la Suite N° 2 de “Dafnis y Cloé”, de Maurice Ravel, dándose

debida coherencia de compaginación, contextualizándose inteligentemente la

“modernidad sonora” de marras…

Dirigido por el titular sinfónico, Rodolfo Saglimbeni, con entera autoridad estuvo

en el abordaje de las piezas impresionistas: al inicio con las Gymnopédies N°1 y 2

satiésianas (originales para piano, y luego orquestadas, como alteradas

numéricamente, por Claude Debussy), como al inicio de la segunda parte, con el

estreno de la Gymnopédie N°3, en una excelente orquestación del

mismo Saglimbeni. Y deslumbrante en el “Dafne y Cloé” raveliano (final del

programa), con absoluto dominio de la riqueza armónica y colorística

impresionista en su conjunto, esperándose verle más en este repertorio.

Como obra central -entre las Gymnopédies 1-2 y antes de la 3-, una gran

experiencia con el Fachwerk, obra escrita en 2009 y que sintetiza la estética

musical de la genial Sofía Gubadulina, sin duda, una leyenda viviente…

Muy involucrada en la búsqueda de nuevas sonoridades (con visos cósmicos)

plasmadas en eclécticos recursos composicionales, Fachwerk (traducido del

alemán como “entramado”) no es un concierto convencional con la estructura


concertante solista-orquesta, discurriéndose hacia una suerte de centro de

gravedad del “bayán” (derivación rusa del acordeón y tradicional en la cultura

tártara, con amplio rango en timbres y colores), que actúa como generador de

sonoridades, atrayendo alta correlación de respuestas (resonancias) del orgánico

de cuerdas y percusión. Y de su “trama interna”, no hay mayor exégesis, dejando

al oyente una libre (y suspendida) interpretación de relato…   

Deslumbrante entrega del acordeonista vasco Iñaki Alberdi, quien comprendió a

cabalidad las complejidades discursivas y técnicas de la obra, recreando con

maestría las misteriosas atmósferas insertas y con admirable técnica de ejecución.

Inolvidable la desgarradora entrega de la cadenza final, sin duda de los hitos más

impactantes en décadas… Por su parte, notable Gerardo Salazar en el

gimnástico cometido confiado a la percusión, más una certera comprensión del

maestro Saglimbeni en proveer un fusionado marco sonoro del amplio contingente

de cuerdas dispuesto.

En suma, una presentación de importante valor agregado, que justipreció el valor

de modernas sonoridades con insospechadas proyecciones…, y con entregas de

 

Donizetti: Anna Bolena

Teatro Colon 27/06/2023

El martes 27 de junio, se llevó a cabo en el Teatro Colon, la tercera representación en esta

temporada, de la opera de Donizetti, Anna Bolena , con un elenco de distinguidas figuras de la

actualidad.

Cabe recordar, que estas funciones habían sido anunciadas en forma de concierto, y que a

último momento se decidió representarlas en un formato semi escenificado.

Esta solución tuvo sus ventajas y desventajas. La ventaja fue no ver un espectáculo estático y

permitirles a los cantantes desenvolverse escénicamente dándole vida a un personaje.

También, la comodidad para ellos, de entrar y salir de escena en el momento que intervienen

sus roles en la opera; algo que al Coro Estable no le fue permitido durante toda la función.

La desventaja, fue un escenario completamente abierto, sin escenografía ni campana acústica

que impida la dispersión de las voces y les permita llegar a la sala de la manera apropiada.

Esta modalidad de “casi una representación de opera” y “casi una versión de concierto”,

contribuyó a que la noche se hiciera un tanto tediosa, debido también a la duración de la

obra, de por sí extensa. Prueba de esto, es que quedaron muchos claros en la platea de gente

que se retiró de la sala. Claro está que el público abonado a la opera, quiere ver un

espectáculo con todas las características que esto conlleva; escenografía, vestuario y dirección

escénica, ya que ese es el sentido de comprar un abono a la opera.

El espectáculo contó con intérpretes de calidad.

La soprano Olga Peretyanko, es una muy buena cantante como ya nos lo había demostrado en

su recital del 2021. Sin embargo, y a pesar de todas sus cualidades vocales y escénicas, el rol de

Anna Bolena no está dentro su tesitura. Peretyanco es una soprano lírica y la Bolena requiere

una voz de más peso en la zona grave, que ella no tiene. No es la primera vez que canta este

rol, pero lo ha hecho en teatros más chicos que el Colon y en condiciones escénicas más

favorables que las que el Colon le ha ofrecido. De todos modos, su desempeño dramático del

personaje, fue muy convincente, sobre todo en le escena final.

Daniela Barcellona es una estupenda mezzosoprano que el Colon nos debía desde hace

tiempo. Hermosa voz, excelente técnica, gran dominio de la escena, su Juana Seymour fue

excelente.

Muy buen trabajo de Alex Espósito como Enrico VIII. Una voz importante, con intención en el

decir y gran desenvoltura escénica.

Destacada actuación del joven tenor Xabier Anduaga, a quien ya conocíamos de una

presentación anterior en el Teatro Colon. Consolidado en su registro, y con firmeza y seguridad

en la zona aguda

Bien logradas las interpretaciones de los cantantes locales Florencia Machado y Cristian

Maldonado.

Solida dirección orquestal del M° Iñaki Encina, bien en estilo.

El Coro Estable, en el buen nivel que nos tiene acostumbrados.

En síntesis; una muy buena función por sus cantantes, pero a mitad de camino en lo escénico.


Roberto Falcone

 

Una versión muy satisfactoria


Anna Bolena en el Colón

Martes 27 de julio de 2023

Teatro Colón

Fotos: Prensa Teatro Colón - Máximo Parpagnoli

Escribe: Graciela Morgenstern


“Anna Bolena”, de Gaetano Donizetti.

Libreto: Felice Romani

Elenco: Olga Peretyatko, Alex Espósito, Daniela Barcellona, Xabier Anduaga, Florencia

Machado, Cristián De Marco y Santiago Vidal.

Coro Estable del Teatro Colón. Director: Miguel Martínez

Orquesta Estable del Teatro Colón

Escenografía: Gabriel Caputo

Vestuario: Mercedes Nastri

Iluminación: Rubén Conde

Régie: Marina Mora

Dirección musical: Iñaki Encina

Como tercer título de su Temporada Lírica Oficial, subió a escena “Anna Bolena”, de

Gaetano Donizetti estrenada en nuestro medio en 1854 y ausente en el Teatro Colón

desde 1970, cuando fue representada con un elenco encabezado por Elena Suliotis y

Fiorenza Cossotto, con dirección de Oliviero De Fabritiis y règie  de Margarita Wallmann.

Esta nueva versión, semi-escenificada arrojó muy buenos resultados artísticos en general.

Inicialmente había sido anunciada "en versión de concierto", algo que era incomprensible

ya que la esencia de la ópera es música de la mano del teatro. Pero esta presentación

parcialmente escenificada, encontró un punto medio satisfactorio.

La escenografía de Gabriel Caputo consistía en seis plataformas espaciadas entre sí,

dispuestas sobre la superficie del escenario, donde se ubicaban los solistas. Detrás,

separado por un telón transparente, con una especie de sogas que pendían desde lo más

alto, se ubicaba el coro. La única objeción es que el escenario estaba completamente

abierto, hacia atrás y arriba, lo que no ayudó a las voces en absoluto e implicó que los

cantantes tuvieran que hacer un esfuerzo extra. Excelente fue la iluminación de Rubén

Conde y muy atinado el vestuario, sobrio y elegante, de Mercedes Nastri. Los

movimientos escénicos diseñados por Marina Mora fueron atinados y permitieron que la

trama resultara comprensible, aún dentro de un marco de sobriedad.


Si bien el libreto no se condice con la realidad histórica, la historia se centra en Anna

Bolena como contrapuesta a Jane Seymour y los hechos conducentes a su condena a

muerte, con el conflicto interior que la situación crea en ambas mujeres.

Desde el punto de vista musical, la partitura es tan atractiva como difícil de interpretar

pero para una puesta sin escenificación completa, se podrían haber suprimido algunos

intercambios que no eran fundamentales para el desarrolllo de la historia y que la

alargaron demasiado, innecesariamente. Pero al menos, se respetó lo compuesto por

Donizetti.

El elenco fue homogéneo y de muy buen rendimiento. Encabezó Olga Peretyatko en el rol

protagónico, con gran entrega, transmitió el dramatismo que su personaje requiere. Fue

impecable en la coloratura, especialmente en . “Come, inocente giovane”, y abordó la

partitura con voz cristalina y excelente legato. Pero careció del peso vocal para algunas

escenas y eso fue especialmente evidente en el final del primer acto y en la cabaletta

“Coppia iniqua, l’estrema vendetta”, en la que fue prácticamente inaudible y parecía

carecer de fiato.

En cambio, la Giovanna Seymour de Daniela Barcellona contó con suficiente caudal

sonoro, solidez en toda la extensión de su registro y expresividad dramática, mostrando

con pasión, su disyuntiva psicológica en todo momento..

El tenor Xabier Anduaga fue un Percy de atractiva vocalidad, con facilidad para la zona

aguda y canto franco y convincente en la expresión trágica de su personaje.

El bajo-barítono Alex Esposito como Enrico VIII, cantó con convicción y lozanía vocal. En

tanto, Florencia Machado fue correcta como Smeton, al igual que Cristián De Marco (Lord

Rochefort) y Santiago Vidal (Hervey).

El Coro Estable realizó una lucida labor, bajo las órdenes de Miguel F. Martínez. Y la

Orquesta Estable respondió con eficacia a las correcta batuta de Iñaki Encina Oyón.

Para resumir, una versión muy satisfactoria.

CALIFICACIÓN: MUY BUENA

martes, 27 de junio de 2023

 

Notable actuación del Cuarteto Petrus en los conciertos del Mediodía del Mozarteum

 

UN MENÚ DE EXQUISITA CATA Y DE PALADAR NEGRO

Martha CORA ELISEHT

 

            Quien escribe decidió sacrificar su almuerzo sin prescindir de sus dotes de gourmandise para poder asistir al menú ofrecido por el Mozarteum Argentino en su Ciclo Conciertos al Mediodía. La cita tuvo lugar el pasado martes 27 del corriente en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, perteneciente al Complejo Teatral de Buenos Aires donde se presentó el Cuarteto Petrus, integrado por Pablo Saraví y Hernán Briático (violines), Denis Golovin (viola) y Cecilia Slamig (violoncello), quienes ofrecieron el siguiente programa:

-          Cuarteto en Do menor- Héctor PANIZZA (1875-1967)

-          Cuarteto en Fa mayor- Maurice RAVEL (1875-1937)

            Ante una sala prácticamente colmada de público -asistieron alumnos pertenecientes a colegios secundarios, quienes ocuparon uno de los laterales-, los integrantes de la mencionada agrupación de cámara no sólo agradecieron la presencia del público y a las autoridades del Mozarteum por la invitación, sino que, además, aprovecharon la ocasión para realizar algunos comentarios respecto de las obras. Si bien sólo pasaron 5 años entre ambas composiciones (la de Panizza data de 1898 y la de Ravel, de 1903), la estética de cada una de ellas es totalmente diferente, acorde a las tendencias musicales que tuvieron lugar con el advenimiento del nuevo siglo. Mientras la primera es de tradición clásica, la segunda posee las características del impresionismo y su unidad se da mediante el proceso de transformación temática.

            De las 9 obras de cámara que produjo el compositor ítalo- argentino, el Cuarteto en Do menor consta de 4 movimientos (Allegro appasionato/ Andante lento (cantábile)/ Intermezzo: andantino con moto/ Allegro vivace) y data de 1898, mientras Panizza estudiaba en el Conservatorio de Milán. Se estrenó en dicha ciudad italiana durante el transcurso de ese mismo año y ganó el Primer Premio del concurso de composición. Posee numerosos contrapuntos y un gran lirismo introducido por el primer violín en el movimiento inicial, mientras que el segundo tema es de carácter introspectivo y deja entrever la influencia de la escritura para las voces solistas de las óperas del verismo italiano imperante en aquel entonces. Mientras el Andante lento y cantábile representa un himno procesional que va aumentando paulatinamente en intensidad, el Intermezzo posee un carácter galante -similar a las danzas cortesanas del siglo XVIII- y el movimiento final, sumamente impetuoso, con gran cantidad de contrapuntos. La entrada de tan exquisito menú fue abordada con gran maestría y profesionalismo por los integrantes del Petrus, donde cada uno se lució en sus respectivos pasajes con excelente fraseo y calidad interpretativa. No se conocían representaciones de esta joya en el país desde 1958 hasta la fecha, cuando fue grabada por el Cuarteto Pessina. 

            El plato principal fue el célebre Cuarteto en Fa mayor de Maurice Ravel, compuesto entre los años 1902 y 1903 en homenaje a Gabriel Fauré, quien fuera su profesor y mentor en el Conservatorio de París. En aquel entonces, el genio de Ciboure tenía 28 años e intentó ganar el premio anual de composición y el Prix de Rome, motivo por el cual había compuesto un cuarteto para cuerdas. Pese a que su obra fue rechazada por el jurado, no obstante, contó con el apoyo de numerosos compositores -entre otros, Claude Debussy, quien le pidió que no cambiara ni una sola nota- y se estrenó en Marzo de 1904 en la Sociedad Nacional de Música a cargo del Cuarteto Heymann. Consta de 4 movimientos (Allegro moderato/ Assez vit, très rythmé/ Três lent/ Vit et agité) que están unidos por un motivo conductor en Fa mayor. Mientras que el primer movimiento está escrito en forma de sonata y posee gran refinamiento, el segundo es un scherzo caracterizado por un juego ambiguo de pizzicatos entre acorde binario y terciario, que permite el lucimiento de los solistas. El movimiento lento (Très lent) es sumamente contrastante en comparación con el apasionado torbellino del movimiento final (Vit et agité- Rápido y agitado), donde se recapitulan los temas del primer movimiento. Los integrantes del Petrus ofrecieron una versión sublime, caracterizada por la excelente labor de todos y cada uno de los músicos, brindando vuelo a la melodía acorde a las especificaciones en la partitura y un fraseo impecable. Una los escuchó en varias oportunidades ejecutando esta bellísima pieza, que constituye un “caballito de batalla” del Cuarteto y cuya interpretación se vio coronada por numerosos aplausos.

            Un buen menú no podía finalizar sin un postre, que consistió en un bis: el célebre Minuet de Juan Bautista Alberdi. Una obra de corta duración, compuesta entre 1830 y 1832 por el autor de las Bases para la Constitución de la Nación Argentina y un bocadito de paladar negro, que fue ejecutado de manera exquisita y admirable. El numeroso público que se dio cita volvió a acompañar la labor de los músicos mediante un cálido y sostenido aplauso.

            Independientemente de representar un clásico porteño, los Conciertos del Mediodía organizados por el Mozarteum Argentino son de excelente calidad por la jerarquía de los intérpretes, con entrada libre y gratuita. Si además se ofrecen obras inéditas o que se representan muy de tanto en cuando, vale la pena alimentarse espiritualmente con un menú digno de satisfacer al más exigente de los paladares.

 

UN CONCIERTO SUPERLATIVO

 

Mozarteum Argentino, Temporada 2023. Concierto a Cargo de la Orquesta de Cámara de Munich, Director: Rodolfo Barráez- Solista: Lise de La Salle (Piano). Programa. Obras de Webern, Chopin/Jestl y Dvorak. Teatro Colón, 26 de Junio de 2023.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Nuevamente tanto la Orquesta de Cámara de Munich como la gran pianista francesa Lise de La Salle dicen presente en una temporada del Mozarteum Argentino con el aditamento de que la agrupación muniquesa ha sumado en esta oportunidad el concurso del joven y muy buen director de orquesta venezolano Rodolfo Barráez para la conducción del mismo. La programación ofrecida permitió poder dar una vuelta más de tuerca sobre obras conocidas ya que en los enfoques ofrecidos se pudo hallar una riqueza de ideas tal que ha permitido apreciar desde otros puntos de vista a dichas obras.

 

  El programa se inició con una muy cuidada interpretación de “Langsamer Satz” (Movimiento lento) de Anton Webern, a la que tuve oportunidad de escuchar en vivo antes de la pandemia en su versión original de cuarteto de cuerdas.  Podemos llamarlo un ejercicio de composición inspirado en una excursión a las montañas que Webern realizara junto a su prima, la que posteriormente se convertiría en su esposa. Compuesto durante su etapa de aprendizaje con Arnold Schönberg, no es difícil ver en su estructura un desarrollo inspirado en “Noche Transfigurada”. Es absolutamente tonal e influenciado por los cánones del post-romanticismo. El arreglo ofrecido permitió comenzar a disfrutar de las virtudes del maestro Barráez quién se reveló como un intérprete apasionado, pendiente hasta el más mínimo detalle, elegante en sus movimientos y dueño de una absoluta justeza en la marcación. Fue un muy interesante comienzo.

 

  Tras los ajustes de escenario de rigor, hizo su entrada Lise de La Salle para ofrecer una versión exquisita del Concierto Nº 2 para piano y orquesta en Fa menor, Op. 21 de Frederic Chopin, en una versión para Orquesta de Cuerdas realizada a comienzos de la década del 60 del pasado siglo por Bernard Jestl, compositor y violinista Austríaco. Lo primero que debo consignar es que este arreglo fue efectuado con sentido de la justeza y del muy buen gusto ya que permite apreciar en grado sumo la labor del solista y las sonoridades que emanan del instrumento, cosas que muchas veces se pierden ante orquestas de dimensión moderna como las de estos días. Esta característica coadyuvó para poder disfrutar de una magnífica interpretación de Lise de La Salle, de altísimo vuelo, gran refinamiento y firme en los pasajes de bravura como en el centro del segundo movimiento. Barráez fue un estupendo acompañante y los maestros muniqueses respondieron en gran forma para redondear entre todos una labor imponente. El Mozarteum puede congratularse de haber ofrecido en dos temporadas consecutivas los dos conciertos de Chopin en versiones decididamente excelsas y ésta en particular quedará para la mejor historia de la institución.  Llamada a saludar en tres ocasiones, La Salle ofreció un bis exquisito, íntimo y absolutamente reflexivo: “An die Musik” de Schubert, con el implícito deseo de paz por parte de ella.

 

   La parte final encontró a la agrupación germana ofreciendo una notable versión de la Serenata para Cuerdas, Op.22 de Antonin Dvorak. Obra llena de elementos musicales bohemios, chispeante y melancólica a la vez, tuvo un muy interesante tratamiento por parte del Maestro Barráez, apoyado en el sonido mate de las cuerdas de la orquesta, por lo cual la versión fue íntima, sentida, pero sin dejar de lado el brillante final. Una vez más este joven conductor venezolano, surgido de las entrañas mismas del “Sistema” de Don José Antonio Abreu demostró ser poseedor de las cualidades que señalamos líneas más arriba, por lo que no extrañó que fuera con justicia ovacionado en premio a su magnífica labor.  Aplausos que fueron retribuidos por un bis poco frecuente (¡Gracias!): un fragmento de una obra de Max Reger como broche de oro de una noche inolvidable

 

Donato Decina.

 


                             Fotografía del Mtro. Máximo Parpagnoli por cortesía del Teatro Colón

EL MAYOR ACIERTO EN LO QUE VA DE LA TEMPORADA

 

Teatro Colón, temporada 2023. Opera: “Anna Bolena”. Tragedia Lírica en dos actos basada en “Enrico VIII ossia Anna Bolena” de Ippolito Pindemonte y “Anna Bolena” de Alessandro Peppoli. Música: Gaetano Donizetti. Libreto: Felice Romani. Intérpretes: Olga Peretyatko (Anna Bolena), Alex Esposito (Enrique VIII), Daniela Barcellona (Giovanna Seymour), Xabier Anduaga (Lord Percy), María Florencia Machado (Smeton), Cristian De Marco (Lord Rochefort), Santiago Vidal (Hervey). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Orquesta Estable del Teatro Colón. Concepto Visual: Gabriel Caputo, Vestuario: Mercedes Nastri, Iluminación: Rubén Conde. Directora Escénica: Marina Mora. Dirección Musical: Iñaki Encina. Función del 25/06/23.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

   Desde que alrededor de 1816 comenzó a presentar sus primeras obras,  Gaetano Donizetti obtuvo interesantes resultados artísticos pero  no un reconocimiento definitivo y consagratorio. No cabe duda que en paralelo comenzaba a destacarse por sobre El la figura de Vincenzo Bellini, sea por sus melodías bien reconocidas o por la solidez de las historias finalmente plasmadas con su  música. Dos libros que narraban la trágica historia de Ana Bolena fueron los disparadores para que con el concurso de Felice Romani (Libretista nada menos que de “Norma”) cobrase vida un sólido libreto al que Donizetti le dispondría una música tal que mantuvo en tensión al auditorio, con un final sencillamente extraordinario y que llegó a la escena con las mejores voces de su época.  Tras décadas de virtual desaparición de los repertorios, la formidable dupla María Callas -Tullio Serafín la rescatarían del olvido  y comenzaría así una verdadera marcha arrolladora con las mejores voces belcantístas de los últimos 60 años, quienes la incorporaron a sus respectivos repertorios. Más allá de algunas deserciones de peso, el Colón encontró esta vez muy buenos reemplazos y lo que iba a ser una “Versión de Concierto” culminó en un semi-montaje que le permitió al público porteño reencontrarse de esta manera con este título cantado en 1970 con Elena Soulliotis como protagonista.   

 

 Fue muy interesante la resolución de la ambientación escénica en donde encontramos un escenario dividido en la mitad por un cortinado de finas mallas metálicas por el cuál se permitía divisar en el fondo al Coro Estable sentado en la habitual grada que  utiliza en los conciertos sinfónicos. Por delante de la malla, tarimas dispuestas en diferentes niveles, las que iban siendo ocupadas por los protagonistas vocales de acuerdo al desarrollo de las escenas. Este dispositivo se completó con una muy eficaz iluminación en donde predominó el fondo rojo, marcando de esta manera el carácter extremadamente trágico con que acabará el conflicto.  Así saludo entonces a las muy buenas labores tanto de Rubén Conde en el formidable desarrollo lumínico como de Gabriel Caputo en lo que se dio en llamar Concepto Visual (cosa a la que adhiero en su totalidad). Las vestimentas empleadas, si bien actuales, estuvieron acordes con el carácter de cada personaje. Vestido de soirée en tonos oscuros realzados con aplicaciones en plateado para la protagonista, traje con camisa solamente para Enrique VII, sobrio vestido negro para Giovanna Seymour. Ambos más discretos para los Lores y Hervey y un correctísimo conjunto sastre para Smeton, el paje, lo cual hace que resaltemos la muy buena labor de Mercedes Nastri al respecto.

 

  Hubo actuación y una impecable marcación actoral y escénica de Marina Mora (entiendo que seguramente con la experiencia de los muy buenos valores que hubo en el escenario, algo también aportaron). Los intérpretes lograron transmitir hasta el fondo sus miserias, ambiciones, dolores y sufrimientos. Lograron mantener la tensión en todo momento.

 

 En lo vocal, Olga Peretyatko en el rol titular administró sus recursos vocales con suma inteligencia. Su línea de canto es muy grata. Tal vez no alcanza a cubrir todo el ámbito de la sala del Colón, pero su entrega del segundo acto le permitió salir absolutamente airosa del compromiso. Desde ”Piangete Voi?” hasta el final de la dificilísima “Coppia Iniqua”  va en una espiral ascendente y convence al público de modo rotundo. Alex Espósito fue un espectacular Enrique VIII con garra, estupenda voz, absoluta compenetración con el rol y actuación insuperable. No pudo haber existido un mejor debut en el Colón para Daniela Barcellona que esta excepcional recreación de Giovanna Seymour. Momentos de una línea de canto exquisita y una actuación formidable. Xabier Anduaga regresa al Colón años después de su intervención en “La Italiana en Argel”. Su timbre es ahora más oscuro, su voz ha crecido de manera notable, ganó en seguridad y ha demostrado ser un muy buen belcantísta. Su Lord Percy, atribulado, dolido y perdidamente enamorado fue uno de los puntos más altos de la noche, y es en esta triada (Barcellona, Espósito, Anduaga)  en la que recae el mayor peso del espectáculo al que sostienen admirablemente. Tanto María Florencia Machado (Smeton) como Cristian De Marco (Lord Rochefort) demostraron estar a la altura de semejante elenco para compartir con ellos el escenario y dejar alli sus muy buenos aportes. En cambio pareció exagerado convocar al tenor uruguayo Santiago Vidal para el rol de Hervey, máxime cuando en Ntro. medio sobran las buenas voces para un personaje de tan breve participación. El Coro Estable con la guía de Miguel Martínez aportó una vez más su indiscutible solvencia.

 

   Para el Mtro. Iñaki Encina resulto todo un desafío asumir la concertación del espectáculo, más aún cuando debió reemplazar a un especialista como Maurizio Benini. Lo hizo muy correctamente, con pasajes de sumo brillo sumados a  una Orquesta Estable que respondió en muy buena forma. El afectuoso saludo dispensado por Olga Peretyatko en la llamada a escena es prueba de que se han sentido muy cómodos todos con su labor.

 

   Sin lugar a dudas, por el muy buen resultado global, hemos asistido al mejor espectáculo en lo que va de la presente temporada.

 

Donato Decina


domingo, 25 de junio de 2023

 

Séptimo concierto del ciclo de la OFBA

Constantine Orbelian  e Isabel Leonard en el Colón

Teatro Colón

Sábado 24 de junio de 2023

Escribe Graciela Morgenstern

 

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

Constantine Orbelian  (Director de Orquesta)

 Isabel Leonard (mezzosoprano)

Programa:

Gioacchino Rossini : "El barbero de Sevilla": Obertura - “Una voce poco fa”

Wolfgang Amadeus Mozart: "Las bodas de Fígaro": Obertura - “Non so più cosa son, cosa faccio” - “Voi che sapete”

Manuel de Falla: "El amor brujo": Danza ritual del fuego - Siete canciones populares españolas

Georges Bizet: Suite Nº 2 de "La Arlesiana":  "Farandole"

Jules Massenet: Werther: “Werther!” (Aria de las cartas) 

Georges Bizet: "Carmen": Preludio - “Habanera” - “Seguidilla”

Gerónimo Giménez: "La boda de Luis Alonso": Intermedio 

Agustín Lara: “Granada”

 

En el séptimo concierto del ciclo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, se presentaron el director Constantine  Orbelian y la mezzosoprano Isabel Leonard, quienes debieron reemplazar a los previamente anunciados Karel M. Chichon, junto a la mezzo Elina Garanca, quien lo postergó por un problema de salud, y se presentará el año próximo. Menuda tarea la de la cantante, reemplazar nada menos que a una de las luminarias de la lírica internacional.

Isabel Leonard posee un timbre vocal agradable, la voz corre por la sala sin problemas y su presencia escénica es muy atractiva. Canta con elegancia y precisión. La primera parte del programa incluyó obras que abarcaban su registro central, sin mostrar los extremos del mismo que luego evidenció debilidad. Tanto las arias de Rossini como las de Mozart fueron vertidas de manera correcta pero fría. Su canto carece de matices y suena con una homogeneidad que termina en el aburrimiento. Prueba de esto fueron las canciones de Manuel de Falla, cantadas con precisión musical y perfecto español  pero sin intención en el decir.

La segunda parte fue un poco mejor, con el “Aria de las cartas”,  de Werther y las de "Carmen". El programa terminó con "Granada", traspuesta a una tonalidad más grave, lo que ratifica lo antedicho sobre los extremos de su registro, por lo que careció de relieve.

Fuera de programa, brindó una muy buena versión de la “Griserie” de "La Perichole",  de J. Offenbach, que ofreció como primer bis. Siguieron “Alfonsina y el mar”,  de Ariel Ramirez y “El día que me quieras” de Gardel y Lepera, acompañada con guitarra.

La OFBA siguió las órdenes del director invitado Constantine Orbelian, de manera eficaz.

En conclusión, un concierto correcto.

CALIFICACION: BUENO

 

 

 

Concierto N°7 de la OFBA –

Isabel Leonard (Mezzo)

 

EL sábado 24, la OFBA ofreció su séptimo concierto de la temporada con Constantine Orbelian como Director invitado y la mezzosoprano Isabel Leonard como solista. Este concierto, viene en reemplazo del que debieron ofrecer el M° Chichon, junto a la mezzo Elina Garanca, quien lo postergó por motivos de salud.

Isabel Leonard es una cantante correcta, su voz es agradable pero no extensa y así lo demostró en la elección del repertorio para este concierto. Su canto es eficiente en lo técnico pero poco emotivo.  Es por esto, que las “7 canciones populares españolas” de Manuel de Falla fueron bien cantadas pero carentes de todo el fuego conmovedor que Falla supo darles y otras grandes cantantes nos han hecho comprender y disfrutar.

Lo mismo puede decirse de su interpretación de los dos momentos de Carmen y de el “Aria de las cartas” de Werther. En “Granada”, de Agustin Lara, llamó la atención la tonalidad en que la abordó (más grave que la tonalidad que usan los tenores en esta canción), lo que le quita al tema todo su brillante efecto.

Mas suelta se la vio la “Griserie” de La Perichole de Offenbach, que ofreció como primer bis. Otros dos bises fueron “Alfonsina y el mar” de Ariel Ramirez y “El día que me quieras” de Gardel y La Pera (justo en el día del aniversario del Zorzal criollo) a los que acompañó una guitarra innecesariamente amplificada,  que pasaron sin pena ni gloria.

La OFBA interpretó algunas piezas orquestales bastante conocidas que tuvieron cierta relevancia solo por la calidad de la orquesta y en las cuales el Director invitado, Constantine Orbelian, solo aportó su presencia en el podio.

En conclusión, un concierto solo correcto.

Roberto Falcone

sábado, 24 de junio de 2023

 

EL FUTURO SE ALIO A LO CONTEMPORANEO

 

Teatro Colón, temporada 2023. Ciclo “Colón Contemporáneo”.  Concierto “Le Voci Sottovetro”. Actuación de la Orquesta Académica del Teatro Colón, Director: Martín Jorge. Solista: Adriana Mastrángelo (Mezzosoprano). Programa: Obras de Sciarrino, Schreker y Berio. 24 de Junio de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Desde hace un par de temporadas, la Orquesta Académica del Teatro Colón ha comenzado a ser insertada dentro de la programación musical del Teatro por parte de sus autoridades, la que va desde la opera pasando por el acompañamiento de Ballet , sus conciertos habituales de repertorio clásico, las funciones Disney y ahora también su ingreso al ciclo “Colón Contemporáneo”. Para este concierto se contó con la participación de docentes instructores, egresados de sus filas y músicos invitados. Fue convocado en esta ocasión el Maestro Uruguayo Martín Jorge. Participó además una solista de lujo: la Mezzosoprano Adriana Mastrángelo.

 

  La programación ofrecida abarco un menú que va desde fines del post romanticismo corporizado en Franz Schreker hasta un creador actual: Salvatore Sciarrino , atravesando además la obra de un compositor intermedio entre ambos: Luciano Berio. Casi podría decirse en el caso de los compositores italianos que son los creadores de cabecera de “Colón Contemporáneo” o, si Ud. amigo lector lo prefiere, los compositores “Fetiche”.

 

  Tras un simpático inicio de la mano de muy buenos comentarios efectuados por el Maestro Jorge, un grupo reducido de instrumentistas hizo su ingreso al escenario junto a Adriana Mastrángelo y al Director para abordar la obra que dio el título a esta actividad: “Le Voci Sottovetro” de Salvatore Sciarrino. Un homenaje que este gran compositor italiano hace a Gesualdo Di Venosa. Sciarrino aquí reelabora mediante el empleo de instrumentos de la orquesta moderna dos madrigales y dos piezas instrumentales del renombrado compositor, adhiriendo a la tendencia que muchos creadores hoy emplean de tomar la música antigua como punto de partida de sus nuevos trabajos. Las composiciones son objeto de un muy cuidado tratamiento y en los dos madrigales sobresalió la voz exquisita de Adriana Mastrángelo transmitiendo y expresando de manera harto satisfactoria.

 

  En la continuidad del concierto la Académica ofreció una buena versión de la Sinfonía de Cámara de Franz Schreker. Obra de 1916, se interpreta “Da capo a fine” y alterna momentos de desarrollo en formidables climas con otro de intensidad y brillo de conjunto. Lleva una orquestación reducida con cuerdas y maderas usuales, bronce, percusión, arpa, piano y celesta. Más allá de muy pequeñas imperfecciones, Jorge brindó una versión sumamente elaborada, obteniendo del grupo una entrega total, siendo este trabajo muy bien recibido por el público.

 

    Y finalmente, con el retorno de Adriana Mastrángelo al escenario, se apreció le mejor de la noche: una versión sencillamente exquisita de las “Folk Songs” de Luciano Berio . Once canciones populares en diferentes idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Armenio, Azeri y dialectos Sicialiano, Cerdeño y de la Auvernia también interpretadas “Da capo a fine”. Una magnífica faena de Adriana Mastrángelo en un verdadero Tour de Force cantando y expresando en cada idioma de modo estupendo y, fundamentalmente, sabiendo decir. Junto a Ella, una magnífica labor de la Académica y el Maestro Jorge, atento éste a cada detalle y resaltando el “colorido” que esta estupenda página tiene.

 

  Fue una magnífica tarde de Sábado. Enhorabuena por los jóvenes músicos quienes se han  integrado muy bien al repertorio contemporáneo y una muy buena labor del maestro Martín Jorge que ha honrado a este reconocido ciclo del Colón.

 

Donato Decina

jueves, 22 de junio de 2023

 

Gran concierto de Zoe Zeniodi y Vadim Gluzman junto a la Filarmónica en el Colón

 

EL ORDEN DE LOS FACTORES NO ALTERA EL PRODUCTO

Martha CORA ELISEHT

 

            El axioma matemático al cual se refiere el título de esta nota no es casual. A veces, es preferible cambiar el orden de las obras comprendidas en un programa de concierto por diferentes motivos: porque son más breves o porque llevan un orgánico orquestal con mayor cantidad de instrumentos, o también porque la obra de fondo permite un mayor lucimiento del solista invitado. Precisamente, esta conjunción de factores fue la que tuvo lugar el pasado viernes 16 del corriente dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) en el Teatro Colón, con la presencia de Zoe Zeniodi en el podio y la participación del violinista Vadim Gluzman como solista invitado, en un concierto integrado por las siguientes obras:

-         Réverie, Op.24- Alexander SCRIABIN (1872-1915)

-         Sinfonía n°4 (en memoria de Michelangelo)- Giya KANCHELI (1935-2019)

-         Concierto n°1 para violín y orquesta en La menor, Op.77- Dmitri SHOSTAKOVICH (1906-1975)

Si bien en el programa original el orden era el siguiente: en primer lugar, la obra de Scriabin; en segundo lugar, el concierto de Shostakovich y la sinfonía de Kancheli como obra de fondo, las mismas se ejecutaron tal como figuran en la presente nota. Réverie fue la primera obra que Scriabin compuso para orquesta en 1898 en secreto como una miniatura en la tonalidad de Mi mayor. Al presentarla como una sorpresa a su editor Mitofan Beliáyev bajo el nombre de Prélude, al editor le pareció un título poco apropiado y decidió llamarla Réverie (Ensoñación). Además, tenían que buscar un nombre para las ediciones en ruso y se habían propuesto dos términos: mechti (sueños) y gryozy (meditación, contemplación). Finalmente, prevaleció el primero y fue estrenada en Diciembre de ese mismo año en San Petersburgo bajo la dirección de Nikolai Rimsky- Korsakoff, quien la había elogiado previamente luego de haberla ejecutado al piano. Mediante una serie de recursos tales como trinos y trémolos recurrentes, juegos cromáticos y brillo en las cuerdas, se crea una atmósfera de ensoñación a la que alude su título y una evasión de lo cotidiano. Los primeros acordes a cargo de la flauta y el clarinete estuvieron muy bien ejecutados por Claudio Barile y Matías Tchicouret respectivamente y, en líneas generales, la orquesta sonó muy bien, creando ese doble clima previamente descripto en los 5 minutos que dura la obra.

Tras el ingreso del orgánico prácticamente completo, la directora griega tomó el micrófono y se dirigió al público en un impecable castellano agradeciendo no sólo los aplausos y la invitación, sino también “el honor de dirigir por primera vez en el teatro más hermoso del mundo” según sus propias palabras. De paso, aprovechó la oportunidad para comentar algunos ítems sobre la mencionada sinfonía del compositor georgiano Giya Kancheli en calidad de estreno local. Ganadora de un premio nacional por encargo del Ministerio de Cultura de la Unión Soviética en 1976 con motivo de los 500 años del nacimiento de Michelangelo, su estreno tuvo lugar en Tbilisi en 1975 a cargo de la Orquesta Filarmónica de Georgia. Posteriormente, se estrenó en 1978 en Estados Unidos con participación de la Orquesta de Filadelfia, bajo la dirección de Yuri Temirkanov. Consta de un solo movimiento y es una obra de carácter cíclico, donde se alternan tutti y forti con silencios, que van acorde a la energía de la pieza. Su estructura es muy similar al Poema del Éxtasis de Scriabin, donde la apertura está a cargo de las campanas en pianissimo en contrapunto con los dos solistas de segundos violines -estupenda labor de Hernán Briático y Gerardo Pachilla al respecto- y, posteriormente, las campanas van in crescendo hasta el tutti orquestal, con una muy buena línea melódica que permite el lucimiento de todos los solistas instrumentales en los pianissimi como en los forti. Posee numerosos contrapuntos, donde se destacan la primera viola con el fagot y la flauta -muy buena labor de Kristine Bara junto a William Thomas Genz y Claudio Barile- y luego, otro a cargo del arpa y la celesta, donde Alina Traine y Guillermo Salgado también desempeñaron una muy buena labor. La obra culmina de la misma manera que al inicio y tuvo una muy buena recepción por parte del público, que se tradujo en numerosos aplausos.

A diferencia de la directora helénica -quien hizo su debut en el Colón-, Vadim Gluzman se ha presentado en numerosas oportunidades en nuestro mayor coliseo y demostró su virtuosismo en la interpretación del Concierto n°1 en La menor, Op.77 de Shostakovich, compuesto entre 1947 y 1948 y que consta de 4 movimientos: Nocturne: Moderato/ Scherzo: Allegro/ Passacaglia- Andante- Cadenza/ Burlesque: Allegro con brio- Presto. El israelí es uno de los mejores intérpretes en la actualidad y lo demostró con creces sobre el escenario del Colón, donde hizo gala de su monumental fraseo, técnica y por sobre todas las cosas, lo interpretó con suma emoción. No hay que olvidar que en esta pieza, Shostakovich hizo uso de temas judíos como protesta al antisemitismo reinante en aquel entonces y, en vez de usar la contraposición característica de una sonata, reemplaza al primer movimiento por un Nocturno que permite desarrollar el lirismo del violín y coloca la cadencia casi al final del concierto, modificación que rompió con los cánones tradicionales en la materia. Vadim Gluzman hizo derroche de gala y maestría y la Filarmónica supo acompañarlo en una gran actuación. Como no podía ser de otra manera, el público estalló en una ovación de aplausos y vítores. Zoe Zeniodi se sintió sumamente emocionada y conmovida al final del concierto, mientras que Gluzman anunció un bis: la Partita n°7 para violín solo de un compositor ucraniano -lamentablemente, una no pudo escuchar con claridad a quién se refería-, obra de suma belleza que fue interpretada de manera sutil y exquisita. Un nuevo aluvión de aplausos para el solista, quien se retiró ovacionado junto con los músicos.

El hecho de haber presentado tres obras del repertorio ruso -prácticamente inéditas o que se ejecutan en raras ocasiones- representa un gran mérito para la Filarmónica y un acierto en cuanto a la programación de su ciclo de conciertos. Una muy buena dupla integrada por un virtuoso y una directora de excelencia permitió que se viviera una noche digna del Colón. En este caso, el orden de los factores no sólo no altera el producto, sino que, además, lo potencia.       

domingo, 18 de junio de 2023

 

TEMA DE HOY TRATADO CON GRAN ALTURA

 

Compañía “Lírica Lado B”, temporada 2023. Opera: “Secretos del Arbol” en dos actos, original de María Suarez. Elenco: Laura Polverini (Ama/Alma del Arbol), Fermín Prieto (Amadeo/Amadeo Zorzal), Alejandra Malvino  (Terapeuta/Guardiana del Agua), Rocío Arbizu (Irene), Rocío Giordano (Madre de Alma), Augusto Nureña (Padre de Alma), Lucía Cloppet (Terapeuta). Coro de “Lírica Lado B”, Director: Ricardo González Dorrego, Orquesta de “Lírica Lado B”. Ambientación e Iluminación: Rodrigo Parise. Visuales y Operación de Video; Malen Bruna Lewin. Vestuario: María Josefina Vecchietti. Dirección Escénica: Ximena Belgrano Rawson. Dirección Musical: Lucía Zicos. Usina del Arte, 18 de Junio de 2019.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Este retorno de “Lírica Lado B” vino de la mano del estreno de una Opera Argentina, “Secretos del Arbol” con Libro y Música de María Suarez, quien propone a través de una historia incursionar en el tema de la discapacidad,  donde se entrecruzan el rechazo, la falta de integración, el bullyng, los miedos y angustias y como se concibe al amor desde una perspectiva diferente de aceptación.

 

  La historia gira en torno a Alma, una joven mujer que debe desplazarse en silla de ruedas. Ingresa a una editorial para trabajar como correctora. Tiene en Irene a una  compañera de labores, amiga y confidente. Conoce allí a Amadeo quien será su jefe, el que queda impactado por su belleza personal e intelectual. Será recíproco porque Alma ha fijado en El su atención. Desde ese disparador la historia refleja todo lo que desgraciadamente en muchos aspectos se vive en Ntros. días.  El rechazo, la burla, la agresión, el desprecio y la falta de empatía corporizada en los compañeros de labor encarnados por el coro. Los dos personajes principales se atraen mutuamente pero ninguno da el primer paso. Llevan en paralelo su terapia, reconocen allí estar enamorados el uno del otro. Amadeo manifiesta tener una recurrente pesadilla y es que ve en sueños a Alma corporizada en un árbol del que ella justamente es el “Alma”, mientras que su terapeuta resulta ser el guardián del agua de un río imaginario que corre detrás del árbol y El se ve a sí mismo como un zorzal herido que encuentra el refugio en ese árbol. Justo El, que tiene a la caza por pasión y que en una partida con amigos manifiesta no poder tirar porque son solo pájaros los que revolotean a su alrededor. La historia se completa con los padres de la joven quienes sufren frustración y descreen que la muchacha pueda ser feliz en una vida de pareja,  inclusive que pueda realizarse y quedar embarazada. Después de un largo trecho que incluye un episodio de una caída de la joven de su silla de ruedas con la total indiferencia de sus compañeros y Amadeo sin reacción por el Shock, la historia queda enfocada en este último y a través de la metáfora de esa recurrente pesadilla logrará encontrar el coraje para por fin poderle brindar como un verdadero pájaro libre a Alma su amor.

 

  El tratamiento musical que María Suarez le da a su Opera es absolutamente tonal. Cuenta con melodías muy bien trabajadas las que son gratas al oído del oyente. Hay empleo de muchos elementos de raigambre folcklórica por lo que hace a una esencia verdaderamente nacional.

 

  En cuanto a la parte escénica, hay aquí una labor formidable de Ximena Belgrano Rawson en la marcación  de los personajes ya que no solo deben cantar, sino también trabajar en modo actoral, logrando extraer todo lo mejor de los intérpretes  por lo que debo decir con énfasis que ha sido una labor muy cuidada y lograda. 

 

  En lo que hace a la labor de las voces, Laura Polverini realiza una labor descollante en el protagónico desde la gestualidad en la caracterización de la mujer discapacitada, hasta en su total expresividad en lo que hace al tema del amor. Vocalmente impecable sabe transmitir en cada escena suya. Fermín Prieto sale airoso del compromiso ya que en la primera parte su rol tiene muchos pasajes con notas de registro bajo. Luego su participación crece y su zona aguda es firme, segura y desarrolla su labor vocal sin fisuras. Muy correcto en lo actoral supo extraer todas las tribulaciones de su personaje. Excepcionales tanto  Alejandra Malvino en el doble rol de la Terapeuta y el Guardián del agua  como Rocío Arbizu en su rol de Irene, amiga, compañera y confidente de Alma. Ambas tuvieron muy buen decir y fueron muy buenas en lo actoral. Breves en lo que les toca actuar, pero impactantes por la carga dramática que tienen sus respectivos personajes fueron las intervenciones de Rocío Giordano y Augusto Nureña como los padres de Alma, mostrando sus dudas, temores y escepticismo por la suerte de la relación amorosa de la hija. Estuvieron ambos a la altura del compromiso. Finalmente resulta muy simpática e interesante la labor de Lucía Cloppet como la terapeuta psicológica de Alma en este caso desde lo actoral ya que luego forma parte del coro, el que es chico pero excelentemente preparado por Ricardo González Dorrego, emitiendo sus voces como un conjunto de gran dimensión.

 

  De muy buen gusto es la realización de vestuario por parte de María Josefina Vecchietti, mientras que fueron muy ajustadas y cuidadas tanto la ambientación como la iluminación  de Rodrigo Parise, las que fueron reforzadas por imágenes operadas desde el video por Malen Bruna Lewin quien desplego en la escenas de ensoñación un verdadero caleidoscopio de colores que reforzó visualmente a las mismas.

 

  Finalmente ha sido de excelencia la concertación de Lucía Zicos, la que al frente de un conjunto de tipo camarístico logró un empaste perfecto con un ida y vuelta permanente con todos los interpretes vocales redondeando una labor sin fisuras.

 

  Es otro logro acorde a los pergaminos de la ya consagrada marca “Lírica lado B”. Las fechas acordadas con la Usina del Arte hacen que sean solamente esta y la del día siguiente, 19 de Junio. La entrada es libre y gratuita.  Los que puedan, concurran, vale la pena.

   

 

Donato Decina

jueves, 15 de junio de 2023

 

Orquesta de Cámara con invitado de lujo…

                                                                    Por Jaime Torres Gómez

No es habitual que los maestros titulares de las orquestas de una misma ciudad oficien de invitados en otras del mismo territorio, siendo una sana práctica de convivencia entre las agrupaciones, máxime al tratarse de directores dentro del perfil.

Últimamente se han dado casos, como el titular de la Orquesta Clásica de la USACH, quien ha fungido de invitado con la Sinfónica Nacional, y ahora el titular de esta última, con una colaboración junto a la Orquesta de Cámara de Chile.

Es el caso de Rodolfo Saglimbeni, en su regreso a la OCCH luego de su exitoso debut años atrás con esta agrupación. Muy presente como titular de la Sinfónica (propio de un titularato), del todo interesante constituyó ver su aporte con otra orquesta de la plaza, y en este caso con excelentes resultados.

Presenciado en el Teatro California (Ñuñoa), de formidable acústica y sede de la OCCH, más un buen marco de público, consultó un variopinto programa barroco, clásico y música del siglo 20, reflejando la versatilidad de Saglimbeni más una celebrada flexibilidad de respuesta de los camaristas chilenos.

Iniciando con Béla Bartók (1881-1945), una notable versión de sus Danzas Folclóricas Rumanas (Sz 68), obra no desconocida localmente. De genuina raigambre vernácula, hay una fuerte influencia de la música campesina gitana, de la que Bartók, desde joven, recopiló en cilindros de fonógrafo en sus viajes al interior de Transilvania. Con libre adaptación, estas danzas, compuestas en 1917, son un mosaico organizado en una suite de seis números de diverso carácter contrastante.

Con irreprochable idiomatismo, la versión firmada por Saglimbeni tuvo certeros acentos, colores y transparencias. Grandes momentos especialmente en la tercera danza (Pê-loc -Pisando-), con un descollante cometido solístico de la flauta piccolo, asimismo, inteligentes acentos en la cuarta (del cuerno alpino), más arrebatadoras progresiones expresivas en las dos últimas (polka rumana y L’istesso).

Luego, de Jean-Philippe Rameau (1693-1764), una excelente versión de una Suite de la ópera Las Indias Galantes”. En Chile no es desconocida esta ópera, recordándose vivamente una formidable producción del Teatro Regional de Rancagua (hoy, Lucho Gatica…), celebrándose la presente inclusión con selecciones de danzas y otras piezas musicales (9) de esta ópera-ballet.

Con un enfoque no-historicista (hoy recurrente), Saglimbeni firma una interpretación usando un amplio orgánico y con un espesor sonoro propio de la usanza más propia del romanticismo y sus derivados, traducido en afinaciones más altas (en rangos cercanos a 440 h/z). A priori, se trató de un enfoque absolutamente válido, en tanto y cuanto jamás se sacrificó el espíritu musical primigenio y el subsecuente carácter intrínseco, existiendo irredargüible coherencia. Gran trabajo en texturas, planos sonoros y ajuste grupal, siendo efusivamente premiado por el “respetablepúblico asistente, sin duda una potente señal para volver a trabajar el repertorio barroco en la OCCH, antaño muy cultivado.

Finalmente, una autorizada versión de la magnífica Sinfonía N° 92 “Oxford” de F.J. Haydn (1732-1809). La contribución de este compositor al desarrollo del género sinfonía es fundamental. Y en particular la Oxford (no apodada por Haydn), fue escrita en plena madurez (1789), poseyendo gran riqueza de carácter, desde lo misterioso, amable y jubiloso (con tintes eufóricos).

No es la primera vez que se ve a Saglimbeni en repertorio haydniano y clasicismo en general, plasmando interpretaciones sin tropiezos y de canónicos enfoques, no siendo ahora la excepción. Muy buen trabajo en calidad de sonido y ensamble, no obstante algunos accidentes en la maderas dentro del expuesto segundo movimiento (adagio cantábile), aunque no afectando el todo. Grandes logros de carácter en el misterioso inicio (Adagio-Allegro spiritoso) y luego notablemente trabajada la progresión en su animado (y contrastante) desarrollo. Asimismo, un enfoque de formidables contrastes en el Menuetto: Allegretto (tercer movimiento) y una atrapante evolución en el Finale, Presto (último movimiento).     

En suma, una presentación de la Orquesta de Cámara de Chile junto a un invitado de lujo como el maestro Rodolfo Saglimbeni, quien nuevamente dio muestras de su solvencia y gran contribución a la vida musical chilena…