Sobresaliente actuación de Vitaly Pisarenko en el Festival CHOPINIANA
VIRTUOSO POR DONDE SE LO APRECIE
Martha CORA ELISEHT
Una de las principales características de la presente edición del Festival
CHOPINIANA 2024 es que, con excepción de Martha Noguera- presidente de la
Fundación Chopiniana y organizadora de dicho evento en el país-, el resto de los
pianistas que participan son extranjeros. Todos son intérpretes de altísima calidad y
auténticos embajadores de sus países de origen, pero el recital ofrecido por el ucraniano
Vitaly Pisarenko el pasado miércoles 27 del corriente en el Palacio Paz fue superlativo.
No es la primera vez que este gran pianista visita la Argentina, pero sí se presentó por
primera vez en la sede del Festival, donde ofreció el siguiente programa:
- Polonesa Militar en La mayor, Op.40, n°1
- Polonesa en Re menor, Op. Póstumo 71, n°1- Frederic CHOPIN (1810-1849)
- Carnaval de Viena, Op.26- Robert SCHUMANN (1810-1856)
- Dos czardas
- Rapsodia húngara n°10- Franz LISZT (1811-1886)
- Diez piezas para piano del ballet “ROMEO Y JULIETA”, Op.75- Sergei
PROKOFIEV (1891-1953)
- “La Valse”- Maurice RAVEL (1875-1937)
La presentación del intérprete estuvo a cargo del encargado de Cultura del Círculo
Militar/ Palacio Paz – Coronel Castiglione-, quien mencionó algunos logros de su vasto
curriculum. Nacido en Kiev, comenzó su educación musical con Natalia Romenskaya
en su ciudad natal y, posteriormente, en Khariv, bajo la tutela de Garri Gelfgat. Se
perfeccionó en la Escuela Central de Música de Moscú con Yuri Slesarev y luego, en el
Conservatorio Estatal Tchaikovsky. Completó su formación con Aquiles delle Vigne en
Rotterdam y con Oksana Yablonskaya en Italia y actualmente se perfecciona en Londres
-ciudad donde reside y ejerce como profesor titular de la cátedra de piano en el Royal
College of Music- como becario del doctorado Emma Rose Memorial y Bob and Sarah
Wigley, entre sus múltiples antecedentes. Sus dotes excepcionales quedaron plasmadas
desde los primeros compases de la celebérrima Polonesa “Militar” en La mayor de
Chopin, que sonó precisa y sumamente solemne. Su homónima en Re menor Op.
Póstumo 71, n°1 fue compuesta en 1825, pero recién se publicó en 1855, seis años
después de la muerte de Chopin. Sonó auténticamente romántica y marcial al mismo
tiempo, en una verdadera demostración de virtuosismo.
A diferencia de su Carnaval, Op.9, la composición que lleva el Op.26 de Schumann
está inspirada durante la visita del compositor alemán a Viena en 1838 y la estrenó al
año siguiente con el nombre de Faschingsschwang aus Wien. Se trata de una pieza
bastante extensa, escrita en 5 movimientos: Allegro. Sehr lebhalft (Si bemol mayor, ¾) /
Romanza. Ziemlich langsam (Sol menor, 2/4) / Scherzino (Si bemol mayor, 2/4) /
Intermezzo. Mir grösster Energie (Mi bemol menor, 4/4) y Finale. Höchst lebhalft (si
bemol mayor, 2/4). El pianista hizo gala de sus magistrales pulsación y digitación,
además de un perfecto dominio de tempi en cada uno de los movimientos que integran
la obra, logrando una versión sublime. Su virtuosismo quedó puesto de manifiesto una
vez más en las Dos czardas y la Rapsodia Húngara n°10 de Liszt, con un sonido
prístino con matices de la música de dicho país, bien marcado y un perfecto dominio de
todos los matices del piano en materia de trinos, arpegios, glissandi, cadencias y
escalas. El público deliró con cada una de sus interpretaciones, retirándose sumamente
vitoreado y aplaudido después de todas y cada una de sus intervenciones.
Para la segunda parte del recital, Pisarenko eligió un repertorio difícil y complejo
integrado por obras de dos compositores del siglo XX: Diez piezas para piano del ballet
ROMEO Y JULIETA, Op.75 de Prokofiev, compuestas tras el éxito alcanzado en 1940.
El pianista brindó una versión exquisita y bien equilibrada, con una perfecta descripción
sonora y muy buena marcación de los numerosos contrastes característicos de la música
de Prokofiev en los 10 números que la integran (Danza folklórica/ Escena: la calle
despierta/ Minuetto: llegada de los invitados/ Julieta cuando era niña/ Máscaras/
Capuletos y Montescos/ Fray Lorenzo/ Mercucio/ Danza de las niñas con lirios/ Romeo
y Julieta antes de partir). Y culminó con una excelsa interpretación de La Valse de
Ravel en versión para piano solo. Según definición del propio Ravel, “un torbellino
fantástico y fatal” que evoca la grandeza, la decadencia y la destrucción de la
civilización occidental tras la Primera Guerra Mundial. Una versión monumental en
manos de un intérprete eximio, que se retiró ovacionado tras el aplauso unánime de pie
por parte del público.
A seis años después de su última presentación en el país y tras haber sido
galardonado por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina en la categoría
Revelación 2018, Vitaly Pisarenko sigue desarrollando una carrera meteórica,
cautivando multitudes con el brillo y la jerarquía de sus interpretaciones. Un auténtico
virtuoso por donde se lo mire y se lo aprecie.
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