sábado, 5 de julio de 2025

Muy buen recital de piano a cargo de Mónica Zubczuk en la Casa de Rusia

UN NUEVO ESPACIO Y REFUGIO DE LA CULTURA
Martha CORA ELISEHT

Sita en el barrio de Almagro, la Casa de Rusia siempre ha sido un punto de
encuentro de todos los inmigrantes oriundos de dicho país en Argentina y centro de
referencia para los amantes de su cultura, sus costumbres y la enseñanza del idioma ruso
para todos aquellos interesados en aprenderlo. Últimamente, la institución se ha
transformado en un nuevo espacio dentro de la vasta oferta cultural que tiene la Ciudad
de Buenos Aires donde -entre otras cosas- se ofrecen conciertos de cámara y recitales.
Precisamente, el pasado viernes 27 del corriente tuvo lugar en dicho espacio un recital
de piano a cargo de maestros y pianistas egresados del Conservatorio de Música “Julián
Aguirre” de Banfield bajo la dirección de su titular -Mónica Zubczuk- integrado
exclusivamente por obras de uno de los más grandes compositores rusos para dicho
instrumento: Sergei Rachmaninov (1873-1943) a modo de homenaje.
Se interpretaron las siguientes obras:
- Elegía: primera pieza de Fantasía, Op.3 (Jonathan RIVERO)
- Serie de Preludios, op.23:
- N°4 (Mónica ZUBCZUK)
- N°5 (David DUARTE)
- N°6 (Leandro ROMERO)
- Momentos Musicales, Op.16, n°1 y n°4 (Mónica ZUBCZUK)
- Seis piezas, Op.11 (para piano a cuatro manos) (Matías WILSON y Anabel
LOZA SUBÍA)
La apertura estuvo a cargo de las autoridades de la Casa Rusa y de su encargado
de Cultura, quienes dieron la bienvenida al público y presentaron a Mónica Zubczuk,
quien, a su vez fue la encargada de anunciar las obras y presentar a los intérpretes.
No sólo Rachmaninov ha sido uno de los mayores compositores para piano, sino,
además, un pianista eximio. Nacido en el seno de una familia de músicos perteneciente
a la aristocracia, comenzó a tocar piano a los 4 años y, posteriormente, se graduó en el
Conservatorio de Moscú en 1892. Para ese entonces, ya había compuesto varias piezas
orquestales y para piano. Luego de la Revolución de Octubre de 1917, el compositor y
su familia abandonaron Rusia para radicarse primero en Finlandia, Dinamarca, Noruega
y desde allí, a Estados Unidos, país donde fallece en 1943. Su vasta obra para piano no
sólo comprende los 4 concierto para dicho instrumento y la célebre Rapsodia sobre un
tema de Paganini, sino varias de las composiciones ofrecidas en el presente recital, que
datan del período entre 1892 y 1896, de gran complejidad y difícil ejecución.
La primera de las obras con las que abrió el presente recital data de 1892 y pertenece
a una serie de 5 piezas de fantasía (Morceaux de Fantasie) Es una Elegía en Mi bemol
menor escrita en tempo moderato, con una muy buena interpretación caracterizada por

su precisión y finura por parte de Jonathan Rivero. Seguidamente, Mónica Zubczuk
hizo gala de su maestría y calidad interpretativa en el Preludio n°4 en Re mayor
(Adagio), perteneciente a la serie de Diez Preludios, Op.23, compuestos en 1901 y
estrenados en 1903 tras el matrimonio del compositor con Natalia Satin. Le siguió
David Duarte con el célebre Preludio n°5 en Sol menor (Alla marcia), de carácter
netamente ruso y epítome del nacionalismo de Rachmaninov. No obstante, sonó algo
más fuerte que lo habitual, pese a que el tempo estuvo muy bien marcado. En cambio,
Leandro Romero se caracterizó por la elegancia y refinamiento en su interpretación del
n°6 en Mi bemol mayor (Andante). Seguidamente, Mónica Zubczuk interpretó dos de
los Seis Momentos Musicales Op.16, compuestos entre Octubre y Diciembre de 1896: el
n°1 (Andantino en Si bemol menor), que, a su vez, es el más prolongado de los seis y el
n°4 (Presto en Mi menor), que -por momentos- remeda al Estudio Revolucionario de
Chopin y que es un auténtico tour de force para el ejecutante en términos de resistencia
y precisión. Una magnífica versión para cerrar la primera parte del recital y una ovación
de aplausos para la intérprete.
Para la segunda parte se eligieron las Seis piezas Op.11 para piano a cuatro manos,
compuestas en 1894 y que son las siguientes: Barcarola, Scherzo, Thème russe, Vaalse,
Romanza y Slava. Mientras Matías Wilson marcaba la melodía con una excelente
pulsación, Anabel Loza Subía hizo gala en cuanto a matices, sutileza y calidad
interpretativa. Posteriormente, los pianistas se fueron alternando en sus roles, logrando
una versión muy precisa en los temas auténticamente rusos (Thème russe y Slava), que
sonó de manera marcial y solemne hasta culminar al unísono en esta última pieza. La
interpretación se caracterizó no sólo por la calidad de los solistas, sino también por su
brillo y matices. Ambos se retiraron muy aplaudidos y el resto de los pianistas se
presentaron para realizar el saludo final, donde no faltaron los ramos de flores atados
con cintas con los colores de la bandera rusa: rojo, azul y blanco. Agradecieron a las
autoridades por el apoyo otorgado para la realización del concierto y la oportunidad
brindada. Un gran homenaje a Rachmaninov en manos de grandes intérpretes.

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