domingo, 14 de julio de 2024

 


Protagonístas de "Hansel y Gretel" de Humperdinck durante la función presenciada por Martha Cora Eliseht en el Teatro Avenida. Créditos a la autora de la crítica.


Buena producción de “HÄNSEL Y GRETEL” por Opera Festival Buenos Aires


EN LOS CUENTOS DE HADAS, LAS BRUJAS SON MALAS

Martha CORA ELISEHT


En vacaciones de invierno, las óperas infantiles representan una excelente

opción para familiarizar a los chicos con el género y, de paso, crear y formar nuevos

públicos. Dentro de éstas, la más conocida y representada mundialmente es HÄNSEL Y

GRETEL, de Engelbert Humperdinck (1854-1921), basada en el cuento homónimo de

los hermanos Grimm y que se representó en el Teatro Avenida los días 6 y 13 del

corriente por la compañía Ópera Festival Buenos Aires, con dirección general y artística

de Graciela De Gyndefelt. Esta producción contó con la siguiente ficha técnica:

dirección de escena, escenografía e iluminación de Emilio Urdapilleta, vestuario de

Mariela Daga, asistencia de vestuario y maquillaje de Ana Julia Figueroa y María Luisa

Gómez Hoyos; peinado y pelucas por parte de Fabián Seguino y subtitulado de

Guadalupe Sánchez. Participaron el Coro de Mujeres y Niños del Festival, dirigido por

Damián Roger y la Orquesta del Ópera Festival, dirigida por Helge Dorsch.

Esta cronista asistió a la función del pasado sábado 13 del corriente, con el

siguiente reparto: Lidice Robinson (Hänsel), Ana Sampedro (Gretel), Virginia Lía

Molina (Madre), Luis Gaeta (Padre), Luchi De Gyndefelt (La Bruja) y Lorena Sayegh

(Hombrecito de Arena y Hada del Rocío).

Esta auténtica gema de la ópera infantil se representó en su idioma original y se

dispuso de subtitulado electrónico para facilitar su comprensión. Discípulo y asistente

de Richard Wagner, Engelbert Humperdinck ha sido un músico muy prestigioso y un

gran pedagogo, que puso la influencia wagneriana al servicio de la música popular y,

especialmente, de la ópera infantil, siendo un auténtico precursor del género. Además de

Hänsel y Gretel, compuso otros títulos tales como Cuatro Lieder para niños, La Bella

Durmiente, Los siete Geislein, Los Hijos del Rey y Sueño de Navidad. El libreto

pertenece a su hermana -Adelhaide Wette-, sobre el cuento de los hermanos Grimm. Su

estreno tuvo lugar en Weimar en 1893 bajo la dirección musical de Richard Strauss y

gozó de una enorme popularidad desde su estreno. Posteriormente, Gustav Mahler la

dirigió al año siguiente en Hamburgo y Arturo Toscanini, en 13 ocasiones entre 1901 y

1902. Se compone de tres actos, divididos por interludios orquestales donde predominan

los diferentes leitmotives característicos de los protagonistas, junto con melodías

folklóricas alemanas y danesas. El resultado es una obra maestra, con una línea

melódica exquisita que ilustra a la perfección este célebre cuento infantil.

En la presente producción, la escenografía es sumamente sencilla, pero efectiva.

El primer acto muestra la humildad en la que vive la familia (una cocina, una mesa, una

alacena y dos sillas), mientras que el segundo se desarrolla en el bosque y, en el tercero,

no faltan la casa de dulces de la Bruja -en cuyo marco se leía claramente la palabra

Hexe (en alemán, bruja)-, la jaula donde encierra a Hänsel y el horno. Los cambios de

escena se hicieron mediante la presencia de figurantes y bajada de telón entre los


diferentes actos y sus correspondientes interludios orquestales. La caracterización de los

personajes estuvo muy bien realizada, al igual que la de los niños que recuperan la vida

cuando se rompe el maléfico hechizo tras meter en el horno a la Bruja. El bien triunfa

sobre el mal, los padres se reúnen con sus hijos y hacia el final, la algarabía sobre el

escenario es total.

El maestro alemán Helge Dorsch tuvo un muy buen desempeño, teniendo en

cuenta que el foso del Avenida es pequeño para que quepa el orgánico que la obra

requiere -motivo por el cual, la percusión se situó en el palco avant-scène-. Logró que la

orquesta del Festival tuviera un buen sonido, al igual que el coro de niños y las voces

femeninas. Excelente las actuaciones de Lidice Robinson y Ana Sampedro en los roles

protagónicos, sobresaliendo por los matices vocales, la coloratura y la línea de canto,

además de la caracterización. Por su parte, Virginia Lía Molina tuvo un muy buen

desempeño como la Madre, al igual que Lorena Sayegh como el Hombrecito de Arena -

que protege el sueño de los niños cuando se pierden en el bosque- y el Hada del Rocío

cuando los despierta. Pero quien se llevó los aplausos fue Luis Gaeta, quien, una vez

más, hizo gala de su maestría, profesionalidad e histrionismo al encarnar al Padre. De

más está decir que es uno de los mejores cantantes líricos argentinos y lo demostró con

creces sobre el escenario.

El rol de la Bruja es uno de los más importantes dentro de esta ópera y lo

interpreta una mezzosoprano. En este caso, estuvo a cargo de Luchi De Gyndefelt, quien

se define como una mezzo queer; es decir, se relaciona con una identidad de género que

no corresponde con las reglas establecidas en cuanto al tema de sexualidad o de género.

Si bien su caracterización y su actuación estuvieron perfectamente bien, se notó mucho

desde el punto de vista vocal que se trata de un hombre que canta en falsete, con una

emisión sonora áspera, desprolija y -por momentos- chillona. Una pena, porque opacó

una función que era muy buena en todos los aspectos hasta su intervención.

Como en todos los cuentos infantiles, el bien triunfa sobre el mal y en la ópera

de Humperdinck, cuando los hermanos se enfrentan al maléfico poder de la Bruja, la

inteligencia y la astucia priman por sobre la maldad. En los cuentos de hadas, las brujas

son malas y puede llegar a ser peor cuando no se define.



Escena de conjunto de "Hansel y Gretel" que Opera Festival de Buenos Aires ofrece en el teatro Avenida. Créditos: Martha Cora Eliseht.


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