domingo, 21 de julio de 2024

 



La Pianísta Arta Arnicane, destacada solista del último concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires del pasado 19 de Julio en el Teatro Colón.Créditos: Prensa Teatro Colón. Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.



Muy buena actuación de Chungki Min y Arta Arnicane con la Filarmónica


UN REPERTORIO FRANCÉS CUASI INÉDITO Y PRECISO

Martha CORA ELISEHT


Dentro del armado del repertorio de conciertos, a veces se conforma por obras

de diferentes compositores que vivieron en la misma época; en otras ocasiones, por

estilo y en otras, por nacionalidad. El repertorio francés fue el elegido en la función

correspondiente al Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

(OFBA) el pasado viernes 19 del corriente en el Teatro Colón bajo la dirección de

Chungki Min, con la participación de los siguientes solistas: Arta Arnicane (piano) y

Felipe Delsart (órgano) para interpretar el siguiente programa:

- Obertura Polyeucte- Paul DUKAS (1865-1935)

- Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, FWV 46- Cesar FRANCK (1822-

1890)

- Sinfonía n°3 en Do menor, Op.78- Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)

Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier

Inchausti, el maestro coreano hizo su aparición en el podio para ejecutar la mencionada

obertura de Paul Dukas, compuesta en 1891 y basada en la tragedia homónima de

Corneille, que narra el martirio de Polieuto de Melitene en mano de los romanos en el

siglo III de la era cristiana. Dukas debutó en público con esta pieza en los Conciertos

Lamoreux de París y, posteriormente, fue interpretada por Eugène Ysaÿe en Bruselas y

Sylvain Dupuis en Lieja. Se puede preciar influencias wagnerianas tanto en los

leitmotives como en la orquestación (maderas por tres, clarinete bajo, requinto, metales

por tres, tuba y percusión), pero también posee elementos que anticipan el surgimiento

del impresionismo francés. Una obra que se representa muy escasamente en el medio

local y una versión muy buena y precisa.

Seguidamente, la pianista letona Arta Arnicane brindó una magnífica versión de las

Variaciones sinfónicas para piano y orquesta de Cesar Franck, estrenadas en 1866 en el

concierto anual de la Societé Nationale de la Musique. Si bien era belga de nacimiento,

su obra se considera dentro del repertorio francés. En el caso particular de quien escribe,

era la primera vez que una la escuchaba y se trata de una pieza escrita en un único

movimiento, pero que funciona como si fuera un concierto para piano y orquesta. Sus

tiempos son: Poco allegro/ Allegro non troppo/ Allegretto quasi andante (presentado

por el piano) y las variaciones sinfónicas. Arta Arnicane no sólo ofreció una

interpretación llena de sutilezas, sino que asombró al público por su magnífica

digitación, pulsación y, por sobre todas las cosas, su precisión. La orquesta supo

acompañarla debidamente mediante una perfecta marcación de tempi. El público estalló

en aplausos al final de la obra, motivo que obligó a la solista a interpretar un bis. Fue

una pena no haber tenido un micrófono disponible para anunciarlo, porque no se la

podía escuchar. Logró otra genial versión y se retiró sumamente aplaudida.


La Sinfonía n°3, Op.78 “con órgano” de Saint- Saëns fue compuesta por

encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres y estrenada en la capital inglesa en

mayo de 1866. A las pocas semanas luego de su estreno, Franz Liszt murió, motivo por

el cual el compositor francés dedicó su sinfonía a la memoria de su amigo. No se trata

auténticamente de una sinfonía para órgano, sino que dicho instrumento participa en dos

secciones de cada cuatro. Posee una orquestación profusa: cuerdas, maderas por tres,

piccolo, corno inglés, clarinete bajo, contrafagot, 4 cornos (2 naturales y 2 cromáticos),

tres trompetas, tres trombones, tuba, percusión (timbales, bombo, platillos y triángulo),

órgano de tubos y piano a cuatro manos. Sus dos movimientos (Adagio- Allegro

moderato en Do menor, 6/8- Poco adagio (4/4) / Allegro moderato- Presto (6/8)- fueron

ejecutados de manera brillante y precisa, con un perfecto dominio de tempi por parte del

director, donde los solistas de las principales secciones de instrumentos de la

Filarmónica tuvieron un excelente desempeño, al igual que el piano a 4 manos a cargo

de Iván Rutkauskas y Juan Ignacio Ufor. Pero quien se llevó los laureles -y los

aplausos- fue Felipe Delsart, cuya interpretación en órgano sonó magistral. La excelsa

acústica del Colón brindó el marco oportuno para que el órgano sonara como los dioses,

lo que valió una ovación de aplausos para el director, solistas y artistas.

Con excepción de la sinfonía de Saint- Saëns, este repertorio -cuasi inédito para la

mayoría de los asistentes- sonó sumamente preciso y representó otro logro más para la

Filarmónica. Lamentablemente, falta educar al público. Un concierto sinfónico no es un

recital donde se aplaude después de cada canción o melodía. El público que asiste

últimamente al Colón puede no saber este ítem, pero tampoco es posible que se cuele un

aplauso inmediatamente después de un silencio. La música es melodía y sonidos, pero

también existen pausas y silencios escritos en la partitura que se deben respetar. Caso

contrario, puede desconcentrar al intérprete y malograr un concierto. Sería óptimo

solicitar al público que se abstenga de aplaudir entre movimientos mediante el anuncio

de locución previo al inicio de cada concierto, pero parece ser que las propuestas de los

abonados y cronistas caen en saco roto.

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