martes, 17 de julio de 2018


RENOVACION SI, PERO EN TODO EL PROGRAMA

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Baldur Brönnimann, Solista: Iñaki Alberdi (Acordeón). Programa: Obras de Gubaidulina, Liadov y Lutoslawski. Teatro Colón (Concierto de Abono Nº 6), 28 de Junio de 2018.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Queridos Lectores, Uds. ya conocen mis opiniones a lo largo de mis columnas de once años a esta parte, primero en Operayre, la página de la Opera del Buen Ayre que dirige su fundador, Eduardo Casullo, luego en la del Opera Club, etapa inolvidable que junto a Mónica Rossi vivimos con el increíble “Gordo” Roberto Blanco Villalba y ahora en este blog que gracias al decisivo apoyo de Uds. va creciendo día a día.  Bregué y brego por una necesaria renovación de la programación de Conciertos, fundamentalmente en el Teatro Colón y mas específicamente  por parte de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Si debo hacer un diagnóstico mas “sesudo”, este es que se ha marcado una involución de 15 años, el tiempo transcurrido de la partida del ultimo “renovador” que tuvo el Colón para programar conciertos y ese se llamó Gerardo Gandini, el que junto al inolvidable Franz Paul Decker y a la larga gestión de Pedro Ignacio Calderón ( Quien fomentó innumerables estrenos de Obras de Compositores Argentinos y Extranjeros, cosa que continuó al frente de la Sinfónica Nacional, la que aun hoy en menor medida lo sigue haciendo y queda exenta de este análisis), justamente se destacaron por ese criterio. Pues bien, el hecho de que este año se compartan conciertos junto al ciclo “Colón Contemporáneo”, uno de ellos dirigido por Enrique Arturo Diemecke, y que esta sesión haya sido confiada a un especialista en obras contemporáneas como Baldur Brönnimann, conductor en el Colón de títulos como “Erwantung”, “Hagith”, “La Vendedora de Fósforos” y la espectacular “Die Soldaten” de Zimmermann, hacen que se esté en un camino que esperemos perdure a futuro.

  Con muy buen criterio se programó “Fachwerk” de Sofía Gubaidulina para la primera parte. Escrita para Bayán (Acordeón muy empleado en el Folcklore Ruso), Cuerdas y Percusión, contó con el concurso del Vasco (Así se presenta en su “currículum”) Iñaki Alberdi, y en verdad nos encontramos con un solista imponente. Para una obra sin concesiones, en donde desarrolla un despliegue técnico y físico, Alberdi superó el desafío con creces, acompañado por una Filarmónica impecablemente preparada por Brönnimann. Atravesar todas las escalas, trabajar todas las sonoridades, melodías que apoyan al solista en el desarrollo de la idea musical. Sin concesiones. Y una maravillosa respuesta del público que con el correr de la interpretación pasó de las toses que denotaban incomodidad al silencio mas profundo y premiar con aplausos sostenidos y algunos bravos estentóreos que saludaron la interpretación  y la labor de un solista extraordinario.

  La obra de cierre fue una nueva versión del Concierto para Orquesta de Witold Lutoslawski a 120 hs. de la versión que ofrecieran Francísco Rettig y la Sinfónica Nacional en la Usina del Arte. La gran satisfacción es decir que Ntras. Dos mejores Orquestas Sinfónicas están a un mismo nivel en este repertorio. Pero en favor de la Filarmónica le cabe el hecho de estar mas consolidada como agrupación, mientras que la Sinfónica está atravesando un período de renovación de sus integrantes. Entonces a las ganas y el voluntarismo de la Nacional, la Filarmónica tiene en su haber asentamiento, refinamiento (Como se vió en el segundo movimiento y en el Coral que inicia el tercero) y hasta momentos de canto orquestal pleno que Brönnimann obtuvo y administró notablemente. Mas allá de que algunos espectadores se retiraron en el intervalo, el Público permaneció mayoritariamente en la sala y al igual que en la Obra de Gubaidulina, respondió de la misma admirable manera, aplaudiendo de igual forma y también algunos bravos muy sostenidos.

  Fueron dos obras, una de un consagrado de segunda mitad de Siglo Veinte y otra de una actual creadora, tal vez la mujer con mayor proyección en el mundo de la música. Ambas sin concesiones. Ambas con un desarrollo y calidad supremas. Por lo que no se entiende la inclusión entre ambas de un trabajo tan mediocre de Anatoli Liadov. “El Lago Encantado” es una obra tonal y pasatista, descriptiva de un paisaje mágico y supuestamente trabajada para ballet. Rápidamente pasará su interpretación al olvido. Quien la haya programado, no tuvo en cuenta la pobreza de escritura y la falta de ideas. Personalmente me quedo con la de “Les Luthiers” (o lo que es lo mismo decir, la de Johann Sebastian Mastropiero).

Donato Decina

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