Muy buena versión de “ARMIDA” de Rossini en el
Metropolitan de New York
UNA LECCIÓN DE
VIRTUOSISMO Y BEL CANTO
Martha CORA ELISEHT
Dentro de la amplia oferta de
transmisiones por streaming que
ofrece el Metropolitan Opera House de New York, el pasado martes 16 del
corriente le tocó el turno a “ARMIDA”
de Gioacchino Rossini (1792-1868) con producción general de Mary Zimmermann,
escenografía y vestuario de Richard Hudson, iluminación de Brian Mc Devitt y
coreografía de Graciela Daniele, con participación de Daniel Pelzig como
asistente de esta última. La presentación estuvo a cargo de Deborah Voigt, con
la participación del director italiano Riccardo Frizza en el podio y un elenco
integrado por los siguientes cantantes: Renée Flemming (Armida), Lawrence Brownlee (Rinaldo),
John Osborn (Goffredo), Barry
Banks (Gernando/ Carlo), Koble von
Rensburg (Ubaldo), Yegische Manucharyan
(Eustazio), Peter Volpe (Idraote), Keith Miller (Astarote, rey de los Espíritus) y los
figurantes Teele Ude (Cupido) y Isaac
Scranton (Venganza). El bailarín
Aaron Loux dio vida a la alegoría de Rinaldo en el ballet del 2° Acto,
mientras que la dirección del Coro estuvo a cargo de Donald Palumbo.
Debido a la extrema dificultad de
las arias para todos los principales intérpretes, esta bella obra del cisne de
Pésaro se representa en muy pocas oportunidades. Precisamente, esta
versión data de 2010 y fue la última vez
que se cantó en el escenario del gran teatro lírico neoyorquino. A diferencia
de su homónima francesa (Armide, de
Jean Baptiste Lully) se representa en 3 actos en vez de los 5 característicos
acorde a los cánones imperantes en aquel entonces, pero ambas tienen un ballet:
en este caso, en el divertimento del
2° Acto. Y al igual que la misma, el libreto compuesto por Giovanni Schmidt
también está basado sobre el poema Jerusalén
Liberada de Torquato Tasso. Se estrenó en el Teatro San Carlo de Nápoles en
1817 y posee pasajes de canto muy largos, con coloratura durante toda la obra.
Por eso representa un desafío para los intérpretes.
En la presente versión, toda la
puesta en escena consta de una escenografía semicircular con numerosas puertas,
por las cuales entran y salen todos los personajes de la ópera. La transición
hacia las diferentes escenas se logra con efectos de iluminación, excepto en la
última –donde baja un telón que representa tanto a un mar embravecido como una
tormenta y la posterior destrucción del palacio por parte de la protagonista-.
Cuenta con un vestuario de época, donde los soldados llevan uniformes rojos,
con casco y pechera dorados y los principales protagonistas masculinos, largos
sobretodos totalmente abotonados y de diferentes colores. Sólo Idraote y el espíritu maligno Astarotte aparecen vestidos de blanco
–color que también es usado por la protagonista en el 1° Acto, con capa blanca
en el anverso y negra en el reverso-, mientras que Armida usa vestidos de diferentes colores: negro en el 2° Acto y en
la primera escena del 3°, fucsia, que retorna al negro para la violenta
despedida con Rinaldo y sus
compañeros y su venganza hacia el final. En todas las escenas aparecen dos
figurantes: Cupido en las de amor
–ataviado de rojo- y la Venganza, en
la ofensa de Gernando y en la final
de Armida –usando falda larga gris y el torso desnudo-. Estas alegorías estuvieron
muy bien interpretadas por la acróbata Teele Ude y el actor Isaac Scranton
respectivamente, sin hacer abuso del recurso. Por otra parte, el ballet se
empleó en la escena de los espíritus malignos comandados por Astarotte bajo las órdenes de Armida, donde los hombres vestidos de
ratones tuvieron una muy buena actuación y también, en la transformación del Averno en un palacio suntuoso ubicado en
la Isla de la Fortuna, donde Rinaldo es cautivado por la seducción y la magia de Armida. Todo el cuerpo de baile
participante tuvo una muy destacada actuación en las escenas de conjunto,
mientras que el bailarín solista Aaron Loux demostró poseer una excelente
plasticidad, gracia y versatilidad de movimientos para componer la alegoría de Rinaldo.
El coro tuvo también una destacada
actuación: el regimiento de soldados en el 1° Acto y las odaliscas en el 2° y
3° Acto, seduciendo tanto a Rinaldo como
a sus compañeros Carlo y Ubaldo, que se dirigen al palacio de Armida para rescatarlo. Por su parte,
Riccardo Frizza demostró ser un director muy versátil, con profundo
conocimiento de la obra rossiniana y muy preciso dando la entrada de los
diferentes instrumentos, al igual que su perfecta marcación de los tempi. Tanto el concertino David Chan como el cello solista Rafael Figueroa
tuvieron perfección absoluta y vuelo en los solos de sus respectivos
instrumentos. Los efectos logrados por las trompetas fuera de escena también
fueron de gran pureza de sonido.
Por ser una ópera donde sólo hay un
rol femenino, Renée Flemming tuvo la difícil tarea de encarnar a la
protagonista. En un reportaje realizado en el backstage, ella confesó que es uno de los roles más virtuosos al
que puede aspirar una soprano de coloratura –lo cantó en varias oportunidades
en 1996 y 1998-, pero también, el más agotador. Si bien sigue manteniendo una
muy buena coloratura, el hecho de cantar este rol a una edad más avanzada y el
interpretar papeles dramáticos hace que la misma suene algo más pesada. No
obstante, fue una lección de virtuosismo y bel
canto merced a su esbelta figura, sus insuperables matices y su gran
capacidad actoral. Y se destacó en las arias principales (“D’amore al dolce impero” y “Dove
son’ió… Fuggi!”). Sin embargo, hubo dos tenores que demostraron tener las
voces perfectas para los roles rossinianos: el moreno Lawrence Brownlee y Barry
Banks. El primero es uno de los
mejores tenores de coloratura del momento y fue ideal para interpretar el harto
difícil rol de Rinaldo. Los dúos de
amor entre él y la protagonista (“Amor…possente
nome!” del 1° Acto y “Dove son’ió” del
2° Acto) fueron magistrales, al igual que el trío entre él, Carlo y Ubaldo (“In quale aspetto imbelle”). Perfecto en los sobreagudos,
en las coloraturas y notas naturales.
Por su parte, Barry Banks también tuvo una actuación sobresaliente en el aria
de Gernando antes de batirse a duelo
con Rinaldo (“Non soffriró l’offesa”)
y como Carlo en el trío mencionado
anteriormente. Por su parte, el tenor Koble Van Rensburg dio vida a un muy buen
Ubaldo y se lució en el mencionado
trío. John Osborn también brindó un muy buen Goffredo, al igual que el tenor Yegische Manucharyan como su
hermano Eustazio. Asimismo, los bajos Peter Volpe y Kevin Miller tuvieron
una destacada actuación como Idraote y Astarotte respectivamente. Este último
dio una lección de actuación y estuvo perfectamente caracterizado como el jefe
de los espíritus malignos.
Al igual que otras transmisiones del
Met, esta versión también se encuentra disponible en audio y DVD. Un merecido
homenaje al bel canto rossiniano en
una producción digna de una de las más grandes casas de ópera de todo el mundo,
que asimismo tuvo el privilegio de ser el escenario donde esta joya lírica se
representó por última vez de manera universal.
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