martes, 3 de diciembre de 2024

 en el Palacio Paz


OCHO ESTACIONES QUE SIEMPRE SE DISFRUTAN

Martha CORA ELISEHT


El celebérrimo grupo de cuatro concerti grossi para violín y orquesta de cámara

denominado Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi (1678-1741) es la obra más

conocida del mencionado compositor italiano -más conocido como Il prete rosso- y data

de 1721. Cada uno de los conciertos alude a una estación (primavera, verano, otoño e

invierno) y representan uno de los ejemplos más tempranos de música programática o

descriptiva, ya que evocan sucesos naturales que ocurren en cada una (el canto de los

pájaros en primavera; una tormenta de verano luego de una ola de intenso calor; la

alegría de los campesinos en la vendimia otoñal y caída de nieve en el invierno). Cada

concierto se compone de tres movimientos: rápido- lento- rápido, que puede ser Allegro

o Presto o, en el caso del movimiento central, Adagio o largo. Vivaldi publicó sus

conciertos con una serie de poemas de acompañamiento – presumiblemente, de su

autoría- narrando lo que sucedía en cada una de ellas durante todo el año.

Muchos años después, el argentino Astor Piazzolla (1921-1992) compuso entre

1965 y 1970 cuatro piezas en ritmo de tango denominadas Estaciones Porteñas para ser

interpretadas en forma individual. Originalmente escritas para quinteto de violín, piano,

guitarra eléctrica, contrabajo y bandoneón, con el correr del tiempo se transformaron en

una suite y se la denominó Las Cuatro Estaciones Porteñas. La primera -Verano

Porteño- se compuso originalmente como música incidental para la obra Melenita de

Oro de Alberto Rodríguez Muñoz en 1965 y le siguió Otoño Porteño (1969). Primavera

Porteña e Invierno Porteño se completaron al año siguiente y narran la impresión

causada en un habitante de Buenos Aires por cada una de las estaciones en vez de

referirse al sentido meteorológico del término, como sucede en su homónima de

Vivaldi. Posteriormente, el músico ruso Leonid Desyatnikov realizó un nuevo arreglo de

la obra de Piazzolla entre 1996 y 1998 y las dividió en cuatro piezas de tres secciones

cada una, reordenando ciertas secciones para violín y orquesta de cuerdas. De esta

manera, contribuyó a trazar un paralelismo entre los dos compositores.

Quien escribe tuvo oportunidad de escuchar numerosas versiones de ambas

obras -sea por separado o dentro de un mismo concierto- y por destacados intérpretes.

El pasado domingo 1° del corriente se ofreció dentro del ciclo Gala Lírica Show en el

Palacio Paz un concierto formado por estas dos obras a cargo del Ensamble Argentum,

integrado por Sebastián Masci, Myriam Gandarillas y Juan José Raczkowski (violines),

Fernando Hermann (viola), Alejandro Becerra (violoncello), Marisa Hurtado

(contrabajo) y María Eugenia Marchionni (piano y clave). La presentación estuvo a

cargo de la directora del ciclo – María José Maito-, mientras que Sebastián Masci hizo

la presentación y los comentarios sobre las obras.

Ante un auditorio atiborrado de público, el conjunto inició el programa con una

soberbia versión de Las Cuatro Estaciones Porteñas en el siguiente orden: Verano


Porteño, Otoño Porteño, Invierno Porteño y Primavera Porteña, donde sus integrantes

se lucieron al ritmo del 2/4 en una versión vibrante, luminosa, donde Sebastián Masci se

destacó en su doble rol como director y solista de la agrupación por un perfecto dominio

de su instrumento, logrando unos matices sonoros de alto nivel mediante un impecable

fraseo. El resto de los instrumentistas se destacó en cada uno de sus respectivos solos,

mientras que María Eugenia Marchionni brindó el apoyo y la base melódica desde el

piano. Los efectos sonoros de chicharra en violines y strappata en contrabajo se

escucharon perfectamente y contribuyeron a crear esa atmósfera auténticamente

piazzoliana. Al término de la interpretación, Sebastián Masci anunció un bis para cerrar

la primera parte del concierto: una versión magistral de Adiós, Nonino, que fue

calurosamente aplaudida por el público.

La segunda parte del concierto estuvo integrada por Las Cuatro Estaciones, Op.8

de Vivaldi e interpretada en el siguiente orden:

- Concierto n°1 en Mi mayor, RV 269 (Primavera): Allegro/ Largo e pianissimo

sempre/ Allegro pastorale

- Concierto n°2 en Sol menor, RV 315 (Verano): Allegro non molto/ Adagio e

piano- Presto e forte/ Presto

- Concierto n°3 en Fa mayor, RV 293 (Otoño): Allegro/ Adagio molto/ Allegro

pastorale

- Concierto n°4 en Fa menor, RV 297 (Invierno): Allegro non molto/ Largo/

Allegro

En la presente versión, una vez más Sebastián Masci hizo gala de su maestría y del

dominio del instrumento solista en las cadencias, trinos, trémolo, cascada desde el

célebre Allegro inicial de La primavera pasando por el famosísimo Presto final de El

Verano, continuando con el Allegro inicial y el bellísimo Allegro pastorale de El Otoño

y el Allegro non molto inicial de El Invierno, mientras que el resto del conjunto supo

crear los contrapuntos y el acompañamiento necesarios para resaltar la labor del violín

solista en una versión de altísimo nivel. Si se tiene en cuenta que la última versión de

este clásico fue interpretada nada más ni nada menos que por Janine Janssen junto a la

Amsterdam Sinfonietta durante el transcurso del siguiente año, la versión ofrecida por el

Argentum estuvo a la altura merced a la pasión y la entrega puestas al servicio de la

música por parte de todos sus integrantes. Tras tan excelsa interpretación, el público

aplaudió y vitoreó a rabiar a los músicos, motivo por el cual, María Eugenia Marchionni

se colocó frente al piano mientras sus compañeros tomaron sus posiciones para ofrecer

un bis: una bellísima versión del Ave María de Schubert, que fue interpretada de manera

exquisita.

Lo bueno que tiene el ciclo de conciertos y recitales del Palacio Paz es que no sólo

cuenta con intérpretes de altísimo nivel en materia de música clásica y ópera, sino que

se ofrecen espectáculos durante todo el año con una entrada accesible. Por lo tanto,

representa una muy buena opción para todos aquellos que quieran iniciarse en el mundo

de la música clásica y un espacio más dentro de la amplia oferta cultural de la ciudad de

Buenos Aires en el marco de una antigua mansión de la aristocracia porteña. En este

caso, para seguir disfrutando de la magia de estas ocho estaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario