LA NOVENA SINFONIA, MUSICA DEL FUTURO
Comentarios Eduardo Casullo
CCK
Viernes17
La novena es sin duda una obra
revolucionaria, no solo por su estructura, sino también por la forma y la utilización
de la percusión por primera vez en la historia de la sinfonía. Esta inclusión
le permitió llevar muchos de sus momentos a un clímax sensitivo impresionante,
equilibrado con los pianísimos en las cuerdas. Él siempre fue un revolucionario
identificado plenamente con los ideales de la revolución francesa, libertad, igualdad
y fraternidad por encima de los hombres. Por esto trasciende todo lo conocido
hasta el momento. En principio admirador de Napoleón hasta que, cuando se
corona emperador, su posición cambia
totalmente.
La experiencia de escuchar esta sinfonía es
mucho más que una mera audición. Es entender que allí se crea prácticamente la
libertad de expresión musical del romanticismo y, obviamente, ya no se pudo
volver atrás.
El primer movimiento tiene una potencia
increíble y sume al espectador en un éxtasis del que ya no podrá apartarse a lo
largo de los otros movimientos. El primero es la apertura al futuro. Pero, por
si esto fuera poco, el segundo nos sumerge mucho más en la imposibilidad de
abstraernos de los efectos auditivos y nos obligan a meternos de lleno en una
catarsis sonora difícilmente igualada. El tercer movimiento nos da un descanso,
un descanso contemplativo y de gran profundidad emocional, que nos prepara para
el gran cuarto movimiento
En este último se concreta la revolución, al
incluir un cuarteto vocal y la potencia de los coros, tendencia que luego fuera
imitada por Berlioz y otros. Esta combinación sonora, que toma como texto el
himno a la alegría de Schiller, termina por embarcar al oyente en un espectro
de combinaciones orquestales y corales jamás repetido o igualado en la historia
de la música.
Pero lo importante no es solo usar las voces
y los coros sino la forma en que se utilizan. Son sin duda otros instrumentos
de la orquesta y ese tratamiento es lo fundamental. Son otros instrumentos más
para lograr una concertación única. Podría utilizar el término que impuso
Rachmaninoff en sus “Visperas” conocido como “orquestación coral” en lugar de
arreglo. Y en este cuarto movimiento el tratamiento es una verdadera
“orquestación coral”
Quienes el día viernes pasado pudieron
asistir a CCK y escuchar la versión dirigida por el maestro Fontana, con la Sinfónica
Nacional y el Coro Polifónico Nacional, que incluyó a solistas de gran nivel: Mónica
Ferracani, Tamara Odon, Ricardo González Dorrego y Mario De Salvo, retendrán en
su memoria durante mucho tiempo la gran calidad de lo escuchado y que fue sin
duda, el mejor cierre posible a la temporada 2021.
Esta obra es sin duda la apertura a la música
del futuro y donde el primer movimiento representa claramente ese espectro
sonoro maravilloso del cual muchos otros se nutrirían.
Con una sordera progresiva y casi total, quedó
demostrado que no hacen falta los oídos para escuchar el sonido de páginas con
notas. Todo está en el cerebro y esto es otra muestra maravillosa de la
infinita capacidad de, tal vez, el más grande compositor de todos los tiempos.
Sobra decir que el maestro Fontana dirigió
con gran criterio y lleno de sutilezas la descomunal obra, logrando en todo
momento los climax necesarios. Sutilezas y delicadezas en todo momento. Fuerza interpretativa
y momentos gloriosos en el cuarto movimiento.
Como no podía ser menos, la Sinfónica logró
seguir con gran intensidad la dirección, logrando momentos espectaculares, como
así también el Coro Polifónico y el cuarteto de solistas.
Seguramente, quienes tuvieron la oportunidad
de estar en la presentación, la recordaran por mucho tiempo y, al pensar la
ocasión, en su memoria la escucharán nuevamente sin necesidad de los oídos.
Gracias Beethoven.
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