martes, 1 de octubre de 2024

 Clausura Festival Música Contemporánea


Por Jaime Torres Gómez

Recientemente acaba de realizarse la 24 versión del prestigioso Festival

Internacional de Música Contemporánea de la Universidad de Chile.

Cabe señalar la buena salud en Chile de los encuentros de música

contemporánea, destacándose los Festivales de la Universidad Católica de Chile,

el “Darwin Vargas”, de la Católica de Valparaíso, y el “Musicahora”, de La Serena,

siendo todos estos, de alguna forma, herederos de los encuentros de música

contemporánea en la década de los 60 del siglo pasado.

En la presente edición del Festival de la Universidad de Chile se dio un marcado

énfasis en compositores latinoamericanos, contemplando estrenos en diversos

formatos e incluyendo obras de culto de la música contemporánea, como Cuarteto

para el Fin de los Tiempos, de Olivier Messiaen. Sin embargo, siendo un año

Schoenberg (150 años de su nacimiento), no hubo ninguna obra considerada,

revistiendo una inexcusable omisión…

Desde hace varios años la clausura de este Festival ha estado a cargo de la

Sinfónica Nacional de Chile, retomando esta tradición -post pandemia- recién el

año pasado, y en esta oportunidad dirigida por su titular, Rodolfo Saglimbeni.

El perfil del concierto final normalmente incluye obras encargadas por concurso a

jóvenes compositores, asimismo alguna obra contemporánea de un compositor

nacional de trayectoria más una pieza contemporánea tradicional.

Del todo acertado haber contemplado un estreno mundial de Fernando García

(1930), emblemático compositor chileno y Premio Nacional de Música (2002). Con

una contribución internacionalmente reconocida en el campo de la música

electroacústica, concreta y dodecafonismo, su labor se ha expandido a otras áreas

del quehacer musicológico, además de sus múltiples aportes a la investigación y

docencia en Chile.

Abrió la jornada con “Comentario Sinfónico” del mismo García, compuesto poco

antes de la pandemia. Denotando completo oficio, formidable el manejo de los

timbres, colores y rítmica, brindando atractivo discurso interno. Asimismo,

admirable su concisión expositiva junto a una atrapante progresividad expresiva.

Muy comprometida entrega de los sinfónicos junto a su titular.

Posteriormente, dos estrenos de obras ganadoras del concurso para jóvenes

compositores. En el caso de “De trenes y aves”, de Iván Tapia-Bruno (25), se

trata de una interesante exploración sonora imbuida del espectralismo musical, en

este caso inspirada en sonidos de las aves y trenes de algunas estaciones del

Metro de Santiago. Y acorde a la percepción del compositor, tales características

sonoras se plasman en un atractivo tratamiento de una variada paleta de timbres,


colores y ritmos. Gran labor de Saglimbeni y la Sinfónica en transparencias y

ensamble.

Luego, de Ismael Huerta (30), “Queixada”, inspirada en una explícita fascinación

del compositor por la “capoeira” (expresión multifacética afro-brasileña que incluye

arte marcial, danza, música, acrobacias y expresión corporal, creada por los

esclavos africanos llevados por los portugueses). Con eficacia, y en un lenguaje

tonal, la obra cumple su cometido de reflejar el ritual frenesí del toque propio de la

“queixada” (quijada), con una amalgamada batería rítmica y colorística, más un

logrado manejo de la tensión interna. Entusiasta entrega de Saglimbeni y la

decana orquestal del país.

Y finalmente, “Redes”, de Silvestre Revueltas (1899-1940), una de las más

conocidas obras del gran compositor mexicano. Compuesta para el film homónimo

(1936), de explícito adoctrinamiento desde el socialismo mexicano de la época, el

material musical es de gran originalidad al asimilar lo autóctono como una

inteligente adopción de ciertas corrientes europeas (atisbos de Poulenc en la

sección de la muerte del hijo del pescador). Normalmente se ofrece una re-

compaginación con un arreglo de orquestación de Erich Kleiber, presenciada años

atrás con la Sinfónica junto a Eduardo Díazmuñoz y luego con Carlos Miguel

Prieto, de grandes recuerdos.

En esta oportunidad se ofreció, en calidad de estreno local, la versión original del

mismo Revueltas al momento de estrenarla antes de ponerla a disposición de la

película, percibiéndose una sonoridad algo más agreste y no considerando la

última parte incluida en la versión de Kleiber (el regreso de los pescadores a la

bahía), que musicalmente enriquece la obra.

Si bien fue interesante presenciar esta versión original con un resultado

excepcional de Saglimbeni y los sinfónicos, empero, poco aportó al contexto de la

presentación, habiendo sido más pertinente elegir otra obra contemporánea,

idealmente de Arnold Schoenberg, a quien, curiosamente en el mismo día de la

presentación, se conmemoraban sus 150 años de nacimiento (13 de

septiembre…).

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