Tito Ceccherini, el Octeto Vocal y La Filarmónica. Protagonístas dele xtraordinario concierto de abono del Sábado 28. Créditos Prensa Teatro Colón con la magnífica captura de Juanjo Bruzza.
rdinaria actuación de Tito
Ceccherini al frente de la Filarmónica en el Colón
EL
REPERTORIO CONTEMPORÁNEO, DE PARABIENES
Martha
CORA ELISEHT
Con
motivo de cumplirse el centenario del nacimiento del compositor italiano
Luciano Berio (1925-2003), el Teatro Colón organizó una serie de conciertos y
conferencias en su homenaje. El primero tuvo lugar dentro del Ciclo COLÓN CONTREMPORÁNEO
el pasado sábado 28 del corriente, donde participó la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires (OFBA) bajo la dirección de Tito Ceccherini, con la presencia de
un octeto vocal integrado por los siguientes cantantes: las sopranos Sabrina
Sosa y Alejandra Cabral; las contraltos Verónica Notro y Griselda Adano; los
tenores Esteban Manzano y Luca Eizaguirre y los bajos Federico Trillo y
Jonathan Favilla preparados por Rodrigo de Caso para interpretar el siguiente
programa:
-
Circulating Oceans (estreno
sudamericano)- Toshio HOSOKAWA (1955)
-
Sinfonía para 8 voces y
orquesta- Luciano BERIO (1925-2003)
Este
concierto contó con el auspicio del Instituto Italiano de Cultura y Barry
Editorial, quien brindó las partituras para su realización.
Con
un orgánico prácticamente completo que incluyó piano, celesta, órgano y
abundante percusión, el concertino Nicolás Favero brindó la tradicional
afinación de instrumentos previa al ingreso de Tito Ceccherini para interpretar
en calidad de estreno sudamericano Circulating Oceans de Hokosawa, obra
en 9 movimientos inspirada en el ciclo del agua, sus movimientos y el proceso
de la respiración humana trasladado al lenguaje orquestal. Fue encargada a
pedido del Festival de Salzburgo en 2005 y su estreno tuvo lugar en la Groβes Festspielhaus
de dicha ciudad por la Filarmónica de Viena dirigida por Valery Gergiev. Según
palabras del propio compositor:
“A
la vista de los nombres de los movimientos, puede parecer una ilustración musical
sobre el ciclo del agua. Pero CIRCULATING OCEANS es más que eso: el ciclo del
elemento agua simboliza el ciclo de la vida humana, nuestro apego a la
Naturaleza, nuestra búsqueda de la vacuidad, la superación de los límites y la
perfección. Intento comprender el sonido como el elemento líquido. Las olas que
van y vienen se pueden sentir como la voz de la eternidad”.
Los 9 movimientos integrantes de la mencionada
obra son los siguientes: Introducción, Silent Ocean (Océano silencioso), Waves
from the Ocean (Olas del Océano), Cloudscape in the sky (Paisaje de nubes en el
cielo), Storm (Tormenta), Waves (Olas), Breeze in the Ocean (Brisa sobre el
Océano), The wáter returning to the sky again (El agua retorna nuevamente al
cielo) y Mist on the Ocean (Niebla sobre el Océno). Se inicia con un
ostinato en cuerdas de estilo minimalista hasta la entrada de maderas y
metales, con contrapuntos numerosos entre cuerdas, arpa, celesta y percusión,
con numerosos glissandi y trémolos en cuerdas. Estos últimos -en
contrapunto con las maderas- dan el efecto sonoro del agua como motivo
conductor. La obra presenta una muy buena policromía, crescendi, diminuendi y
desarrollo temático, que incluye un bellísimo solo de flauta baja (de sonido
más grave que la flauta en Sol) y fagot en contrapunto con el violoncello y el
violín -brillantes actuaciones de Horacio Massone, Gabriel Larocca, José Araujo
y Nicolás Favero, respectivamente-. No sólo Tito Ceccherini es un especialista
en este tipo de repertorio, sino que, además, hizo brillar a la Filarmónica con
ese sonido europeo que siempre la caracterizó -y que una ya daba por perdido-.
Al final, la melodía se diluye para brindar el efecto sonoro de la niebla sobre
el océano. Una magnífica versión, que fue muy bien recibida por el público y
coronada por numerosos aplausos.
Oriundo
de Oneglia -el mismo pueblo natal de la familia Belgrano-, Luciano Berio fue
descendiente de una familia de músicos. Su padre y su abuelo eran compositores
y completó sus estudios en el Conservatorio “Giuseppe Verdi” de Milán bajo la
tutela de Giulio Cesare Paribeni y Federico Ghedini. Posteriormente, viaja a
Estados Unidos para estudiar composición con Luigi Dallapiccola en Tanglewood,
donde incursiona en el serialismo. Seguidamente, se traslada a Darmstadt
(Alemania) para tomar clases de música contemporánea en los cursos de Verano de
Nueva Música, donde conoce a Györgi Ligeti, Karlheinz Stockhausen, Pierre
Boulez y Mauricio Kagel. Ahí comenzó su interés por la electroacústica y fundó
en 1954 junto a Bruno Maderna el Studio de fonología Musicale en la RAI
de Milán, que se transformó en el primer estudio de música electrónica en Italia
y de donde salieron obras innovadoras como Thema. Omaaggio a Joyce,
basada en “Sirenas” de ULISES y Secuencias, donde conjuga
la tradición técnica- interpretativa con desafío de técnicas extendidas y aborda
la voz humana en todos sus aspectos como un caleidoscopio de fonemas, gestos
melódicos y textos en diferentes idiomas. En 1968 compone “O, King” luego
de la muerte del líder religioso afroamericano para 8 voces y orquesta que,
posteriormente, se incluye en su obra más famosa: Sinfonía, que data del
mismo año y que también está compuesta para la misma formación. En este caso,
las voces utilizan amplificación y no sólo cantan de manera entonad, sino que,
demás, susurran, gritan y recitan palabras de Le cru et le cuit de
Claude Lévi- Strauss mezclado con fragmentos de El innombrable de Samuel
Beckett. Su estreno se produjo en Octubre de 1968 por encargo de la Filarmónica
de New York con motivo del 125° aniversario de la orquesta mientras se desempeñaba
como profesor de composición en la Julliard School of Music, dirigiendo a la
mencionada agrupación desde el podio. Se divide en 5 partes y posee un orgánico
muy completo -que incluye piano, celesta, órgano, cémbalo y una orquesta de
cámara de 8 integrantes ubicada sobre el lado derecho del escenario, en diálogo
con el resto de la masa principal. La melodía conjuga atisbos de atonalidad con
reminiscencias de compositores como Bach, Ravel (La Valse) y,
principalmente, Gustav Mahler, a quien Berio homenajea en el 3° movimiento (In
ruhig flieβender Bewegung) insertando fragmentos de sus sinfonías. También
inserta fragmentos de La Mer de Debussy y los hilvana con el ensamble
vocal y elementos de electroacústica. El ensamble vocal abre el 4° movimiento,
mientras que la soprano solista lo hace en el movimiento final, acompañada por
la melodía en el piano. Mediante una serie de tutti orquestales
enlazados con variaciones sobre el primer tema junto al ensamble vocal, el
movimiento se desarrolla hasta que, hacia el final, la música se desvanece
hasta desaparecer. La magistral conducción de Tito Ceccherini, la
profesionalidad de los músicos de la Filarmónica y el perfecto ensamble de las
8 voces participantes lograron una excelente versión de esta obra tan compleja
y difícil, que permitió el lucimiento de todos los artistas. Y, pese a ser una
obra contemporánea de las características anteriormente mencionadas, fue muy
aplaudida al final de la interpretación.
Una
siempre insiste que la renovación del repertorio y la incorporación de este
tipo de obras es algo muy enriquecedor para cualquier orquesta sinfónica y este
concierto no ha sido la excepción a la regla, sino todo lo contrario. Fue algo
que le hizo muy bien a la Filarmónica y le permitió reencontrarse con su sonido
típico y característico.
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