sábado, 5 de julio de 2025

 Maximiano Valdés y Sinfónica en Viña: excelencia a borbotones…

Por Jaime Torres Gómez

Desde la reapertura del emblemático y patrimonial Teatro Municipal de Viña del

Mar en diciembre del 2023, luego de 13 años inutilizado post terremoto del 2010,

ha cosechado logros de una permanente continuidad en la oferta de las artes

musicales y escénicas.

Destacable ha sido la curatoría programática liderada por la actual administración,

convocando a buenos conjuntos del ámbito docto y popular con contenido, amén

de una equilibrada política de accesos -gratuitos y pagados-, reflejado en altas

audiencias promedio.

Dentro de lo presenciado desde comienzo de año, importantes han sido las

presentaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, Sinfónica Nacional

Juvenil, Orquesta de Cámara de Chile, más interesantes programas de

Candlelight como deslumbrantes producciones de los musicales Cats y Mamma

Mia, a cargo de Luis Fierro Producciones.

En este contexto, terminando este primer semestre, llega nuevamente la

Sinfónica Nacional de Chile, la decana orquestal del país, en esta oportunidad

dirigida en calidad de invitado por el prestigioso maestro chileno Maximiano

Valdés Soublette, de ancestros viñamarinos.

Muy acertado el homenaje ofrecido (con un minuto de silencio) por las autoridades

del Municipal al recordadísimo maestro Rodolfo Saglimbeni, director titular en

ejercicio de la Sinfónica, recientemente fallecido, y quien en enero se presentó en

la misma sala junto a esta agrupación en un recordado concierto…

Con un lleno total, el programa -sin presentación en Santiago y preparado

únicamente para Viña-, contempló obras de raigambre germana de notable

factura, como los Dos Preludios para Orquesta de Alfonso Leng, la Obertura

Leonora 3 de L.V.Beethoven y la Segunda Sinfonía de J. Brahms.

En el caso de los Dos Preludios de Leng -compositor fundamental de la música

de tradición escrita en Chile-, se trata de un orgánico de dos piezas compuestas

entre 1905-1906, y que se enmarcan en una estética cercana a Wagner e incluso

a Scriabin. Magníficamente concebidos, su trama interna evoca desgarro y

nostalgia servida de completa poesía, amén de un completo oficio de armonía y

orquestación. De amplia difusión es el arreglo para cuerdas del Primer Preludio

hecho por el mismo Leng, conocido como Andante para Cuerdas.

Notable versión de Valdés, de irrefutable autoridad ante su cabal entendimiento de

la obra. Gran trabajo en transparencias, ensamble y texturas, proveyendo total

claridad del tejido armónico. Los sinfónicos, en total sintonía con la batuta invitada.


Posteriormente, una interesante versión de la Obertura Leonora N° 3 de

Beethoven, que, en realidad, es un interludio entre el penúltimo y último acto de

su ópera Fidelio, sintetizando magistralmente la esencia de la misma, desde el

cautiverio de Florestán en la mazmorra, luego una cita a su gran aria del segundo

acto interrumpida por el evocativo toque del clarín (trompeta), preludiando la

libertad encabezada por su esposa (Leonora), para terminar con un arrebatador

júbilo final como canto a la libertad y el amor conyugal.

Valdés inscribe su versión con una óptica de mayor relieve interior por sobre la

extraversión, delineando pulcramente los diversos motivos y transiciones con

prístinas exposiciones de las líneas melódicas, amén de una inteligente

administración del caudal sonoro (estupendo control de fortes-pianissimi). Atenta

respuesta de la decana en todo orden, y mejor potenciada ante la fabulosa

acústica de la patrimonial sala.

Finalmente, una importante versión de la Segunda Sinfonía de Brahms,

largamente ausente en la zona. A diferencia de sus otras sinfonías, se trata de un

paréntesis en carácter, más bien asociado a lo “bucólico”. De claros contrastes

(casi de visos dialécticos), dispone de motivos ora de aguerridos tintes, ora de

tierna amabilidad, trascendiendo finalmente un aura de jubiloso espíritu. 

Extraordinaria lectura del maestro  Valdés, con irredargüible coherencia expositiva,

pletórica en matices, estupendos fraseos y calibrada progresividad expresiva. Los

sinfónicos, con atenta respuesta general, en especial las cuerdas y buena parte de

las maderas, aunque en deuda la homogeneidad de los bronces… Con todo, un

importante resultado artístico, y debidamente justipreciado por el numeroso

público asistente.

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