Momento del "bis" por el violinista James Ehnes, observado atentamente por los miembros de la Deutsche Kammerphilarmonie de Bremen. Fotografía de la Sra. Liliana Morsia.
Gran actuación de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen en el Colón
FINURA Y DELICADEZA PARA UN GRAN CONCIERTO
Martha CORA ELISEHT
Fundada en 1980, la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen es una de las
orquestas de cámara más prestigiosas de Europa. Su director artístico es Paavo Järvi,
quien lleva más de 20 años junto a la agrupación trabajando en proyectos dedicados a
Beethoven, Schumann y Brahms y, desde 2021, al estudio de la obra sinfónica de Franz
Joseph Haydn. No sólo realiza numerosas giras europeas e internacionales, sino
también, grabaciones de las Sinfonías de Londres de este último compositor durante
2023 y 2024, motivo por el cual recibió la distinción a la mejor orquesta del año 2023
por la prestigiosa revista Gramophone y en 2024, por Opus Klassik.
Esta galardonada agrupación de cámara hizo su presentación en el Teatro Colón
dentro del Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino el pasado lunes 6 del corriente
bajo la dirección de Riccardo Minasi, con la participación del violinista canadiense
James Ehnes como solista para ofrecer el siguiente programa:
- Obertura en Do mayor D.591 “Al estilo italiano”- Franz SCHUBERT (1797-
1828)
- Concierto en Re mayor para violín y orquesta, Op.61- Ludwig van
BEETHOVEN (1770-1827)
- Sinfonía n°4 en La mayor, Op.90 (“Italiana”)- Félix MENDELSSOHN
BARTHOLDY (1809-1847)
Previamente al inicio del concierto, una de las características que esta cronista pudo
apreciar fue la formación de la orquesta a la alemana (violas sobre el lado derecho del
escenario, a la izquierda del director y violoncellos en el medio, entre los segundos
violines y las violas), pero con una particularidad: colocó los contrabajos sobre el lado
izquierdo del escenario -en vez de hacerlo sobre la tradicional ubicación a la derecha-.
La velada comenzó con la mencionada Obertura al estilo italiano de Schubert,
compuesta en 1817 en respuesta al furor que causaban en aquel entonces las óperas de
Rossini en Viena. Probablemente, Schubert quería demostrar su ingenio y validar su
labor como compositor al crear dos oberturas de este tipo en dos movimientos: Adagio
(muy solemne) y Allegro (ágil y jovial). Suena muy rossiniana por su escritura, que
despliega motivos breves, combinaciones instrumentales y crescendos orquestales. En
este caso, con una excelente marcación de tempi por parte del director y por la finura,
sutileza y delicadeza en la interpretación.
Seguidamente, James Ehnes hizo su presentación sobre el escenario para brindar una
versión brillante del único concierto que Beethoven escribió para violín solista. Si bien
el genio de Bonn era un virtuoso del piano, sabía tocar el violín y la viola desde su
infancia y se mantuvo vinculado con dicho instrumento durante toda su vida.
Compuesto y estrenado en el teatro An der Wien en 1806 por el virtuoso Franz Clement,
fue dedicado a Stephan von Breuning y, posteriormente, revisado en 1807. Consta de 3
movimientos: Allegro ma non troppo (Re mayor, 4/4) / Larghetto (Sol mayor, 4/4) y
Rondo. Allegro (Re mayor, 6/8), que fueron abordados de manera impecable tanto por el
director como el solista. Riccardo Minasi logró una excelente profundidad sonora desde
los primeros compases de la forma sonata del 1° movimiento, imbuido del espíritu y la
pasión típicos de Beethoven previamente a la entrada del instrumento solista, que
encontró en James Ehnes a un intérprete de gran calidad y categoría.
Independientemente que lo haya ejecutado de memoria, su fraseo, manejo de tempi,
cadenza y ritornello fueron muy precisos y soberbios durante todo el concierto.
Especialmente, en el rondó final, que plantea al solista una de las mayores exigencias de
la obra. Fue sumamente aplaudido al final de su interpretación y tuvo que salir a saludar
varias veces antes de interpretar un bis: un movimiento de la Sonata n°6 de Eugène
Ysaÿe, que sonó muy precisa y magistral, digna de un solista internacional de primer
nivel.
La Sinfonía n°4 en La mayor, Op.90 “Italiana” del Mendelssohn fue compuesta en
1833 tras el impacto y la fascinación que los paisajes de la península provocaron
durante su viaje a dicho territorio en 1830. Italia siempre fue un destino de
peregrinación para pintores, escritores y músicos y se crecentó más aún durante el siglo
XIX. Según palabras del propio Mendelssohn: “La música no la he hallado en el arte
en sí mismo, sino en las ruinas, los paisajes y la alegría de la naturaleza”. Su estreno
se produjo en 1833 por la Orquesta Filarmónica de Londres con el propio compositor al
podio y se transformó en una de las obras más importantes del repertorio universal.
Consta de 4 movimientos (Allegro vivace/ Andante con moto/ Con moto moderato/
Saltarello- Presto) y posee una orquestación sumamente dinámica, que le otorga brillo y
luminosidad desde el movimiento inicial, mientras que el Andante con moto central
evoca un canto peregrino o una procesión napolitana en forma de balada, que contrata
poderosamente con el movimiento anterior. El 3° movimiento (Con moto moderato) es
un minueto con un trío central protagonizado por los cornos para desembocar en el
vibrante y frenético Saltarello- Presto final, donde se alude a la tarantela y otras danzas
típicas del sur de la península. Mediante una sumamente precisa y contundente
marcación de tempi y un magnífico lucimiento de solistas instrumentales, la orquesta
brindó una excelente versión de esta sinfonía. El público estalló en aplausos y vítores al
final del concierto, motivo por el cual, Riccardo Minasi ofreció dos bises: el scherzo del
Sueño de una noche de verano, Op.61 de Mendelssohn y la obertura de Las Bodas de
Fígaro de Mozart. Ambas obras sonaron perfectas y los artistas se retiraron sumamente
aplaudidos.
No es la primera vez que Riccardo Minasi visita la Argentina -de hecho, actuó sobre
el escenario del Colón en el 2000 como concertino del grupo IL GIARDINO
ARMÓNICO, invitado por el Mozarteum-, pero sí ha sido su primera vez en el medio
local como director de orquesta. Se sintió sumamente agradecido por volver a
presentarse en el escenario del Colón, dirigiéndose al público en un impecable
castellano al término del concierto y lo hizo de manera admirable, destacándose por dos
características primordiales: finura y delicadeza, que prevalecieron durante la
interpretación de todas las obras comprendidas en el programa. Una gran noche del
Mozarteum sobre el escenario del Colón con intérpretes de primer nivel y suma calidad.