domingo, 5 de octubre de 2025

 


Lila Salzano-Carlos Guastavino. Dupla perfecta para brillar en el Salón Dorado del Teatro Colón. Fotografía de la autora del presente comentario.


Impactante recital de Lilia Salsano en el Salón Dorado del Teatro Colón


AL RESCATE DE LA OBRA DEL GRAN MAESTRO


SANTAFESINO


Martha CORA ELISEHT


Uno de los compositores nacionales más prolíficos dentro del ámbito de la

música académica como del folklore fue Carlos Guastavino (1912-2000). Nacido en

Santa Fe en 1912, se crío dentro de un ambiente musical, pese a que no había músicos

profesionales en su familia. Estudió piano con Esperanza Lothinger durante su infancia

en su ciudad natal, y, luego de finalizar el bachillerato, estudió Ciencias Exactas en la

Universidad Nacional del Litoral. Tras abandonar los estudios de Ingeniería Química en

1937, toma contacto con Héctor Ruiz Díaz para dedicarse de lleno a la música y obtuvo

una beca para proseguir sus estudios en Buenos Aires bajo la tutela de Athos Palma,

quien le enseñó armonía, composición y contrapunto. Allí comienza su carrera como

pianista y compositor, donde se hizo famoso por la calidad y variedad de sus obras. Su

estilo se caracteriza por insertar melodías folklóricas y danzas populares argentinas con

elementos del impresionismo y expresionismo europeos, siendo un maestro en el arte de

la fuga.

A pesar de haber compuesto numerosas piezas para piano, sólo tres intérpretes

han grabado su obra integral para dicho instrumento: Dora De Martini (Grupo

Mendoza), el inglés Martin Jones y Lilia Salsano, quien no sólo se ha transformado en

la gran difusora de sus composiciones realizando giras por todo el país (Herencia

Guastavino), sino que presentó la obra integral para piano en CD físico el pasado

sábado 4 del corriente en un recital que tuvo lugar en el Salón Dorado del Teatro Colón,

donde se ofreció el siguiente programa:

- Bailecito (1937)

- Danza de las Tres sonatinas sobre ritmos de la manera popular argentina

(1949)

- Romance de Cuyo: “La Zamacueca” (1953)

- Presencia n°1 (“Lodouvina”) (1960)

- Presencia n°5 (“Horacio Lavalle”) (1962)

- Diez preludios sobre melodías infantiles populares argentinas: (1952)

- N°8: “Un domingo de mañana”

- N°9: “La Torre en Guardia”

- N°10: “En coche va la niña”

- Sonata para piano en Do sostenido menor (1947)

- Cantilena n°3: “Jacarandá” (1953)

- “Las Niñas” (1948)

- “Gato” (1937)


Ante la ausencia de programas de mano, la pianista se dirigió al público provista

de un micrófono para anunciar las diferentes partes del recital y dar una breve reseña

sobre las mismas. Asimismo, agradeció a la ingeniera de sonido Fabiola Russo -que

participó del CD- antes de comenzar con el celebérrimo Bailecito, compuesto en 1937 y

que forma parte del repertorio de todo pianista argentino, a punto tal que suele ofrecerse

como bis en salas de conciertos y/o recitales. En este caso, sonó muy preciso y brillante

desde los primeros compases hasta el final. Siguió con la Danza de la Tercera sonatina

sobre ritmos a la manera popular argentina, compuesta durante la estancia del

compositor en Londres en 1949. Se trata de un Allegro scherzando in tempo di malambo

con ribetes de chamamé hacia el final, que fue interpretado de manera exquisita y

sublime, con un perfecto dominio en arabescos, cadencias y elementos de técnica

pianística. Lo mismo sucedió con Romance de Cuyo – compuesta en ritmo de

zamacueca en 1953-, donde Salsano demostró ser una profunda conocedora de la obra

merced a la resolución de la colosal cadencia de arpegios, glissandi y arabescos que se

dan tanto al inicio como al final de la obra.

A continuación, se interpretaron dos de las denominadas Presencias (retratos

musicales compuestos entre 1960 y 1962 sobre personajes imaginarios), donde el

compositor permite que el oyente se imagine las características de los personajes a

través de la música. Quien escribe describe a Lodouvina como una joven jovial, alegre y

romántica que sueña en busca del amor ideal, mientras se imagina a Horacio Lavalle

como un porteño -el mismo Guastavino lo describió como tal- preocupado y sumergido

en sus cavilaciones, pero que se da una pausa y un espacio para reflexionar. La melodía

en tono menor con ribetes impresionistas en las cadencias constituye la mencionada

descripción del personaje.

Seguidamente, se interpretaron tres de los Diez preludios sobre temas populares

infantiles, compuestos en 1952: Un domingo de mañana, La Torre y En coche va la

niña. Mientras el primero es una fuga a tres voces basado en el tema “Estaba la

Catalina”, el segundo es una versión libre sobre “La Torre en Guardia”. Ambas piezas

fueron ejecutadas de manera impecable y magistral, si se tiene en cuenta los numerosos

contrapuntos en la segunda. La última, en cambio, es una melodía fresca, con una

cadencia que posee numerosos glissandi in crescendo que desembocan en un final

abrupto y grandilocuente. Lilia Salsano demostró un perfecto dominio de técnica,

variaciones y fuga sobre el tema principal en los tres preludios y su interpretación fue

brillante, lo que se reflejó en los aplausos por parte del público.

La Sonata para piano en Do sostenido menor data de 1947 y es una de las obras

más hermosas y emblemáticas de este gran compositor. A pesar de su breve duración -

15 minutos-, posee 4 movimientos que se ejecutan de forma attaca (sin interrupción):

Allegretto íntimo/ Scherzo: molto vivace/ Recitativo: lento y Fuga y final: allegro. El

primer movimiento incluye dos temas: el primero, en la tonalidad inicial, mucho más

rítmico, mientras que el segundo es mucho más romántico y lírico. Como en toda la

obra de Guastavino, los temas folklóricos locales se entrelazan con un estilo europeo de

gran finura y delicadeza. El scherzo es un molto vivace in tempo di malambo precio y

contundente, con pasajes de extrema dificultad técnica, que luego pasa a un glissandi

para, posteriormente, retomar la melodía inicial. El recitativo (lento) es de gran belleza

melódica, que asienta sobre una serie de acordes desarrollados mediante una sucesión


de arpegios en tono menor que le brindan un tono netamente dramático, mientras que el

movimiento final se basa sobre un tema popular riojano (“Viniendo de Chilecito”) que

se desarrolla mediante una serie de fugas sucesivas y yuxtaposición de una fuga sobre

otra hasta desembocar en el tema principal del 1° movimiento, otorgándole un carácter

cíclico y un final impetuoso. La interpretación fue magistral y representó el punto más

alto del recital, donde la pianista se retiró sumamente aplaudida.

La Cantilena n°3 “Jacarandá” forma parte de las Diez Cantilenas Argentinas

compuestas entre 1953 a 1958 y describe la explosión de flores celestes de dicho árbol

mediante un cantábile ricamente elaborado con ribetes impresionistas y una sucesión de

glissandi in crescendo. Seguidamente, se interpretó Las Niñas (1953), concebida

originalmente para dos pianos en homenaje a las hermanas Cavallini, quienes eran

prestigiosas pianistas. Posteriormente, Guastavino realiza una transcripción para un solo

piano, que es la que se escuchó en el presente recital. Una vez más, Lilia Salsano volvió

a deslumbrar con su magistral interpretación para culminar el recital con una de sus

obras más célebres: el Gato (1937), donde se ofrece una versión académica de este

tradicional ritmo folklórico. Un final de fuste, que se vio coronado por numerosos

aplausos y vítores, motivo por el cual la pianista santafesina ofreció un bis: FERMINA,

que también forma parte de las Presencias y es un auténtico caballito de batalla no sólo

de la intérprete, sino también una marca registrada del compositor.

No sólo ha sido un placer volver a escuchar a esta gran intérprete santafesina,

sino también, poder apreciar parte de la obra integral para piano de Guastavino

cristalizada en tres CD físicos por una intérprete nacional nada más ni nada menos que

en un ámbito como el del Salón Dorado. Un orgullo nacional y una brillante iniciativa

por parte de las autoridades del Colón de brindar homenaje a un compositor nacional.

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