Lila Salzano-Carlos Guastavino. Dupla perfecta para brillar en el Salón Dorado del Teatro Colón. Fotografía de la autora del presente comentario.
Impactante recital de Lilia Salsano en el Salón Dorado del Teatro Colón
AL RESCATE DE LA OBRA DEL GRAN MAESTRO
SANTAFESINO
Martha CORA ELISEHT
Uno de los compositores nacionales más prolíficos dentro del ámbito de la
música académica como del folklore fue Carlos Guastavino (1912-2000). Nacido en
Santa Fe en 1912, se crío dentro de un ambiente musical, pese a que no había músicos
profesionales en su familia. Estudió piano con Esperanza Lothinger durante su infancia
en su ciudad natal, y, luego de finalizar el bachillerato, estudió Ciencias Exactas en la
Universidad Nacional del Litoral. Tras abandonar los estudios de Ingeniería Química en
1937, toma contacto con Héctor Ruiz Díaz para dedicarse de lleno a la música y obtuvo
una beca para proseguir sus estudios en Buenos Aires bajo la tutela de Athos Palma,
quien le enseñó armonía, composición y contrapunto. Allí comienza su carrera como
pianista y compositor, donde se hizo famoso por la calidad y variedad de sus obras. Su
estilo se caracteriza por insertar melodías folklóricas y danzas populares argentinas con
elementos del impresionismo y expresionismo europeos, siendo un maestro en el arte de
la fuga.
A pesar de haber compuesto numerosas piezas para piano, sólo tres intérpretes
han grabado su obra integral para dicho instrumento: Dora De Martini (Grupo
Mendoza), el inglés Martin Jones y Lilia Salsano, quien no sólo se ha transformado en
la gran difusora de sus composiciones realizando giras por todo el país (Herencia
Guastavino), sino que presentó la obra integral para piano en CD físico el pasado
sábado 4 del corriente en un recital que tuvo lugar en el Salón Dorado del Teatro Colón,
donde se ofreció el siguiente programa:
- Bailecito (1937)
- Danza de las Tres sonatinas sobre ritmos de la manera popular argentina
(1949)
- Romance de Cuyo: “La Zamacueca” (1953)
- Presencia n°1 (“Lodouvina”) (1960)
- Presencia n°5 (“Horacio Lavalle”) (1962)
- Diez preludios sobre melodías infantiles populares argentinas: (1952)
- N°8: “Un domingo de mañana”
- N°9: “La Torre en Guardia”
- N°10: “En coche va la niña”
- Sonata para piano en Do sostenido menor (1947)
- Cantilena n°3: “Jacarandá” (1953)
- “Las Niñas” (1948)
- “Gato” (1937)
Ante la ausencia de programas de mano, la pianista se dirigió al público provista
de un micrófono para anunciar las diferentes partes del recital y dar una breve reseña
sobre las mismas. Asimismo, agradeció a la ingeniera de sonido Fabiola Russo -que
participó del CD- antes de comenzar con el celebérrimo Bailecito, compuesto en 1937 y
que forma parte del repertorio de todo pianista argentino, a punto tal que suele ofrecerse
como bis en salas de conciertos y/o recitales. En este caso, sonó muy preciso y brillante
desde los primeros compases hasta el final. Siguió con la Danza de la Tercera sonatina
sobre ritmos a la manera popular argentina, compuesta durante la estancia del
compositor en Londres en 1949. Se trata de un Allegro scherzando in tempo di malambo
con ribetes de chamamé hacia el final, que fue interpretado de manera exquisita y
sublime, con un perfecto dominio en arabescos, cadencias y elementos de técnica
pianística. Lo mismo sucedió con Romance de Cuyo – compuesta en ritmo de
zamacueca en 1953-, donde Salsano demostró ser una profunda conocedora de la obra
merced a la resolución de la colosal cadencia de arpegios, glissandi y arabescos que se
dan tanto al inicio como al final de la obra.
A continuación, se interpretaron dos de las denominadas Presencias (retratos
musicales compuestos entre 1960 y 1962 sobre personajes imaginarios), donde el
compositor permite que el oyente se imagine las características de los personajes a
través de la música. Quien escribe describe a Lodouvina como una joven jovial, alegre y
romántica que sueña en busca del amor ideal, mientras se imagina a Horacio Lavalle
como un porteño -el mismo Guastavino lo describió como tal- preocupado y sumergido
en sus cavilaciones, pero que se da una pausa y un espacio para reflexionar. La melodía
en tono menor con ribetes impresionistas en las cadencias constituye la mencionada
descripción del personaje.
Seguidamente, se interpretaron tres de los Diez preludios sobre temas populares
infantiles, compuestos en 1952: Un domingo de mañana, La Torre y En coche va la
niña. Mientras el primero es una fuga a tres voces basado en el tema “Estaba la
Catalina”, el segundo es una versión libre sobre “La Torre en Guardia”. Ambas piezas
fueron ejecutadas de manera impecable y magistral, si se tiene en cuenta los numerosos
contrapuntos en la segunda. La última, en cambio, es una melodía fresca, con una
cadencia que posee numerosos glissandi in crescendo que desembocan en un final
abrupto y grandilocuente. Lilia Salsano demostró un perfecto dominio de técnica,
variaciones y fuga sobre el tema principal en los tres preludios y su interpretación fue
brillante, lo que se reflejó en los aplausos por parte del público.
La Sonata para piano en Do sostenido menor data de 1947 y es una de las obras
más hermosas y emblemáticas de este gran compositor. A pesar de su breve duración -
15 minutos-, posee 4 movimientos que se ejecutan de forma attaca (sin interrupción):
Allegretto íntimo/ Scherzo: molto vivace/ Recitativo: lento y Fuga y final: allegro. El
primer movimiento incluye dos temas: el primero, en la tonalidad inicial, mucho más
rítmico, mientras que el segundo es mucho más romántico y lírico. Como en toda la
obra de Guastavino, los temas folklóricos locales se entrelazan con un estilo europeo de
gran finura y delicadeza. El scherzo es un molto vivace in tempo di malambo precio y
contundente, con pasajes de extrema dificultad técnica, que luego pasa a un glissandi
para, posteriormente, retomar la melodía inicial. El recitativo (lento) es de gran belleza
melódica, que asienta sobre una serie de acordes desarrollados mediante una sucesión
de arpegios en tono menor que le brindan un tono netamente dramático, mientras que el
movimiento final se basa sobre un tema popular riojano (“Viniendo de Chilecito”) que
se desarrolla mediante una serie de fugas sucesivas y yuxtaposición de una fuga sobre
otra hasta desembocar en el tema principal del 1° movimiento, otorgándole un carácter
cíclico y un final impetuoso. La interpretación fue magistral y representó el punto más
alto del recital, donde la pianista se retiró sumamente aplaudida.
La Cantilena n°3 “Jacarandá” forma parte de las Diez Cantilenas Argentinas
compuestas entre 1953 a 1958 y describe la explosión de flores celestes de dicho árbol
mediante un cantábile ricamente elaborado con ribetes impresionistas y una sucesión de
glissandi in crescendo. Seguidamente, se interpretó Las Niñas (1953), concebida
originalmente para dos pianos en homenaje a las hermanas Cavallini, quienes eran
prestigiosas pianistas. Posteriormente, Guastavino realiza una transcripción para un solo
piano, que es la que se escuchó en el presente recital. Una vez más, Lilia Salsano volvió
a deslumbrar con su magistral interpretación para culminar el recital con una de sus
obras más célebres: el Gato (1937), donde se ofrece una versión académica de este
tradicional ritmo folklórico. Un final de fuste, que se vio coronado por numerosos
aplausos y vítores, motivo por el cual la pianista santafesina ofreció un bis: FERMINA,
que también forma parte de las Presencias y es un auténtico caballito de batalla no sólo
de la intérprete, sino también una marca registrada del compositor.
No sólo ha sido un placer volver a escuchar a esta gran intérprete santafesina,
sino también, poder apreciar parte de la obra integral para piano de Guastavino
cristalizada en tres CD físicos por una intérprete nacional nada más ni nada menos que
en un ámbito como el del Salón Dorado. Un orgullo nacional y una brillante iniciativa
por parte de las autoridades del Colón de brindar homenaje a un compositor nacional.
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