sábado, 18 de agosto de 2018

Espectacular recital de Anna Netrebko y Yusif Eyvazov en el Teatro Colón SE PRODUJO EL DEBUT MÁS ESPERADO Martha CORA ELISEHT Finalmente, el tan esperado debut de Anna Netrebko en el Teatro Colón se hizo realidad. Lo hizo en compañía de su esposo- el tenor azerí Yusif Eyvazov- el pasado domingo 12 del corriente, acompañada por la Orquesta Estable del Colón, bajo la dirección de Jader Bignamini, en un recital de ópera italiana de diferentes compositores (Leoncavallo, Mascagni, Giordano, Verdi, Puccini), con preponderancia de estos dos últimos. La presentación de estos cantantes de consabida fama internacional se vio en riesgo, debido a una hepatitis -contraída con antelación a su gira latinoamericana- . Sin embargo, parece que no les ha venido nada mal: por el contrario, Anna Netrebko lució espléndida sobre el escenario. Se la vio con unos kilos de menos y un cambio de look- volvió al color original de su cabello- , que le sentaba perfectamente bien. Desde ya, se produjo una auténtica ovación ni bien la pareja hizo su entrada en el escenario del Colón, donde los vítores y los aplausos de un teatro colmado de gente se hicieron sentir antes del inicio del espectáculo. Una vez finalizados los mismos, en la primera parte del presente recital se interpretaron obras de Guiseppe Verdi (1813-1901), abriendo con el dúo “Giá nella notte densa” del 1° Acto de Otello, de honda fuerza dramática, donde contrastan la bravura y la valentía del Moro de Venecia con la ternura de su esposa- Desdémona- en un memorable dúo de amor. La versión ofrecida por Netrebko y Eyvazov fue impecable- tanto desde el punto de vista vocal como actoral-, llevando al lirismo de Verdi a su máxima expresión. Pese a la avasallante voz de Netrebko, Yusif Eyvazov demostró estar a la altura de las circunstancias, con un correcto desempeño vocal. Unido esto a la excelente dirección de Jader Bignamini- dirigió todo el recital de memoria-, el Colón estalló en aplausos. Seguidamente, la versión de la Obertura de Nabucco fue un ejemplo de perfección y dirección orquestal. Bien ejecutados los tempi, tutti y la cavattina que precede al final, y con un perfecto equilibrio, Bignamini fue inmensamente aplaudido por la enorme cantidad de público que se había dado cita en el Teatro esa tarde. Seguidamente, Anna Netrebko deslumbró al público con su brillante interpretación del aria del 1° Acto de Macbeth: “Nel di della vittoria… Vieni, t’affretta… Or tutti, sorgete”, que sigue el clásico esquema: recitativo/ aria/ cabaletta. La diva demostró estar en su mejor momento vocal y en su madurez como cantante lírica. Unido esto a sus grandes dotes histriónicas, el Colón estalló. Sin embargo, no pudo decirse lo mismo de Yusif Eyvazov en “Ah, si bien mío… Di quella pira” de Il Trovatore. Es un aria de gran dificultad técnica y un desafío para cualquier gran tenor que se precie de ser tal, ya que debe dar un clásico Do de pecho. Si bien Eyvazov lo alcanzó y pudo sostenerlo hacia el final, hubo pasajes donde, directamente, la orquesta tapó su voz. Desgraciadamente, no estuvo a la altura de las circunstancias. Afortunadamente, el recital prosiguió con la célebre obertura de La Forza del Destino y el aria “Pace, pace, mío Dío!”, correspondiente al 4° Acto de la obra. Una vez más, Bignamini demostró sus dotes de gran director de orquesta- y especialmente, de ópera- en esta pieza que, por lo general, suele formar parte de los programas de conciertos y recitales operísticos. Al aria de Leonora -interpretada por Anna Netrebko- no le faltó nada: excelente vocalización, dramatismo, histrionismo, con muy buenos matices e inflexiones de voz y un fiato perfecto. Y, como no podía ser de otra manera, se retiró ovacionada por el público. Le siguió Yusif Eyvazov en “Quando le seré al plácido” de Luisa Miller, donde tuvo una correcta interpretación, con buenas inflexiones de voz y matices dramáticos, acorde a los sentimientos encontrados (el amor de Rodolfo por Luisa y la errónea creencia de serle infiel) dentro del lirismo verdiano. Y, para el final de esta primera parte, no podía faltar el dúo del 1° Acto de La Traviata (“Libiamo ne’ lieti calici”), donde los protagonistas demostraron sus cualidades escénicas y vocales, logrando un perfecto equilibrio. Pese a la superioridad vocal de la voz de Anna Netrebko, juntos hicieron un muy buen dúo y se retiraron en medio de un estallido de aplausos y vítores. La segunda parte del concierto abrió con el dúo de amor que cierra el 1° Acto de Madame Butterfly (“Vogliatemi bene”), de Puccini, donde una vez más, Netrebko superó ampliamente a su partenaire - vocalmente hablando-. Fue la única aria del concierto donde ambos utilizaron una partitura. No se puede saber si era la primera vez que Eyvazov cantaba el rol de Pinkerton, pero lo cierto es que lo taparon tanto la Netrebko como la orquesta. Una pena. Seguidamente, Jader Bignamini ofreció una espléndida versión del Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni (1863-1945) y, posteriormente, Anna Netrebko se lució como Nedda en el aria “Stridono lassú” de I Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo, donde la protagonista desea ser libre como los pájaros que atraviesan volando el cielo. Bailó, actuó y cantó magistralmente dicha aria sobre el escenario, tras lo cual, el Colón estalló nuevamente en aplausos. Le siguió Yusif Eyvazov con una correcta versión de Un dia all’azurro spazio” de Andrea Chénier, de Umberto Giordano, donde ofreció una muy buena versión de la mencionada y célebre aria. El público le dio su apoyo mediante sus aplausos y, posteriormente, le tocó el turno a la orquesta. Esta vez, con el Intermezzo de Manon Lescaut, de Puccini, donde la Estable se lució bajo la batuta de Jader Bignamini, ofreciendo una versión llena de dramatismo, lirismo, con un cantábile impecable por parte de las cuerdas y el violoncello solista. Seguidamente, se ofrecieron las dos arias más conocidas de Tosca para cerrar el recital: Vissi d’arte y E lucevan le stelle, donde Netrebko y Eyvazov sobresalieron en sus respectivos roles. Al terminar esta última aria, el Colón estalló y vinieron los consabidos bises: Anna Netrebko ofreció “Hela in der Bergen” de la opereta “La Princesa de las Czardas”, de Imre Kálman, donde interpretó a la gitana Marja en escena, bailando al compás de la música y haciendo gala de su voz y de sus dotes histriónicas. Y juntos cantaron “O sole mío”, donde invitaron a todos los integrantes del Coro Estable y estudiantes de canto- que estaban parados en la Platea- a subirse al escenario y cantar junto a ellos. Realmente, se trató de un momento emocionante y de un reconocimiento hacia sus colegas. Desgraciadamente, una pudo disfrutar de los bises merced a los videos que se suben a las redes sociales, ya que quien escribe debió partir antes de tiempo para cubrir- a posteriori- el recital de Martha Argerich en el CCK. Independientemente de ello, y con las excepciones anteriormente comentadas, fue un recital magnífico, largamente ansiado y soñado por el público local. Ella se encuentra en su plena madurez como cantante lírica en todos los aspectos. Él no desentonó y tuvo un desempeño muy correcto, pero tampoco estuvo a la altura de las circunstancias. No es fácil tener a una diva como pareja, y menos, a una de las más grandes voces de la lírica actual. Lo que una ansía es poder apreciarla cantando ópera, y no sólo participar de un recital. Tarea difícil en épocas de vacas flacas y de bolsillos vacíos, pero no imposible.
CUARENTA Y OCHO HORAS INOLVIDABLES Siempre vuelven al recuerdo funciones presenciadas, espectáculos inolvidables por una o varias razones, artistas valorados o queridos por el público presentándose en determinadas circunstancias. Lo cierto es que los días transcurridos entre el 11 y el 13 de Agosto de 2018 quedarán guardados en las retinas, oídos y memoria de quienes hayan podido presenciar la impresionante seguidilla de conciertos, tres de ellos de primerísimo orden mundial, marcando junto al Festival Barenboim de Julio pasado, la Gala Internacional de Danza “Evolution” y las funciones del Ballet “La Viuda Alegre”, el punto mas alto de la presente temporada, la que a pesar de que restan las visitas de algunos artistas de importancia, difícilmente pueda superar el nivel de lo apreciado en estos días. Muchos memoriosos recordaron a propósito de esta verdadera maratón, a un Domingo de 1980 en el que por la mañana se presentó en la sala del Colón Zubin Metha junto a la Filarmónica de Israel, para dar paso luego a la función de Domingo vespertino de “Los Cuentos de Hoffmann” de Offenbach con puesta de Tito Capobianco y protagónico de Stewart Burrows, para luego culminar por la noche con el recital de Renata Scotto. Mas acá en el tiempo, hubo un Domingo pero en 1987 en el que luego de la función vespertina de abono de “La Fiamma” de Ottorino Respighi, la Filarmónica de New York junto a, nuevamente, Zubin Metha se presentó por la noche en el Ciclo del Mozarteum. Por supuesto valores de indiscutible calidad. ¿Y ahora?. Si quisiéramos enumerar lo apreciado en la forma de un gran banquete, la entrada estuvo compuesta por el Concierto que brindó el Sábado 11 por la noche la Orquesta Sinfónica del S.O.D.R.E. de Montevideo (Uruguay) en la sala Sinfónica del CCK. Guiada por su joven titular, Diego Naser, además violinista integrante de la West Eastern Divan que comanda justamente Danel Barenboim. Junto a El, nuestra bien conocida Eiko Senda, para interpretar juntos tres canciones del ciclo “El Cuerno Mágico de la Juventud” de Gustav Mahler, basadas en el poemario de ese nombre de Armin y Brentano. Ahí comenzó la grata sorpresa cuando comenzamos a apreciar a una Orquesta muy bien trabajada, chica en orgánico, pero con una enjundia capáz de suplir una mayor cantidad de instrumentistas con la entrega mas generosa y apreciar la capacidad del Director, el que está haciendo un trabajo con el conjunto verdaderamente formidable, realzando todos los planos sonoros, extrayendo los detalles mas sutiles y logrando lo que se propone. Senda por su parte, realizó una labor vocal sin fisuras, aun cuando el registro femenino mas adecuado para esta obra sea para Mezzosoprano. De cualquier forma, sea saludada ésta muy buena versión. Una estupenda interpretación de la Sinfonía Nº 4 “Romántica” de Anton Bruckner, aparentemente en la versión de 1874 coronó la noche, con dos movimientos finales dignos del mayor elogio, en donde el conjunto dio lo mejor de sí y Naser rematando una labor formidable. Bien vale entonces esta inclusión como comienzo de momentos verdaderamente inolvidables. El primer “Plato Principal” fue el debut de Anna Netrebko en Colón junto a su esposo, el tenor Yusif Eyvazov y junto a ellos, La Estable de la Casa, bajo la conducción del joven Director Italiano Jader Bignamini. Grata sorpresa fue Eyvazov, dueño de una muy potente voz. No poseerá un timbre muy bello, pero le sobran condiciones y agallas. Cumplimentándose ambos de manera estupenda en el dúo del final del primer acto de “Otello” de Verdi, la primera parte estuvo consagrada al genio de Roncole, con Bignamini revelándose como un muy buen conductor en una muy buena versión de la Obertura de Nabucco, para dar paso a Netrebko en una fragmento de una de sus actuales creaciones: Lady Macbeth, con el recitativo “Nel di della Vittoria” y el posterior “Vieni t’affretta” que hizo estallar al público en la primera ovación de la tarde. Eyvazov demostró coraje y fuerte presencia escénica al encarar el “Ah si ben mio “ de “Il Trovattore” junto a “Di quella pira” hecha en el original de doble “Caballetta” ganándose de este modo al público que comenzó a responderle con simpatía. La obertura, muy bien interpretada por la Estable (Con pleno lucimiento de sus solistas), fue el pié para que Netrebko hiciera una antológica versión de “Pace, pace, mio Dio”, en el que entregó todo. Eyvazov demostró sus cualidades una vez mas en “Cuando le sere al placido” de “Luisa Miller” y cerrar la primera parte con el brindis de “La Traviata”, diciéndonos de esta forma que no se caería en el facilismo en los bises del final. La segunda parte tuvo dosis de verismo y algunos agregados cambiando la programación original presentada. Comenzó con la parte final del dúo del primer acto de Cio-Cio-San y Pinkerton de “Madama Butterfly” de Puccini. Aquí a Eyvazov se lo percibió asentándose en la interpretación del rol a tal punto que lo hizo con partitura, tal vez en el punto mas flojo de la tarde. Netrebko en cambio con absoluto dominio de la situación, los tiempos y la interpretación. Un buen intermezzo de “Cavalleria Rusticana”, dio el pie para que luego Netrebko acometa con el Vals de Nedda de “I Pagliacci” encarado de lleno sin el fragmento previo. El “Improviso” de “Andrea Chenier” mostró a Eyvazov comprometido con los papeles heroicos en los que evidentemente se siente cómodo. Un impecable intermezzo de “Manon Lescaut” en el que Bignamini le extrajo el jugo a la Estable, dio paso a los dos momentos centrales, el “Vissi D’Arte” con una Netrebko insuperable que hizo “Rugir” al Colón y Eyvazov con “E’Lucevan le Stelle”, expresada con noble sentimiento. El preludio del primer acto de “Carmen” no previsto inicialmente, dio paso al cierre formal con la escena final de “Andrea Chenier”, en donde ambos se prodigaron haciendo nuevamente estallar al público. Netrebko demostró con creces su valía. Su Voz de un caudal portentoso muy bien administrado, su bello timbre, su garra interpretativa y el dominio de la escena, transitaron con holgura el escenario del Colón. Eyvazov , lo dicho, fue la grata sorpresa, con total entrega en el escenario y Bignamini, con su labor al frente de la Estable, demostró que es una batuta a ser tenida en cuenta por el Colón. Dos momentos de los bises se destacaron. Un fragmento de “la Princesa Gitana” de Kalman en la que Netrebko hizo gala de su interpretación y “Nessum Dorma” de “Turandot” en el que el tenor se dio su lugar. El Cierre con “O sole mio” en el que con generosidad absoluta los interpretes compartieron en el escenario junto a cantantes locales fue el broche de oro ideal a una de las grandes tardes de la historia del Colón. El segundo plato rincipal, fue inmedatamente después del recital Netrebko-Eyvazov del Colón, la presentación de Martha Argerich en la Sala Sinfónica del CCK, en dúo de pianos con Graciela Reca, una extraordinaria pianista a la que hacía mucho tiempo no la escuchaba. Una programación de mucho compromiso, tal la costumbre de Ntra. Consumada interprete, que comenzó Con la Sonata para Piano a cuatro manos K. 521 de Mozart, con Reca llevando el discurso y Argerich como sostén, fresca, vital y absolutamente extrovertida. para seguir con la versión para Piano a Cuatro manos de la Sinfonía Nº1 “Clásica” de Prokofieff, aquí si ya con Argerich como primer piano y Reca como sostén, para una versión chispeante, colorida y plena de sonoridad en donde ambas fueron “La Orquesta”. La segunda parte nos encontró con una fantástica versión de la “Petite Suite” de Claude Debussy, con ese “halo” misterioso que contiene la música, soberbiamente llevada por ambas y un cierre con la versión que el propio Serguei Rachmaninoff transcribiera para dos pianos de sus “Danzas Sinfónicas” Op. 45, exxpuestas de manera colosal. Argerich sorprende en cada propuesta y mantiene su energía a pleno en el escenario. Temperamental, con una entrega formidable, encontró en Reca a una compañera ideal de muy buen toque y depuradísima técnica. Recital estupendo que se vio coronado con el adicional de un rondó de la Sonata en Re para Piano a Cuatro manos de Mozart para que la fiesta del sonido sea completa. Y el Postre vino el Lunes 13 de la mano de Maxim Vengerov junto a Vag Papian en Piano para el Ciclo del Mozarteum en el Colón. Una vez mas este gran interprete Ruso deleitó al público en la sala del Colón junto a un extraordinario pianista. Papian hace lo suyo con una solvencia admrable, estupenda técnica y se convierte en el contrapeso ideal para Vengerov. El comienzo mostró al Brahms mas personal e intimo con la Sonata para Violin y Piano Nº 3 en re menor, Op. 108. Aquí Vengerov fue un exquisito interprete que llevó el discurso sonoro al extremo máximo. Intimo como en el segundo movimiento, apasionado en los movimientos de punta y ágil y virtuoso en el tercero. Cerró la primera parte con la Sonata para Violín y Piano N 2 en Fa menor del op. 6 de Georges Enesco en donde ambos se cumplimentaron a la perfección , con un cierre exquisito hecho con la mayor sutileza. El punto de mayor expresividad se tuvo con la Sonata para Violin y Piano Nº 2 en Sol Mayor de Maurice Ravel, llena de escollos sorteados con la mayor facilidad por parte de ambos, con un movimiento central en tiempo de Blues mostrado de manera sencillamente Brillante y un cierre electrizante que rápidamente movilizó al auditorio. Y entonces Vengerov se movió a sus anchas con una extraordinaria “Havanaise” en Mi mayor, del Op. 83 de Saint-Saëns y cerrar con ese verdadero “Pezzo-Grosso” que es la Introducción y Rondó Caprichoso en La menor, del op. 28, en una versión decididamente electrizante. Hubo generosidad en los bises, aun cuando con el último compas de Saint-Saëns, el publico de platea emprendió parcialmente la retirada, sin que sepamos los motivos de tanto apuro: “Caprice du Soir” de Kreisler (Verdaderamente una joya), un notable Faure y un cierre a todo lujo con la Danza Hungara Nº 2 de Brahms. No recuerdo semejante riqueza artística en tan pocas horas en Ntras. dos salas emblemáticas de la Música Clásica, y quizás sea para la Sinfónica del CCK su consagración definitiva de la mano de Ntros, dos máximos valores. Y por mi parte la felicidad de haber sido privilegiado testigo de semejantes acontecimientos y poder compartir esta experiencia junto a todos Uds. Donato Decina
Magistral interpretación de “El Poema del Éxtasis” a cargo de la Filarmónica en el Colón DE ANTOLOGÍA Martha CORA ELISEHT Bajo la batuta de Alejo Pérez, el pasado jueves 9 del corriente tuvo lugar el 10° Concierto correspondiente al Ciclo de Abono de la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, donde también participó el Coro Estable del mencionado organismo, bajo la dirección de Miguel Ángel Martínez y las cantantes Florencia Machado (mezzosoprano) y Carla Filipcic- Holm (soprano). El programa estuvo compuesto por las siguientes obras: La Damoiselle Élue (“La damisela elegida”), de Débussy; Rückert- Lieder, de Gustav Mahler; Cinco Piezas para orquesta, Op. 16, de Arnold Schönberg y la Sinfonía n° 4 (“Poema del Éxtasis”), Op. 54 de Alexander Scriabin. Por empezar, la complejidad del repertorio elegido es un desafío para cualquier director. Son obras que no se ejecutan habitualmente en los programas de concierto convencionales: no sólo por su dificultad técnica, sino que también poseen matices múltiples, donde es muy fácil caer en excesos en los tutti y fortissimi y que, a la vez, deben sonar muy equilibradas en los pianissimi. Esto se dio durante todo este repertorio, donde la primera obra (La Damoiselle Élue, de Débussy) es un poema sinfónico de carácter religioso para coro femenino, soprano, mezzosoprano y orquesta, basado en la obra de Dante Gabriel Rosetti. Compuesto en 1893, es considerado la primera obra impresionista del gran compositor francés, donde se hace alusión a una dama rubia, de voz melodiosa, quien es la elegida para entrar en total comunión de amor por Dios. La exquisita melodía de Débussy -donde la orquesta pasa a un segundo plano respecto de las voces femeninas- dibuja inocencia e intimidad. Para ello, emplea una orquesta reducida, donde flauta, maderas y cuerdas logran ese efecto impresionista, acompañado de un hondo cromatismo en las escenas trágicas. Florencia Machado tuvo una destacada actuación (reemplazó a Elizabeth Canis en último momento), con buen color y timbre vocales. Carla Filipic Holm tuvo una destacada labor y una excelente interpretación, dentro del marco impuesto por el coro femenino, muy bien preparado por Miguel Ángel Martínez. Los Rückert- Lieder fueron compuestos por Gustav Mahler en 1905 para mezzosoprano y orquesta sobre 5 poemas de Friedrich Rückert (1788- 1866), poeta predilecto del compositor. Comienza con Blicke mir nicht in die Lieder (No escuches mis canciones), melodía de carácter tempestuosa, que prosigue con una melodía que puede considerarse antecesora de La Canción de la Tierra. Prosigue con Ich athmet’ ein Linden Duft (Aspiro el aroma de tilo), muy armónica y suave. Continúa con Liebst du um Schönheit (Si amas la belleza), donde Carla Filipic Holm ha tenido una destacadísima actuación. Um Mitternacht (En medio de la noche) es una melodía pianissima y tranquila, que se contrapone con Ich bin der Welt abhanden gekommen (Me he retirado del mundo) que presenta una disonancia hacia el final. Al escucharla, da la sensación que la protagonista se ha muerto, pero no es así: se ha retirado del mundo. El equilibrio orquestal de Alejo Pérez fue excelente, respetando los planos sonoros y ajustándose estrictamente a la partitura. Las Cinco piezas para orquesta Op.16 de Arnold Schönberg fueron compuestas en 1909 y, según su autor, representan una “melodía de timbres” (Klangsfarben). La primera de ellas (Premoniciones) se caracteriza por introducir un efecto sonoro desconocido hasta esa fecha: un trémolo en triple forte entre los trombones con sordina y la tuba, que aportó una innovación. En la segunda y quinta piezas (El pasado y El recitativo obligado, respectivamente), aparece una gran textura de polifonía, que contrasta con el cantábile de la melodía y el contrapunto camarístico. En cambio, la tercera pieza (Farben, Colores) comienza suavemente, con un acorde triple pianissimo que permite lograr el efecto de cambiar de color al pasar de un instrumento a otro. Alejo Pérez ofreció una versión muy bien lograda, respetando las indicaciones del compositor y resaltando los timbres de cada uno de los diferentes grupos de instrumentos, logrando un excelente equilibrio sonoro. El Poema del Éxtasis (Sinfonía n° 4) Op. 54 de Alexander Scriabin fue compuesta entre 1905 y 1908 sobre un poema de 369 versos escrito por el mismo compositor, donde se refiere al éxtasis como “fuerza divina sin final, que permite la libertad en su máxima expresión”. En aquella época, Scriabin formaba parte de la Sociedad Teosófica de New York, cuyo objetivo era estudiar el espíritu humano. Por ende, recurre a la forma de sonata mediante diferentes secciones (Introducción/ Exposición/ 1°Desarrollo/ Reprise/ 2° Desarrollo/ Coda) que se tocan sin interrupción. Pero además, introduce algo novedoso: el método metrotécnico de Georges Camus, quien fuera su profesor en el Conservatorio de Moscú y que, a su vez, se basa en el doble TETRAKYS de la antigua escuela pitagórica, mediante el cual, la suma de los números pares (2+4+6+8) y de los impares (1+3+5+7) da igual a 36. No es casual que cada una de las diferentes partes en que se divide la obra son múltiplos de este número, lo que permite un arreglo simétrico, que representa la armonía universal. De esta manera, el espíritu creativo - caracterizado por la trompeta solista en Do mayor- , una vez despojado de todas sus ataduras, se entrega a sí mismo en éxtasis de amor. Fue estrenada en 1909 en New York, bajo la batuta de Modest Altschuler. La obra abre con un solo de flauta, a la cual, se le acopla el oboe y el primer violín, con un crescendo ondulante que luego, es respondido por la entrada de la trompeta. Posteriormente, las diferentes secciones de la obra se van concatenando mediante alternancia de crescendi, diminuendi, pianissimi, fortissimi y tutti mediante coros de diferentes grupos de instrumentos. Excelentes actuaciones de los principales solistas- Gabriel De Simone (flauta), Gabriel La Rocca (fagot), Natalia Silipo (oboe), Pablo Saraví (violín), Fernando Chiappero (corno), Mariano Rey (clarinete), Víctor Gervini (trombón), y toda la percusión, que sonó magnífica- sin exagerar en los forti y los tutti- . Pero la principal estrella fue el trompetista Fernando Ciancio, quien ejecutó sus solos con una precisión absoluta. Desde ya, Alejo Pérez ofreció una versión que puede considerarse como de culto, porque respetó a rajatabla los detalles de la partitura original, dándole a la orquesta un equilibrio perfecto, sin caer en excesos en la monumental Coda que precede al cierre de la obra. Tras una breve pausa, la orquesta en su conjunto concluye la obra en un crescendo que aumenta de intensidad a medida que se acerca al final. Naturalmente, la sala estalló en aplausos. De todos los conciertos del Ciclo de Abono de la Filarmónica en lo que va del corriente año, sin dudas, éste ha sido el mejor. Y no sólo por las obras que se ejecutaron, sino también por la calidad del director y por el brillo que le impuso a la orquesta. Una versión de antología, que no se escuchaba desde los tiempos de aquel grande que fue Yuri Simonov.
Emocionante despedida de Karina Olmedo y Alejandro Parente en el escenario del Colón CON ACENTRO AUSTROHÚNGARO Y TALENTO ARGENTINO AL POR DOQUIER Martha CORA ELISEHT Entre los días 2 al 8 del corriente tuvo lugar la representación de “LA VIUDA ALEGRE” de Franz Léhar a cargo del Ballet Estable del Teatro Colón, dirigido por Paloma Herrera, en versión coreográfica del británico Ronald Hynd. Manuel Coves dirigió la Orquesta Estable de dicho organismo, mientras que la escenografía y vestuario correspondieron a Desmond Heely, ya que se trató de una producción del Joburg Ballet de Johannesburgo (Sudáfrica). Los roles principales fueron interpretados por los siguientes solistas: Marianela Núñez/ Karina Olmedo/ Macarena Giménez/ Ayelén Sánchez (Hanna Glawari, la viuda); Alejandro Parente/ Juan Pablo Ledo/ Federico Fernández/ Maximiliano Iglesias (Conde Danilo); Carla Vincelli/ Camila Bocca/ Natalia Pelayo (Valencienne); Edgardo Trabalón/ Maximiliano Iglesias/ Facundo Luqui (Camille de Rossillón); Néstor Aseff/ Igor Gopkalo (Barón Zeta); Julián Galván (Njegus), mientras que los roles de los secretarios Kromov y Prititch fueron interpretados por Facundo Luqui/ Jiva Velázquez y Alejo Cano Maldo- nado/ David Juárez, respectivamente. La versión coreográfica de la tradicional opereta de Léhar fue compuesta en 1973, a pedido de Robert Helpmann- en aquel entonces, Director del Australian Ballet-, quien había quedado muy impresionado por un trabajo coreográfico anterior de Hynd- El Minotauro- y le solicitó realizar una coreografía sobre el argumento de dicha opereta. La respuesta de Hynd no se hizo esperar. Ambientada en la París de la Bélle Époque, se le agregan a las tradicionales melodías gallops, can-can y trozos de comedia musical. El resultado es una versión espléndida, donde el consabido Vals y el aria de Hanna Glawari alcanzan su máximo esplendor; sobre todo, en la escena donde la primera bailarina figura vestida de aldeana, evocando el pasado romance que Hanna y Danilo habían tenido muchos años atrás, cuando ambos deben separarse por oposición de la familia de este último, que jamás consentirá que su hijo se case con una plebeya. Tras haber enviudado joven y poseer una cuantiosa fortuna, todos harán lo imposible para que Hanna se case con Danilo y así poder salvar al ducado de Pontevedro de la bancarrota. Naturalmente, se suscitan muchos malentendidos entre parejas y amantes, pero finalmente, todo termina bien y el ducado sale de su delicada situación económica. En la presente versión, independientemente del regreso a nuestro país de Marianela Núñez- Primera Bailarina del Royal Ballet de Londres-, tuvieron lugar las despedidas de dos de los mejores Primeros Bailarines del Colón: Karina Olmedo y Alejandro Parente. En el primer caso, por cumplir con la edad y para poder concretar nuevos proyectos, y en el segundo, para acompañar definitivamente a su pareja- Marianela Núñez- en la vida real. Afortunadamente, esta cronista pudo estar en ambas funciones de despedida. A los 47 años, Karina Olmedo no sólo demostró por qué ha sido la Primera Bailarina del Colón durante tantos años, sino que, además, su técnica y su cambré son perfectos. Su interpretación de Hanna junto a Juan Pablo Ledo- excelente en el rol de conde borracho, con unas piruetas increíbles y un magnífico solage en el 3° Acto de la obra- ha sido llena de gracia, frescura, versatilidad escénica y elegancia, con excelentes developées y arabesques. Y se lució no sólo en los Valses, sino también en la Czarda del 3° Acto, junto a William Malpezzi- una verdadera revelación- . En la misma función, Carla Vincelli interpretó una impecable y exquisita Valenciénne junto a Edgardo Trabalón, quien se destacó en el rol de Camille. Unido esto a un magnífico vestuario y a una espectacular escenografía, la presente versión fue un deleite para todos los sentidos. Manuel Coves dirigió espléndidamente a la Estable y la sincronización en las escenas de conjunto fue magnífica. Tanto en el gölök como en la Czarda – a cargo de los varones y las mujeres, respectivamente-, el Ballet Estable demostró ser un conjunto que funciona como un único cuerpo arriba del escenario. Al caer el telón, el público aplaudió calurosamente a todo el conjunto, y la ovación fue total cuando Karina Olmedo apareció saludando a su público en su función de despedida. No sólo se repartieron los consabidos ramos de flores, sino que, además, se presentó en el escenario la Directora General del Teatro- María Victoria Alcaraz- en compañía de la hija de la bailarina. Y ahí tuvo lugar el momento más emotivo de la noche, cuando Nahuel Prozzi- su pareja en la vida real- salió de la fila y la besó apasionadamente en los labios, manifestándole su amor y su apoyo incondicionales en presencia de la hija de ambos. Naturalmente, el público deliró en aplausos, que siguieron en el escenario, una vez ya desalojada la sala. Alejandro Parente no sólo es un gran bailarín, sino también un excelente actor. Desde el comienzo de la obra, cuando el Conde Danilo se presenta totalmente borracho ante el Barón Zeta, el intérprete tiene una pirueta y un truco difíciles de lograr. Si a eso se le suma que también debe crear el efecto de cierta pérdida del equilibrio ocasionada por el alcohol, más todavía. Desde ya que los sorteó perfectamente y fue ampliamente aplaudido. Cuando se produce la entrada de la viuda Hanna en el 2° Acto, Marianela Núñez impuso su presencia y su prestancia sobre el escenario que la vio nacer como artista. Dueña de una disciplina ejemplar, una técnica perfecta y una personalidad escénica avasallante, se lució en todo momento. Esto se hizo aún más evidente en la escena que evoca su juventud, cuando aparece vestida de aldeana y le entrega a Danilo el pañuelo rojo. Sus developées, panchés y arabesques fueron de una perfección absoluta, al igual que su participación en la Czarda junto a Jiva Velázquez- que interpretó un soberbio gölök- . Por supuesto que Parente redobló la apuesta en el solage del 3° Acto y se produjo una auténtica ovación. Muy buenas las actuaciones de Camila Bocca y Maximiliano Iglesias como Valenciénne y Camille. Y, al final, cuando la pareja protagónica queda sola sobre el escenario y culmina la obra con el consabido vals, no sólo fue un derroche de placer visual, sino también del amor y el respeto que ambos se profesan mutuamente. Y, como todo grande, se retiró ovacionado por su público. Tampoco faltaron los ramos de flores y la lluvia de pétalos, pero además, Enrique Diemecke- Director Artístico- y Paloma Herrera se acercaron al escenario para abrazarlo y rendirle homenaje, al igual que María Victoria Alcaraz y su hija. De esta manera, el Colón rindió un merecido homenaje a dos grandes figuras de la danza nacional que hicieron toda su carrera en el mismo. Egresaron de las filas del Instituto Superior de Arte, fueron integrantes del Ballet Estable y, posteriormente, suplentes de solista, solistas hasta alcanzar el rango de Primeros Bailarines, con sus cargos ganados por concurso. Y… ¿quién dice que, algún día, no puedan llegar a ser Directores del Ballet Estable?... Todo puede ser. El talento argentino brilla por doquier y se exporta al exterior.
Calurosa recepción del Ensamble Lírico Orquestal en el Auditorium de Belgrano SIEMPRE SE VUELVE AL PRIMER AMOR Martha CORA ELISEHT Tras una ausencia de un poco más de un año y bajo una numerosa concurrencia de público, finalmente, el Ensamble Lírico Orquestal presentó su Ciclo de Abono 2018 el pasado domingo 5 del corriente en el Auditorium de Belgrano con un Festival Nórdico- Eslavo, donde actuaron el Coral Ensamble y la orquesta de vientos de la mencionada agrupación, bajo la dirección musical y artística de Gustavo Codina. Se interpretaron las presentes obras: Suites n° 1 y n° 2 de “Peer Gynt”, de Edvard Grieg; “Finlandia”, Op. 24, de Jan Sibelius; las Danzas Polovtsianas de “El Príncipe Igor”, de Borodin y la Obertura 1812 de Tchaikowsky. La música incidental de Peer Gynt fue compuesta por Grieg entre 1874 y 1875 para ilustrar el drama homónimo de Henrik Ibsen (1828- 1906). Posteriormente, Grieg separó estas dos Suites – cada una de las cuales está compuesta por cuatro números- de los 23 números originales de la mencionada obra y alcanzaron tal suceso, que se transformaron en parte de los programas de conciertos de todo el mundo. En este caso, la versión ofrecida por el Ensamble Lírico fue una transcripción para vientos y percusión, realizada por el mismo director. Al escuchar el primer número de la Suite n° 1 ("Morgenstemming- La Mañana”), una se dio cuenta que estaba un semitono más alta que la partitura original. Si bien hubo disonancias al principio, posteriormente, fue tomando vuelo y logrando un mejor sonido a medida que avanzaban los siguientes números (Muerte de Aase, Danza de Anitra). Fue una lástima no haber podido incorporar al coro en el 4° número de la Suite (“En la cueva del Rey de la Montaña”), donde sí participa en la obra original. Se canta muy pocas veces en versiones de concierto, pero se puede hacer. Hubo un buen equilibrio entre los vientos y la percusión en el stacatto que evoca la danza de los trolls- duendes malignos, en la mitología nórdica- . La Suite n° 2 comenzó con un excelente tutti en su primer número (Lamento de Ingrid- Secuestro de la novia), que, posteriormente, es seguido por un pianissimo, que manifiesta la tristeza de Ingrid. Muy bien logrados los efectos en la Danza árabe y en El regreso de Peer Gynt, donde la orquesta se lució en los tutti. Por último, el célebre Lamento de Solveig fue interpretado por la trompeta solista, destacándose de todo el resto del conjunto de vientos, en un efecto muy bien logrado. Posteriormente, en una conversación privada que una mantuvo con Gustavo Codina, el director admitió que había subido un semitono por la dificultad sonora que poseen los instrumentos de viento para cambiar los acordes. El poema sinfónico Finlandia fue compuesto por Sibelius en 1899 como consecuencia de las presiones y la censura sufridos por el pueblo finlandés bajo el control de la Rusia zarista. Nace como una proclama que, posteriormente, se transforma en un verdadero himno (“Finlandia despierta”) que despertó la conciencia patriótica de la ciudadanía. Luego de la introducción de los trombones en tono menor, sigue la cuerda- en este caso, reemplazada por el Coro- antes de que la melodía alcance tono mayor (introducida por la trompeta y seguida por el resto de la orquesta, con apoyo de la percusión). La versión ofrecida por el Ensamble Lírico fue perfecta, melodiosa, con un buen equilibrio entre maderas, metales y percusión. El público presente respondió positivamente, acompañando con sus aplausos. Hace aproximadamente dos o tres años atrás, la misma agrupación había ofrecido las versiones para orquesta y coro de Danzas Polovtsianas de El Príncipe Igor, del compositor ruso Alexander Borodin (1833- 1887) con muy buen éxito de público y crítica. En este caso, Gustavo Codina realizó una orquestación especial para vientos y percusión. El Coro Ensemble- magistralmente preparado por Cecilia Layesca- sonó compacto, en equilibrio con la orquesta- tanto en los tutti como en la parte pianissima, ejecutada por las voces femeninas- . Luego del crescendo final, el público aplaudió acaloradamente, ante un auditorio prácticamente completo. El programa cerró con una obra súper conocida: la Obertura 1812, Op. 49, que fue compuesta con motivo de cumplirse 70 años de la derrota napoleónica por el ejército ruso. Si bien Tchaikowsky nunca la consideró una gran obra, desde su estreno (1882) gozó de una inmensa popularidad, que persiste hasta nuestros días. Comienza con una breve introducción y, en la presente versión, el coro entona un himno donde se invoca a Dios que proteja a Rusia. El compositor utiliza fragmentos de La Marsellesa y de himnos zaristas para ilustrar la batalla entre las tropas francesas y rusas. Finalmente, el tañido de campanas y el coro anuncian la victoria del ejército ruso sobre el enemigo. Es otra obra que el Ensamble Lírico Orquestal interpretó en otros ciclos de conciertos, y se ha transformado en un distintivo de dicha agrupación. En este caso, los planos sonoros y el equilibrio entre la orquesta y el coro estuvieron perfectos. Gustó tanto, que hubo que hacer un bis con la última parte de la misma. La nueva administración del Auditorium de Belgrano ha querido que la música clásica vuelva a dicho recinto. La sala cuenta con una acústica perfecta y ha sido escenario de los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional hasta 2014, cuando se trasladó a la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner. Y hoy alberga nuevamente al Ensamble Lírico Orquestal, para que el público local siga disfrutando de su sala de conciertos. Porque siempre hay tiempo para volver al primer amor.
SONIDOS ESLAVOS (NUEVOS Y CONOCIDOS) Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, temporada 2018, Director: Sebastiano de Filippi. Solista: Mira Khomik (Violín). Programa: Obras de Williams, Zeljenka, Kosenko, Lysenko y Mussorgssky/Patterson. Salón de los Pasos Perdidos del Palacio del Congreso de la Nación, 30 de Julio de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Si hay algo que se le debe reconocer a Sebastiano de Filippi es su capacidad al programar un concierto. Desde la originalidad de la propuesta pasando por la obtención de los materiales y hasta para la convocatoria a Solistas y Directores extranjeros que vienen para presentarse con la agrupación de la que es titular, aun cuando los presupuestos no son grandiosos. Los resultados están a la vista en cada presentación. La calidad es permanente y siempre hay reservada alguna sorpresa que será recordada. El inicio, siempre con una obra de Compositor Argentino, fue con la reposición de “Niebla en La Pampa” del Patriarca Alberto Williams, la que fuera presentada en la pasada temporada dentro de la interpretación integral de sus obras para cuerdas. Aun cuando se notaron algunas pequeñas imperfecciones, el Director mantuvo pulso firme y siempre buscó resaltar detalles, ya sea en pasajes “pianissimi”, ataques de la cuerda aguda, para llegar a la expresividad que el trabajo de Williams solicita. Las sorpresas comenzaron después con tres estrenos absolutos de Compositores de raíz eslava, todos obras para Violín y Orquesta de Cuerdas, en donde pudimos apreciar a Mira Khomik, interprete Ucranana radicada en Estados Unidos. Se trataron de: “Música Slovaca” de ilia Zeljenka, compositor nativo de Bratislava, que sobre la base de temas folcklóricos de su país realizó un trabajo con un lenguaje musical mas actual, aún cuando según la excelente información que el Director brinda en los programas de mano, Zeljenka fue uno de los tantos “amonestados” por el Comisariato Cultural de la era comunista (No olvidemos que por entonces la llamada “Checoslovaquia” era uno de los principales satélites moscovitas caracterizados por hacer los “trabajos sucios” que la U.R.S.S. de esa época no deseaba efectuar a “cara descubierta”). Ello se notó en la partitura, la que de los tres estrenos fue, sin dudas, la mas relevante. El segundo estreno absoluto fue “Sueños” del Ruso Viktor Kosenko, original para Violín y Piano, aquí presentada en orquestación de Manuel Calzada para Cuerdas. Melodía absolutamente tonal de raíz netamente Folcklorica y muy agradable. Y el tercero de los estrenos le cupo a “Dumka-Shumka” del Ucraniano Mykola Lysenko en elaboración definitiva para Violín y Orquesta de Cuerdas. Imposible aquí no remitirse a Antonin Dvorak y su extraordinario Trío “Dumky”, basado justamente en el ritmo de la “Dumka”, esa extraordinaria danza eslava. Obra plena de colorido y sonoridad, fue el cierre perfecto para la primera parte. Mira Khomik es una solista extraordinaria, con magnífica técnica y bellísima sonoridad. De su instrumento fluyeron los acordes de las tres obras con una suprema naturalidad. Formada en Ucrania, se trasladó a Estados Unidos coronando su formación con un Doctorado en la Célebre U.C.L.A. de Los Angeles y realizando presentaciones junto a nombres consagrados como el Director James Conlon y el Violonchelista Antonio Lysy, hijo de nuestro recordadisimo Alberto. Fue un acierto su venida y deseamos que sea el comienzo de una fructífera colaboración con Organismos musicales Argentinos. El entendimiento con el conjunto fue óptimo en todo sentido y el público (que mostró un ejemplar comportamiento a lo largo de toda la noche) supo retribuir con un sostenido aplauso la presentación. La segunda parte mostró el estreno absoluto entre Nosotros de la versión para cuerdas de Robert G. Patterson de “Cuadros de Una Exposición” de Modest Mussorgsky, estrenada mundialmente en el año 2007. Es un arreglo muy respetuoso del original para Piano, pero también realizado de manera tal que el oyente que este habituado a la Orquestación de Maurice Ravel la extrañe lo menos posible. Es un trabajo realizado con mucha inteligencia y De Filippi y el Conjunto estuvieron a la altura de tamaña exigencia. Muy bien ajustada, tiene muchos pasajes para el “tutti” orquestal, momentos de destaque entre las secciones y algunos pasajes solistas. De todos ellos, impresionaron las tres Violonchelistas del conjunto y en especial su solista Mariana Levitin, quien le extrajo todas las sonoridades a su instrumento. Junto al conjunto se proyectaron en una pantalla lateral, para los momentos respectivos, las imágenes de cada cuadro de Viktor Hartmann, inspirador del trabajo de este gigante de la música rusa, a modo de sentiros “dentro” de esa exposición. Una vez mas asistimos a una extraordinaria velada a cargo de un Conjunto y un Director comprometidos firmemente con la calidad y apreciamos a una extraordinaria solista. A no dudarlo. Donato Decina
EVOLUCION EN MAS DE UN SENTIDO “Evolución”: Espectáculo de Danza. Principales figuras: Carolina Agüero (Primera Bailarina del Ballet de Hamburgo), Tomás Bieszka (Solista de la Opera de Dresde), Florencia Chinellato (Solista de Ballet de Hamburgo), Lucas Segovia (Solista del Joffrey Ballet), Matías Oberlin (Solista del Ballet de Hamburgo), Julieta Paul (del Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata), Paula Cassano (del Ballet Estable del Teatro Colón), Carolina Basualdo (del Ballet del Sur), Karina Olmedo (Primera Bailarina del Teatro Colón), Nahuel Prozzi (del Ballet Estable del Teatro Colón). Participación de “Los Ballets de Araiz”, Dirección: Oscar Araiz y Yamil Ostrovsky y CEM (Compañía “En Movimiento), Dirección: Analía González. Maestro de Baile y Coordinación Artística: Mario Galizzi. Iluminación: Ernesto Bechara. Sonido: Lautaro Grinstein. Teatro Coliseo, 29 de Julio de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Como muy bien lo expresa en sus notas al programa de mano la estimadísima Patricia Casañas, hay en el título del espectáculo dos formas de ver la Evolución. La primera (y la mas lógica) es la del género, marcada por la presencia de un clásico como lo es el Pas de deux de “El Lágo de los Císnes”, otras coreografías de corte Neoclásico y finalmente obras contemporáneas. Y la otra visión que está conformada por la Evolución de las figuras invitadas. Al ver la trayectoria de la mayoría de los Artistas Argentinos que se han presentado, no puedo menos que asombrarme de como en el mayor de los silencios, con sacrificio, esfuerzo, talento, trabajo y humildad, partiendo desde muy jóvenes en busca de mejores horizontes, han llegado a posiciones relevantes en la escena internacional. Es motivo de orgullo ello y es motivo de preocupación ver que solo yéndose al exterior es como se pueden alcanzar esos objetivos. No se trata solo de que los teatros oficiales que cuentan con cuerpos estables se hagan cargo. Hoy por hoy con una ley de mecenazgo cuestionada en lo que a su aplicación se refiere, costos que son imposibles de afrontar por si solas por agrupaciones privadas y la inversión que un bailarín debe afrontar para su formación (de no hacerlo en un Instituto Oficial), hacen que el horizonte que nuestro medio ofrece sea sumamente limitado. Emigrar es casi un imperativo. De ahí que estas presentaciones nos permitan (al menos en mi caso) conocer y disfrutar a estos promisorios valores que están tomando la antorcha que dejaron las Cassano, Rosetti, de Mitri y a las que en pocas horas mas se les sumará Karina Olmedo y los Bocca o Guerra. Un interesante aporte para las presentaciones grupales lo dio para las aperturas de primera y segunda parte la presencia de integrantes de “Los Ballets de Araiz”, los que encabezados por Martín Machín en la primera y Verónica Bozzano en la segunda presentaron dos notables trabajos : “Pulsos” en donde se le da al cuerpo de baile la posibilidad de expresarse al compás de la música de John Adams y en donde Araiz se reservó para sí la coordinación de la coreografía. Acción, intensidad, vibración, energía liberada fue lo que los bailarines plasmaron en la escena. En cambio la segunda parte tuvo en “Canto Jondo” con música de Carlos Surinach, Ritmo Jondo y Tientos un trasfondo oscuro, relacionado con todo lo oscuro que la cultura española ha tenido a lo largo de la historia, y si nos adentramos aún mas, la cultura andaluza en particular. Un juego de desplazamientos y contrastes nos va trazando el recorrido. Y en ambos trabajos, el notable vestuario de Renata Schissheim: Ropa de trabajo Naranja en el primero, resaltando mas el movimiento y de Blanco y Negro la segunda, sugiriendo ese ambiente sórdido. También hubo un interesante aporte de la CEM (Compañía “En Movimiento”), a través de “Remanso” una coreografía de Analía González que mereció el Premio María Ruanova 2018, que otorga el Consejo Argentino de la Danza. La interrelación entre dos hombres y una mujer, los vínculos afectivos, las separaciones y reencuentros, plasmados en un trabajo que requiere de la plasticidad de los bailarines, la concentración y un despliegue amplio en escena. Soledad Mangia, Manuel Pacheco y Gastón Gatti fueron los protagonistas que con gran calidad lograron el objetivo trazado por la coreógrafa González. Y vamos entonces a las figuras invitadas. La Cordobesa Carolina Agüero, quien conformó dupla con el Norteamericano Thomas Biezska. Agüero es hoy primera figura del legendario Ballet de Hamburgo con anteriores pasos por el Ballet Argentino de Julio Bocca, el Ballet de Santiago (Chile), el Stuttgart Ballet, Dresden Ballet y el Ballet Nacional de Finlandia. Su compañero de esta oportunidad proviene justamente del Dresden Ballet, con paso previo por el Ballet de la Opera de París y el San Francisco Ballet y formación en la Julliard School y en la escuela del American Ballet. Animaron el ya mencionado Pas de deux de “El Lago…” con una prestancia estupenda. La calidad de desplazamientos de Agüero, la presencia y porte de Bieszka y el estupendo entendimiento entre ambos dieron por resultado la muy buena versión ofrecida. Y en la segunda parte animaron “Invisible Grace” la coreografía neoclásica de Yaroslav Ivanenko basada en música de Gurdjeff, con técnica suprema. Florencia Chinelatto, Oriunda de Paraná e integrante desde el año 2005 del Ballet de Hamburgo, realizó dupla con el Santafecino Matías Oberlin, compañero suyo desde el año 2014. Ambos revisten allí la categoría de solistas y lograron de manera natural un entendimiento que se plasmó en dos muy buenas versiones coreográficas. La Imponente de John Neumeier (Su Director en el Ballet) del “Adagietto” de la quinta sinfonía de Mahler y también de tan notable creador “La Dama de las camelias”, con música de Chopin. Los encuentros, las partidas, los enlaces, se dieron en ambos trabajos de modo natural, con mucha química entre ambos y esa frescura es la que el público premió espontáneamente con el aplauso. Julieta Paul (Bailarina del Teatro Argentino de La Plata), Carolina Basualdo (Integrante del Ballet del Sur de Bahía Blanca) y la muy conocida Paula Cassano (Miembro del Ballet Estable del Teatro Colón), dieron vida a “Les Eumenides” del Solista del Ballet de Santiago Bertrand Cortot de Boutellier. Sín argumento, es en el desarrollo de las formas y el clima que las interpretes deben lograr en donde reside el interés y es allí, en la técnica, los desplazamientos y las formas en donde las tres bailarinas se han destacado. El punto mas alto de la noche lo pusieron Karina Olmedo y Nahuel Prozzi con una electrizante recreación de la Coreografía de Mauricio Wainrot a partir de “Escualo” de Astor Piazzolla. Enlaces, lo dicho, desplazamientos electrizantes, energía, entrega. Cuesta creer que Olmedo se esté retirando. Fueron breves pero intensos minutos que dejaron marca en el escenario. Y me reservo para el final la opinión sobre la revelación de la noche. Lucas Segovia, Solista del Joffrey Ballet, formado en el Ballet Argentino y en la Escuela de Washington y decididamente dedicado ahora al repertorio basado en el musical. Bailó en estreno mundial una coreografía de la Colombiana Anabelle López-Ochoa la que con solo 31 años está llamada a ser un nombre importante en la creación coreográfica. “Vendetta”, basada en “Elizabeth Bay” un tema de Hauschka para Piano Preparado y efectos diversos es el disparador para un despliegue inmenso, demostrando Segovia técnica solvente e impecable actuación. Le cupo cerrar la gala con “Percussion 4” de Bob Fosse, abordada con un despliegue estupendo que le valió al interprete la segunda gran ovación de la noche. Es una gran satisfacción ver el crecimiento de todos y pronto nos lamentaremos por el retiro de Karina Olmedo. Ojalá veamos mas seguido estas galas con mas compatriotas destacándose. Donato Decina
LANO EN SU SALSA Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2018, Ciclo “Jovenes Solistas Internacionales”, Director: Stefan Lano. Solista: Alexandre Castro-Balbi (Violonchelo). Programa: Obras de Richard Strauss, Schumann y Korngold. CCK: Sala Sinfónica, 27 de Julio de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. A pedir de Stefan Lano y la mejor forma de retomar el contácto con las agrupaciones sinfónicas locales luego del descomunal vendaval Barenboim de la última quincena con la marca de la excelencia. Con un programa inteligentemente estructurado en donde el Conductor Norteamericano hizo gala de su muy buena reputación como preparador y en un repertorio que domina como pocos para llevar a esta renovada y enjundiosa Sinfónica Nacional a un dignísimo nivel. La velada se incio con una prolija versión de la Fantasía sobre temas de la Opera “La Mujer Sín Sombra” de Richard Strauss, la que cuenta en su orgánico con breves intervenciones a modo de apoyo del órgano, lo que permite aprovechar de manera integral todo el equipamiento de la Sala Sinfónica del CCK y está muy bien que así lo sea. La página aborda los momentos fundamentales de la ópera, resaltando las intervenciones puramente orquestales. Vista la densidad del programa abordado, es evidente que Lano debió centrar sus esfuerzos en las dos obras posteriores, sacrificando de algún modo la obra de inicio y se notó en algunas pequeñas imprecisiones iniciales y también que algunos sectores de la Sinfónica Nacional necesitan ya de Maestros Preparadores para reforzarlos. Una interesante actuación desplegó luego el Violonchelista Francés Alexandre Castro-Balbi quien fue el solista del muy exigente Concierto para Violonchelo y Orquesta de Robert Schumann. Obra de pasajes dificultosos tanto para el solista como para la Orquesta, salvo los interpretes muy consagrados, son muy pocos quienes se atreven a abordarlo. Este muy joven instrumetísta, integrante de la Staatskapelle de Weimar, mostró lirismo interpretativo, buen y genuino sonido, sólida técnica y gran refinamiento, con un Lano guiando de manera muy solida a la Nacional, dando como resultado la mejor versión que en los últimos tiempos se haya escuchado de la Obra. Como “yapa”, los oyentes nos vimos gratificados por una impecable interpretación de “Abenlied”del compositor Josef Rheinberger en donde el solista fue acompañado por todos sus colegas intervinientes en el Concierto de la sección de Violonchelos de la Sinfónica Nacional, capitaneados por su Solista, Jorge Pérez Tedesco. Composición muy lírica, fue expresada justamente en ese modo y fue muy bien recibida por la Concurrencia. El cierre mostró la mejor faceta de Lano, con el estreno latinoamericano de la Sinfonía en Fa sostenido mayor, Op. 40 de Erich Korngold. Obra de su último período de Composición (1954), poseedora de un intenso lirismo y una fantástica orquestación, aún cuando su lenguaje musical ya estaba desactualizado en la época de composición (a Rachmaninoff, Prokofeff y varios mas también les aconteció lo mismo), resulta a esta altura inexplicable su demoradísimo estreno entre Ntros. Lano estuvo en todos los detalles, con una versión exquisita en matices, jugándose a fondo para resaltar su estreno. Fue un acierto innegable y un estreno muy bienvenido. Con todo lo que se habló en la última semana, durante la interpretación de la Sinfonía hubo aplausos entre movimientos. Sin embargo deseo hacer una salvedad. Hubo mucho público compuesto por familias que en esta etapa de vacaciones de invierno concurreron atraídas por la Feria del Libro Infanto-Juvenil y se encontraron con el aditamento de poder presenciar este concierto, por lo que para muchos Niños y Jóvenes, fue también una valiosísima experiencia. Aquí se han enterado de que entre movimiento y movimiento no se aplaude, pero si además se logra que empiecen a concurrir a las salas de concierto, estaremos empezando a ganar una batalla muy importante, la del Conocimiento y la Cultura. Sean entonces bienvenidos. Donato Decina
CON SELLO DE SUPREMA EXCELENCIA “Festival Barenboim 2018”, Realización Conjunta del Teatro Colón de Buenos Aires, el Ministerio de Cultura de la Nación y el CCK. Actuación de Daniel Barenboim junto a la Staatskapelle Berlín, Peter Seifert (Tenor), Irene Theorin (Soprano),Kwangchul Youn (Bajo), Boaz Daniel (Baritono), Angela Denoke (Mezzosoprano), Gustavo López Manzitti (Tenor), Florian Hoffman (Tenor), Adam Kutny (Tenor). Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez. Programa: 17/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Johannes Brahms: Sinfonías Nºs. 2,en Re mayor, Op. 73 y 1 en Do menor, Op. 68. 19/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Johannes Brahms: Sinfonías Nºs 3 en Fa mayor, Op. 90 y 4 en Mi menor, Op. 98. 20/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Claude Debussy: “Images” para Orquesta, Igor Stravinsky: “La Consagración de la Primavera”. 22/07/18: Teatro Colón, Temporada 2018 y Cierre Festival Barenboim: Opera: “Tristan e Isolda” con Libreto y Música de Richard Wagner, con Puesta en escena de Harry Kupfer, escenografía de Hans Schavernoch, Vestuario de Buki Shiff y Jefe de Iluminación: Bernd Zeize. NUESTRA OPINION: EXCELENTE (+) Me tomaré prestada una expresión vertida al aire en nuestro último programa radial (previo al presente comentario) por Roberto Falcone: “La Vara Quedó Demasiado Alta”. Y es verdad, de tan alta que quedó han quedado expuestos los errores, limitaciones, carencias y el estado de situación general de todos los medios musicales, artísticos y de dirección con que cuenta la Argentina en general y el Teatro Colón por la Ciudad de Buenos Aires y el Ministerio de Cultura por la Nación en particular, que verdaderamente además del balance harto positivo del Festival y de Esta Visita de Barenboim, enciende la luz de preocupación de cara al futuro en el sentido de como se hace para apuntar a la excelencia y a la jerarquía de Ntros. Organismos musicales, que a la vista de lo escuchado antes de este acontecimiento y luego de haber asistido a toda la programación ofrecida por Ntro. Compatriota, uno no hace mas que pensar en los precarios resultados que dichos medios locales han tenido a lo largo de la presente temporada y lo mucho que habrá que hacer, no para apuntar a ser la Staatsoper de Berlin, pero al menos lograr de igual a igual un nivel comparable con la segunda línea Europea, esa que proveyó siempre al Colón de artistas que se convirtieron en Idolos del Público (que siempre se encarga de recordarlos) y no este presente, donde (salvo muy pocas excepciones) las carencias y falencias de muchas voces y muchos solistas convocados estuvieron a la orden del día. Por supuesto que para las autoridades les vale el honor de concretar la impresionante programación , pero ello no debe ser motivo de que eso llegue solo hasta ahí. El desafió es a partir de la excelencia de Ntros. Cuerpos Estables y artistas y propiciar la venida de pocos pero muy buenos interpretes que ayuden justamente a “elevar la vara” en pos de la excelencia señalada. En los Directivos está la respuesta. Yendo al plano eminentemente sinfónico presencie tres veladas de excepción en la Sala Sinfónica del CCK. La primera tuvo la audición (en ese orden) de las Sinfonías Nºs. 2 y 1 de Brahms. A una fresca y sutil versión de la Nº 2, desgraciadamente salpicada por la reacción de un público no habituado a concurrir a conciertos, que aplaudió entre movimiento y movimiento y hasta unos compases antes del final (lo que motivó a que Barenboim cortésmente solicitara que no lo hagan en la siguiente sinfonía, a modo de una increíble “Clase de comportamiento a observarse en la sala”) , le siguió una vibrante y espectacular versión de la Nº 1, aún con un comienzo también accidentado, ya que a los pocos compases del inicio, el Director, bajó sus brazos y detuvo la interpretación para solicitarle al público ubicado en el sector reservado al coro, es decir, de frente al Director, que no sacaran fotografías. Recomenzada “da capo”, nos permitió descubrir a una Concertino de sonido formidable en el solo del Segundo movimiento. Una expresividad fuera de serie y una tensión sostenida en todo momento, para redondear a mi entender la mejor versión que Yo jamás haya apreciado en vivo. El destaque de todas las familias de instrumentos. Los planos y sonoridades que quedaron expuestos de una manera superlativa y una agrupación visitante que lució a pleno su excelencia. La segunda sesión presenciada tuvo un desarrollo desgraciadamente muy traumático. Se comenzó con la Sinfonía Nº 3 del Gran Compositor Hamburgues con una increíble visión del primer movimiento: desarrollo, vuelo, “canto” orquestal. En el segundo, una expresividad absoluta, que me llevo (lo confieso) a conmoverme hasta las lágrimas, hasta que un instante antes del final de ese pasaje, un apagón general de electricidad dejó al edificio (y Obviamente a la sala) en total penumbra, solo atenuada por algunas luces de emergencia que le permitieron a los músicos proseguir hasta el final del mismo, coronando el público con una cerrada ovación la actitud de los mismos. Se esperaron unos minutos y ante la información acercada por un asistente Barenboim tomó la palabra para anunciar que se debería salir de la sala como consecuencia del apagón. Sin embargo a los pocos minutos se reanudó el suministro eléctrico, volvimos a la sala y entonces Barenboim retomó la interpretación a partir de los compases que se estaban interpretado al momento de producirse el apagón para luego seguir con los dos movimientos restantes. Un ”Poco Allegretto” como pocas veces se lo ha escuchado, pleno de expresividad, y un remate increíble en sutilezas en los momentos finales de la obra que (mas allá del accidentado momento antes vivido) llevaron a la versión a alturas insospechadas. De igual manera la versión de la Cuarta coronó la integral de Sinfonías con una versión electrizante desde el primer momento. Discurso monolítico de la cuerda, bronces de fuste, vientos de una precisión increíble, percusión impecable y un final de movimiento en donde en lugar de sostenerlo desde el forte, parte desde allí para ir gradualmente disminuyendo el sonido del conjunto hasta extinguirlo por completo. El segundo movimiento fue una clase magistral del “Pizzicato” y eso solo es posible con una cuerda que hace honor al sonido Europeo. Un intenso “Allegro Giocoso” dió paso para un final electrizante con las 34 variaciones sobre la Passacaglia que coronó de manera espectacular la integral, sin dudas, la mejor por mí escuchada. La tercera y última velada de las programadas en la Sala Sinfónica tuvo como epicentro “Images” de Claude Debussy, felizmente en versión integral, aún cuando alteró el orden de números que la componen para finalizarla con la secuencia de “Iberia” los fragmentos mas conocidos de este trabajo. Color, atmósfera, transitar desde la intensidad a la sutileza, todo eso ha hecho que la versión sea inolvidable y cerrar con una espectac ular versión de “La Consagración de la Primavera” como jamás se la haya escuchado. El equilibrio que el conjunto mantuvo en todas sus secciones a lo largo de la obra es increíble. Jamás un desboque. Jamás la estridencia sin control. Barenboim extrajo todos los detalles posibles, plasmando un trabajo de orfebrería sencillamente memorable. Párrafo final para este tramo para la heroína de las tres primeras noches: la Acústica. Rotundamente digo que la Sala Sinfónica del CCK es ya el Auditorio de conciertos de Buenos Aires. Si hasta ahora, a excepción del Concierto de la Sinfónica Nacional con Diemecke del 10 de Julio del 2015 con la Segunda Sinfonía de Mahler, nadie le encontró solución al tema de como se escucha, pues que se sepa que la acústica no es la culpable. Habrá que buscar por otro lado y mirar mas hacia adentro. Y el final fue con Opera. Asistí a la última función de “Tristán e Isolda” ya en el Colón, la que en este caso contó con la presencia de la soprano Sueca Irene Theorin en el protagónico femenino. Barenboim aquí tuvo el gran acierto de traer la producción del Profesor Harry Kupfer para la Staatsoper de Berlin centrada únicamente en un Angel Caído (símbolo de muerte) sobre el cual se desplazan todos los protagonistas, los que imaginariamente viajarán junto al público hacia todas las profundidades y universos posibles, notable realización visual de Hans Schavernoch. El trabajo lumínico se ve reforzado a través de un telón oscuro el que de acuerdo a las situaciones ensombrecerá o aclarará la escena. El plato giratorio del escenario del Colón logrará que por momentos Isolda (ubicada por encima de los hombros del ángel en el segundo acto) nos dé la sensación de Volar al encuentro de Tristán. Otro detalle estupendo lo da la ubicación del pastor en el comienzo del tercer acto, sentado sobre la cabeza del ángel, sacando imaginariamente sonido a una flauta que interpreta el solo que realmente hace el corno inglés en el foso. Y el final con una escena que se oscurece gradualmente al compas de la muerte de amor de Isolda fue sencillamente espectacular. Actoralmente logró marcar de manera estupenda a todos los interpretes, quienes dieron absolutamente todo lo mejor de si mismos. Y entonces entrando ya de lleno en este terreno, Peter Seifert no se guardó absolutamente nada y mas allá de una pequeña imperfección en el último acto trazó un Tristán memorable. Timbre acerado, penetrante, magnífico en el decir, completa línea de canto, puso toda su experiencia y su garra al servicio del personaje. Irene Theorin tiene una voz de potencia sin igual. Es una Isolda arrasadora, muy buen decir y conmueve en la muerte de amor. Convence por completo. Kwangchul Youn trazó un Rey Marke formidable con inflexiones de voz penetrantes y línea de canto sin igual. El atribulado y atormentado monólogo del segundo acto luego de descubrir a los infieles fue expresado de modo excepcional. Boaz Daniel fue un Kurvenal de antología: actuación, dicción, línea de canto. Se puede decir que fue el “Ladero” perfecto. Angela Denoke, aún cuando se le percibió una pequeña molestia vocal, trazó una fantástica Brangania, atormentada por todo lo que acontece a partir del suministro del “filtro del amor “ y las consecuencias que recaerán sobre Isolda. Gustavo López Manzitti cumplió con creces en el Melot y logró el perfil siniestro que ese personaje requiere, estuvo a la altura del resto del elenco, ¡Bravo!. Y cierran la nómina dos muy buenas voces co-primarias: Adam Kutny, muy bueno en la breve intervención del Timonel y Florian Hoffmann, con excelente desempeño tanto como el Marinero y mucho mas aún como el Pastor. Muy ajustado y bien preparado una vez mas el Coro Estable del Teatro Colón a las Ordenes de Miguel Martínez. Todos estos detalles coadyuvaron para que Daniel Barenboim nos regalara una versión de antología. La Staatskapelle en el foso entregó un sonido sublime. Los detalles que el Director marcó como ninguno. Las tensiones, intensidades, expresiones, absolutamente sostenidas. Los pasajes resaltados, los claroscuros, los momentos de color, los momentos de carga dramática fueron entregados de modo refinado y exquisito. Fueron cuatro sesiones de una verdadera fiesta musical. No cabe en mi asombro que aún persistan en algunos sectores los cuestionamientos al Festival y al Director en particular. Deberíamos con humildad aprender y encontrar nuestro propio camino. Las envidias no son buenas. Conducen irremediablemente a la mediocridad. Donato Decina