sábado, 18 de agosto de 2018

CON SELLO DE SUPREMA EXCELENCIA “Festival Barenboim 2018”, Realización Conjunta del Teatro Colón de Buenos Aires, el Ministerio de Cultura de la Nación y el CCK. Actuación de Daniel Barenboim junto a la Staatskapelle Berlín, Peter Seifert (Tenor), Irene Theorin (Soprano),Kwangchul Youn (Bajo), Boaz Daniel (Baritono), Angela Denoke (Mezzosoprano), Gustavo López Manzitti (Tenor), Florian Hoffman (Tenor), Adam Kutny (Tenor). Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez. Programa: 17/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Johannes Brahms: Sinfonías Nºs. 2,en Re mayor, Op. 73 y 1 en Do menor, Op. 68. 19/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Johannes Brahms: Sinfonías Nºs 3 en Fa mayor, Op. 90 y 4 en Mi menor, Op. 98. 20/07/18 (CCK-Sala Sinfónica): Claude Debussy: “Images” para Orquesta, Igor Stravinsky: “La Consagración de la Primavera”. 22/07/18: Teatro Colón, Temporada 2018 y Cierre Festival Barenboim: Opera: “Tristan e Isolda” con Libreto y Música de Richard Wagner, con Puesta en escena de Harry Kupfer, escenografía de Hans Schavernoch, Vestuario de Buki Shiff y Jefe de Iluminación: Bernd Zeize. NUESTRA OPINION: EXCELENTE (+) Me tomaré prestada una expresión vertida al aire en nuestro último programa radial (previo al presente comentario) por Roberto Falcone: “La Vara Quedó Demasiado Alta”. Y es verdad, de tan alta que quedó han quedado expuestos los errores, limitaciones, carencias y el estado de situación general de todos los medios musicales, artísticos y de dirección con que cuenta la Argentina en general y el Teatro Colón por la Ciudad de Buenos Aires y el Ministerio de Cultura por la Nación en particular, que verdaderamente además del balance harto positivo del Festival y de Esta Visita de Barenboim, enciende la luz de preocupación de cara al futuro en el sentido de como se hace para apuntar a la excelencia y a la jerarquía de Ntros. Organismos musicales, que a la vista de lo escuchado antes de este acontecimiento y luego de haber asistido a toda la programación ofrecida por Ntro. Compatriota, uno no hace mas que pensar en los precarios resultados que dichos medios locales han tenido a lo largo de la presente temporada y lo mucho que habrá que hacer, no para apuntar a ser la Staatsoper de Berlin, pero al menos lograr de igual a igual un nivel comparable con la segunda línea Europea, esa que proveyó siempre al Colón de artistas que se convirtieron en Idolos del Público (que siempre se encarga de recordarlos) y no este presente, donde (salvo muy pocas excepciones) las carencias y falencias de muchas voces y muchos solistas convocados estuvieron a la orden del día. Por supuesto que para las autoridades les vale el honor de concretar la impresionante programación , pero ello no debe ser motivo de que eso llegue solo hasta ahí. El desafió es a partir de la excelencia de Ntros. Cuerpos Estables y artistas y propiciar la venida de pocos pero muy buenos interpretes que ayuden justamente a “elevar la vara” en pos de la excelencia señalada. En los Directivos está la respuesta. Yendo al plano eminentemente sinfónico presencie tres veladas de excepción en la Sala Sinfónica del CCK. La primera tuvo la audición (en ese orden) de las Sinfonías Nºs. 2 y 1 de Brahms. A una fresca y sutil versión de la Nº 2, desgraciadamente salpicada por la reacción de un público no habituado a concurrir a conciertos, que aplaudió entre movimiento y movimiento y hasta unos compases antes del final (lo que motivó a que Barenboim cortésmente solicitara que no lo hagan en la siguiente sinfonía, a modo de una increíble “Clase de comportamiento a observarse en la sala”) , le siguió una vibrante y espectacular versión de la Nº 1, aún con un comienzo también accidentado, ya que a los pocos compases del inicio, el Director, bajó sus brazos y detuvo la interpretación para solicitarle al público ubicado en el sector reservado al coro, es decir, de frente al Director, que no sacaran fotografías. Recomenzada “da capo”, nos permitió descubrir a una Concertino de sonido formidable en el solo del Segundo movimiento. Una expresividad fuera de serie y una tensión sostenida en todo momento, para redondear a mi entender la mejor versión que Yo jamás haya apreciado en vivo. El destaque de todas las familias de instrumentos. Los planos y sonoridades que quedaron expuestos de una manera superlativa y una agrupación visitante que lució a pleno su excelencia. La segunda sesión presenciada tuvo un desarrollo desgraciadamente muy traumático. Se comenzó con la Sinfonía Nº 3 del Gran Compositor Hamburgues con una increíble visión del primer movimiento: desarrollo, vuelo, “canto” orquestal. En el segundo, una expresividad absoluta, que me llevo (lo confieso) a conmoverme hasta las lágrimas, hasta que un instante antes del final de ese pasaje, un apagón general de electricidad dejó al edificio (y Obviamente a la sala) en total penumbra, solo atenuada por algunas luces de emergencia que le permitieron a los músicos proseguir hasta el final del mismo, coronando el público con una cerrada ovación la actitud de los mismos. Se esperaron unos minutos y ante la información acercada por un asistente Barenboim tomó la palabra para anunciar que se debería salir de la sala como consecuencia del apagón. Sin embargo a los pocos minutos se reanudó el suministro eléctrico, volvimos a la sala y entonces Barenboim retomó la interpretación a partir de los compases que se estaban interpretado al momento de producirse el apagón para luego seguir con los dos movimientos restantes. Un ”Poco Allegretto” como pocas veces se lo ha escuchado, pleno de expresividad, y un remate increíble en sutilezas en los momentos finales de la obra que (mas allá del accidentado momento antes vivido) llevaron a la versión a alturas insospechadas. De igual manera la versión de la Cuarta coronó la integral de Sinfonías con una versión electrizante desde el primer momento. Discurso monolítico de la cuerda, bronces de fuste, vientos de una precisión increíble, percusión impecable y un final de movimiento en donde en lugar de sostenerlo desde el forte, parte desde allí para ir gradualmente disminuyendo el sonido del conjunto hasta extinguirlo por completo. El segundo movimiento fue una clase magistral del “Pizzicato” y eso solo es posible con una cuerda que hace honor al sonido Europeo. Un intenso “Allegro Giocoso” dió paso para un final electrizante con las 34 variaciones sobre la Passacaglia que coronó de manera espectacular la integral, sin dudas, la mejor por mí escuchada. La tercera y última velada de las programadas en la Sala Sinfónica tuvo como epicentro “Images” de Claude Debussy, felizmente en versión integral, aún cuando alteró el orden de números que la componen para finalizarla con la secuencia de “Iberia” los fragmentos mas conocidos de este trabajo. Color, atmósfera, transitar desde la intensidad a la sutileza, todo eso ha hecho que la versión sea inolvidable y cerrar con una espectac ular versión de “La Consagración de la Primavera” como jamás se la haya escuchado. El equilibrio que el conjunto mantuvo en todas sus secciones a lo largo de la obra es increíble. Jamás un desboque. Jamás la estridencia sin control. Barenboim extrajo todos los detalles posibles, plasmando un trabajo de orfebrería sencillamente memorable. Párrafo final para este tramo para la heroína de las tres primeras noches: la Acústica. Rotundamente digo que la Sala Sinfónica del CCK es ya el Auditorio de conciertos de Buenos Aires. Si hasta ahora, a excepción del Concierto de la Sinfónica Nacional con Diemecke del 10 de Julio del 2015 con la Segunda Sinfonía de Mahler, nadie le encontró solución al tema de como se escucha, pues que se sepa que la acústica no es la culpable. Habrá que buscar por otro lado y mirar mas hacia adentro. Y el final fue con Opera. Asistí a la última función de “Tristán e Isolda” ya en el Colón, la que en este caso contó con la presencia de la soprano Sueca Irene Theorin en el protagónico femenino. Barenboim aquí tuvo el gran acierto de traer la producción del Profesor Harry Kupfer para la Staatsoper de Berlin centrada únicamente en un Angel Caído (símbolo de muerte) sobre el cual se desplazan todos los protagonistas, los que imaginariamente viajarán junto al público hacia todas las profundidades y universos posibles, notable realización visual de Hans Schavernoch. El trabajo lumínico se ve reforzado a través de un telón oscuro el que de acuerdo a las situaciones ensombrecerá o aclarará la escena. El plato giratorio del escenario del Colón logrará que por momentos Isolda (ubicada por encima de los hombros del ángel en el segundo acto) nos dé la sensación de Volar al encuentro de Tristán. Otro detalle estupendo lo da la ubicación del pastor en el comienzo del tercer acto, sentado sobre la cabeza del ángel, sacando imaginariamente sonido a una flauta que interpreta el solo que realmente hace el corno inglés en el foso. Y el final con una escena que se oscurece gradualmente al compas de la muerte de amor de Isolda fue sencillamente espectacular. Actoralmente logró marcar de manera estupenda a todos los interpretes, quienes dieron absolutamente todo lo mejor de si mismos. Y entonces entrando ya de lleno en este terreno, Peter Seifert no se guardó absolutamente nada y mas allá de una pequeña imperfección en el último acto trazó un Tristán memorable. Timbre acerado, penetrante, magnífico en el decir, completa línea de canto, puso toda su experiencia y su garra al servicio del personaje. Irene Theorin tiene una voz de potencia sin igual. Es una Isolda arrasadora, muy buen decir y conmueve en la muerte de amor. Convence por completo. Kwangchul Youn trazó un Rey Marke formidable con inflexiones de voz penetrantes y línea de canto sin igual. El atribulado y atormentado monólogo del segundo acto luego de descubrir a los infieles fue expresado de modo excepcional. Boaz Daniel fue un Kurvenal de antología: actuación, dicción, línea de canto. Se puede decir que fue el “Ladero” perfecto. Angela Denoke, aún cuando se le percibió una pequeña molestia vocal, trazó una fantástica Brangania, atormentada por todo lo que acontece a partir del suministro del “filtro del amor “ y las consecuencias que recaerán sobre Isolda. Gustavo López Manzitti cumplió con creces en el Melot y logró el perfil siniestro que ese personaje requiere, estuvo a la altura del resto del elenco, ¡Bravo!. Y cierran la nómina dos muy buenas voces co-primarias: Adam Kutny, muy bueno en la breve intervención del Timonel y Florian Hoffmann, con excelente desempeño tanto como el Marinero y mucho mas aún como el Pastor. Muy ajustado y bien preparado una vez mas el Coro Estable del Teatro Colón a las Ordenes de Miguel Martínez. Todos estos detalles coadyuvaron para que Daniel Barenboim nos regalara una versión de antología. La Staatskapelle en el foso entregó un sonido sublime. Los detalles que el Director marcó como ninguno. Las tensiones, intensidades, expresiones, absolutamente sostenidas. Los pasajes resaltados, los claroscuros, los momentos de color, los momentos de carga dramática fueron entregados de modo refinado y exquisito. Fueron cuatro sesiones de una verdadera fiesta musical. No cabe en mi asombro que aún persistan en algunos sectores los cuestionamientos al Festival y al Director en particular. Deberíamos con humildad aprender y encontrar nuestro propio camino. Las envidias no son buenas. Conducen irremediablemente a la mediocridad. Donato Decina

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