sábado, 18 de agosto de 2018

Espectacular recital de Anna Netrebko y Yusif Eyvazov en el Teatro Colón SE PRODUJO EL DEBUT MÁS ESPERADO Martha CORA ELISEHT Finalmente, el tan esperado debut de Anna Netrebko en el Teatro Colón se hizo realidad. Lo hizo en compañía de su esposo- el tenor azerí Yusif Eyvazov- el pasado domingo 12 del corriente, acompañada por la Orquesta Estable del Colón, bajo la dirección de Jader Bignamini, en un recital de ópera italiana de diferentes compositores (Leoncavallo, Mascagni, Giordano, Verdi, Puccini), con preponderancia de estos dos últimos. La presentación de estos cantantes de consabida fama internacional se vio en riesgo, debido a una hepatitis -contraída con antelación a su gira latinoamericana- . Sin embargo, parece que no les ha venido nada mal: por el contrario, Anna Netrebko lució espléndida sobre el escenario. Se la vio con unos kilos de menos y un cambio de look- volvió al color original de su cabello- , que le sentaba perfectamente bien. Desde ya, se produjo una auténtica ovación ni bien la pareja hizo su entrada en el escenario del Colón, donde los vítores y los aplausos de un teatro colmado de gente se hicieron sentir antes del inicio del espectáculo. Una vez finalizados los mismos, en la primera parte del presente recital se interpretaron obras de Guiseppe Verdi (1813-1901), abriendo con el dúo “Giá nella notte densa” del 1° Acto de Otello, de honda fuerza dramática, donde contrastan la bravura y la valentía del Moro de Venecia con la ternura de su esposa- Desdémona- en un memorable dúo de amor. La versión ofrecida por Netrebko y Eyvazov fue impecable- tanto desde el punto de vista vocal como actoral-, llevando al lirismo de Verdi a su máxima expresión. Pese a la avasallante voz de Netrebko, Yusif Eyvazov demostró estar a la altura de las circunstancias, con un correcto desempeño vocal. Unido esto a la excelente dirección de Jader Bignamini- dirigió todo el recital de memoria-, el Colón estalló en aplausos. Seguidamente, la versión de la Obertura de Nabucco fue un ejemplo de perfección y dirección orquestal. Bien ejecutados los tempi, tutti y la cavattina que precede al final, y con un perfecto equilibrio, Bignamini fue inmensamente aplaudido por la enorme cantidad de público que se había dado cita en el Teatro esa tarde. Seguidamente, Anna Netrebko deslumbró al público con su brillante interpretación del aria del 1° Acto de Macbeth: “Nel di della vittoria… Vieni, t’affretta… Or tutti, sorgete”, que sigue el clásico esquema: recitativo/ aria/ cabaletta. La diva demostró estar en su mejor momento vocal y en su madurez como cantante lírica. Unido esto a sus grandes dotes histriónicas, el Colón estalló. Sin embargo, no pudo decirse lo mismo de Yusif Eyvazov en “Ah, si bien mío… Di quella pira” de Il Trovatore. Es un aria de gran dificultad técnica y un desafío para cualquier gran tenor que se precie de ser tal, ya que debe dar un clásico Do de pecho. Si bien Eyvazov lo alcanzó y pudo sostenerlo hacia el final, hubo pasajes donde, directamente, la orquesta tapó su voz. Desgraciadamente, no estuvo a la altura de las circunstancias. Afortunadamente, el recital prosiguió con la célebre obertura de La Forza del Destino y el aria “Pace, pace, mío Dío!”, correspondiente al 4° Acto de la obra. Una vez más, Bignamini demostró sus dotes de gran director de orquesta- y especialmente, de ópera- en esta pieza que, por lo general, suele formar parte de los programas de conciertos y recitales operísticos. Al aria de Leonora -interpretada por Anna Netrebko- no le faltó nada: excelente vocalización, dramatismo, histrionismo, con muy buenos matices e inflexiones de voz y un fiato perfecto. Y, como no podía ser de otra manera, se retiró ovacionada por el público. Le siguió Yusif Eyvazov en “Quando le seré al plácido” de Luisa Miller, donde tuvo una correcta interpretación, con buenas inflexiones de voz y matices dramáticos, acorde a los sentimientos encontrados (el amor de Rodolfo por Luisa y la errónea creencia de serle infiel) dentro del lirismo verdiano. Y, para el final de esta primera parte, no podía faltar el dúo del 1° Acto de La Traviata (“Libiamo ne’ lieti calici”), donde los protagonistas demostraron sus cualidades escénicas y vocales, logrando un perfecto equilibrio. Pese a la superioridad vocal de la voz de Anna Netrebko, juntos hicieron un muy buen dúo y se retiraron en medio de un estallido de aplausos y vítores. La segunda parte del concierto abrió con el dúo de amor que cierra el 1° Acto de Madame Butterfly (“Vogliatemi bene”), de Puccini, donde una vez más, Netrebko superó ampliamente a su partenaire - vocalmente hablando-. Fue la única aria del concierto donde ambos utilizaron una partitura. No se puede saber si era la primera vez que Eyvazov cantaba el rol de Pinkerton, pero lo cierto es que lo taparon tanto la Netrebko como la orquesta. Una pena. Seguidamente, Jader Bignamini ofreció una espléndida versión del Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni (1863-1945) y, posteriormente, Anna Netrebko se lució como Nedda en el aria “Stridono lassú” de I Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo, donde la protagonista desea ser libre como los pájaros que atraviesan volando el cielo. Bailó, actuó y cantó magistralmente dicha aria sobre el escenario, tras lo cual, el Colón estalló nuevamente en aplausos. Le siguió Yusif Eyvazov con una correcta versión de Un dia all’azurro spazio” de Andrea Chénier, de Umberto Giordano, donde ofreció una muy buena versión de la mencionada y célebre aria. El público le dio su apoyo mediante sus aplausos y, posteriormente, le tocó el turno a la orquesta. Esta vez, con el Intermezzo de Manon Lescaut, de Puccini, donde la Estable se lució bajo la batuta de Jader Bignamini, ofreciendo una versión llena de dramatismo, lirismo, con un cantábile impecable por parte de las cuerdas y el violoncello solista. Seguidamente, se ofrecieron las dos arias más conocidas de Tosca para cerrar el recital: Vissi d’arte y E lucevan le stelle, donde Netrebko y Eyvazov sobresalieron en sus respectivos roles. Al terminar esta última aria, el Colón estalló y vinieron los consabidos bises: Anna Netrebko ofreció “Hela in der Bergen” de la opereta “La Princesa de las Czardas”, de Imre Kálman, donde interpretó a la gitana Marja en escena, bailando al compás de la música y haciendo gala de su voz y de sus dotes histriónicas. Y juntos cantaron “O sole mío”, donde invitaron a todos los integrantes del Coro Estable y estudiantes de canto- que estaban parados en la Platea- a subirse al escenario y cantar junto a ellos. Realmente, se trató de un momento emocionante y de un reconocimiento hacia sus colegas. Desgraciadamente, una pudo disfrutar de los bises merced a los videos que se suben a las redes sociales, ya que quien escribe debió partir antes de tiempo para cubrir- a posteriori- el recital de Martha Argerich en el CCK. Independientemente de ello, y con las excepciones anteriormente comentadas, fue un recital magnífico, largamente ansiado y soñado por el público local. Ella se encuentra en su plena madurez como cantante lírica en todos los aspectos. Él no desentonó y tuvo un desempeño muy correcto, pero tampoco estuvo a la altura de las circunstancias. No es fácil tener a una diva como pareja, y menos, a una de las más grandes voces de la lírica actual. Lo que una ansía es poder apreciarla cantando ópera, y no sólo participar de un recital. Tarea difícil en épocas de vacas flacas y de bolsillos vacíos, pero no imposible.

1 comentario:

  1. Solo dos cosas porque para entrar en mas detalles no me alcanza el espacio: El Otello fue horriblemente ralentado y no tocó siquiera una fibra íntima. La obertura de Nabucco fue lo peor interpretado por una orquesta enojada y sin ganas.

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