PRESUNCION
CONFIRMADA
CCK (Sala Sinfónica),
Ciclo de Visitas de Organismos Extranjeros. Actuación de la Orquesta Filarmónica
Checa del Norte (Teplice), Director: Roberto Montenegro. Solista: Martín Kasik
(Piano). Programa: Johannes Brahms: Variaciones sobre el Coral de San Antonio
de Haydn, Op. 56 A. Sinfonía Nº 4 en Mi menor, Op. 98. Frederic Chopin.
Concierto para Piano y Orquesta Nº 1 en Mi menor. 25 de Abril de 2017.
Al enterarme de la
realización de este concierto, tuve la presunción que podía tratarse de una
manifestación musical de alta calidad. Y si bien, para desagrado mío, no se
hallaban en los atriles ni Dvorak, ni Smetana, ni Janacek, las presencias de
Brahms y Chopin mitigaban en parte las omisiones y desafié entonces el
impiadoso temporal que a la sorprendente hora de inicio del Concierto (18 hs.)
azotaba el bajo porteño. No estuve errado.
El grupo que nos visitó estuvo conformado por cincuenta
músicos (leyó bien). Posee una homogeneidad de sonido apabullante. Tuvo en el
uruguayo Roberto Montenegro (Director emérito de Ntra. Sinfónica Provincial de
Santa Fe) a un Guía de excepción. Ya desde el arranque de las “Variaciones
sobre un Tema de Haydn” de Brahms se pudo percibir la categoría del conjunto
visitante. Riqueza tímbrica, vientos supremos, cuerda no muy numerosa, pero muy
voluntariosa, para compensar con entrega a la masa de bronces, superior en
sonido, la que se ajustó en la segunda mitad de la otra obra del genial
Hamburgués, la Sinfonía Nº 4. Montenegro estuvo atento hasta en los detalles
mas finos, brindando una interpretación plena de color y de tiempo muy vivaz.
Siguiendo con Brahms,
la Cuarta fue creciendo en intensidad desde el comienzo, hasta llegar a los dos
movimientos finales resueltos de manera colosal, en donde todos los sectores,
sin excepción, entregaron una fenomenal faena y en donde Montenegro demostró
ser un fino interprete.
El centro del
programa nos mostró a Martin Kasik, un supremo interprete en una de las mas personales
y brillantes versiones del Primero para Piano y Orquesta de Chopin de los últimos
tiempos. Enjundia, apasionamiento, sin exageraciones, técnica formidable, nada
de excesos. El clima de intimidad con el que dotó al segundo movimiento, en una
comunión total con el conjunto, fue a
todas luces inolvidable. Una cerrada ovación premió la labor y no hizo falta un
bis porque ya estaba todo dicho.
Las ganas de mas vinieron luego
de la Cuarta de Brahms. Fue con una suprema versión de “Oblivion” de Piazzolla.
Aunque no se precisó de quien fue la transcripción, lo cierto es que disfrutamos
del solo de flauta de Anna Nesverova, decididamente estupendo. Ya que en los
últimos tiempos Piazzolla se había inclinado por tener una flauta dentro de su
conjunto, no fue desacertado en modo alguno la asignación del solo a ese
instrumento en el arreglo ofrecido, por lo que hubiera sido lindo saber quien fue
el autor del mismo.
Donato Decina
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