sábado, 18 de noviembre de 2017



COLORIDA, POETICA Y BIEN INTERPRETADA

Teatro Colón, temporada 2017, Opera: “Russalka”, Opera en tres actos. Música: Antonin Dvorak, Libreto: Jaroslav Kvapil, basado en los cuentos de Jaromir Erben y Bozena Nemcova. Interpretes: Ana María Martínez (Russalka), Dimitry Golovnin (Príncipe), Ante Jerkunica (Vodnik), Elisabeth Canis (Jezibaba), Marina Silva (La Princesa Extranjera), Oriana Favaro-Rocío Giordano-Rocío Arbizu (Ninfas del Bosque), Sebastián Sorrarain (Guardabosque/Mayordomo), Cecilia Pastawski (Niño de la Cocina), Fermín Prieto (Voz del Cazador),Franco Cadelago (Acompañante de Jezibaba). Escenografía: Jorge Ballina. Vestuario: Eloise Kazan, Iluminación: Víctor Zapatero, Coreografía General y del Acompañante de Jezibaba (Basada la Primera en el Original de Carlos Carrillo): Franco Cadelago. Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez. Orquesta Estable del Teatro Colón, Dirección: Julian Kuerti. Dirección Escénica: Enrique Singer. Producción del Teatro de Bellas Artes de México. Teatro Colón, Función del 10 de Noviembre de 2017.




NUESTRA OPINION: MUY BUENO

  Y después de 109 años, el Colón comenzó a saldar su cuenta pendiente con Dvorak. Lo hizo trayendo a escena “Russalka”, el título mas famoso (y ambicioso) del genial creador Bohemio, luego de que  “Buenos Aires Lírica” tuviera el honor de ofrecerlo por vez primera en el Teatro Avenida, tras varios intentos infructuosos realizados por el “Off Colón” (De los cuales en uno fui testigo directo. La exhorbitancia solicitada en concepto de arrendamiento del material Orquestal impidió tal objetivo, para el cuál estaba apalabrado como conductor el extinto Reynaldo Zemba, acaso el máximo especialista en Dvorak que hubo en Ntro. Medio). Esta vez Ntro. Máximo escenario lo logró con un convenio dejado por la gestión Loperfido por el cuál se trajo la producción que Enrique Singer (Realizador Mexicano) montó para el Teatro de Bellas Artes de la Capital Azteca.

  Y vayamos entonces a esa realización visual. Clásica. Excelentemente Iluminada. Adaptada al escenario del Colón dada la mayor boca de escenario y profundidad del mismo pero en donde todos los elementos estuvieron en su lugar. La historia de esta “Sirena” que quiere ser humana y poder amar, pero que termina despojada de su condición, para terminar regresando repudiada sin poder retornar a su forma original, fue plasmada con nobles recursos. El Bosque, marcado por superficies coloridas. El agua y la profundidad del lago, resaltadas por un cerramiento que subía y bajaba según las circunstancias dando el deseado efecto de la profundidad del lecho. Del mismo modo en que las Ninfas entraban dentro de este marco suspendidas en el aire mediante arneses que permitían visualizarlas con un efecto de estar nadando. El palacio del príncipe en el segundo acto, marcado por cercos y escalinatas convenientemente distribuidos y de ahí la muy buena ubicación de los interpretes en la escena. Y finalmente la muy buena resolución del acto final (y la escena final de la obra) con el príncipe entregado a la muerte por amor con sugerente marcación, realizada con muy buen gusto. Todo esto conlleva a que Ntro. Público reciba de muy buena manera la puesta y en su gran mayoría la considere como uno de los mejores espectáculos visuales del año. En lo personal, prefiero una mayor imaginación y creatividad, pero no dejo de reconocer, ni quitar mérito alguno, a que el espectáculo tuvo categoría, con momentos decididamente poéticos en cuanto a efectos lumínicos desarrollados por Jorge Ballina que realzaron la escena por completo. Otro tanto le cabe a la realización de vestuario, a cargo de Eloise Kazan, absolutamente de Epoca y a tono con la escena. Y para redondear la labor, una muy adecuada coreografía del segundo acto a cargo de Franco Cadelago, basada en el original Mexicano de Carlos Carrillo que patentizo el clima de burla al que es sometida la protagonista vista su condición de habitante de los bosques (casi una salvaje), la que además no emite ningún sonido, quebrando este asfixiante silencio  la aparición de su progenitor con el que mantiene un desesperado diálogo, mas la personal, dando vida al asistente de Jezibaba, la hechicera que resaltó mas la acción de ese personaje.

  En lo que respecta a los aspectos musicales, Julian Kuerti, Joven Conductor Canadiense, realizó una concertación muy buena, con un  rendimiento superlativo del orgánico orquestal. El lenguaje musical del Dvorak de esa época quedó expuesto sobremanera alcanzando el pleno colorido que la orquestación contiene. La comunicación con el palco escénico fue plena, por lo que la resolución del trabajo fue sencillamente estupenda. El Coro fue convenientemente preparado por Miguel Martínez, desarrollando sus intervenciones con plena justeza.

  Y finalmente lo vocal. Ana María Martínez fue una conveniente protagonista. Emitió correctamente, tuvo expresividad y expuso oficio y autoridad escénica para transmitir las ansias, angustias y todo el drama con el que la obra se cierra. Dimitry Golovnin es un buen tenor Ruso que tiene una formación ideal para roles eslavos. Dueño de un  portentoso caudal vocal, sin embargo adoleció de una falta de refinamiento para algunos pasajes como el de la escena final. Empero, su desempeño fue muy correcto. Ante Jerkunica  como Vodnik, Padre de la Protagonista, fue la Voz de esta presentación. Autoridad escénica, caudal amplio que corre por toda la sala, técnica impecable. Ojalá podamos contar con El en nuevos títulos. Elisabeth Canis (Jezibaba del estreno Argentino), volvió a lucir con este personaje, mostrando buena actuación y compensando con sobrado oficio algún déficit vocal. Marina Silva fue la Voz femenina, arrasando con su interpretación de la princesa extranjera (También como en el estreno en el Avenida), extrayéndole todo el jugo posible a su parte y ganándose la merecidísima segunda ovación de la noche detrás de la del bajo Jerkunica. Oriana Favaro, Rocío Giordano y Rocío Arbizu lucieron a pleno como las Ninfas del Bosque cumplimentándose absolutamente entre ellas y realizando un excelente trabajo actoral. Un simpático desempeño tuvieron tanto Sebsatián Sorrrain tanto como el Guardabosque  como en el rol de Mayordomo de Palacio y Cecilia Pastawski como el Niño de la Cocina (en este caso su escena frente a Vodnik y Jezibaba fue de especial lucimiento) y por último, Fermín Prieto como la Voz del Cazador ( la que en esta puesta aparece en escena) sacó provecho absoluto para esta breve intervención.

  Dvorak realizó muchos otros trabajos para la ópera algunos de los cuales poseen mucho valor, esperemos que no tengamos que pasar mas de un siglo para poder apreciarlos

Donato Decina.



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