UN
INTERPRETE EXTRAORDINARIO
Orquesta
Filarmónica de Buenos Aires, Decimoquinto Concierto de Abono, Director: Carlos
Prazeres. Solista: Peter Donohoe (Piano), María Constanza Leone (Voz solista
integrante del Coro de Niños del Teatro Colón), Coro de Niños del Teatro Colón,
Director: César Bustamante. Programa: Obras de Tchaickovsky y Vaughan Williams.
Teatro Colón, 16 de Noviembre de 2017.
NUESTRA OPINION. MUY BUENO.
Este concierto estaba programado bajo la Dirección de Enrique Arturo Diemecke, al
llegar la gacetilla del Colón (Una semana antes de la fecha) nos anoticiamos
que Carlos Prazeres, un joven conductor Brasileño, titular de la Sinfónica de Bahía, sería quien
conduciría a la Filarmónica. Y realmente para El constituyó un desafío en sí
mismo, ya que lo haría con un programa pautado de antemano, sin posibilidad de
modificación, el que incluía además un estreno Argentino de una Sinfonía de uno
de los mas grandes compositores Ingleses de los últimos sesenta años.
La sesión comenzó
con la presencia del Pianista Inglés Peter Donohoe, quien retornó al escenario
del Colón después de tres años para abordar el Segundo Concierto para Piano y
Orquesta de Tchaickovsky. Obra de mayor canto, desarrollo y de amplias
exposiciones tanto para el Solista como para la Orquesta, la que luego de cada
ocasión en que se la escucha se comprende el porque no se la programa mas
asiduamente (tanto como al Concierto Nº3) y también poner en su justa dimensión
al Concierto Nº 1 , el que ante los otros dos es una obra decididamente
gigantesca. Donohoe posee extraordinaria musicalidad , seguridad, toque
brillante y muy preciso y tuvo pleno entendimiento con la Orquesta. Prazeres logró
de la misma muy buena respuesta con pasajes de sonido pleno y brillante. Fue una
muy buena versión tras lo cual Donohoe retribuyó generosamente los aplausos con
dos bises también de Tchaickovsky: un movimiento de sonata y un pasaje de “Las
Estaciones”.
La obra de
fondo elegida fue la primera audición Argentina de la Sinfonía N 7 “Antártica”
de Ralph Vaughan Williams. Obra en la que el compositor empleó material que
compusiera para la Banda Sonora del film “Scott of the Antarctic”, el que narra
las dramáticas vicisitudes por las que atravesó la expedición que Robert Scott
encabezó hacia el Polo Sur en 1911 a través del continente Antártico,
compitiendo con otra similar encabezada por el Noruego Roald Amundsen (la que
finalmente sería la que arribó al Polo Sur en Primer Lugar). Scott y sus hombres (luego de que se
anoticiaran en ser los segundos en alcanzar el objetivo), cometieron errores
llamativamente groseros en la planificación, las que se agravaron durante la
travesía de regreso de manera dramática, a tal punto de que todos los
integrantes de la expedición murieron en ese trayecto. Estamos entonces ante
una obra programática, la que describe desde las ansias por el comienzo, la
descripción de la inmensidad del inhóspito territorio que deberán atravesar,
las especies animales que lo habitan (Ballenas y Pingüinos), los problemas que van acentuándose durante la
travesía y el drama final con su trágico desenlace.
La
orquestación que Vaughan Williams empleó en este trabajo, concebido para banda
sonora en 1948 y transformado en
Sinfonía en 1952/53, para que Sir John Barbirolli lo estrene ese mismo año al
frente de la Halle de Manchester, es amplísima. Emplea los instrumentos de la
Orquesta tradicional, mas una nutrida batería de percusión, la que incluye campanas, máquina de viento, glockenspiel,
vibráfono y los otros instrumentos usuales, órgano y voces femeninas con una
vocalista principal. Me voy a detener en este punto, para señalar que para
estos pasajes se empleó al Coro de Niños del Teatro Colón muy bien preparados
por César Bustamante que realizó en forma magnífica su labor, sobresaliendo la
Niña María Constanza Leone como solista, muy segura en lo suyo. Pero como
ocurriera en la última ocasión en que se interpretó “Los Planetas” del también Británico
Gustav Holst, son obras consignadas a voces femeninas. No se entiende el porque
no se convoca a otras agrupaciones vocales para la cobertura de estos pasajes.
Se sabe bien (y desde hace años), que el Coro Estable solo ensaya en sus
horarios en que prepara ópera y que para hacerlo en Conciertos sinfónicos junto
a la Filarmónica (en donde se ensaya en otro horario) lo hace solamente si se
lo considera como horas extras, obviamente con pago adicional. Emplear al Coro
de Niños, significa un altísimo riesgo tanto por el hecho de exponerlos en
obras que no están originalmente escritas para sus registros vocales, como
tambien que en caso de no ser satisfactoria la intervención resiente el
producto final ofrecido . En “Los Planetas” se notó esa falencia, dado que no
solo incluye voces infantiles, sino que lleva también voces femeninas. Aquí, Bustamante
y, obviamente, el Director Prazeres , trabajaron de modo tal que esa carencia no se notó por completo. Si
bien la escritura musical de Vaughan Williams se asemeja en mucho a la de Holst
(lo que no significa de ninguna manera de que haya plagio), aquí hubo margen
para que se adapte mas para la intervención de voces infantiles.
Como expresé
anteriormente, hay música descriptiva y también para cada movimiento citas de
escritores, pasajes bíblicos y del propio Robert Scott para ejemplificar cada pasaje,
los que a elección del Director se podrán recitar o leer antes de cada uno de
ellos. Aquí no ocurrió. Prazeres logró extraerle a la Filarmónica un sonido
brillante, intenso, el que se fue tornando oscuro, como corresponde, con el
transcurrir de la partitura. Sin embargo, a mi entender, no alcanzó la
intensidad dramática que el final de la obra tiene, por lo que la versión fue
correcta pero carente del “Plus” que ese final exige.
Esperemos que
en nuevas oportunidades se presenten las versiones tal como marcan los
compositores y sin improvisar.
Donato Decina
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