lunes, 20 de noviembre de 2017

UN INTERPRETE EXTRAORDINARIO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Decimoquinto Concierto de Abono, Director: Carlos Prazeres. Solista: Peter Donohoe (Piano), María Constanza Leone (Voz solista integrante del Coro de Niños del Teatro Colón), Coro de Niños del Teatro Colón, Director: César Bustamante. Programa: Obras de Tchaickovsky y Vaughan Williams. Teatro Colón, 16 de Noviembre de 2017.

NUESTRA OPINION. MUY BUENO.

  Este concierto estaba programado bajo la  Dirección de Enrique Arturo Diemecke, al llegar la gacetilla del Colón (Una semana antes de la fecha) nos anoticiamos que Carlos Prazeres, un joven conductor Brasileño,  titular de la Sinfónica de Bahía, sería quien conduciría a la Filarmónica. Y realmente para El constituyó un desafío en sí mismo, ya que lo haría con un programa pautado de antemano, sin posibilidad de modificación, el que incluía además un estreno Argentino de una Sinfonía de uno de los mas grandes compositores Ingleses de los últimos sesenta años.

  La sesión comenzó con la presencia del Pianista Inglés Peter Donohoe, quien retornó al escenario del Colón después de tres años para abordar el Segundo Concierto para Piano y Orquesta de Tchaickovsky. Obra de mayor canto, desarrollo y de amplias exposiciones tanto para el Solista como para la Orquesta, la que luego de cada ocasión en que se la escucha se comprende el porque no se la programa mas asiduamente (tanto como al Concierto Nº3) y también poner en su justa dimensión al Concierto Nº 1 , el que ante los otros dos es una obra decididamente gigantesca. Donohoe posee extraordinaria musicalidad , seguridad, toque brillante y muy preciso y tuvo pleno entendimiento con la Orquesta. Prazeres logró de la misma muy buena respuesta con pasajes de sonido pleno y brillante. Fue una muy buena versión tras lo cual Donohoe retribuyó generosamente los aplausos con dos bises también de Tchaickovsky: un movimiento de sonata y un pasaje de “Las Estaciones”.

  La obra de fondo elegida fue la primera audición Argentina de la Sinfonía N 7 “Antártica” de Ralph Vaughan Williams. Obra en la que el compositor empleó material que compusiera para la Banda Sonora del film “Scott of the Antarctic”, el que narra las dramáticas vicisitudes por las que atravesó la expedición que Robert Scott encabezó hacia el Polo Sur en 1911 a través del continente Antártico, compitiendo con otra similar encabezada por el Noruego Roald Amundsen (la que finalmente sería la que arribó al Polo Sur en Primer Lugar).  Scott y sus hombres (luego de que se anoticiaran en ser los segundos en alcanzar el objetivo), cometieron errores llamativamente groseros en la planificación, las que se agravaron durante la travesía de regreso de manera dramática, a tal punto de que todos los integrantes de la expedición murieron en ese trayecto. Estamos entonces ante una obra programática, la que describe desde las ansias por el comienzo, la descripción de la inmensidad del inhóspito territorio que deberán atravesar, las especies animales que lo habitan (Ballenas y Pingüinos),  los problemas que van acentuándose durante la travesía y el drama final con su trágico desenlace.

  La orquestación que Vaughan Williams empleó en este trabajo, concebido para banda sonora en 1948  y transformado en Sinfonía en 1952/53, para que Sir John Barbirolli lo estrene ese mismo año al frente de la Halle de Manchester, es amplísima. Emplea los instrumentos de la Orquesta tradicional, mas una nutrida batería de percusión, la que incluye  campanas, máquina de viento, glockenspiel, vibráfono y los otros instrumentos usuales, órgano y voces femeninas con una vocalista principal. Me voy a detener en este punto, para señalar que para estos pasajes se empleó al Coro de Niños del Teatro Colón muy bien preparados por César Bustamante que realizó en forma magnífica su labor, sobresaliendo la Niña María Constanza Leone como solista, muy segura en lo suyo. Pero como ocurriera en la última ocasión en que se interpretó “Los Planetas” del también Británico Gustav Holst, son obras consignadas a voces femeninas. No se entiende el porque no se convoca a otras agrupaciones vocales para la cobertura de estos pasajes. Se sabe bien (y desde hace años), que el Coro Estable solo ensaya en sus horarios en que prepara ópera y que para hacerlo en Conciertos sinfónicos junto a la Filarmónica (en donde se ensaya en otro horario) lo hace solamente si se lo considera como horas extras, obviamente con pago adicional. Emplear al Coro de Niños, significa un altísimo riesgo tanto por el hecho de exponerlos en obras que no están originalmente escritas para sus registros vocales, como tambien que en caso de no ser satisfactoria la intervención resiente el producto final ofrecido . En “Los Planetas” se notó esa falencia, dado que no solo incluye voces infantiles, sino que lleva también voces femeninas. Aquí, Bustamante y, obviamente, el Director Prazeres , trabajaron de modo tal  que esa carencia no se notó por completo. Si bien la escritura musical de Vaughan Williams se asemeja en mucho a la de Holst (lo que no significa de ninguna manera de que haya plagio), aquí hubo margen para que se adapte mas para la intervención de voces infantiles.

  Como expresé anteriormente, hay música descriptiva y también para cada movimiento citas de escritores, pasajes bíblicos y del propio Robert Scott para ejemplificar cada pasaje, los que a elección del Director se podrán recitar o leer antes de cada uno de ellos. Aquí no ocurrió. Prazeres logró extraerle a la Filarmónica un sonido brillante, intenso, el que se fue tornando oscuro, como corresponde, con el transcurrir de la partitura. Sin embargo, a mi entender, no alcanzó la intensidad dramática que el final de la obra tiene, por lo que la versión fue correcta pero carente del “Plus” que ese final exige.

  Esperemos que en nuevas oportunidades se presenten las versiones tal como marcan los compositores y sin improvisar.



Donato Decina

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