LLAMATIVAMENTE
CONTENIDO
Teatro Colón,
Temporada 2018, Ciclo de Interpretes Internacionales: Presentación de la
Orquesta Filarmónica de Viena, Dirección: Gustavo Dudamel. Programa: Obras de
Brahms y Tchaickovsky. 10 de Marzo de 2018.
NUESTRA OPINION: BUENO.
Como viene
ocurriendo desde 1965, la Filarmónica de Viena regresa a la Argentina con un
frecuencia de promedio de alrededor de 16 años entre cada presentación. La
primera (1965) de la mano del legendario Dr. Karl Böhm y las posteriores (1985
y 1999), con otro legendario, Lorin Maazel, en su podio. Programas con obras
que por muy conocidas adquieren en proyección sumo compromiso: Quinta de
Beethoven, Primera de Brahms, Suite de “El Pájaro de Fuego” (versión de 1919)
de Stravinsky, Suite de “El Caballero de la Rosa”, “Así Hablaba Zarathustra” y
“Don Juan” de Richard Strauss, Octava
sinfonía “Inconclusa” de Schubert, Primera Sinfonía “El Titán” de Mahler, mas
la consabida y bienvenida secuencia de bises conformados por valses, polcas y/o
gallops de la Familia Strauss u obras como la “Leonora Nº 3” de Beethoven. Por
eso y a sabiendas de que la Orquesta comenzó la presente gira con sus “Tournee”
habituales en Estados Unidos (Carnegie Hall y Naples [Florida]) y en México
(D.F.), con obras de Berlioz, Mahler, Ives, Mozart y Tchaickovsky, sorprendió y
mucho que en la continuidad de la misma (Bogotá, Santiago de Chile y Buenos
Aires) la programación se haya circunscripto a Tchaickovsky y a Brahms y solo
para un concierto en cada una de ellas (Para Chile, únicamente Brahms). Impactó negativamente la decisión de la
programación, a la que deberíamos calificarla de decepcionante ya que Brahms
estuvo representada por la “Obertura para un Festival Académico”, Op. 80 y las
“Variaciones sobre un Tema del Coral de San Antonio de Haydn” del Op. 56, las
que si bien son un desafío en sí mismo para todo Director que se precie de
serlo, parecen trabajos de un carácter menor para una única presentación en una
sala a la que han honrado en cada visita con programación de altísima
exigencia. En cambio la Cuarta Sinfonía en Fa menor, Op. 36 de Tchaickovsky es
un reconocido “Caballito de Batalla” del repertorio del gran Director
Venezolano que la acometió en la sala del Colón
con tan solo 19 años y de memoria al frente de la Simón Bolivar
casualmente al año siguiente de la ultima visita de la “Philarmoniker”. Si
tenemos en cuenta perfomances memorables de la dupla Dudamel-Sinfónica Simón
Bolívar cuyo pico máximo lo marcó la inolvidable versión del 2011 de la Séptima
de Mahler (“Canción de la Noche”), mayor es entonces la decepción experimentada
con obras que pueden conformar un Concierto de los que se ofrecen a nuevos
públicos en la “Usina del Arte”, pero no para el altar mayor de la música de
América Latina. Un programa de una duración total de música de una hora quince
minutos aproximadamente suena hasta a amarrete.
Las dos obras de Brahms encaradas en la primera parte
tuvieron ajuste, el característico e inalterable sonido de la “Wiener
Philarmoniker” con una tersura y un sonido mate incomparables, pero lució de
manera incompresible la contenida
gesticulación y marcación de Dudamel, acrecentada en los pasajes en donde el
colorido de las páginas exige justamente toda la extroversión que a el se le
reconoce, por lo que el resultado fue de versiones prolijas, de muy buena
sonoridad, pero carentes de mayor emotividad y expresividad.
Otro tanto le
cabe a los dos primeros movimientos de la Cuarta de Tchaickovsky y aquí sí, la
sorpresa es aún mayor ya que le reconozco a Dudamel, sabiduría y pericia a la
hora de acometerlos. Solo en el tercer movimiento con un extraordinario e
inolvidable “Pizzicato” y en el decisivo cuarto pudimos escuchar verdaderamente
la Cuarta. Demasiado poco.
Y los bises
estuvieron en la misma línea. Sabemos que es un “año Bernstein”. Que además de
buen compositor, como Director de Orquesta forjó con la Wiener Philarmoniker
una asociación formidable por mas de treinta años de mutua colaboración . Pero
que la obra elegida como “encore” sea un movimiento del “Divertimento para
Orquesta de Cuerdas” suena a poco y finalmente una “Polca” de los Strauss en
donde por fín ahí sí escuchamos a la Filarmónica de Viena en su esplendor y
tocando virtualmente por si sola. Demasiado poco y muy contenido para tanta
expectativa.
Donato Decina
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