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viernes, 31 de agosto de 2018
EL “AURA” DEL “REY DEL COMPAS” SOBREVOLO EL COLON
Teatro Colón, Temporada 2018: Decimosegundo Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Alexander Lazarev. Solista: Pablo Saraví (Violín). Programa: Obras de Respighi, Vaughan Williams, Tchaickovsky y Stravinski.
NUESTRA OPINION: BUENO.
Creame Amigo Lector que no se trata de un “Delirio” el título del presente comentario. Ocurre que cuando en el podio el conductor comienza a desparramar histrionismo, desde un tropiezo inicial camino al podio (salvado al mejor estilo Dick Van Dyke). Mantiene gestos de comedia al marcar entradas o como por ejemplo, darse vuelta y mirar desde el podio al público gesticulando casi como diciendo: “¿Ven que bien que suena?”. Caras complices con el Solista o con los primeros atriles del conjunto, o darse vuelta, mirar al público y señalarles que allí deben aplaudir, uno (que ya tiene algunos años y memoria) comienza a recordar y vienen a su mente los gestos casi idénticos (por no decir calcados) que hace casi cincuenta años atrás desplegaba ampulosamente (con Nicolás Mancera primero y con Juan Carlos Mareco después) Juan D’Arienzo, el “Rey del Compás”, al frente de su Orquesta Típica. Pues créame que no estarían Armando Laborde, Alberto Echagüe o Jorge Valdez, pero frente a Pablo Saravi (Concertino del Grupo y Solista de Este concierto), Alexander Lazarev, el Director Invitado de la Velada, desplegaba casi los mismos gestos del inolvidable Maestro del Tango. ¿Qué faltó?: dirigir con dos dedos “en punta” como lo hacía D’Arienzo o apuntar hacia el ombligo al bandoneonista como era el caso del aun vigente Ernesto Franco, aunque creo que por poco no lo hizo. Todo esto hace que uno le reste en la opinión a la califcación final del Concierto. Muy poca seriedad, que coadyuvó a que en “Gli Uccelli” (Los Pájaros”) de Ottorino Respighi la versión fuese muy áspera, poco prolija y sumamente deslucida. Que Pablo Saraví, que fue un solista de Excepción en la poco conocida “El Ascénso de la Alondra” de Ralph Vaughan Williams (originalmente escrita para violín y piano y luego orquestada), el que tuvo que lidiar con un llamativo “bajón lumínico” en el escenario del que tanto El como sus propios compañeros hicieron caso omiso sin detener la interpretación y los gestos fuera de lugar del conductor, logrando una versión muy emotiva y reconcentrada que hace que merezca una reprogramación pero para hacerla completamente en serio. Que se repitieran las mismas gesticulaciones durante la prescindible suite de “El Lago de los Cisnes” de Tchaickovsky (teniendo en cuenta que la temática era sobre “Aves”, habían muchas otras obras antes que repetir “Lago” en un año donde justamente no se la programó en Ballet). Y donde su único aporte “Serio” fue su versión de la Suite basada en la reorquestación de 1945 de “El Pájaro de Fuego” de Stravinski, hecha “Allo Stravinski”, respetando los “tempi” que el compositor empleaba cuando la dirigía, mas lentos que los de muchos conductores y mas “secos” los énfasis de los momentos principales. En resumidas cuentas, una obra para Solista y Orquesta en la que Solista e Instrumentístas debieron “Cortarse Solos” y la obra de fondo en la que recién afloró a pleno la personalidad del Conductor Invitado, llevan a que el resultado final haya sido excesivamente infimo, frente a la expectativa previa. Y ya son demasiadas noches en la que nos retiramos sin tantas satisfacciones de la sala.
Donato Decina
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