jueves, 31 de marzo de 2022

 

Muy buen concierto inaugural del Coro Polifónico Nacional en el CCK

 

LO CLÁSICO Y LO POPULAR ENSAMBLADOS EN EL CANTO

Martha CORA ELISEHT

 

            Con el retorno de las actividades en forma presencial, poco a poco los organismos dependientes de la Dirección Nacional de Organismos Estables van volviendo al ruedo. El pasado miércoles 30 del corriente le tocó el turno al Coro Polifónico Nacional en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Guillermo Tesone y la participación del pianista Claudio Santoro, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Canciones gitanas para coro mixto y piano, Op. 103- Johannes BRAHMS (1833-1897)

-          Cuatro canciones eslovacas para coro mixto y piano- Bela BARTÓK (1881-1945)

-          Himno al Sol- Lili BOULANGER (1893-1918)

-          Salmo 24 para coro mixto y piano- Lili BOULANGER (1893-1918)

 

   Previamente al inicio del concierto, el Maestro Antonio Domeneghini -Director Titular de la agrupación- agradeció su presencia al numeroso público que se dio cita en el Auditorio Nacional y manifestó que por razones de protocolo sanitario vigente, el Coro iba a actuar dividido en dos partes: la mitad de sus integrantes iban a cantar en primer término la obra de Brahms y luego, el resto de los coreutas haría lo mismo con las obras de Bartók y Boulanger. Tras retirarse, los artistas se presentaron sobre el escenario para dar inicio al concierto.

Las Canciones gitanas Op.103 son un ciclo de canciones para coro mixto y piano compuestas entre 1887 y 1888 y basadas en canciones folklóricas húngaras, cuyo texto fue adaptado al alemán por Hugo Conrat -miembro del círculo de amigos de Brahms en Viena-. Desde su estreno en Octubre de 1888 en Berlín, gozaron de inmensa popularidad y se representan muy a menudo en los programas de conciertos corales. El ciclo comprende 11 canciones:

He, Zigeuner, greife in die Saiten (¡Hola, gitanos! Rasguen las cuerdas)

Hoch getürmte Rimaflut (Imponente inundación del río Rima)

Wiβt ihr, wann mein Kindchen (Sabían ustedes, cuando mi niñito)

Lieber Gott, du weiβt (Querido Dios, tú sabes)

Brauner Bursche  führt zum Tanze (El muchacho castaño se dirigió al baile)

Roslein dreie in der Reihe (Tres pequeñas rosas en fila)

Kommt dir manchmal in den Sinn (A veces, dirige tus sentidos)

Horsch, der Wind klagt in den Zweigen (Escuchen, el viento se queja en las ramas)

Weit und breit schaut niemand mich an (A lo largo y a lo ancho, nadie me mira)

Mond verhüllt sin Angesicht (La luna oculta su rostro)

Rote Abendwolken ziehn (Jalan las nubes rojas del atardecer)

El Polifónico brindó una muy buena versión de dicha obra con un sonido muy compacto, fresco y alegre -tal como consta en la partitura- y se destacó la excelente marcación ofrecida por Tesone, quien supo dirigir muy bien a la agrupación. Tras una breve pausa y tal como estaba previsto, los coreutas se retiraron para dar paso al resto de sus compañeros para interpretar el resto de las obras comprendidas en el programa. Y se lució en una obra de muy difícil ejecución: las Cuatro canciones eslovacas para coro mixto y piano, Op.78, compuestas entre 1916 y 1917. Bartók fue un gran compilador del folklore húngaro, bohemio y de regiones como Transilvania y Poszóny -que fueran segregadas de Hungría después de la Primera Guerra Mundial-, lo que ejerció una profunda depresión en el compositor. Reúnen elementos del folklore de las regiones antes mencionadas y son las siguientes: Canción de bodas de Poniky, Canción del recolector de heno de Hladel, Canción bailable de Medzibrod y Canción bailable de Poniky. Mientras que las dos últimas son de carácter alegre, la Canción del recolector de heno posee un carácter melancólico.  El coro supo brindar una interpretación magistral de las mismas mediante una impecable preparación, poniendo énfasis y entusiasmo en las más alegres y dramatismo en las melancólicas. Por su parte, Claudio Santoro supo acompañarlos perfectamente bien al piano.  

Seguidamente, se presentó la primera de las dos obras de Lili Boulanger: Himno al Sol (Hymne au Soleil), compuesta en 1912 para contralto, coro mixto y piano u orquesta. Es una obra de carácter francamente impresionista, muy ricamente elaborada. En esta oportunidad, el rol solista estuvo a cargo de la mezzosoprano María Luisa Merino Ronda, quien ofreció una versión exquisita, interpretada de forma muy sutil y con una impecable línea de canto, motivo por el cual fue sumamente aplaudida. Lo mismo sucedió con el Salmo 24: La térre appartient a l’Éternel (La tierra pertenece al Señor) para tenor, coro mixto, piano/órgano y orquesta, compuesto en 1916. Aquí se lució como solista el tenor Ricardo González Dorrego, quien también ofreció una muy buena versión acompañado por el coro. Naturalmente, el Auditorio Nacional estalló en aplausos, motivo por el cual se hicieron dos bises: una canción de Carlos Guastavino (La noche y el día) y el mencionado Himno al Sol. Un broche de oro en el debut de uno de los mejores coros del país a sala llena, donde las principales autoridades de la Dirección Nacional de Organismos Estables estuvieron presentes apoyando a los artistas. Un gesto muy noble que invita a seguir disfrutando de una temporada que parece muy prometedora, tras dos años de pandemia. El tiempo lo dirá.

 

 

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