jueves, 15 de junio de 2023

 

Orquesta de Cámara con invitado de lujo…

                                                                    Por Jaime Torres Gómez

No es habitual que los maestros titulares de las orquestas de una misma ciudad oficien de invitados en otras del mismo territorio, siendo una sana práctica de convivencia entre las agrupaciones, máxime al tratarse de directores dentro del perfil.

Últimamente se han dado casos, como el titular de la Orquesta Clásica de la USACH, quien ha fungido de invitado con la Sinfónica Nacional, y ahora el titular de esta última, con una colaboración junto a la Orquesta de Cámara de Chile.

Es el caso de Rodolfo Saglimbeni, en su regreso a la OCCH luego de su exitoso debut años atrás con esta agrupación. Muy presente como titular de la Sinfónica (propio de un titularato), del todo interesante constituyó ver su aporte con otra orquesta de la plaza, y en este caso con excelentes resultados.

Presenciado en el Teatro California (Ñuñoa), de formidable acústica y sede de la OCCH, más un buen marco de público, consultó un variopinto programa barroco, clásico y música del siglo 20, reflejando la versatilidad de Saglimbeni más una celebrada flexibilidad de respuesta de los camaristas chilenos.

Iniciando con Béla Bartók (1881-1945), una notable versión de sus Danzas Folclóricas Rumanas (Sz 68), obra no desconocida localmente. De genuina raigambre vernácula, hay una fuerte influencia de la música campesina gitana, de la que Bartók, desde joven, recopiló en cilindros de fonógrafo en sus viajes al interior de Transilvania. Con libre adaptación, estas danzas, compuestas en 1917, son un mosaico organizado en una suite de seis números de diverso carácter contrastante.

Con irreprochable idiomatismo, la versión firmada por Saglimbeni tuvo certeros acentos, colores y transparencias. Grandes momentos especialmente en la tercera danza (Pê-loc -Pisando-), con un descollante cometido solístico de la flauta piccolo, asimismo, inteligentes acentos en la cuarta (del cuerno alpino), más arrebatadoras progresiones expresivas en las dos últimas (polka rumana y L’istesso).

Luego, de Jean-Philippe Rameau (1693-1764), una excelente versión de una Suite de la ópera Las Indias Galantes”. En Chile no es desconocida esta ópera, recordándose vivamente una formidable producción del Teatro Regional de Rancagua (hoy, Lucho Gatica…), celebrándose la presente inclusión con selecciones de danzas y otras piezas musicales (9) de esta ópera-ballet.

Con un enfoque no-historicista (hoy recurrente), Saglimbeni firma una interpretación usando un amplio orgánico y con un espesor sonoro propio de la usanza más propia del romanticismo y sus derivados, traducido en afinaciones más altas (en rangos cercanos a 440 h/z). A priori, se trató de un enfoque absolutamente válido, en tanto y cuanto jamás se sacrificó el espíritu musical primigenio y el subsecuente carácter intrínseco, existiendo irredargüible coherencia. Gran trabajo en texturas, planos sonoros y ajuste grupal, siendo efusivamente premiado por el “respetablepúblico asistente, sin duda una potente señal para volver a trabajar el repertorio barroco en la OCCH, antaño muy cultivado.

Finalmente, una autorizada versión de la magnífica Sinfonía N° 92 “Oxford” de F.J. Haydn (1732-1809). La contribución de este compositor al desarrollo del género sinfonía es fundamental. Y en particular la Oxford (no apodada por Haydn), fue escrita en plena madurez (1789), poseyendo gran riqueza de carácter, desde lo misterioso, amable y jubiloso (con tintes eufóricos).

No es la primera vez que se ve a Saglimbeni en repertorio haydniano y clasicismo en general, plasmando interpretaciones sin tropiezos y de canónicos enfoques, no siendo ahora la excepción. Muy buen trabajo en calidad de sonido y ensamble, no obstante algunos accidentes en la maderas dentro del expuesto segundo movimiento (adagio cantábile), aunque no afectando el todo. Grandes logros de carácter en el misterioso inicio (Adagio-Allegro spiritoso) y luego notablemente trabajada la progresión en su animado (y contrastante) desarrollo. Asimismo, un enfoque de formidables contrastes en el Menuetto: Allegretto (tercer movimiento) y una atrapante evolución en el Finale, Presto (último movimiento).     

En suma, una presentación de la Orquesta de Cámara de Chile junto a un invitado de lujo como el maestro Rodolfo Saglimbeni, quien nuevamente dio muestras de su solvencia y gran contribución a la vida musical chilena…

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