martes, 16 de diciembre de 2025

 


Daniela Prado secundada por los coros de Alumnos y Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, durante la interpretación de la "Habanera", tal vez uno de los más célebres fragmentos de öpera de todos los tiempos, retratados por la autora de la presente cobertura.


 Muy buena producción de “CARMEN” en el Colegio Nacional de Buenos Aires


¡ESAS SÍ QUE SON LOCALIDADES AGOTADAS!


Martha CORA ELISEHT


Todos los años durante Diciembre, el Colegio Nacional de Buenos Aires se

transforma en un reducto donde tienen lugar espectáculos de muy buena calidad a cargo

de profesores de música y directores del Coro de la institución – formado por

estudiantes secundarios- y del Coro “Amadeo Jacques”, integrado por exalumnos del

Colegio. En el 2024 se representó CARMINA BURANA y para este año, los estudiantes

decidieron montar un proyecto mucho más ambicioso: representar “CARMEN” de

Georges Bizet (1838-1875) con motivo de cumplirse 150 años de su estreno. No ha sido

nada fácil, ya que un colegio no cuenta con la infraestructura necesaria como para

montar una ópera. No obstante, y, merced al empeño y esfuerzo conjunto de estudiantes

y profesores, se pudo lograr y las representaciones tuvieron lugar entre el 7 al 14 del

corriente en el claustro central de la institución con la siguiente ficha técnica: puesta en

escena de Paz Corinaldesi; dirección general y musical de Javier Escobar; dirección

coral de Lucas Echaniz; escenografía, vestuario, cambio de escenografía, maquillaje,

gráfica y difusión a cargo de grupos de trabajo formados por integrantes del coro y

alumnos del colegio.

El elenco estuvo formado por los siguientes cantantes: Daniela Prado (Carmen),

Iván Vega (Don José), Eugenia Coronel Bugnon (Micaela), Alejandro Spies

(Escamillo), Malena Ledesma (Frasquita), Catalina Cosaka (Mercedes), Gabriel Goren

Roy (Zúñiga), Damián Flores Roschelli (Morales y El Dancairo), Matías Pascual (El

Remendao) y Tomás Bernardo (Marchande) junto a la bailaora Analía Melgar.

La opéra comique con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Hálevy sobre la

novela original de Prosper Mérimée es la más popular y conocida de las óperas a nivel

universal, junto con LA TRAVIATA de Verdi. Sin embargo, su estreno en París en marzo

de 1875 resultó un rotundo fracaso. Tres meses después, Bizet fallece como

consecuencia de un ataque cardíaco sin poder habido disfrutar del éxito de su ópera. La

genialidad del músico francés radica en varios aspectos: la ambientación en España, la

recreación de costumbres tan populares como las corridas de toros y fundamentalmente,

en que la protagonista es una gitana y, por sobre todas las cosas, una mujer libre. Ella

posee la autonomía necesaria para decidir a quién amar y cuándo terminar con una

relación, rompiendo todo tipo de convencionalismo imperante en aquella época. Dueña

y señora de sí misma, contrasta con el personaje de Don José, quien representa los

valores morales típicos de aquel entonces: se hace soldado para defender a su patria, su

madre le recomienda casarse con una muchacha dulce y sumisa de su pueblo como

Micaela para formar una familia y mantener la tradición. Sin embargo, no puede

resistirse al embrujo ni a los encantos de Carmen y, a medida que avanza la obra, sufre

una degradación moral: es capaz de desertar y hacerse bandido por amor a ella hasta


llegar a asesinarla antes de verla en brazos de otro. Por lo tanto, Bizet no sólo se

adelanta en casi 30 años al verismo italiano de Leoncavallo, Zandonai, Mascagni y

Puccini, sino que trata temas de candente actualidad tales como el femicidio y la

violencia de género.

Teniendo en cuenta que un colegio no es el ámbito más apropiado para

representar una ópera y que el Aula Magna estuvo cerrada por trabajos de refacción y

mantenimiento, se aprovechó el claustro central para instalar el escenario, la orquesta y

la platea. La entrada de los personajes y de los coros se hizo mediante apertura de las

puertas que dan al hall central y por las laterales del patio. Esto fue un acierto, porque

permitió no solamente los cambios de escena, sino también facilitar la entrada y salida

de los diferentes personajes. La ópera se presentó prácticamente completa y sólo se

suprimieron algunas escenas (dialogo entre Carmen y Zúñiga luego de su detención y

coro de los contrabandistas del 3° acto) para agilizar los cambios. En la escena de la

plaza de toros del 4° acto, los toreros, banderilleros y picadores que anticipan la entrada

triunfal de Carmen y Escamillo lo hicieron por el pasillo que separaba las filas de

asientos antes de subir al escenario.

Para saber quiénes eran los intérpretes, se escaneó un código QR que contenía el

programa donde figuraban todos los datos sobre integrantes de la orquesta, los coros y

los equipos de trabajo involucrados en la presente producción. En este caso, el coro de

Niños fue reemplazado por el coro del Colegio, mientras que el Amadeo Jacques estuvo

a cargo de las principales escenas de conjunto. Por tratarse de una producción realizada

de manera no profesional a cargo de estudiantes secundarios, la iluminación, el

vestuario y la ambientación a la usanza tradicional estuvieron sumamente bien

realizados y fue una auténtica sorpresa para la mayoría de los presentes. Lo mismo

sucedió con la orquesta, integrada en su mayoría por músicos jóvenes que nunca habían

tocado juntos y que contó con algunos instrumentistas de prestigio como el

percusionista Arauco Yepes y el concertino Joaquín Díaz. La dirección musical estuvo a

cargo de Javier Escobar, quien agradeció a la maestra Mariana Caminoa -violinista de la

Orquesta Sinfónica Nacional- su indispensable colaboración en el ajuste de arcos de

instrumentos de cuerda. Según palabras del director en su discurso final de

agradecimiento, se logró una auténtica proeza con tan sólo 4 ensayos, pese a las

numerosas imperfecciones que una pudo apreciar en algunos instrumentos. También fue

el encargado de narrar el argumento de la obra para facilitar los cambios de vestuario.

En líneas generales, los Coros tuvieron un desempeño bastante bueno; sobre

todo, si se tiene en cuenta que no son profesionales y que debían actuar además de

cantar. También sorprendieron la mezzosoprano Catalina Cosaka como Mercedes y la

soprano Malena Ledesma como Frasquita, cuyo desempeño fue muy correcto. El

barítono Damián Flores Roschelli estuvo muy flojo como Morales y se halló cómodo

interpretando al Dancairo. El bajo Gabriel Goren Roy tuvo un desempeño correcto

como Zúñiga, al igual que el tenor Matías Pascual como El Remendao. Sí fue muy

buena la interpretación de uno de los números más difíciles de la ópera como el quinteto

del 2° acto “Nous avons en tête un affaire”, que estuvo muy bien coordinado.

Con respecto de los roles principales, Eugenia Coronel Bugnon brindó una muy

buena Micaela desde lo vocal y lo actoral. Era la primera vez que una la apreció en este


rol y se destacó en el duetto con Don José (“Parlez- moi de ma mère”) y en su cavatina

(“Je dis, que rien m’épouvant”), donde se retiró sumamente aplaudida al finalizar su

aria. Alejandro Spies también debutó en el rol de Escamillo y lo hizo con creces,

logrando un excelente desempeño vocal y actoral desde su entrada con la célebre

Canción del Toreador del 2° acto (“Votre toast, je peux le rendre”), siguiendo con su

intervención en el 3° acto (“Je suis Escamillo, torero de Grénade”) hasta el duetto con

Carmen del 4° acto (“Si tu m’aime, Carmen”). Brilló en todas y cada una de sus

intervenciones. El tenor Iván Vega resultó una revelación: voz bien timbrada, buen

legato y línea de canto desde su primera aria junto a Micaela (“Parlez- moi de ma

mère”), en el duetto con Carmen del 1° Acto (“Pres les ramparts de Seville”),

continuando en la célebre Aria de la flor (“La fleur que tu m’avais jetté”), en el duelo

con Escamillo del 3° Acto y en la escena final (“C’est toi?... C’est moi”).

En cuanto al rol protagónico, Daniela Prado fue la Carmen ideal: seductora,

atrayente y sensual desde todo punto de vista. Sobresalió en sus arias principales

(Habanera: “L’amour est un oiseau rebélle” y la célebre Chanson bohème que abre el

2° Acto, al igual que la mencionada “Pres les ramparts de Seville”) y en las escenas de

conjunto (quinteto del 2° Acto, trío del 3° y la Escena de las cartas: “Voiyons, que je

vais à mon tour”). Se mostró seductora en su encuentro con Don José (“Je vais danser

à votre honeur”) y en la escena final, desafiante y decidida desde su encuentro con Don

José tanto desde un punto de vista histriónico como vocal: sobre todo, al quitarse el

anillo que Don José le había regalado hasta desvanecerse al recibir la puñalada final.

En estos tiempos que corren, montar una producción de ópera independiente a la

usanza tradicional representa un auténtico desafío. Si se cuenta con pocos recursos y se

los sabe administrar bien, los resultados están a la vista: sobre todo, al tratarse de una

producción hecha de manera no profesional por estudiantes del mejor colegio del país,

que contó con localidades verdaderamente agotadas. No cabía un alfiler. Como

exalumna del Colegio, una no puede entirse más que orgullosa.

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