viernes, 29 de junio de 2018


El Ballet Estable del Colón ofreció una excelente reposición de “COPPELIA”

RÊVES DES ÉTOILES
Martha CORA ELISEHT

            El título de esta nota es el sueño de cualquier bailarín: llegar a ser un/a étoile (estrella, en francés), que es sinónimo de primer bailarín o primera bailarina en  nuestro idioma. Y eso fue lo que sucedió en el Colón, cuyo Ballet Estable ofreció una estupenda versión de “COPPELIA” de Léo Délibes (1836-1891), en versión coreográfica del cubano Enrique Martínez, con la brasileña Dalal Aschcar como coreógrafa repositora y dirigido por Paloma Herrera- actual Directora del mencionado cuerpo Estable- . Participó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Martin West.
            En la versión ofrecida el jueves 21 del corriente, participaron los siguientes intérpretes: Emilia Peredo Aguirre (Swanilda), Maximiliano Iglesias (Franz), Julián Galván (El Doctor Coppelius), Rocío Prina (la muñeca Coppelia), Igor Gopkalo (Burgomestre), Norma Molina (Madre de Swanilda), Camila Bocca (Aurora), Paula Cassano (Plegaria), Jiva Velázquez y Candela Rodríguez Echenique (Mazurka) y Georgina Giovannoni (Czarda solista).  La iluminación estuvo a cargo de Rubén Conde y la escenografía y vestuario, de José Varona.
            En su conjunto, la obra ha sido un placer para todos los sentidos: una hermosa puesta en escena, un magnífico vestuario y una coreografía espléndida, donde no sólo se lucieron todos los solistas y los primeros bailarines, sino también el cuerpo de baile, que sobresalió en las escenas de conjunto por su disciplina, técnica, brillo y talento. Hacía rato que no se aplaudía tan acaloradamente al cuerpo de baile en las escenas de conjunto.
            En cuanto a los principales intérpretes, Emilia Peredo Aguirre- quien encarnó los roles principales de Swanilda y la Muñeca, en el 2° acto- es una eximia bailarina, llena de gracia, talento, excelente técnica y una disciplina impecable. Ya lo había demostrado durante el transcurso del corriente año al interpretar el rol de Gulduna en El Corsario y, precisamente por su excelente desempeño  fue convocada a interpretar los roles anteriormente mencionados. Deslumbró en el escenario con sus piruetas, sus arabescos y tuvo una destacadísima actuación al imitar los movimientos de la Muñeca en el 2° Acto. Esto llegó al clímax al bailar las Danzas Española y Escocesa del mencionado Acto, donde el público estalló en aplausos. Muy bueno el desempeño actoral de Julián Galván como Coppelius – quien cree erróneamente haber dado vida a Coppelia, engañado por Swanilda- y de los solistas Nahuel Prozzi, Luciano García y Vinicius Vasconcellos, quienes dieron vida a los muñecos del gabinete del Dr. Coppelius.
            El rol de Franz estuvo a cargo de Maximiliano Iglesias, cuyo desempeño ha sido excelente- impecables los solages y las pirouhettes de los dos primeros Actos de la obra- .Se lo vio suelto y dinámico, luciéndose en trucos de extrema dificultad, que los ejecutó magistralmente. Es un gran bailarín, cuyo desempeño es diferente acorde a la partenaire que lo acompaña- una cosa es cuando baila con su pareja en la vida real (Macarena Giménez), y otra, con otra pareja-. En este caso, acompañó no sólo a Emilia Peredo Aguirre, sino que bailó la Czarda del 1° Acto junto a Georgina Giovanonni, formando una pareja encantadora. Excelentes las interpretaciones de la Aurora y la Plegaria – a cargo de Camila Bocca y Paula Cassano, respectivamente- dentro del marco del Vals de las Horas del 3° Acto, donde el ballet femenino tuvo una destacadísima actuación. Los bordados de las faldas y las pecheras lograron el efecto de representar las diferentes horas del día, a medida que las 12 bailarinas iban danzando. También se lucieron Candela Rodríguez Echenique y Jiva Velázquez en la célebre Mazurka del 1° Acto. Y el cuadro final- a cargo de toda la compañía- fue una conjunción perfecta de color, disciplina y coordinación. Unido esto a la excelente dirección orquestal del inglés Martin West, fue un espectáculo para admirar, recordar y recomendar.
            Hacía prácticamente más de 25 años que Coppelia estaba ausente de las temporadas de ballet en el Colón (se representó por última vez entre 1992 y 1993). Por lo tanto, la presente reposición no sólo fue muy bien recibida por el público, sino que además, se ofreció una performance de alto nivel y gran calidad. Y cuando se brindan este tipo de  espectáculos, el público responde positivamente. Ha sido un gran acierto por parte de las autoridades del Teatro de incluirla en la presente temporada y ojalá que no tengan que pasar otras dos décadas para poder volver a apreciarlo. De esta manera, los jóvenes bailarines podrán cumplir el anhelado sueño de ser un/a étoile.

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