sábado, 16 de junio de 2018

Sorprendente recital de piano de Dejan Lazic en el Colón

UN EXQUISITO REPERTORIO Y UNA FILIGRANA PIANÍSTICA

            Puede que el título de esta nota suene muy rimbombante, pero es la impresión que no sólo sintió la que escribe, sino también el público y la crítica especializada que se dieron cita en el Colón el pasado lunes 11 del corriente, donde el pianista croata Dejan Lazic ofreció un recital dentro del 1° Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino.
            El mencionado intérprete ofreció un programa dedicado enteramente a la obra de Franz Liszt (1811- 1886), pero no precisamente de sus obras más conocidas: la primera parte estuvo compuesta por la Rapsodia Húngara n° 18 en Fa sostenido menor, S.244/18, dos números de la suite Anées de Pélerinage (Años de Peregrinaje): Le jeux de l’eau à la ville d’Este (S.163/4, Libro III) y Venezia e Napoli (S.162, Libro II); Dos Czardás (S.225) y la Paráfrasis de Concierto sobre Rigoletto, de Verdi (S.434), mientras que la segunda, por transcripciones para piano sobre obras de Franz Schubert. el vals Capricho Soirées de Vienne n° 6 (S.427) y Erkönig (El Rey de los Alisios); de Mozart (Confutatis maledictis & Lacrimosa, del Réquiem del mencionado compositor) y Wagner (Muerte de Amor de Isolda, de Tristán e Isolda, S.447; “O du mein holder Abendstern” (Canción de la Estrella Vespertina) de Tannhäuser (S.444) y la Fantasía “Sancto Spirito Cavaliere”, de Rienzi (S.439). La única melodía propia del gran compositor húngaro fue su celebérrimo Sueño de Amor n° 3 (Liebenstraum) (S.541), que, pese a ser muy conocida –y, hasta cierto punto, trivial- sonó magníficamente bien; a tal punto, que muchos de los colegas presentes manifestaron que – en este caso particular- cuando una melodía archiconocida suena distinto, es un placer escucharla.
            Desde el primero hasta el último momento del recital, Dejan Lazic no sólo demostró una memoria prodigiosa- ejecutó todo el recital de memoria- sino además, una interpretación exquisita de todas las obras mencionadas anteriormente. El piano sonaba como una auténtica filigrana en los trinos, arpegios, pianissimi y prácticamente no hizo uso del pedal en los fortissimi. Unido esto a una extraordinaria pulsación y una excelente calidad interpretativa, se ha transformado en uno de los pianistas jóvenes de mayor renombre a nivel mundial. Eligió un repertorio para nada convencional, sumamente complejo y con obras que salen del programa habitual que se suele ofrecer en este tipo de recitales. El piano sonó limpio, sin excesos en los forti- un defecto que poseen algunos grandes del teclado- y con gran sutileza. La interpretación no sólo fue un auténtico placer para los oídos, sino también fina y delicada. 
            Después de semejante repertorio y semejante filigrana pianística, ofreció como bis las Piezas Fantásticas n° 1 y 2 de Dmitri Shostakovich- otra obra fuera de lo común dentro del repertorio de bises de un pianista famoso- , que sonaron magníficas.
La respuesta y el aplauso por parte del público fueron unánimes: ¡¡BRAVO!! Y a una le gustaría escucharlo en un futuro no muy lejano, acompañado por alguna orquesta de alto nivel, para apreciar su calidad interpretativa como virtuoso del teclado en alguno de los numerosos Conciertos para piano y orquesta de compositores menos conocidos (Scriabin, Sinding, Prokofiev, Saint- Saëns), dentro del marco que ofrece nuestro mayor Coliseo. 
                                                                          Martha CORA ELISEHT

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