sábado, 8 de septiembre de 2018

Excelente interpretación de Roberto Minczuk a cargo de la Filarmónica en el Colón DET HAR LYDT SAA DEJLIGT OG HYGGELIGT (Sonó tan encantador y cálido) Martha CORA ELISEHT No es casual que el título de esta nota sea en danés, debido a que el programa ofrecido el pasado jueves 6 del corriente en el Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires haya incluido una obra del danés Launy Gröndahl (1886-1960): el Concierto para Trombón y Orquesta, interpretado también por un solista de dicha nacionalidad: Jesper Busk Sörensen, quien se desempeña como trombón solista en la Filarmónica de Berlin y, además, integra el Conjunto de Bronces de dicha agrupación sinfónica. Bajo la dirección del brasileño Roberto Minczuk en el podio, el programa se completó con la Sinfonía n° 10 en Mi menor, Op. 93 de Dimitri Shostakovich (1906-1975). Y, tal como alude el título de la nota, sonó realmente encantador y con mucho “hygge”, ese término tan danés que – precisamente- no tiene una palabra específica para traducirlo a otro idioma. Puede interpretarse como “calidez” o “calor de hogar”, ya que ha sido el ingrediente principal a la hora de interpretar ambas obras. Launy Gröndahl no sólo ha sido un gran director de orquesta y pedagogo- sus versiones de las sinfonías y óperas de Carl Nielsen son magníficas-, sino también, un entusiasta difusor de la música de su país. En 1925 fue designado director de la recientemente creada Orquesta de la Radio Nacional Danesa (DRO), cargo que desempeñó hasta su muerte, ocurrida en 1960. Su Concierto para trombón y orquesta es uno de los pocos que existe para dicho instrumento y fue compuesto en 1924. Consta de tres movimientos (Moderato assai ma molto maestoso/ Andante grave (Quasi una legenda)/ Finale (Maestoso- Rondo), siguiendo un estilo neoclásico, que permite el lucimiento del instrumento solista. En el 1° movimiento, hay un contraste entre el tema marcado por las síncopas y un segundo tema- más lírico- , donde el trombón se expresa con una musicalidad exquisita y sensual, de neto corte romántico tardío. Por momentos, presenta ciertas reminiscencias con la música de Carl Nielsen, pero sin caer en la tonalidad expansiva característica de este gran compositor. En el 2°, el trombón marca un cantábile majestuoso, en diálogo con la orquesta – que incluye algunos pasajes donde se destaca el piano- y que requiere de una interpretación muy expresiva. En este caso, la musicalidad de Jesper Busk Sörensen como solista fue impecable: ejecutó las cadencias y pasajes con un sonido prístino, caracterizado por su expresividad, transparencia y calidez (ese sonido tan “hyggelig”, característico de su Dinamarca natal). El último movimiento arranca con el mismo motivo inicial a cargo de la orquesta, que le permite posteriormente al trombón ejecutar un recitativo, que desemboca en el bellísimo rondó final. La dirección de Roberto Minczuk fue estupenda y la gente estalló en aplausos. Esto obligó a Busk Sörensen a interpretar un bis (Pensamientos, de Robert Schumann), acompañado por el pianista de la orquesta, donde ejecutó un solo muy breve, pero sumamente efectivo. Agradeció al público en un excelente inglés previamente a su interpretación y se retiró ovacionado. Este concierto se ejecuta en muy pocas ocasiones, de modo que se trató de su primera audición en el Colón. Una recuerda la versión de Henry Bay- por aquel entonces, trombón solista de la Orquesta Estable del Colón y gran músico de jazz- junto a la Orquesta Sinfónica Nacional en 1986, dirigida por Pedro Ignacio Calderón. En cambio, la Sinfonía n° 10 de Dimitri Shostakovich se ejecutó en numerosas oportunidades- la última vez, en 2016, en una memorable versión ofrecida por la Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Carl Saint Clair, dentro también de su Ciclo de Abono- y fue compuesta en 1953. Tal como la definiera el compositor, se trata de una manifestación de resistencia contra el régimen de Josef Stalin, que se traduce en el breve pero intensísimo Allegro frenético del 2° movimiento (“una representación musical de Stalin y de los años bajo Stalin”). Fue la primera obra que Shostakovich compuso tras la muerte del dictador soviético y consta de 4 movimientos, caracterizados por numerosos pasajes de difícil ejecución, donde priman 4 notas: Re- Mi bemol- Do-Si (D-S-C-H), que representan, precisamente, la firma del compositor y que se escuchan en el 3° y 4° movimientos de la obra. El 1° movimiento se caracteriza por presentar dimensiones épicas, mientras que el 2° es breve, con un scherzo frenético. El 3° presenta un nocturno- donde el compositor se presenta con las notas mencionadas anteriormente- y el 4° se caracteriza por una introducción extensa y una explosión de júbilo, que contrasta con el dramatismo de los anteriores. La versión ofrecida por Minczuk fue excelente, haciendo hincapié en los contrastes sonoros mencionados anteriormente y con un equilibrio perfecto, logrando los efectos dramáticos y románticos tan deseados, que representan el triunfo y la resiliencia del compositor frente a un clima hostil. Naturalmente, el público respondió positivamente ante un despliegue de semejante talento y envergadura. Es muy bueno que los Ciclos de Abono vayan incorporando obras inéditas, que se ejecutan con escasa frecuencia y que se agreguen obras de compositores menos conocidos, para que el público pueda apreciarlas. De esta manera, es un aliciente para que la gente se interese y un desafío para el periodista especializado, quien debe ahondar y profundizar en las mismas para luego poder escribir. Y si suenan tan bien y encantadoramente como en la noche de ayer, se logrará el tan ansiado romance entre la orquesta y su público. Con esa calidez tan “hyggelig” que la Filarmónica supo conseguir.

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