n concierto con obras inéditas a cargo de la
Filarmónica en el Colón
QUEDAN TODAVÍA MUCHOS
MATICES POR DESCUBRIR
Martha CORA ELISEHT y
Donato DECINA
Generalmente, los programas de los
Ciclos de conciertos ofrecen una alternancia de obras clásicas con otras contemporáneas,
donde –con excepción de los estrenos- el repertorio es más o menos conocido. Sin embargo, siempre
hay una honrosa excepción que confirma la regla: el 9° concierto del Ciclo de
Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires ofrecido el pasado jueves 11
del corriente en el Teatro Colón, donde la mayoría de las obras que
comprendieron el programa eran inéditas para el público habitué. Enrique Arturo
Diemecke estuvo a cargo de la dirección, con la participación del trompetista
venezolano Pacho Flores interpretando dos instrumentos: la trompeta (en tres
variantes) y el corno da caccia (instrumento
que no posee válvulas, de sonido similar a la trompeta barroca).
El programa comprendió las
siguientes obras: la Sinfonía n° 5 para
cuerdas de Carlos Chávez (1899-1978), el Concierto para corno da caccia en Mi bemol mayor de Johann Baptist
Georg Neruda (ca.1707- ca.1780), la Metamorfosis
(estudio para 23 instrumentos de cuerda) de Richard Strauss (1864-1948) y
el Concierto n° 1 para trompeta y
orquesta de Arturo Sandoval (1949), con arreglos del mismo Pacho Flores.
La Sinfonía n° 5 para cuerdas de Carlos Chávez fue compuesta en 1953
por encargo de la Fundación Koussevitsky y estrenada durante ese mismo año por
la Orquesta de Cámara de Los Ángeles con el compositor en el podio. Consta de
tres movimientos (Allegro molto moderato/
Molto lento/ Allegro con brio), donde se pueden apreciar cierto grado de
atonalidad desde el inicio del 1° movimiento (Allegro molto maestoso), con ribetes ginasterianos. Su estructura
es la de un canon iniciado por los
primeros violines, al cual responden posteriormente los cellos y contrabajos.
Posteriormente, se desarrolla una pasacaglia
sobre temas mexicanos, donde un tema iniciado por cellos y contrabajos
repica en un canon a 3 voces por parte de las violas en primer lugar, a las
cuales se les suman posteriormente los segundos violines y, por último, los
primeros violines. En el 2° movimiento (Molto
lento) ocurre al revés: el ritmo está marcado al principio por la segunda
hilera de primeros violines, a los cuales se les agrega el resto de primeros
violines, segundos violines y violas respectivamente, mientras los cellos y
contrabajos desarrollan un contrapunto en cadencia ascendente. Diemecke logró
una versión muy compacta y sólida, con un muy buen equilibrio sonoro y un matiz
excelente logrado por los contrabajos al unísono, con posterior réplica del
resto de las cuerdas. Es una obra que posee reminiscencias de Rachmaninov y
Shostakovich, pero hacia el final del mismo –luego de un ascenso en 6 notas que
remedan las cuerdas de la guitarra (Mi, La, Re, Sol, Si, Mi)-, se produce un
acorde lento en lo más agudo de las cuerdas, que remeda al final del movimiento Venus de
“Los Planetas”, de Gustav Holst. El
3° movimiento (Allegro con brio) recapitula
el tema de la pasacaglia del 1°
movimiento pero en compás de 6/8, con reminiscencias que recuerdan a Ginastera
y Prokofiev. Hubo un excelente
contrapunto por parte de los diferentes instrumentos de cuerdas in crescendo –cellos y contrabajos- para
luego desembocar en una fuga magistral hacia el final de la obra. El público
acompañó con numerosos aplausos.
Poco se conoce de la obra del
compositor bohemio Johann Baptist Georg Neruda, ya que su obra ha sido
prácticamente olvidada. De no haber sido por los trompetistas, el Concierto en Mi bemol mayor para corno da
caccia se hubiera perdido. Es una obra de cámara típica del barroco,
escrita en 3 movimientos (Allegro/ Largo/
Vivace) para orquesta de cuerdas reducida y clavicordio, que actúa como
continuo. Los dos últimos movimientos se ejecutan de modo attaca (sin interrupción) y presenta numerosas síncopas en el
instrumento solista. Pero a diferencia de su homónimo actual, el corno da caccia no posee válvulas. Por
ende, muchas de las notas se obtienen introduciendo la mano en el pabellón a medida
que el solista regula la cantidad de aire necesaria para producir el sonido, lo
que lo convierte en un instrumento de difícil ejecución. Sin embargo, no
pareció serlo para Pacho Flores, quien no sólo lo ejecutó de memoria, sino
también, con una pureza de sonido y un fraseo que fueron magistrales. Su
interpretación fue excelsa y se retiró ovacionado por el público al finalizar
el concierto. La orquesta supo estar a la altura de las circunstancias
brindando un perfecto acompañamiento.
En la segunda parte hubo un
notable contraste ya que al dramatismo bien conocido de “Metamorfosis”
penúltima página creada por Richard Strauss, se le contrapuso el Estreno
Mundial del Concierto Nº 1 para Trompeta y Orquesta del bien conocido Arturo
Sandoval, el intérprete Cubano radicado desde hace muchísimo tiempo en Estados
Unidos, que contó con arreglos para esta ocasión del propio solista. Y es que
este Orden de programación nos deja pensando, ya que la intensa carga dramática
de la página Straussiana, compuesta como una catarsis a los horrores de la
guerra y a la actuación del Nazismo, no deja mucho margen para continuar
escuchando música a posteriori. Tal vez podría haberse alterado el orden de
interpretación y que “Metamorfosis” cerrase la primera parte, arrancando en
primer lugar con el Concierto de Neruda. Con el tiempo de intervalo podría
haberse generado la necesaria pausa entre el final de la primera parte y reiniciar
con la Sinfonía Nº 5 de Chávez, para luego si acometer con el estreno del
Concierto de Sandoval. Observaciones al margen, la intensidad y el drama que
grafica esta obra para 23 instrumentos de cuerda fue surgiendo gradualmente con
el correr de la interpretación, hasta culminar en un perfecto gran silencio, el
que ¡por fín! fue respetado a rajatabla por el público. Hubo mucho espíritu de
Strauss en la versión y se notó.
Yendo entonces al Concierto de
Arturo Sandoval, el propio Pacho Flores efectuó un comentario complementario al
del programa de mano, una vez más excelentemente vertido por Diego Fischerman.
Se trató del Estreno Mundial del mismo, con Sandoval frente al “Streaming” observándolo
desde su residencia en California. Una composición en tres movimientos de los
cuales el segundo fue el primero que compuso, ya que conformó un tratado de
interpretación que Sandoval escribiera en 1994. Por sugerencia de su esposa, lo
transformó en concierto y en largos años pudo añadirle los dos movimientos “de
Punta”, por lo cual la conformación definitiva quedó en 1º) Andante: Con un
tema inicial y tres secundarios, con mucho de Jazz (Al decir de Flores, casi un
homenaje a Dizzy Gillespie con quien Sandoval tocó). El tema inicial regresa
luego de los tres temas secundarios a modo de recapitulación y coda. Un
movimiento central (“Andante Cantábile”) de corte romántico, dedicado a un compositor
Armenio (el que no es Khatchaturian), con muchos detalles en las filigranas de trompeta.
Tres tipos de diferentes del instrumento
son los que debió abordar Flores, haciéndolo con todos con refinado y exquisito
sonido y estupendo alarde de técnica.
Esto quedó aún mayormente evidenciado en el “Allegro con Brío” que cierra la
composición, la que recurre al tema con el que la obra se inicia para cerrar la
composición, dedicando Este momento a un trompetista ruso amigo del compositor. La Obra fue recibida con simpatía, dejando
margen para que Flores dedique a la distancia a Sandoval un Joropo con variaciones
propias, cerrando la interpretación con dos “soplidos” que llevaron a la risa
contagiosa a la concurrencia. Magnífico cierre para un solista de excepción.
Ha sido un acierto incorporar este
tipo de obras dentro del Ciclo de Abono de la Filarmónica para que el público
que asiste habitualmente a los conciertos pueda apreciar estas auténticas joyas
sonoras. Todavía quedan muchos matices por descubrir y muchas obras más para
incluir en los programas y, de esta manera, poder apreciarlas en todo su
esplendor.
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