sábado, 24 de agosto de 2019


uy buena reposición de “LA SYLPHIDE” en el Colón

UN IMPREVISTO QUE SALIÓ MUY BIEN
Martha CORA ELISEHT

            Tras algo más de 30 años, el Ballet Estable del Teatro Colón incluyó un clásico dentro de la Temporada 2019: “LA SYLPHIDE”, con música de Jean Madeleine Schneitzhoeffer y coreografía de Pierre Lacotte (basada en la original de Filippo Taglioni), cuyas representaciones tendrán lugar entre los días 20 al 27 del corriente, donde participará la Orquesta Estable del mencionado organismo, bajo la dirección musical de Tara Simoncic. La escenografía y el vestuario pertenecen al Teatro Colón (según los originales de Pierre Ciceri y Eugène Lami, respectivamente), mientras que Rubén Conde se hará cargo de la iluminación. Actuarán como coreógrafos invitados  Anne Salmon y Jean Christophe Lésage.
            En la función ofrecida el pasado viernes 23 del corriente,  el reparto estuvo integrado por los siguientes bailarines: Macarena Giménez (La Sylphide), Hernán Cornejo (James), Edgardo Trabalón (Gurn), Camila Bocca (Effie), Igor Gopkalo (La Bruja), Analía Sosa Guerrero (Madre de Effie), Ludmila Galaverna, Ayelén Sánchez y Emilia Peredo Aguirre (Tres Sylphides) y la pareja formada por Natalia Pelayo y David Gómez, quienes tuvieron a su cargo el Petit Pas de Deux del 1° Acto.
            Para esta ocasión, Paloma Herrera –Directora del Ballet Estable- invitó a dos prestigiosos bailarines del American Ballet Theatre para los roles principales de James y la Sylphide: Hernán Cornejo y Misty Copeland. Debido a una lesión que sufriera la étoile, fue reemplazada a último momento por Macarena Giménez en las funciones de Abono. Sin embargo, al ahondar en el curriculum de la bailarina estadounidense, este ballet no figuraba dentro de su repertorio. Y en el caso de nuestro compatriota Hernán Cornejo, días antes del debut había manifestado en declaraciones a la prensa que si bien sí la tenía en su  repertorio, siempre había bailado la tradicional coreografía de August Bournonville (1836) y no la de Lacotte (1972). Por lo tanto, tuvo que aprender nuevamente la coreografía en sólo cuatro días.
            De todos modos, fue un gran acierto haber contratado a Tara Simoncic para dirigir a la Orquesta Estable, ya que se trata de una directora de ballet. Y esto es fundamental, porque respeta los tiempos de los bailarines para que haya una coordinación perfecta con los compases de la música. No sólo ofreció el clima de misterio que ronda a la protagonista –una criatura sobrenatural y etérea, que habita en los bosques y que enamora a James irrumpiendo justo el día de su boda con Effie- , sino que además, Oleg Pishenin y Jorge Bergero se lucieron respectivamente en los solos de violín y violoncello de las escenas de amor, sino que además, Rodolfo Rosón brindó el bellísimo solo de corno del 2° Acto en el Gran Pas de Deux. La excelente iluminación de Rubén Conde puso el marco perfecto para los momentos de luz –los preparativos para la boda- como de oscuridad –la aparición de la Sylphide, el sueño de James y la noche de las brujas-, logrando unos magníficos efectos. El vestuario – basado en dos colores: rojos y celestes, correspondientes a los diferentes clanes de Escocia- fue soberbio, al igual que los tutús románticos para las sílfides en el 2° Acto. También fueron estupendos los efectos especiales –desaparición de la  Sylphide en la escena del Pas de Trois y las sílfides volando en el bosque- y brindaron  una producción de gran jerarquía.
            En cuanto al ballet y sus protagonistas, y pese a los contratiempos anteriormente mencionados, Hernán Cornejo demostró que no sólo fue capaz de aprender en pocos días la coreografía de Lacotte, sino que lo hizo con la habitual maestría a la cual ya tiene acostumbrado al público argentino. Sus trucos, piruetas, solages y developés fueron de una precisión increíble y formó un magnífico trío junto a Macarena Giménez y Camila Bocca en el Pas de Trois del 1° Acto. El delirio fue total al encarar sus piruetas como solista en el Grand Pas de Deux del 2° Acto y el público estalló en aplausos. Camila Bocca ofreció una flûte magnífica en su solo del 1° Acto y sus arabesques fueron sumamente correctos. A su vez, Macarena Giménez tuvo la difícil tarea de reemplazar a Misty Copeland y encarnar a la protagonista a la que hace alusión el título de la obra (Sylphide). Y lo hizo muy bien, porque es una bailarina etérea y posee el physique du rôle perfecto para esta ocasión. Ha mejorado muchísimo su técnica y sus desplazamientos, lo que le permitió consolidar su posición e hizo un muy buen Grand Pas de Deux en el 2° Acto, al igual que el Pas de Trois anteriormente mencionado. Mejoró su panché y su souplée e hizo una muy buena performance. Quizás estuvo algo inexpresiva en el 1° Acto, pero fue creciendo actoralmente a medida que avanzaba la obra hasta verse envuelta en el chal mágico que le ocasiona la muerte en brazos de James. Edgardo Trabalón ofreció un muy buen Gurn, pero en materia actoral, Igor Gopkalo se llevó los laureles al encarnar a la bruja Magda. Es un gran bailarín de carácter y lo demostró con creces. Las escenas de conjunto también estuvieron bien logradas y merece una mención aparte  la pareja formada por Natalia Pelayo y David Gómez, quienes tuvieron a su cargo el Petit Pas de Deux del 1° Acto. Ella es una bailarina consagrada y suplente de solista, mientras que él es una joven promesa que poco a poco, se va afianzando. La interpretación fue magnífica y él posee no sólo una muy buena técnica, sino también, una gran plasticidad. También fue muy bueno el trío de Sylphides formado por Emilia Peredo Aguirre, Ayelén Sánchez y Ludmila Galaverna.
            Afortunadamente y pese a todos los contratiempos, todo salió bien. No obstante, si se tiene en cuenta que –en general-  los contratos se firman de un año para otro, es indispensable informar a los bailarines invitados que no sólo cuenten con la obra en su repertorio, sino también con la coreografía que se va a reponer. A juicio de quien escribe, parece una desprolijidad –por no decir una irresponsabilidad- por parte de quienes hicieron las contrataciones o sugirieron el elenco. Sin ir más lejos, otra compatriota que brilla como étoile en París –Ludmila Pagliero- está considerada como  la principal intérprete de este rol en la actualidad. Y si se tiene también en cuenta que la última vez que se representó en el Colón fue con dos colosos de la talla de Ghislaine Tésmar y Michel Duval, con más razón todavía como para ofrecerla con intérpretes de alta calidad y gran jerarquía. Porque justamente fue la que inició  la gran tradición del ballet romántico y el uso de las zapatillas de punta, marcando un hito en la historia de la danza clásica.

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