“UN CIMARRON SOLO
DEBE CONFIAR EN SI MISMO”
(Texto de “El
Cimarrón” de Hans Werner Henze)
TMC (Teatro
Musical Contemporáneo) y 4’33’’: Opera Experimental: “El Cimarrón”, en dos
partes y 15 episodios con Libreto de Hans Enzeusberger y Música de Hans Werner
Henze basado en el libro de Miguel Barnet. Interprete: Iván García (Esteban
Montejo). Soporte Instrumental: Martín Marino (Guitarra), Patricia García (Flauta
y asistencia de percusión) y Bruno Lo
Bianco (Percusión). Dirección Musical: Agustín Toccalini. Escenografía y Diseño
de Video: Matías Otalora. Vestuario: Luciana Gutman. Iluminación: Horacio Efron.
Sonido: Pablo Formica. Fotografía: Agustín di Grazia. Dirección de Cámaras: Angel
Riveiro Díaz. Producción General Martín Bauer. Puesta en Escena y Dirección
General: Marcelo Lombardero. Grabada en la Sala del Espacio UNITREF XIRGU y
emitida por Opera21.live (Estreno del 09 de Diciembre de 2020, el que puede
visualizarse por 10 días más).
NUESTRA OPINION: EXCELENTE.
Elegí esta
frase del texto cantado y recitado de “El Cimarrón” para el encabezamiento del
presente comentario, por considerarla la más perfecta alegoría no solo del
personaje, sino también de todo el tremendo esfuerzo de producción encarado
para que este producto llegue e impacte a los espectadores. Compuesta por Henze
entre 1969/70 a su paso por Cuba, tras quedar impactado por el libro de Miguel
Barnet, el que relata la vida de Esteban Montejo una persona que al momento de
dialogar con el escritor tenía 103 años, en el tiempo de composición y estreno
de esta ópera 109 y al fallecer, la friolera de 113 años, quien entonces se
habrá anoticiado con seguridad del éxito de su estreno en el Festival de Berlín
de 1970 y posteriormente en ese mismo año en el de Aldenburgh (Gran Bretaña), con un orgánico instrumental
en el que sobresalió el eximio Compositor y Guitarrista Cubano Leo Brower (quien
visitara Buenos Aires hace poco tiempo atrás) y Dirección Musical en ambos
casos del propio Henze. Una fascinante experiencia la constituyó para mí la
presentación de esta obra hecha en el espacio CETC del Teatro Colón con el
protagónico de Marcelo Lombardero, la Dirección Escénica de Ruben Szuchmacher y
la Musical del inolvidable Gerardo Gandini. Ahora Lombardero desde su actual
fase de Director Escénico se lanza al desafío de poner en escena esta obra en
tiempos de pandemia, para lo cual empleó toda su reconocida creatividad,
contando con el concurso de Martín Bauer para la producción general desde la Maestría
de Música Contemporánea de la UNITREF (Universidad de Tres de Febrero),
utilizando el espacio UNITREF XIRGU (que no es otro que la querida sala
Margarita Xirgu del Barrio de San Telmo), la intervención de la productora 4’33’’
(¿Recuerdan la obra de John Cage?) y el surgimiento del portal opera21.live,
desde donde se emite esta obra, previa adquisición de entradas por el sistema Ticketek.
Marcelo Lombardero comentó para Ntros. en el
programa del Sábado pasado que el enfoque empleado en su protagónico del CETC
era el un narrador al servicio de la obra, dado que no podía contar con el “Physique
du Rol” y entrar en la piel de Esteban Montejo. Para ser claros y ayudar a quienes
no conocen la historia, se trata de un hombre nacido esclavo en Cuba durante la
etapa final de dominio Español, quien se atreve a escapar muy joven de sus
amos, huye a los montes a vivir en la más absoluta soledad, se entera de la
abolición de la esclavitud, lucha por la independencia de la isla caribeña,
trabaja en los ingenios azucareros, reniega de la vida que lleva en la Cuba
¿libre? bajo la tutela del capitalismo norteamericano y es testigo del
advenimiento de Fidel Castro y la Revolución Cubana. Es en esencia un luchador
que abogó por la plena libertad del ser humano.
Tomando el texto de Barnet, Henze con el concurso de Hans Enzusberger como
libretista desarrolló un esquema de 15 episodios dispuestos en dos partes en
donde se exponen en cada uno de ellos los momentos decisivos de la vida de Montejo,
quien ante todo es un “Cimarrón”, alguien que desde su decisión de luchar en
soledad logró dar testimonio de que una mejor vida era posible. Así lo veremos
desde su condición de esclavo, pasando por las etapas del dolor, el sufrimiento,
el castigo físico, el horror, la decisión de escapar, llegar a los montes y
describir su vida allí, su felicidad efímera ante la abolición de la
esclavitud, su reinserción social y laboral, su vida en los ingenios
azucareros, su convicción al enrolarse en la guerra por la independencia del
yugo de España, la vida en la joven nación, las mujeres, la batalla, la
religión (con temas que aun hoy guardan inquietante vigencia, por ej.:
Pedofilia.) y su deseo de libertad para los demás y para sí mismo , dejando un
mensaje al futuro en el amplio sentido de que el solo necesita tomar su machete
y sumarse a la lucha.
Henze se vale de un muy reducido orgánico
integrado por Guitarra española, diferentes tipos de flauta y una nutrida
sección de percusión en donde quedará a criterio de la Dirección musical cuantos
percusionistas integrarán el orgánico. Agustín Toccalini asumió el desafío de
la Dirección y contó con tres extraordinarios instrumentistas: Martín Marino en
guitarra (A quien admiramos en sus intervenciones en “Piedade” de Ripper para
la Opera de Cámara del Colón), Patricia García en flautas y ayudando con la
percusión y al extraordinario Bruno Lo Bianco como percusionista principal (el
que deslumbró con su recordada actuación para el “Ciclo de Conciertos de Música
Contemporánea del Complejo Teatral de Buenos Aires”). La partitura contiene desde
pasajes de tonalidad, disonancias, empleo de inflexiones de la voz, megáfono,
efectos sonoros y tímbricos (hasta el propio protagonista juega con las cadenas
una vez que se las quita causando un efecto muy fuerte). La voz está trabajada
desde lo más profundo del registro bajo hasta las inflexiones más agudas. También
hay un magistral empleo de los silencios. Él trabajo de Toccalini y los 3
músicos fué deslumbrante.
En lo visual, retomando lo expresado por
Marcelo Lombardero que menciono líneas arriba, ahora hay un protagonista que
asume el rol de Esteban Montejo. La escena está admirablemente trabajada en
blanco y negro. No puede haber contraste más impactante. Los manejos de la luz,
del efecto visual, de las proyecciones de video y hasta el sonido empleado para
la edición del video fueron perfectos. El vestuario de Luciana Gutman calzó perfecto
al protagonista e impecable fue la idea de vestir a los músicos con ropa de
trabajo. El manejo de las cámaras fue impecable, la marcación actoral fue extraordinaria en
todo sentido y la respuesta del protagonista,
soberbia.
Y entonces vamos al trabajo de quien fue el
eje de esta puesta: Iván García dando vida a Esteban Montejo. Si algo le
faltaba a este noble artista Venezolano era esta labor consagratoria. Se metió de lleno en la piel del personaje,
expresó y dijo con total suficiencia. Un registro vocal solido capaz de
recorrer de la zona más baja a los agudos y falsetes inimaginables. Extraordinario
actor, ratificó una por una sus cualidades que destacáramos tanto en “Séneca”
de “L’Incoronazione de Poppea” como en su protagónico de “Deseo” de Furrer.
Total fue su entendimiento con la Dirección Musical y fue el vehículo ideal
para todo lo que Marcelo Lombardero quiso decir.
El mensaje final que nos deja esta trabajo es
el de estar atentos a toda forma de racismo y violencia, algo que Lombardero
nos expuso crudamente años atrás con su recordada visión para “Carmen” de
Buenos Aires Lírica, como para dejarnos pensando. “El Cimarrón” demostró que
puede confiar en sí mismo y espero que desde opera21.live, lleguen nuevas y
creativas propuestas, ideales para estos momentos tan difíciles.
Donato Decina
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