Interesante concierto de compositores argentinos
poco representados en el CCK
PRIMERO, LO NUESTRO
Martha CORA ELISEHT
Con el correr del tiempo, el Centro
Cultural Kirchner (CCK) se ha consolidado como la principal sala de conciertos
del país: no sólo por la variedad de espectáculos que en él se ofrecen, sino
también por la riqueza de los intérpretes. En este caso, el pasado viernes 9
del corriente se ofreció un concierto de cámara en la Sala Argentina de dicha
institución a cargo del trío compuesto por Jorge Calderari (violín), Teresa Fainstein Day (cello)
y Javier Mas (piano), quienes
interpretaron el siguiente repertorio:
-
“Impresiones de mi tierra”- Manuel GÓMEZ CARRILLO (1883-1968)
-
“Aires pampeanos” para violín y piano- Gilardo GILARDI (1889-1963)
-
“Réverie” para violín y piano- Héctor PANIZZA (1875-1967)
-
“Kleine Elegie” para cello y piano- Carlos OLIVARES (1890-1972)
-
Tres piezas breves para cello y piano,
Op.4- Astor PIAZZOLLA
(1921-1992)
-
Trío n° 2 para violín, cello y piano- Luis GIANNEO (1897-1968)
Debido a la carencia de programas de mano, Javier
Mas se dirigió al público para brindar una breve reseña de cada obra y la vida
de los compositores. El repertorio se caracterizó por ser obras muy poco
difundidas de compositores argentinos que vivieron y fallecieron más o menos en
la misma época y que cayeron injustamente en el olvido. Merced al impecable
trabajo de rescate del Instituto de Musicología “Carlos Vega”, se han
recuperado y hoy en día se pueden apreciar. Desgraciadamente, otras tantas se
han perdido –tal es el caso del Trío n° 1
para violín, cello y piano de Luis Gianneo- y por eso se interpretó el Trío n° 2 del mencionado autor.
Manuel Gómez Carrillo fue un compositor santiagueño
vinculado a la obra de Andrés Chazarreta y autor de la recopilación Música Nativa del Norte Argentino
(1920), que supo fusionar los ritmos característicos de su tierra natal con la
música europea. Tal es así que Impresiones
de mi tierra está escrita como rapsodia que se inicia con pericón, prosigue
con bailecito y huella en una perfecta conjunción clásica/ folklórica
introducida por el piano en cada uno de los ritmos que integran la misma. El
diálogo entre los tres instrumentos se caracterizó por un perfecto equilibrio
sonoro, muy compacto, bien llevado y por una excelente interpretación, donde
Jorge Calderari se destacó en sus solos del pasaje lento. Seguidamente, Jorge Calderari y Javier Mas interpretaron las
dos obras para violín y piano: Aires
pampeanos de Gilardi y Réverie (Ensoñación)
de Héctor Panizza. Ambas obras fueron compuestas en 1945, pero de
características muy diferentes: mientras que la primera fusiona melodías
folklóricas de la pampa con ribetes de música de cámara europea –al estilo de
Luigi Boccherini-, la segunda posee una línea melódica netamente europea,
ricamente elaborada y de tinte impresionista, que permite el lucimiento del
fraseo del violín en escalas ascendentes y descendentes que dan el efecto
onírico acorde al título de la obra, retomado por el piano en escala diatónica.
La labor de ambos instrumentistas fue magistral, brindando una interpretación
de altísimo nivel.
Tras una breve pausa, el dúo formado por Javier Mas y Teresa
Fainstein Day ofreció las dos obras para sus respectivos instrumentos: Kleine Elegie (Pequeña Elegía) de Carlos
Olivares y las Tres piezas breves para
cello y piano de Astor Piazzolla. La primera está escrita en forma de
sonata, donde el piano introduce el tema para permitir el lucimiento del cello
en su fraseo, brindando el tono elegíaco. No sólo Olivares fue cellista, sino
también un músico muy importante en su época. Fundó la Orquesta Sinfónica de
Tucumán y fue maestro de Teresa Fainstein Day, quien agradeció poder
interpretar su obra. A continuación, se ejecutaron las Tres piezas breves Op. 4 de Piazzolla. Es una obra de juventud, muy
diferente del estilo que caracterizó al músico marplatense en todo el mundo,
que consta de tres movimientos: Adagio/
Serenata/ Siciliana. El primero es una Pastoral
donde el cello desarrolla el tema
principal, mientras que el piano acompaña con arabescos y glissandi. En el segundo (Serenata),
el piano abre la melodía con ciertas disonancias- notoria influencia de
Nadia Boulanger, quien fuera su maestra durante sus años de perfeccionamiento
en París- hasta que el cello toma la línea melódica. En la última (Siciliana), el cello abre el diálogo con el piano en pizzicato en una pasacaglia que recuerda la pieza homónima de Fauré (Siciliènne), pero con un estilo más
contemporáneo. Muy buena labor de ambos instrumentistas, que recibió un fuerte
aplauso por parte del público.
Por último, el conjunto ofreció una excelente
versión del Trío n° 2 de Luis
Gianneo, que consta de tres movimientos: Introducción-
vivace/ Molto andante/ Allegro energico. Previamente al vibrante Vivace del 1° movimiento, la Introducción fue ejecutada de manera muy
solemne al unísono por los tres instrumentos. Es una obra donde Gianneo toma
fragmentos de otras de sus composiciones (El
tarco en flor, Concierto Aymará y el
Pericón Nacional –fue quien realizó la orquestación de dicha obra, que
perdura hasta la actualidad-) y las
conjuga –a modo de caleidoscopio- de manera magistral mediante recursos de
contrapunto, capitulación y fuga. El pizzicato
a cargo del cello estuvo en perfecto contrapunto con el piano y el violín y
posteriormente, cada uno de los instrumentos tiene a su cargo una variación,
mientras el otro desarrolla el tema principal. Esto se puso de manifiesto en el
fragmento del Pericón, donde el
trémolo de las cuerdas contrastó con la melodía –a cargo del piano- en una gran
interpretación. En el Andante, la
introducción está a cargo del cello y posteriormente, el piano retoma la
melodía. El solo de violín posee reminiscencias del Concierto Aymará –escrito para dicho instrumento solista-, donde Calderari brindó una interpretación exquisita. El movimiento final está escrito como una pasacaglia donde se alternan el tempo
de Allegro energico con cantábile, donde se aprecian las
melodías de El tarco en flor con el Pericón Nacional que cierra la obra.
Tras los fervientes aplausos por parte del público, no podía faltar un bis: una magistral versión de Oblivion de Astor Piazzolla, “obra que no necesita presentación”, según
palabras textuales de Jorge Calderari.
Ha sido una experiencia maravillosa y un auténtico
placer poder descubrir obras inéditas para la mayoría del público, de una
insuperable belleza melódica y que han despertado luego de un prolongado
letargo. La Argentina ha dado grandes talentos en materia de composición
musical que han escrito obras hermosas, de gran calidad y jerarquía que es
necesario escucharlas y aprender a descubrirlas mediante una adecuada difusión
para que formen parte de los repertorios habituales de conciertos.
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