domingo, 21 de septiembre de 2025





Instante del estreno absoluto en Argentina del Concierto para Violín y Orquesta de Moritz Moskowski por José Daniel Robuschi, Emmanuel Siffert, la Sinfónica Nacional y la presencia como Concertino Invitado de Pablo Saraví. Fotografía de la autora del presente comentario


Sublime interpretación de Bruckner por la Sinfónica Nacional en el Palacio Sarmiento


ENTRE LO ROMÁNTICO, LO TERRENAL Y LO ESPIRITUAL

Martha CORA ELISEHT


“Los espíritus se separan delante de una concretización sonora de diálogos

entre el Hombre y Dios. Aquí, la razón organizativa no es más que un medio para

lograr el objetivo. Éste se encuentra en los mundos ocultos plenos de consolación y de

felicidad, que se abren al auditorio como las cúpulas celestes de una catedral. Esta

obra nos habla del sufrimiento y de la naturaleza perecedera de lo terrenal, pero

también de la paz y la consolación de un imperio que no es de este mundo. Es un eco

lejano de este imperio al cual Bruckner hace alusión dentro de su obra en la Tierra”.

Las palabras de Alphonse Ott definen perfectamente a la Sinfonía n°6 en La

mayor de Anton Bruckner (1824- 1896), obra de carácter íntimo, mucho menos

imponente y más espiritual dentro de su vasta producción. Fue compuesta entre 1879 y

1881 dentro de un período de gran creatividad, ya que de esta misma época también

data su Sinfonía n°4 (“Romántica”). No obstante, sólo se representaron en vida del

compositor dos movimientos: el Adagio y el Scherzo en 1883, dirigidos por Wilhelm

Jahn. La primera audición integral de esta monumental sinfonía tuvo lugar en 1899 bajo

la dirección de Gustav Mahler y, posteriormente, Karl Pohlig la interpreta en Stuttgart

acorde a las especificaciones realizadas por el propio compositor en 1901.

La Orquesta Sinfónica Nacional decidió incluir esta gran sinfonía dentro de su

Ciclo de Conciertos el pasado viernes 19 del corriente bajo la dirección de Emmanuel

Siffert, que contó con la participación del concertino de la agrupación -Daniel

Robuschi- en calidad de solista y un concertino invitado de lujo: Pablo Saraví, donde se

interpretaron las siguientes obras:

- Concierto en Do mayor para violín y orquesta, Op.30 (1° audición)- Moritz

MOSKOWSKI (1854-1925)

- Sinfonía n°6 en La mayor- Anton BRUCKNER (1824-1896)

Una de las principales virtudes de Emmanuel Siffert es la de dar a conocer obras

inéditas para el público local. En este caso, no existen antecedentes de que el

mencionado concierto del compositor polaco se haya representado en el país y, por lo

tanto, se ofreció en carácter de primera audición. Si bien Mosskowski fue un compositor

prolífico de conciertos para piano, su Concierto para violín y orquesta en Do mayor fue

el único que escribió para dicho instrumento en 1883 y consta de 3 movimientos:

Allegro commodo (Do mayor) / Andante (Mi menor) y Vivace (Do mayor), de carácter

romántico. El Allegro commodo inicial se inicia de manera brillante con una gran

introducción orquestal que precede a la entrada del solista, donde se lo pudo apreciar

muy seguro y sólido a Daniel Robuschi desde los primeros compases. Demostró un

perfecto dominio del instrumento en cadencia, fraseo, trinos y pasajes en escalas

ascendentes y descendentes de gran dificultad técnica durante todo el desarrollo del

concierto, que permite el lucimiento del solista. El equilibrio sonoro fue perfecto, al


igual que los diálogos entre la orquesta y el violín solista, mientras que en el Andante

central se apreció un muy buen contrapunto y diálogo de línea netamente romántica

entre el violín y el violoncello antes de desembocar en una serie de arabescos a cargo

del instrumento solista previos al cierre del movimiento. El Vivace se inicia con una

fuga in crescendo hasta la entrada del violín mediante una serie de escalas ascendentes y

descendentes para desembocar en un final brillante por parte de la orquesta en diálogo

con el solista. El dominio de tempi y la marcación de Emmanuel Siffert hicieron el resto

para lograr una versión de gran calidad, que fue coronada por numerosos aplausos y

vítores. En agradecimiento, Daniel Robuschi anunció un bis: la Danza malambo de las

Tres piezas para violín solo de Luis Gianneo, que sonó muy bien y donde se retiró

sumamente aplaudido tras su interpretación.

Tal como se mencionó anteriormente, la Sinfonía n°6 en La mayor de Bruckner

representa una perfecta conjunción entre lo terrenal y lo espiritual. Pese a que no es una

obra que se represente muy a menudo, en Buenos Aires se han ofrecido recientemente

dos versiones de esta sinfonía: la del pasado viernes 12 del corriente por la Orquesta

Filarmónica de Buenos Aires y la actual. Su duración aproximada es de una hora y

posee 4 movimientos: Maestoso/ Adagio: sehr feierlich (muy solemne) / Scherzo: nicht

zu schnell (no muy rápido)- Trío: langsam (Lento) /Fínale: bewegt, doch nicht zu

schnell (Animado, pero no muy rápido). A su vez, el maestoso inicial posee 3 temas,

con cuya conjunción se logra ese maravilloso sentido de atención y equilibrio. En el

primero, en vez de comenzar con un trémolo, los violines lo hacen mediante una figura

rítmica compleja en modo frigio en contrapunto con los contrabajos y violoncellos, dada

la predilección de Bruckner de usar 2 notas en vez de 3 -al costado o en cúspide de la

otra-. En el segundo -mucho más romántico y menos imponente que el anterior- usa 4

notas en vez de 6 para producir un poderoso contraste, mientras que el tercero posee una

gran belleza melódica en intensidad y velocidad para posteriormente retornar al primero

mediante recapitulación. Culmina con una coda donde se destaca el tiempo lento del 2°

tema para brindar un final triunfante. En cambio, el bellísimo Adagio en Fa menor es el

que le otorga a la sinfonía ese carácter íntimo y espiritual, apasionado y meditativo, que

se logra mediante un maravilloso lamento a cargo del oboe y que termina con una coda

muy prolongada para dar la sensación de espiritualidad. A su vez, el 3° movimiento se

divide en dos partes: un Scherzo breve, intenso y deslumbrante y un Trío más lento y

pausado, que contrasta para culminar mediante una rica y poderosa orquestación con el

tema del scherzo. El movimiento final se inicia con una melodía austera en violines

secundada por el segundo clarinete, donde se vuelve a la tonlidad original mediante un

poderoso desarrollo orquestal en metales. Posteriormente, se introduce una segunda

melodía lejana que se desarrolla a posteriori para volver a la original - ricamente

orquestada-. Esto permite el contrate entre lo terrenal y lo espiritual, que culmina con

una imponente coda que retoma el tema principal del 1° movimiento. Una vez más e

independientemente de que Emmanuel Siffert sea un experto en este tipo de repertorio,

demostró que se encontraba sumamente inspirado y perfectamente compenetrado con la

obra para brindar una versión sublime y majestuosa de esta sinfonía. El brillo, los

matices, las texturas y el canto interno de la Sinfónica prevalecieron durante todo su

desarrollo, logrando ese clima de metafísica entre lo mundano y lo espiritual; sobre

todo, en el 2° movimiento, que fue de una perfección absoluta. Pudo existir cierto

exceso de sonoridad en los tutti orquestales y en las fanfarrias a cargo de los metales en


el scherzo, pero lo hizo magistralmente en su conjunto. Precisamente y, a diferencia de

otros scherzi – que se marcan en un solo tiempo-, el director lo hizo en 3 tiempos,

acorde a la indicación de la partitura. El movimiento final fue de excelencia, abordado

con maestría y enjundia para lograr ese sonido auténticamente bruckneriano, con lo cual

demostró con creces que es un especialista en la materia. El Auditorio Nacional lo

ovacionó aplaudiendo unánimemente de pie luego de tan extraordinaria versión.

Con semejantes intérpretes, ¿qué podía salir mal?... Absolutamente nada. Tenían

todo lo necesario para triunfar y lo lograron en base al esfuerzo, el trabajo, los ensayos y

la disciplina. Así les fue y lo demostraron una vez más sobre el escenario del Auditorio

Nacional.

 

El Maestro Diego Martín-Etxebarría, debutante absoluto en el Teatro Colón al frente de la Filarmónica de Buenos Aires, hacemos votos por una próxima visita. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía de Juanjo Bruzza.


UN BUEN HOMENAJE A LA MEMORIA DE UN GIGANTE

 

Teatro Colón, temporada 2025. Decimotercer concierto del ciclo de abono a conciertos sinfónicos a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Diego Martín- Etxebarría. Solista: Giuseppe Albanese (Piano).  Programa: Obras de Maurice Ravel. 20 de Setiembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Hilando fino a lo largo de las 42 temporadas en las que este cronista asiste a los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, hay un nombre en cuanto a los compositores que este conjunto aborda que se reitera en las grandes ocasiones: Maurice Ravel. Fechas: año 1986 (cuadragésimo aniversario de la Orquesta: Versión integral de la música para el Ballet “Daphnis et Chloe” con la conducción de su entonces titular, Pedro Ignacio Calderón), año 1987 (Quincuagésimo aniversario del fallecimiento del compositor: concierto monográfico con la participación de la gran Alicia de Larrocha bajo la Dirección de Enrique Bátiz), año 2006:   con motivo de los 60 años de la Orquesta, música de Ravel bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke y entrega de medallas conmemorativas a los miembros más antiguos del conjunto, acuñadas con el hierro de los techos retirado durante la primera etapa del “Master Plan” del Teatro Colón. En esta ocasión, se cumple el sesquicentenario del nacimiento del gran genio francés y, al igual que en ocasión del cincuentenario del fallecimiento, se programó un concierto monográfico que recayó en dos artistas jóvenes que efectuaron su debut absoluto en la gran sala de la calle Libertad: el Director Diego Martín- Etxebarría y el Pianista Giuseppe Albanese.

 

  Nada para reprochar en cuanto a la programación, para la que se escogieron obras fundamentales de la producción Ravelliana: “Ma mere l’oye”  (mi Madre la Oca), Concierto en Sol para piano y orquesta, “La Valse” y “Bolero”. No se puede agregar ni un punto y una coma más. En todo caso, daría para dos o tres programas más incluir todo el acervo para orquesta.

 

     Vamos a ir primero a la actuación de la dupla Solista-Orquesta. Tres años le demandó a Ravel la composición de esta maravilla cuya duración oscila alrededor de una treintena de minutos. Allí se expresan todos los estados de ánimo imaginables desde la melancolía a la exultancia. Sea por su orquestación, por la exquisitez de sus melodías o por el colorido que se halla en muchos pasajes, requiere de un buen director y un solista rayano en el virtuosismo. El Maestro Etxebarría comprendió la partitura en todo el sentido  y guió con absoluta precisión al conjunto. Trató en todo momento de sostener la comunicación solista orquesta, algo que en cambio no logró establecer el solista, Giuseppe Albanese. Si bien este último exhibió buena técnica, su acelerada digitación conspiró para que la orquesta pudiera brindarle el adecuado acompañamiento. En el primer movimiento afloraron algunas desprolijidades, no así en el segundo en donde se pudo llegar al clima de melancolía que ese momento trasunta y un final en donde encontramos el brillo sonoro que hacía un tiempo no se le apreciaba a la Filarmónica con una correcta integración del solista. El público aceptó de todas formas a esta versión, dando lugar a que el Mtro. Albanese respondiera con un “bis” en donde expuso su técnica y, porque no, su “pirotecnia”  con una rareza que aquí se agradece:  ”Moto perpetuo” de Carl María Von Weber.

 

  En cuanto a las obras eminentemente orquestales, el Maestro Etxchebarría presentó una muy interesante versión de “ Ma mere l’oye”, en la que se llegó en muchos momentos al punto justo interpretativo y ese estado entre la melancolía y la simpatía con la que Ravel expuso en música a las  narraciones de historias que les brindaba a  dos hijos de una pareja amiga suya confiados a su cuidado.

 

  “La Valse” fue objeto de una versión muy cuidada en la que Etxebarría evitó caer en excesos, por lo que fue de “tempi” sumamente controlado. Finalmente “Bolero”  fue la obra más lograda del programa con la que probablemente sea la mejor versión de una Orquesta Argentina en los últimos años, en donde todos los primeros atriles de la Filarmónica lucieron en sus intervenciones y en donde se registró total empaste y estupendo sonido.

 

  El balance nos deja la muy buena impresión dejada por el Maestro Etxebarría (ojalá en poco tiempo más retorne) y una muy buena labor de la Filarmónica para alegría de sus seguidores.    

 

  Donato Decina


sábado, 20 de septiembre de 2025

 Muy buena presentación de la Filarmónica de Qatar en el Teatro Colón


DOS NACIONES TAN LEJANAS HERMANADAS POR LA


MÚSICA


Martha CORA ELISEHT


Como parte de la celebración de diálogo cultural Argentina- Qatar 2025, el

pasado miércoles 17 del corriente hizo su debut en el Teatro Colón la Orquesta

Filarmónica de Qatar bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke en un concierto

formado por obras de compositores de ambas naciones con entrada libre y gratuita

dentro de la iniciativa Años de Cultura, que cuenta con la presidencia de Su Excelencia

-Jequesa Al Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al Thani- y que crea los espacios donde

tienen lugar este tipo de encuentros.

Fundada en 2007 por iniciativa de Su Alteza -Jequesa Moza bint Nasser-, la

orquesta está compuesta por músicos de más de 28 diferentes nacionalidades y se

transformó en uno de los principales conjuntos proveniente de los países árabes y su

repertorio combina música proveniente de la región con obras del repertorio universal,

dando una impronta internacional a sus presentaciones. Se presentó en La Scala de

Milán, en el Royal Albert Hall de Londres y en el Teatro Colón, donde actuó como

solista el bandoneonista Víctor Hugo Villena para ofrecer el siguiente programa:

- Obertura tanguera- Esteban BENZECRY (1970)

- Pangea

- Borealis- Dana AL FARDAN (1985)

- Concierto “Aconcagua” para bandoneón y orquesta- Astor PIAZZOLLA

(1921-1992)

- Variaciones concertantes- Alberto GINASTERA (1916-1983)

- Four Seasons

- Spirit of Maqam- Nasser SAHIM (1979)

Debido a la ausencia de programas de mano, Enrique Arturo Diemecke hizo su

reaparición triunfal sobre el escenario del Colón con sus consabidos gestos de

presentación e hizo no sólo una presentación de la orquesta y sus integrantes, sino

también comentarios alusivos a las obras comprendidas en el programa.

Compuesta por encargo de la entidad de Coros y Orquestas Juveniles de México en

1993, la Obertura tanguera de Esteban Benzecry constituye un homenaje a la memoria

de Astor Piazzolla, fallecido el año anterior. Utiliza giros melódicos y rítmicos propios

del tango en su expresión más moderna. Se estrenó en 1995 en México por la

Fue escrito en 1993 tras un encargo de la entidad de Coros y orquestas juveniles de

México. Su estreno se llevó a cabo dos años después por la Orquesta Sinfónica “Carlos

Chávez”, bajo la dirección de Fernando Lozano. Posee una estructura tripartita, con una

breve introducción que desemboca en un tema rápido, una sección central de tema lento

y expresivo que ejecutan las cuerdas, que van in crescendo hasta la reexposición del


tema. rápido, llegando a su clímax en el final. La orquesta brindó una muy buena

versión, que sonó como tal. Seguidamente, les tocó el turno a dos obras de Dana Al

Fardan- primera compositora de música qatarí-, quien se desempeña como embajadora

cultural de la Filarmónica de su país. Su estilo es una mezcla de clásico y

contemporáneo con influencias árabes y, asimismo, emplea instrumentos típicos de la

región como la rababa – instrumento de arco de 3 cuerdas, magníficamente ejecutado

por el primer violoncelista Hassan Moataz El Molla- y el ensamble de percusión -que

incluyó cajón, parches y derbakes- en Pangea. Tanto esta obra como Polaris fueron

muy buen recibidas por el público y sumamente aplaudidas por su línea melódica,

orquestación y matices típicos de la música qatarí.

A continuación, Víctor Hugo Villena hizo su presentación sobre el escenario del

Colón para ofrecer un clásico piazzoliano: el Concierto “Aconcagua” para bandoneón

y orquesta del compositor marplatense, compuesto para orquesta de cuerdas, arpa y

piano, que acompañan al instrumento solista. Se grabó por primera vez en el Colón en

1983, pero la versión más conocida es la de 1987 por la Saint Luke Orchestra dirigida

por Lalo Schifrin. Piazzolla lo escribió a la manera tradicional en tres movimientos:

Allegro marcato/ Moderato/ Presto, donde incluye en este último la melodía de un

tango de su autoría (El Flaco Aroldi), orquestado de manera pomposa para lograr un

poderoso final. La versión ofrecida fue magnífica, con un gran desempeño de la pianista

Sun Yeong Park y la arpista Julie Sgarro. Villena se lució en el manejo del fuelle y la

interpretación fue coronada por un Colón atiborrado de gente en los estratos superiores

por numerosos aplausos y vítores.

La segunda parte del concierto se abrió con una magnífica versión de las

Variaciones concertantes, Op.23 de Alberto Ginastera, compuestas en 1953 como un

concierto para orquesta, donde el compositor argentino permite el lucimiento de los

solistas instrumentales en las 12 variaciones que integran la obra (Tema per violoncello

ed arpa/ Interludio per corde/ Variazione giocosa per flauto/ Variazione in modo di

scherzo per clarinetto/Variazione drammatica per viola/ Variazione canonica per oboe

e fagotto/ Variazione ritmica per trombe e trombone/ Variazione in modo di moto

perpetuo per violino/ Variazione pastorale per corno/ Interludio per fiati/ Ripresa dal

tema per contrabasso/ Variazione finale in modo di rondo per orchestra). La calidad de

los solistas instrumentales de la orquesta quedó fehacientemente demostrada en virtud

de haber brindado una magnífica interpretación. Es una obra que Diemecke interpretó

en varias ocasiones como Director Titular de la Filarmónica de Buenos Aires y, por lo

tanto, su compenetración con la misma también influyó en el resultado final. Por último,

el concierto cerró con dos obras del compositor qatarí Nasser Sahim, quien se

encontraba presente en la sala y se desempeña como Subdirector Ejecutivo de la

orquesta. La primera (Four Seasons) es de estilo más europeo y posee matices que

remedan una habanera, mientras que la segunda (Spirit of Maqam) está escrita en escala

pentatónica -característica de los países árabes y de Medio Oriente- y posee bellísimos

solos de violín, que fueron ejecutados con suma precisión por Mohamed Oweda -

integrante de la fila de segundos violines- y lleva ensamble de percusión con

instrumentos locales. Tras los aplausos, no faltaron los bises: una versión para orquesta

sinfónica de tangos de Gardel y Le Pera (Por una cabeza, Volver), que hicieron delirar

al numeroso público que se dio cita esa noche.


Es la primera vez que una orquesta sinfónica proveniente de un país de origen

árabe se presenta sobre el escenario del Colón en el marco de un convenio cultural entre

ambos países y también, muy enriquecedor para un periodista especializado el poder

escuchar obras de compositores de estas naciones. En un año donde hay escasez de

orquestas sinfónicas extranjeras, bienvenido sea este tipo de iniciativa.

 

Acerca del estreno de “EL RETABLO DE LA JESENSKÁ” en el Teatro EMPIRE

 

SE HIZO JUSTICIA A LA MEMORIA DE UNA GRAN OLVIDADA

Martha CORA ELISEHT

 

            Hubo infinidad de mujeres que hicieron historia por sus contribuciones a la Humanidad en materia de artes, ciencias y escritos, mientras que otras se destacaron por su heroísmo y valentía. Y no porque fueran guerreras en materia de estrategia militar, sino porque se atrevieron a denunciar las atrocidades cometidas en tiempos de guerra o simplemente, por ponerse del lado de los más débiles en momentos sumamente difíciles a costa de arriesgar sus propias vidas. Por dicho motivo, en muchas ocasiones la historia las ha olvidado injustamente.

            Una de estas valientes mujeres fue la escritora y periodista checa Milena Jesenská (1896-1944), quien pasó a la historia como “la enamorada de Franz Kafka”, ya que no solamente tradujo al checo obras de este gran escritor como El Proceso, El Fogonero y La Condena -escritas en alemán-, sino que, además, ambos mantuvieron una nutrida correspondencia epistolar. Nacida en Praga en el seno de una familia aristocrática -su padre era médico y Profesor en la Universidad local-, estudió en el prestigioso instituto para niñas Minerva de su ciudad natal y, obedeciendo los deseos de su padre, comenzó a estudiar Medicina, pero abandonó sus estudios al poco tiempo para contraer matrimonio con el escritor austríaco de origen judío Ernst Pollack. Ambos se establecieron en Viena desafiando la voluntad paterna. Allí busca independizarse de su esposo dando clases de checo y toma contacto directo con las condiciones de vida que sufría la clase trabajadora. Comenzó a escribir una serie de reportajes y relatos sobre la vida cotidiana como corresponsal para el diario Tribuna de Praga y adquiere una conciencia de izquierda, que la marcaría por el resto de su vida. 

            En 1919 solicita autorización a Kafka para traducir al checo El Fogonero (Der Heizer) y, a partir de allí, comienza un fluido intercambio epistolar entre 1919 y 1922 que culminará con dos encuentros: uno de 4 días en Viena, y el otro, en Gmünd. A partir de 1920 comienza a ser reconocida como periodista y colaboradora de los periódicos checos Tribuna y Národni Listy e importantes revistas de Praga. Tras la muerte del escritor en 1924, Milena publicó en Viena una nota fúnebre para el diario Národni Listy  resaltando sus virtudes. Luego de 1920, salieron publicados tres de sus libros escritos en vida: Las Recetas de Milena, El camino a la simplicidad y El Monje hace al hábito. Mientras que el primero era una recopilación de recetas enviadas por sus oyentes, los dos últimos fueron recopilación de sus reportajes. Se divorció de Pollack y se trasladó a Praga, donde se casó con el arquitecto checo Janomir Krejcar y dio a luz a su hija Jena en 1928. Ambos eran miembros del Partido Comunista Checo y su esposo viajó a la Unión Soviética, de donde volvió desencantado de las arbitrariedades y crímenes de Stalin.

            Allí comenzó una etapa de profundo crecimiento profesional para Milena, pero también, trágica. Se hizo adicta a la morfina, se divorció de su marido y, si bien todavía colaboraba con la prensa comunista, denunció las purgas y la traición del régimen soviético a militantes comunistas judíos, al igual que brindaba ayuda a refugiados del régimen nazi. Luego de la ocupación de Praga, se incorporó a la lucha clandestina contra los ocupantes y, si bien no era judía, se colocó la estrella de David amarilla en señal de protesta. Escondía a judíos y a muchos soldados checos con ayuda del médico Joachim Von Zadwitzowi, quien los llevaba cerca de la frontera polaca.

Durante los años 1938 y 1939 editó el importante semanario cultural y político Presencia (Přítomnost), publicado en Praga por Ferdinand Peroutka, cuyos reportajes, artículos y reflexiones son una muestra de una mirada original y del espíritu feminista que figuran entre las mejores páginas del periodismo checoslovaco de preguerra. Sin embargo, fue detenida por la Gestapo en 1939 y recluida en el campo de concentración de Ravensbrück, donde fallece como consecuencia de una infección renal en 1944. Durante su detención, no sólo animaba a las prisioneras a resistir, sino que trabó amistad hasta su muerte con Margarete Buber- Neumann, con quien intercambió opiniones sobre literatura, refiriéndose a ella como “el espíritu que constituye una isla pequeña, pero segura, en el medio de un mar lleno de miseria y desolación”. Hoy en día, un asteroide (6441) lleva su nombre en su memoria y en 1995 fue reconocida por el gobierno israelí con el título de “Justa entre las Naciones”.

La vida de esta mujer extraordinaria fue rescatada del olvido por la escritora Ana Arsoumanian, cuyo libro (“La Jesenská”) sirvió como fuente de inspiración para Pedro Santiago Chotsourian, quien compuso una ópera-suite de madrigales denominada “EL RETABLO DE LA JESENSKÁ” cuyo estreno se produjo en el Teatro Empire el pasado jueves 11 del corriente  y cuyas representaciones tendrán lugar en dicha sala los días 25 y 28 de Septiembre próximo, con dirección musical y acompañamiento al piano del propio compositor y la presencia de las siguientes cantantes: Sofía Drever (soprano), Julieta Schena (soprano), Andrea Maragno (mezzosoprano) y Silvina Suárez (soprano). La producción cuenta con la siguiente ficha técnica: libreto, dramaturgia y puesta en escena de Pedro Santiago Chotsourian; escenografía y vestuario de Eli Di Bussolo; iluminación de Pedro Barletta; asesoría coreográfica de Yamil Ostrovsky y dirección de actores de Ana María Rozzi de Bergel, con producción general de César Mathus.

Quien escribe asistió a la representación que tuvo lugar el pasado sábado 13 del corriente, donde actuaron Sofía Drever, Julieta Schena y Andrea Maragno, La música es de carácter absolutamente tonal y la obra se desarrolla rapsódicamente en un espacio escénico dividido en tres planos, que corresponden a los tres registros de la voz, la mirada y el lenguaje de la protagonista en sus diferentes facetas, que son recitadas por las tres cantantes desde el inicio. Las voces estuvieron muy bien ensambladas para narrar los diferentes episodios de la vida de la protagonista descriptos anteriormente-tanto en las arias, el trío y el canon- y cada una de las tres recibe una carta en diferentes momentos del relato. Andrea Maragno se destacó por la interpretación del final de su parte a bocca chiusa, mientras Julieta Schena puso su voz al servicio de la narración de los sucesos en Berlín y Praga durante el inicio del Reichstag, logrando un muy buen efecto vocal al igual que Sofía Drever cuando se niega a traducir al alemán por ser el idioma del invasor. Lo mismo sucedió cuando los nazis invaden Checoslovaquia, donde las tres cantantes lucen sobre su pecho la estrella de David que identificaba a los judíos, mientras deciden destruir pruebas e incorporarse a la resistencia. Previo al final, se hace alusión al traslado de Milena Jesenská al campo de concentración de Ravensbrück y su amistad con Margarete Buber- Neumann mediante un canon a dos voces, donde se alude a la literatura como “esa isla pequeña, un refugio seguro en medio de un mar de miseria y desolación”. Todo esto ocurre en 45 a 50 minutos de música, con una muy buena labor de Santiago Chotsourian en acompañamiento al piano, mediante una producción escénica sumamente efectiva con recursos sencillos y un vestuario en blanco y negro que alude a los diferentes aspectos de la protagonista. Tras su interpretación, la audiencia estalló en aplausos y vítores para todos los participantes y la escritora, quien se hizo presente sobre el escenario.

No sólo ha sido gratificante presenciar un estreno desde el punto de vista escénico y musical, sino también, el hecho de haber descubierto a partir de esta obra a una mujer extraordinaria, que supo ser un grito de rebeldía en una época donde atreverse a desafiar todo aquello que estaba estrictamente prohibido era una osadía y que representó la voz de aquellos que no tenían voz. Una heroína injustamente olvidada por la historia y un digno tributo a su memoria a través de una suite de madrigales.       

 

La Pianísta Claire Huangci en el escenario del Teatro Colón para el Mozarteum Argentino captada por la Sra. Liliana Morsia


Impresionante debut de Claire Huangci en el Colón por el Mozarteum Argentino


IMPACTANTE Y DESLUMBRANTE


Martha CORA ELISEHT


Con el correr del tiempo, una ha escuchado y apreciado infinidad de pianistas

muy buenos y sumamente talentosos. Sin embargo, en los últimos años se viene

produciendo un fenómeno: una nueva generación de súper estrellas del instrumento, que

se destacan por su técnica, virtuosismo, velocidad en la digitación e interpretación.

Muchas de las actuales estrellas del firmamento pianístico como Damiil Trifonov, Lang

Lang, Vitaly Pisarenko y Yuja Wang se han presentado en el medio local con gran

suceso y esta vez le tocó el turno a Claire Hungci. Esta gran pianista estadounidense de

ascendencia oriental hizo su debut el pasado lunes 15 del corriente en el Teatro Colón

invitada por el Mozarteum Argentino dentro de su Ciclo de Abono, donde interpretó el

siguiente programa:

- Fantasía brillante sobre “Las Bodas de Fígaro”, Op.493- Wolfgang A.

MOZART (1756-1791) / Carl CZERNY (1791-1857)

- Sonatine

- Jeux d’eau

- Pavane pour une infante difunte

- La Valse- Maurice RAVEL (1875-1937)

- Adagio de la suite n°2 del ballet “ESPARTACUS Y PHRYGIA”- Aram

KACHATURIAN (1903-1978)

- Cuadros de una exposición- Modest MUSSORGSKY (1839-1881)


Nacida en Rochester (New York), estudió en el Curtis Institute of Music de

Filadelfia, siguió su formación en Hannover (Alemania) y saltó a la fama internacional

por haber ganado numerosos certámenes -incluyendo los Concursos Chopin europeo y

estadounidense-, el ARD Music Competition y el Gran Premio de la Paris Play Direct

Academy. Se ha presentado en los escenarios más importantes del mundo y su debut en

el Colón no pudo haber sido mejor: impactante y deslumbrante desde los primeros

compases de la Fantasía brillante sobre “Las Bodas de Fígaro” que Czerny compuso

sobre la ópera mozartiana y que fuera publicada por dos editoriales en 1842. El arpegio

que recorre el teclado y abre la obra fue el preámbulo de un recital de excelencia desde

todos los aspectos en materia de técnica -sumamente precisa y depurada- como de

interpretación y una absoluta obra maestra. Independientemente de estar ataviada con un

sugestivo vestido color plateado que permitía lucir sus piernas -al mejor estilo Yuja

Wang-, sorprendió al público por su poderosa pulsación y velocidad de digitación.

Interpretó todas las obras comprendidas en el recital de memoria – lo cual, no es un

detalle menor- y demostró su virtuosismo en todo momento. Su interpretación de las

obras de Ravel fue sublime, comenzando por la Sonatina, compuesta en 1903 para un

concurso organizado por la revista anglo-francesa Weekly Critical Review para la


creación de un primer movimiento de una sonata para piano. El genio de Ciboure la

compuso como Sonatina en Fa sostenido menor y condensó el allegro de sonata clásico

tripartito en un solo movimiento. Debido a que no prosperó, Ravel la completó en 1906

en tres movimientos: Moderé- Mouvement de minuet- Animé. La versión fue precisa y

deslumbrante desde los primeros compases, donde Huangci puso elegancia, ímpetu y

pasión en la interpretación. Al apreciar los gestos de su rostro, una se dio cuenta que

vivía cada pieza con auténtica emoción y de manera única, tal como lo hiciera la gran

Mitsuko Uchida, cuyos gestos interpretativos eran colosales. Los glissandi y la

pirotecnia pianística se pusieron de manifiesto en toda su extensión en Jeux d’eau

(Juegos de agua), compuesta en 1901 y estrenada al año siguiente. Ravel se inspiró en

la obra homónima de Liszt (“Les jeux d’eaux à la Villa d’Este”) y está no sólo inspirada

en el sonido del agua, sino de los sonidos musicales que ejercen las fuentes del agua,

arroyos y cascadas. La clave para su interpretación fue dada en el epígrafe de la

partitura por el propio compositor: “Dios del río riéndose del agua que le hace

cosquillas” y pertenece al poeta Henri de Régnier.

Durante el presente recital se interpretó la versión original para piano de la célebre

Pavana para una infanta difunta, compuesta en 1899 cuando Ravel todavía estudiaba

con Gabriel Fauré en el conservatorio de París -de hecho, se basó para componerla en la

Pavanne, Op.50 de su maestro- y está dedicada a su mentora, la princesa de Polignac.

Recrea la elegancia y distinción de una infanta bailando una pavana -danza lenta

renacentista muy popular entre los siglos XVI y XVII- en la corte española (de hecho,

inspirada en los cuadros de Diego Velázquez) y su título no tiene nada que ver con la

composición. Según palabras del propio Ravel: “Simplemente me gustó cómo sonaban

las palabras y así las escribí en la partitura. Eso es todo”. Posteriormente, fue

orquestada en 1910. Claire Huangci se destacó por la elegancia y sutileza en la

interpretación para posteriormente, culminar la primera parte del presente recital con

una monumental versión de La Valse desde los primeros compases hasta el final. Escrita

entre 1919 y 1920, evoca los valses vieneses en homenaje a Johann Strauss (h). La

ascendente progresión sonora envolvente a la cual se refiere su autor fue perfectamente

encausada en todos sus matices en esta versión para piano solo, donde el rugido del

Colón se sintió tras su interpretación, coronando la labor con un sinfín de aplausos y

vítores.

Para abrir la segunda parte del recital, Claire Huangci eligió un bellísimo tema de la

suite del ballet ESPRTACO: el célebre Adagio que narra el amor entre Espartaco y su

esposa Frigia, compuesto en 1941 por Kachaturian durante la invasión nazi a la Unión

Soviética. Su estreno recién se produjo en 1956 por el Ballet del Kirov – hoy, Teatro

Marinskii de San Petersburgo- y su autor había compuesto 4 suites orquestales sobre el

mismo. Una versión sublime, repleta de sutilezas, maestría y expresividad, que le valió

una nueva ovación de aplausos para la pianista antes de pasar a otra obra de fuste:

Cuadros de una Exposición de Mussorgsky, compuesta originalmente en 1874 como

una suite para piano basada en una exhibición póstuma de 10 pinturas de su amigo y

artista plástico Viktor Hartmann (1834-1873) organizada por el crítico de arte y asesor

del Grupo de los Cinco Vladimir Stásov (1824-1906). Posteriormente, Maurice Ravel

realiza su célebre orquestación en 1922, que forma parte de repertorio de cualquier

orquesta sinfónica que se precie como tal. Los cuadros que la integran son: Gnomos, El

viejo castillo, Tullerías, Bydio (cabeza de ganado), Ballet de los polluelos en sus


cáscaras, Samuel Goldenberg y Schmuyle, El mercado de Limoges, Catacumbas, La

cabaña de Baba Yaga (sobre patas de gallina) y La gran puerta de Kiev. A esto se le

suma el motivo conductor (Promenade), donde el visitante entra al salón donde se

exhiben los cuadros. Escrito en estilo diatónico, este pasaje describe la acción y crea la

tensión. Luego de la quinta repetición del motivo, da la impresión que el visitante se

ensambla con los cuadros y forma parte del universo pictórico.

Desde el punto de vista pianístico, la suite posee dos tipos de armonización: la

diatónica, para los cuadros poéticos, y la cromática, mediante escalas de tonos enteros,

octatónicas y yuxtaposición de pasajes para los cuadros de tono fantástico y misterioso.

En la presente versión, la Promenade sonó solemne desde el principio hasta el final, con

un sonido prístino y una precisión absoluta en cada una de las partes que integran esta

suite. Logró unos matices increíbles en cada una de las partes con un perfecto dominio

de tempi y majestuosidad en la cadencia final que cierra la obra. El público la ovacionó

y Claire Huangci se dirigió al público en su idioma natal para agradecer los aplausos y

ofrecer dos bises de George Gershwin: The man I love y la segunda parte de la célebre

Rhapsody in Blue, que sonaron de manera íntima el primero y como una verdadera

orquesta, el segundo. De más está decir que se sintió el famoso rugido del Colón al final

del recital en una noche digna del Mozarteum Argentino, donde el talento y la

perfección se hicieron presentes.

Hacía mucho tiempo que una no escuchaba una pianista de semejantes condiciones.

Reúne la velocidad de digitación de Yuja Wang con una precisión absoluta sobre el

teclado, posee una técnica excepcional y unas dotes interpretativas asombrosas. No le

hace falta nada para triunfar y brillar de forma impactante y deslumbrante sobre el

escenario. Un debut iridiscente en una auténtica noche de Colón con el sello de

excelencia del Mozarteum.

 



Escena de la Profecía de "Macbeth" de Giuseppe Verdi con Puesta de Ana D'Anna y Concertación de André dos Santos para "Juventus Lyrica", fotografía de la Sra, Liliana Morsia.


Muy buena versión de una magnífica creación verdiana

Macbeth por Juventus Lyrica

Teatro Avenida

Viernes 12 de septiembre de 2025

Escribe Graciela Morgenstern

Fotos: Liliana Morsia


“Macbeth”, de Giuseppe Verdi.

Libreto: Francesco M. Piave

Elenco: Juan Salvador Trupia, María Belén Rivarola, Mario De Salvo, Ramiro Pérez,

Santiago Delpiano, Elisa Gartner, Agustín Albornoz, Giorgio Zamboni, Manuel Brenner,

Nicolás Tumini.

Escenografía e iIluminación: Gonzalo Córdova

Vestuario: María Jaunarena

Directora de escena: Ana D’Anna

Director del Coro: Pablo Manzanelli

Director musical: André Dos Santos


Juventus Lyrica presentó una versión muy buena de Macbeth, la magnífica ópera de

Verdi, que siempre implica un riesgo, debido a su dificultad vocal, musical y escénica. Su

estreno tuvo lugar en Florencia, en el Teatro della Pergola, el 14 de marzo de 1847, con

éxito, y luego fue revisada y modificada por su compositor para París, donde fue

estrenada en el Teatro Lírico Imperial, el 21 de abril de 1865. La Scala la tuvo por primera

vez en 1874, tras lo cual fue poco frecuentada por muchos años pero, luego de que

subiera a escena en el Metropolitan Opera House, en 1959, pasó a integrar el repertorio

de los principales teatros del mundo, debido a sus múltiples méritos.

Macbeth es la primera ópera que Verdi compuso basada en una obra de Shakespeare por

quien sentía una profunda admiración, a la que siguieron Otello y Falstaff, además del

frustrado proyecto de componer El rey Lear. El libreto de la creación verdiana es casi una

traducción literal de la shakespereana, respetada no sólo en las palabras que


corresponden a cada personaje, sino también en la concepción isabelina. Excepto por el

hecho de que las tres brujas en la obra de teatro se convierten en un coro femenino, Verdi

respeta al dramaturgo inglés casi al pie de la letra.

En el plano musical, uno de los aspectos más destacados de esta versión, fue la

excelente actuación de María Belén Rivarola como Lady Macbeth. Su voz caudalosa,

facilidad tanto en el registro agudo como grave, ricos en matices, su perfecto legato y

canto comunicativo, fueron cualidades que le permitieron destacarse en las tres arias que

Verdi le ofrece, en las que las posibilidades de lucimiento son múltiples. Tanto en "Vieni,

t'affretta", como en "La luce langue" y "Una macchia", pudo sorteó las dificultades de la

partitura con solvencia. Su desenvoltura escénica también contribuyó a delinear el

personaje con perfecta consistencia. En el saludo final, recibió una cerrada ovación.

Juan Salvador Trupia en el rol protagónico, exhibió voz caudalosa, buen fraseo verdiano y

canto debidamente matizado. Cumplió con todas las exigencias de la partitura e hizo

evidente en cada frase, cada cambio en el estado de ánimo de Macbeth, a través de los

diferentes tintes de su voz y de su actuación, que se adaptaron a cada circunstancia. A

pesar de que algunas frases perdieron volumen y se oyeron inseguras en la escena del

banquete y en su aria "Pietá, rispetto, amore", evidenció algunos signos de cansancio,

realizó una muy buena composición del protagonista y fue muy aplaudido por la

concurrencia.

Mario De Salvo fue un buen contrapunto como Banquo, con buen fraseo y musicalidad

especialmente en su aria "Come dal ciel precipita". Aunque sus graves tienden a

“destimbrarse” un poco, realizó una muy buena labor desde todo punto de vista.

Muy buena la actuación de Ramiro Pérez en el rol de Macduff. Su romanza "Ah, la

paterna mano ", estuvo muy bien interpretada, con virtuosismo vocal y expresividad

dramática.

El resto del elenco se manejó dentro de un nivel de eficacia con los personajes asignados,

destacándose el Malcolm de Santiago Delpiano y el Médico/Sicario de Agustín Albornoz,

dos cantantes jóvenes con voces que prometen.

El Coro, bajo las órdenes de Pablo Manzanelli, cumplió de manera sobresaliente, con las

diferentes instancias, muy variadas tanto en el plano actoral como musical, con que Verdi

los enfrenta.

Dado que su tema principal es la ambición por el poder, una de las debilidades humanas

de todos los tiempos, y que la idea de la apariencia y la realidad está siempre subyacente

en el libreto, la ópera ha sufrido una gran variedad de puestas en escena, tanto

tradicionales como aquéllas que la trasladan a otra época y lugar. Por lo tanto, la

producción escénica creada por Ana D’Anna, respetuosa del libreto y de las convenciones

que caracterizaban el teatro de la época isabelina, pudo ser disfrutada. A pesar de la

introducción de parlamentos que no existen en la ópera, aunque no estaban reñidos con

la obra, la puesta mostró un gran trabajo de elaboración en la marcación que evitó el

estatismo. La escenografía e iluminación de Gonzalo Cordova fueron funcionales y de


muy buena realización. El vestuario creado por Maria Jaunarena se adecuó al efecto

general. Fueron especialmente interesantes las escenas de las brujas, que normalmente

son difíciles de resolver.

Finalmente, cabe destacar la dirección musical de André Dos Santos, que resaltó el brillo y

dramatismo de la partitura, sin descuidar las sutilezas que también tiene. Aunque con

algunos pequeños desajustes con el coro en el tercer acto, supo mantener la tensión de la

obra durante toda la función.

Al finalizar, un público entusiasta prodigó estruendosos aplausos a todo el elenco.


CALIFICACIÓN: MUY BUENO

 


Aigul Akmetshina junto a su acompañante Jonathan Papp en el escenario del Teatro Colón captados por Juanjo Bruzza para Prensa Teatro Colón


AIGUL AKMETSHINA

El pasado domingo 14 de septiembre, hizo su debut en el Teatro

Colon la joven mezzosoprano baskir, Aigul Akmetshina, junto al

pianista Jonathan Papp en el segundo concierto del ciclo Aura.

Se trata de una talentosa cantante, muy joven aún, ( 29 años),

llamada a una prometedora carrera gracias a una voz hermosa y

potente, con todas las características y color de las voces rusas

de su cuerda que nos remiten a una Obratzova o una Borodina

entre las mezzosopranos más famosas de esa nacionalidad.

En la primera parte del programa, interpretó arias de opera

infaltables en el repertorio de toda mezzosoprano que se precie,

tales como “Una voce poco fa”, de El Barbero de Sevilla de

Rossini; “Acerba voluta” de Adriana Lecouvreur de Cilea; “Mon

coeur” de Sanson y Dalila de Saint Saëns; “Aria de la lágrimas”,

de Werther de Massenet; y las consabidas arias de Carmen de

Bizet, Habanera y Seguidillas, opera que al momento parece ser

su caballito de batalla. Por cierto todas ellas, muy bien cantadas

y actuadas. Pero mejor lució su voz, su timbre y su estilo en el

“Aria de Olga” del Eugene Onegin y “Aria de Poline” de La dama

de Pique, ambas de Tchaikowsky.

Para la segunda parte del recital, otra Aigul Akmetshina salió al

escena, más aplomada y quieta! Donde deleitó verdaderamente

al público con dos canciones de Rachmaninov, “No cantes niña

mia” y “Qué hermoso lugar”; “Paisaje” de Minkov; “Flores de

Niza” del compositor húngaro Denes Buday; el estreno mundial

de una canción de la compositora rusa Elene Roussanova,

llamada “Mujer fatal” y una empeñosa y bien cantada “La rosa y

el sauce”, de Guastavino.

Junto a un trio de guitaras y con más buena voluntad que estilo,

cantó dos temas de Carlos Gardel; “Por una cabeza” y “El día que

me quieras”, terminando el programa con un monótono


“Besame mucho” de Consuelo Velazquez, en lugar de “Granada”

de Agustin Lara, que figuraba originalmente en el programa de

mano.

Fuera de programa y aclamada por los espectadores interpretó

seis bises.

1- Tchaikovsky: Nada mas que un corazón solitario

2- Rimsky- Korsakov: El ruiseñor y la rosa

3-Bernstein: On the town: Lucky to be me

4- Bernstein: West side Story: Somewhere

5 - Yo soy Maria de Maria de Buenos Aires -Piazzola

6-Canción folklorica de Bashkir “ Ruiseñor”

“El invitado sorpresa”, parece ser una nueva moda en los

recitales de canto. En esta oportunidad, el barítono Germán

Alcantara intervino en dos oportunidades en este recital de Aigul

Akhmetshina para cantar junto a ella el “La ci darem la mano”,

del Don Giovanni de Mozart, al final de la primera parte y fuera

de programa, en la que el barítono cometió un error provocando

un momento de zozobra rápidamente solucionado por la

cantante y su pianista. Luego intervino en la canción de Gardel

“El día que me quieras”, que pareció ser absolutamente

improvisada dado el resultado de la interpretación y que por

tratarse de una canción y no un dúo, bien podría haberlo

cantado la mezzosoprano sola con mejor efecto.

Conclusión: Buen recital de una cantante con futuro.

 


La Mezzosoprano Aigul Akmetshina durante su presentación pra el ciclo "Aura" en el Teatro Colón, Créditos: Prensa Teatro Colón, Fotografía de Juanjo Bruzza,


Ciclo Aura: Aigul Akhmetshina debutó en el Colón


Un recital para recordar


Teatro Colon


Domingo 14 de septiembre de 2025  

Escribe: Graciela Morgenstern

Fotos:  Juanjo Bruzza


Aigul Akhmetshina, mezzo soprano

Jonathan Papp, piano

Programa:

Giaochino Rossini: Il barbiere di Siviglia: “Una voce poco fa”

Francesco Cilea: Adriana Lecouvreur: “Acerba voluttà”

Piotr I. Tchaikovski: Evgueni Onieguin: “Ah Tanya, Tanya”

La dama de picas: “Queridas amigas” 

Camille Saint-Saëns: Samson et Dalila: “Mon coeur s’ouvre à ta voix” 

Jules Massenet: Werther: “Va! Laisse couler mes larmes”

Georges Bizet: Carmen: “L’amour est un oiseau rebelle” (Habanera)

“Près des remparts de Séville” (Seguidilla)

Sergei Rachmaninov: No cantes, mi bella de Seis romances, op. 4, n.° 4

¡Qué hermoso este lugar! de Doce romances, op. 21, n.° 7

Mark Minkov: Paisaje

Dénes Buday: Flores de Niza

Elena Roussanova: Mujer fatal (Estreno mundial)

Carlos Guastavino: La rosa y el sauce

Carlos Gardel: Por una cabeza

El día que me quieras

Consuelito Velázquez: Bésame mucho

Con aplausos expectantes, el público argentino recibió a la mezzo soprano rusa Aigul

Akhmetshina, quien debutó en nuestro medio, dentro del Ciclo Aura. La joven cantante

llega con una carrera en ascenso en destacados escenarios internacionales, considerada

especialmente como la “Carmen” del momento. El programa fue extenso y variado, una

muestra de ductilidad, ya que estuvo compuesto por arias de ópera de diferentes

orígenes, canciones rusas, una en carácter de estreno mundial, y hasta tangos. El

resultado fue óptimo.


Dotada de una voz caudalosa, de bello color, a lo que sumó su carisma, desenvoltura

escénica y talento, realizó un debut triunfal.

La primera parte estuvo dedicada a arias de ópera italiana, francesa y rusa. Akhmetshina

exhibió un registro extenso y parejo, rico en armónicos, con un centro poderoso y buen

pasaje tanto a la zona aguda como a los graves. Resolvió todas las dificultades impuestas

por las partituras, con muy buen manejo del fiato. Interpretó no sólo notas, sino que en

cada una, vertió la intención del texto con una rica gama de colores vocales, al mismo

tiempo que importantes cualidades actorales. Pero el mayor aplauso lo causó “Mon coeur

s’ouvre à ta voix”, vertida con un fraseo envolvente que dio la sensualidad que el aria

impone. Y por supuesto, las arias de Carmen, ópera por la cual es muy conocida.

Cerrando esta primera parte, fuera de programa, se presentó el barítono Germán

Alcántara y juntos interpretaron “La ci darem la mano”, de Don Giovanni, de W. A. Mozart,

en la que Alcántara no tuvo un gran desempeño. Un gesto simpático pero que se podría

haber obviado.

La segunda parte comenzó con canciones rusas de diferentes compositores y estilos, algo

sumamente interesante para el público realmente entendido porque no son obras muy

frecuentadas, lamentablemente, y demandantes en cuanto a técnica vocal, extensión del

registro y exigencias interpretativas, dificultades que la joven mezzo sorteó con total

solvencia. Incluso incluyó el estreno mundial de Mujer fatal, que Elena Roussanova

compusiera especialmente para Akhmetshina, quien volvió a mostrar su virtuosismo.

Ya abordando repertorio argentino, siguió La rosa y el sauce, para continuar con dos

tangos de Gardel, acompañada por tres guitarristas. Por una cabeza y El día que me

quieras, a dúo con Alcántara, incluyendo unos pasos de baile. Para finalizar, Bésame

mucho, reemplazó a la anunciada Granada.

Su acompañante, Jonathan Papp demostró en todo momento su solidez técnica y

flexibilidad, logrando un entendimiento completo con la cantante.

Ante un público eufórico que los ovacionaba, ambos ofrecieron fuera de programa, una

nutrida cantidad de obras, todas ellas vertidas con excelente vocalidad y buen gusto.

Fueron ellas Ninguno sino el corazón solitario, Op. 6 n.º 6, de Tchaikovsky, El ruiseñor

enamorado, de Cuatro canciones, Op. 2 n.º 2, de Rimsky-Korsakov, Lucky to Be Me, de On

the Town, y Somewhere, de West Side Story, ambas de Bernstein, Yo soy María, de María

de Buenos Aires, de Piazzolla y la canción tradicional rusa El ruiseñor, cantada a capella. .

Así concluyó un recital para el recuerdo.

CALIFICACIÓN: EXCELENTE

viernes, 12 de septiembre de 2025

 


Raúl Canosa y el Ensamble Bellisomi, protagonístas de un excepcional atardecer en el Jockey Club. Fotografía de la autora del presente comentario.


Estupendo concierto de Raúl Canosa junto al Ensamble Bellisomi en el Jockey Club


UNA VELADA MEMORABLE A SALA LLENA


Martha CORA ELISEHT


El Ciclo de Cámara del Jockey Club ya es un clásico porteño por la alta calidad

de los intérpretes que actúan todos los jueves en el elegante Salón Anasagasti de dicha

institución. Esta vez, le tocó el turno al Ensamble Bellisomi, integrado por David

Bellisomi y Aída Simonian (violines), Carmen Gragirena (viola), Ernesto Porto

(violoncello) y Emilio Longo (contrabajo), quienes se presentaron en dicho ámbito el

pasado jueves 11 del corriente junto a un solista de lujo: el pianista español Raúl Canosa

para desarrollar el siguiente programa:

- Quinteto para cuerdas n°29 en Re menor (“Hispánico”)- Luigi BOCCHERINI

(1743-1805)

- Andante cantábile del Cuarteto para cuerdas n°1 en Re mayor, Op. 11- Piotr I.

TCHAIKOVSKY (1840-1893)

- Obertura de “Die Fledermaus” (El Murciélago) (arreglo: David Bellisomi)-

Johann STRAUSS (h) (1825-1899)

- Concierto para piano n°11 en Re mayor- Franz Joseph HAYDN (1732-1809)

Los comentarios y la presentación de los intérpretes estuvieron a cargo del

Presidente de la Comisión de Cultura de la entidad -José María Cantilo- quien no

solamente agradeció la presencia del numeroso público que se dio cita esa noche -la sala

estaba colmada y no cabía un alfiler-, sino que también mencionó que era la primera vez

que se presentaba un quinteto de cámara con piano en un escenario tan pequeño como el

del Jockey. Fundado en 2005 por David Bellisomi, la Camerata posee un sello

distintivo: su método de trabajo, basado en el de la Academia Menuhin y Alberto Lysy,

donde el abordaje de cada obra se trata minuciosamente y en profundidad para lograr un

óptimo resultado artístico. Una vez que lo integrantes del conjunto tomaron sus puestos

sobre el escenario, ofrecieron una muy buena versión del mencionado Quinteto para

cuerdas n°29 “Hispánico” de Boccherini, así denominado porque residió muchos años

en España como violonchelista y compositor de capilla real del Infante Luis Antonio de

Borbón y Farnesio. Boccherini fue no sólo un creador muy prolífico de música de

cámara, sino también el mentor de esta formación: compuso 124 quintetos y 90

cuartetos para cuerdas, 48 tríos, 28 sinfonías y 11 conciertos para violoncello y

orquesta, entre otras obras. Posee 4 movimientos: Allegro assai/ Adagio/ Menuetto-

Rondó/ Allegretto y su apertura está a cargo de la viola, el violoncello y el contrabajo y,

posteriormente, se acoplan los violines. En cambio, en el Adagio se invierte el orden:

primero entran los violines y luego, el resto. El Menuetto- rondó se caracterizó por la

precisión en las entradas y muy buenos contrapuntos, mientras que en el movimiento

final se da una situación muy similar a la del 1° movimiento, con muy buenos trinos por

parte de Aída Simonian y su réplica en viola por Carmen Gragirena. Todos y cada uno

de los integrantes del ensamble tuvieron un excelente desempeño, logrando una versión

de alta calidad que fue sumamente aplaudida por el público. Seguidamente, la


agrupación brindó una bellísima versión original del célebre Andante cantábile de

Tchaikovsky, donde David Bellissomi puso su maestría al servicio de la interpretación.

Tchaikovsky se inspiró en una canción típica ucraniana para componer esta bellísima

melodía, donde un campesino sueña con su enamorada y le declara su amor. La belleza

conmovedora de la melodía despertó las lágrimas del escritor León Tolstoi durante su

estreno en 1871.A continuación, se ofreció un interesante arreglo para cuerdas

compuesto por David Bellisomi de la celebérrima obertura de El Murciélago (Die

Fledermaus) de Johann Strauss (h), compuesta en 1874 sobre libreto de Carl Haffner y

basada en una comedia alemana (Das Gefängnis (La prisión)) que, a su vez, se basa en

el vodevil Le Réveillon (Una noche de Año Nuevo). Debido a la guerra franco- prusiana

en aquella época, Strauss decidió ambientarla en una fiesta vienesa para que no resultara

irritante por sus características francesas.

Luego de la presentación y los agradecimientos por parte de José María Cantilo, el

Ensamble y Raúl Canosa hicieron su presentación sobre el escenario para interpretar el

concierto n°11 en Re mayor para piano y orquesta de Haydn, compuesto entre 1780 y

1783 y el último de sus conciertos para dicho instrumento. Posee mucha similitud con

los conciertos para piano de Mozart y está escrito en tres movimientos: Vivace/ Un poco

adagio/ Rondó all’ Ungarese. La labor del ensamble instrumental en la introducción y

en el acompañamiento del solista fueron excelentes, mientras que Raúl Canosa logró un

sonido prístino, cristalino, con perfecta ejecución de las cadencias, trinos, arpegios,

tresillos y otros elementos de técnica. Las entradas fueron también muy precisas y logró

un versión elegante, refinada y sutil; sobre todo, en el rondó all’Ungarese final, donde

se logró un equilibrio perfecto. Los músicos fueron vitoreados y aplaudidos

intensamente después de la interpretación, dejando solo al pianista español para que

interpretara un bis como solista. Ni lerdo ni perezoso, Canosa ofreció una avasallante y

descomunal versión de la famosa Danza Ritual del Fuego de EL AMOR BRUJO de

Manuel de Falla, haciendo delirar al público tras su interpretación para poner el broche

de oro a un concierto de alta calidad. Todo el público se acercó para felicitar a los

músicos y tomarse fotografías con ellos mientras se servía el tradicional brindis de

honor al término del concierto. Una velada de gala al mejor estilo del Jockey Club, que

contó con una notoria afluencia de publico y donde todo el mundo se retiró satisfecho.

 


Esdras Campos, Emmanuel Sieffert y la Orquesta Sinfónica Nacional durante la interpretación del Concierto Para Violonchelo y Orquesta de Antonin Dvorak. Fotografía de la autora del presente comentario.


Espectacular retorno de Emmanuel Siffert al frente de la Sinfónica Nacional en el

Palacio Sarmiento


EL SUTIL ENCANTO Y ARMONÍA DE LA VIDA FAMILIAR

Martha CORA ELISEHT


Galardonado como Mejor Director de Orquesta Extranjero de la Temporada

2024 por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina durante el transcurso del

corriente año, Emmanuel Siffert volvió a sus funciones como principal director invitado

de la Orquesta Sinfónica Nacional tras un rutilante suceso con la Orquesta de Cámara de

Chile -de la cual es director titular-. Y lo hizo el pasado miércoles 10 del corriente en el

Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento junto al mencionado organismo

sinfónico, donde participó como solista el violonchelista Esdras Campos con un

programa sumamente atractivo, integrado por las siguientes obras:

- Concierto en si menor para violoncello y orquesta, Op.104- Antonin DVOŘAK

(1841-1904)

- Sinfonía Doméstica, Op.53- Richard STRAUSS (1864-1949)

Luego de los anuncios sobre las obras y la tradicional afinación de instrumentos,

el director y el solista tomaron sus respectivos puestos obre el escenario para ofrecer

una magnífica versión del célebre concierto de Dvořak, compuesto en 1895 durante su

estadía en Estados Unidos mientras se desempeñaba como director del Conservatorio de

Música de New York. Su estilo es netamente romántico, escrito en forma de sonata en

tres movimientos (Allegro/ Adagio ma non troppo/ Finale: Alegro moderato- Andante-

Allegro vivo), donde Dvořak introduce melodías folklóricas típicas de su país de

carácter dramático en los dos temas presentados por la orquesta en el 1° movimiento

antes de la intervención del cello, que son retomados posteriormente por el instrumento

solista. En cambio, el Adagio ma non troppo posee un clima más nostálgico y

melancólico, donde se introduce un lied del propio compositor (“Déjame solo”, Op.82)

y culmina plácidamente, mientras que introduce melodías folklóricas checas en el

último para terminar con un final brillante. Al enterarse de la muerte de su cuñada y

amiga Josefina Cermáková, Dvořak decidió componer este final y dedicarlo a su

memoria para que su evocación siguiese aún más viva. Independientemente del sesgo de

preferencia de este concierto por parte de esta cronista, en la presente versión pudo

apreciarse una muy buena calidad de sonido desde la introducción por parte del

clarinete marcando el primer tema del 1° movimiento – muy buena labor de Agustina

Garvaglia- que se mantuvo durante todo el desarrollo de la obra, donde la mayoría de

los solistas de cada grupo de instrumentos se lucieron en sus respectivas intervenciones;

particularmente, los de corno, oboe y el concertino Jeremías Petruff. El desempeño de

Esdras Campos fue brillante: demostró un perfecto dominio del instrumento en fraseo,

cadencias, trinos y cascadas fueron de una perfección absoluta y, además, se lo notó

perfectamente compenetrado con la obra. Debido a que el violoncello es el instrumento

más parecido a la voz humana, posee múltiples matices que le permiten “cantar” la

melodía, que fue la característica de esta gran interpretación. Por su parte, Siffert resaltó


los respectivos matices dramáticos y románticos característicos de esta obra – sobre

todo, en el Adagio ma non troppo central- mediante una impecable y sólida marcación,

logrando una versión de fuste y un perfecto lucimiento del solista. Tal así fue, que el

público estalló en aplausos tras su interpretación y Campos tuvo que ofrecer un bis: la

Courante de la Suite n°1 en Sol mayor BWV 1007 de Bach, donde el músico volvió a

lucirse y se retiró muy aplaudido.

Tras el suceso alcanzado con Vida de Héroe, Richard Strauss decidió componer -

como contrapartida- una obra que retratase su vida familiar. Así nació en 1903 la

Sinfonía Doméstica Op.53, cuyo estreno tuvo lugar en el Carnegie Hall de New York en

1904 con la presencia del compositor en el podio y que tuvo muy buenas recepción y

crítica desde el principio. Posteriormente, Gustav Mahler la estrenó en Viena durante el

transcurso de ese mismo año y también tuvo una repercusión sumamente favorable. En

realidad, no se trata de una sinfonía propiamente dicha, sino de un extenso poema

sinfónico de aproximadamente 45 minutos de duración, que posee 4 secciones:

1) Introducción y desarrollo de temas, donde se muestran los 4 correspondientes al

marido (cómodo (gemächlich), ensoñación (träumerich), heroico (mürrisch) y

ardiente (feuerig)) escritos en la tonalidad de Fa mayor; los de la esposa (vivaz y

alegre (sehr lebhaft) y grazioso) en Si mayor y el del hijo, en Re menor

(tranquilo/ ruhig)

2) Scherzo (La felicidad de los padres- Juego infantil /Canción de cuna/ El reloj

marca las 7 de la tarde)

3) Adagio (Hacer y pensar/ Escena de amor- Sueños y preocupaciones/ El reloj

marca las 7 de la mañana)

4) Finale: El despertar y la disputa feliz- Feliz confusión

A su vez, el último movimiento posee dos temas que se entrelazan con los temas

(leitmotiv) correspondientes a los integrantes de la familia en un auténtico enjambre de

matices y texturas sonoras que desembocan en una doble fuga para lograr los efectos

sonoros de confusión feliz antes del final. Es una obra que se representa en muy escasas

oportunidades por su poderosa orquestación y un orgánico que lleva cuerdas, percusión-

que incluye pandereta, bombo, timbales y glockensspiel-, dos arpas, 3 flautas, piccolo,

dos oboes, oboe d’amore, corno inglés, 3 clarinetes (2 en Si bemol y el 3°, en Fa),

requinto, clarinete bajo en Si bemol, 4 fagotes, contrafagot, 4 saxofones (soprano en Do,

alto en Fa, barítono en Fa y bajo, en Do), 8 cornos en Fa, 4 trompetas, 3 trombones y

tuba. La última representación de esta obra monumental tuvo lugar en 2017 por la

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires bajo la dirección de Enrique Diemecke y no se

volvió a escuchar en el medio local hasta la presente versión, donde Emmanuel Siffert

descolló en una interpretación excelsa desde el principio hasta el final de una obra

tremendamente difícil y complicada, pero brillante desde todo punto de vista: desde las

entradas de los leitmotiv correspondientes a los integrantes de la familia -abordadas con

una precisión absoluta- , el desarrollo, los matices, alternancia de temas, manejo de

tempi hasta lograr que el canto interno de la orquesta fuera magistral. Alcanzó su clímax

en la Canción de cuna – donde Strauss cita la Canción de gondoleros de las Canciones

sin palabras Op.196 de Mendelssohn y la desarrolla de manera sublime- y en la Escena

de amor- Sueños y preocupaciones, donde el plano onírico estuvo perfectamente

logrado desde el punto de vista sonoro. La sensibilidad y el temperamento apasionado


del director se pusieron de manifiesto en la espectacular doble fuga de la última sección,

donde logró un final apoteótico y sublime. Una no escuchaba una versión tan vibrante y

excelsa de esta obra desde la ofrecida por Franz-Paul Decker en 1987 al frente de la

Filarmónica de Buenos Aires, que se transformó en punto de referencia. Y. en este caso,

el Auditorio Nacional se puso unánimemente de pie en una ovación de aplausos y

vítores ante una interpretación de carácter superlativo.

El 2025 es un año dorado para Emmanuel Siffert en materia de repertorio, rescate e

interpretación de obras sumamente complejas y de difícil abordaje. Lo logró con la

maravillosa interpretación de la Sinfonía n°3 de Mahler en Mayo del corriente año junto

a la Sinfónica Nacional; tuvo un rutilante suceso con la Sinfonía n°7 de Mahler en Chile

y, además, estrenó la sinfonía Long Live Freedom de Lalo Schifrin y Rod Schejtman -

obra póstuma del compositor argentino, fallecido durante el transcurso del corriente

año-. Ganó el premio de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina al Mejor

Director de Orquesta extranjero y descolló con la interpretación de la Sinfonía

Domestica en este último concierto. Y va por más en materia de obras inéditas para el

público argentino. Parece ser que los buenos augurios de año nuevo en materia de éxitos

y suceso se cumplen y se hacen realidad.

 


Carla Filipcic Holm, la figura estelar de este concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dirigido por Zoe Zeniodi. Crédditos, Prensa Teatro Colón con fotografía de Juanjo Bruzza.


Muy buen concierto de Zoe Zeniodi y Carla Filipcic Holm junto a la Filarmónica


LOS ESTRENOS FLUYEN EN LA INTIMIDAD DE LA MÚSICA

Martha CORA ELISEHT


Luego de una gira exitosa al frente de la Orquesta Sinfónica del Estado de Saō

Paulo, la directora titular de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires - Zoe Zeniodi-

volvió a asumir sus funciones al frente del organismo el pasado sábado 6 del corriente

en el Teatro Colón en un concierto denominado “ETERNIDADES ÍNTIMAS”, que contó

con la participación de la soprano Carla Filipcic Holm en calidad de solista.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Adagio para orquesta en Re menor (estreno local)- Leós JANÁČEK (1854-

1928)

- Sinfonía n°8 en Si menor, D.759 (“Inconclusa”)- Franz SCHUBERT (1797-

1828)

- Hymn 2001 (estreno local)- Valentín SILVESTROV (1937)

- Cuatro últimas canciones- Richard STRAUSS (1864-1949)

Previamente al inicio del concierto, la directora helénica se dirigió al público

provista de un micrófono para explicar que no sólo se incluyeron dos obras en calidad

de estreno local, sino que también sirvieron como preludio a dos grandes obras

sinfónicas en un concierto formado por piezas de carácter íntimo. Para respetar aún más

ese clima, solicitó al público no aplaudir entre movimientos o entre las canciones de la

última obra. Una muy buena y sana costumbre que se debe explicar a la gente que -en

muchos casos- asiste por primera vez a un concierto sinfónico y desconoce las normas.

El Adagio para orquesta en Re menor de Janáćek data de 1891 y su carácter

sombrío y trágico se debió a la muerte de su hijo Vladimir el año anterior, cuando sólo

tenía 2 años. Marca el estilo maduro del compositor moravo y permite el lucimiento de

la orquesta. Hacia el final, un bellísimo solo de corno inglés- impecablemente

interpretado por Michelle Wong- marca la disolución de la obra. Una muy buena

versión en calidad de primera audición en el ambiente local, que fue muy bien recibida

por el público. Seguidamente, la orquesta brindó una correcta versión de la célebre

Sinfonía n°8 en Si menor D.759 (“Inconclusa”) de Schubert, compuesta en 1822 para

permitir su admisión como miembro honorario de la Musikverein für Steiermark

(Sociedad Musical de Estiria), bajo la presidencia de Anselm Hüttenbrenner, quien era

su amigo personal. Schubert ya había escrito los dos primeros movimientos -

completamente orquestados- para finales de ese año y el scherzo de un tercero -casi

terminado- en una reducción para piano. Desgraciadamente, la obra quedó en un cajón y

no se encontró hasta su descubrimiento por parte de Joseph Hüttenbrenner – hermano de

Anselm- en 1860, muchos años después de la muerte del compositor. La consideró un

tesoro perdido y convenció al director de orquesta Johann von Herbeck que la

interpretara. Su estreno se produjo en 1865 en Viena, pero la partitura de los dos

movimientos que la integran (Allegro moderato/ Andante con moto) no se publicó hasta


1867. Es una de las sinfonías más famosas en toda la historia de la música y representa

el vínculo poético de Schubert con la intimidad de la muerte.

La segunda parte del concierto se abrió con otro estreno: Hymn 2001, del

compositor ucraniano Valentín Silvestrov, uno de los principales representantes del

movimiento “La vanguardia de Kiev”, formado en 1965 por compositores de dicho país

en desafío a la estética conservadora musical soviética. Silvestrov lo compuso para

orquesta de cuerdas en 2001, cuando ya era un referente musical a nivel universal. Es un

adagio envolvente, de carácter íntimo, donde las cuerdas interpretan un sinfín de

texturas tenues que brindan una atmósfera de quietud dentro de una línea melódica

tonal. Sin embargo, posee una particularidad: el protagonismo no está a cargo del

concertino, sino del solista guía de segundos violines. En este caso, una óptima labor de

Demir Lulja, quien se lució en la interpretación. La pieza fue muy bien recibida por

parte del público, cuya respuesta se tradujo en numerosos aplausos.

Por último, y con un orgánico prácticamente completo, la Filarmónica brindó una

versión fantástica de las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, que encontraron

en Carla Filipcic Holm a una intérprete ideal: no sólo por su perfecto dominio del

repertorio germano -en el cual, es una especialista y la mejor dentro de las intérpretes

nacionales-, sino también por los matices, sutilezas, exquisitez y buen gusto en cuanto a

su interpretación, ofreciendo ese carácter íntimo e introspectivo de la obra. Por su parte,

Zoe Zeniodi ajustó adecuadamente a la orquesta para permitir el lucimiento de la voz y,

asimismo, de los principales solistas de las diferentes secciones de instrumentos en los 4

títulos que la integran (Frühling (Primavera), September (Septiembre), Beim

Schlafhengen (Al irme a dormir) y Im Abendrot (Al atardecer)). Fueron compuestas en

1948, cuando Strauss decide establecerse en Suiza luego de finalizar la Segunda Guerra

Mundial, con textos de Hermann Hesse en las tres primeras y de Joseph von

Eichendorff en la última. El público coronó la labor de la intérprete, la directora y los

músicos con numerosos aplausos y vítores.

La idea de incluir estrenos locales dentro de un concierto temático ha sido muy

original y un verdadero acierto. No sólo contribuyen a enriquecer el repertorio de una

orquesta, sino que tanto el público como el periodismo especializado siempre las

reciben de muy buen grado. En este caso, con música de carácter íntimo y universal.

 


Jessica Pratt y Khamal Khan en una memorable presentación en el Teatro Colón, captados en ésta oportunidad por Juanjo Bruzza para Prensa del Teatro Colón


Jessica Pratt y Kamal Kahn brillaron en el Colón


Excelente cierre de “Grandes Intérpretes”

Domingo 7 de septiembre de 2025


Teatro Colón

Escribe: Graciela Morgenstern

Fotos: Juanjo Bruzza


Jessica Pratt (soprano)

Kamal Kahn (piano)

Programa:

Richard Strauss: Breit’ über mein Haupt dein schwarzes Haar, op. 19 n.º 2

Ich schwebe, op. 48 n.º 2

Befreit, op. 39 n.º 4

“Großmächtige Prinzessin” de Ariadne auf Naxos 

Frédéric Chopin: Barcarola en fa sostenido mayor, op.60  (piano)

Vincenzo Bellini: La ricordanza

Malinconia, ninfa gentile :

“Oh! se una volta sola rivederlo io potessi” “Ah, non credea mirarti” “Ah! non giunge” ,

de La sonnambula

Eva dell’Acqua: Villanelle

Alfred Bachelet: Chère nuit

Jacques Offenbach: “Les oiseaux dans la charmille” de Los cuentos de Hoffmann

Ned Rorem: Barcarolle n.º 1 (piano)

Pippa’s Song - Cradle Song, de Six Songs for High Voice

Leonard Bernstein: “Glitter and be gay” de Candide

Como cierre del ciclo “Grandes Intérpretes”, debutó en el Colón la soprano australiana

Jessica Pratt, acompañada por el pianista Kamal Kahn, quien ya es conocido en nuestro

medio. Ambos conformaron un dúo de excelencia que deslumbró al público.

Presentaron un programa muy variado y atractivo, que recorría varios géneros e

idiomas, desde las canciones de Strauss hasta Bernstein, pasando por las arias de

ópera, incurriendo en repertorio italiano, alemán, francés y americano, todos con igual

eficacia.

Pratt, quien desarrolla una importante carrera internacional, cuenta con una voz de

timbre cristalino, bellísimo, registro parejo y lozano, en toda la extensión y suficiente

caudal para llenar la enorme sala de nuestro Colón. Su sólida técnica y facilidad para

el agudo, le permite afrontar hasta la más complicada coloratura y fragmento de

bravura con filados perfectos y una naturalidad asombrosa.


Para comenzar, encaró tres canciones de Richard Strauss, vertidas con expresividad,

otra de sus cualidades: marcar la intención detrás de cada palabra. Lo mismo sucedió

con las canciones de Bellini. Pero los puntos cúlmines de esta primera parte, fueron

sin duda, las arias de “Ariadna en Naxos” y “La sonnambula”, con impecable manejo

del legato y una sentida interpretación, para terminar con “Ah! non giunge”,

desarrollando óptima coloratura que remató con un sobreagudo.

En la segunda parte, dando muestra de su gran versatilidad, abordó repertorio francés,

vertido con refinamiento y exquisitez. También llegó el momento humorístico con “Les

oiseaux dans la charmille” de Los cuentos de Hoffmann, aria en que tanto la soprano

como Kamal Kahn deleitaron a la audiencia por su desempeño actoral. Finalmente,

dos canciones de Ned Rorem y “Glitter and be gay” de Candide, de L. Bernstein,

interpretadas de manera inmejorable tanto desde el punto de vista vocal como por la

intencionalidad que otorgó a cada frase y cada palabra.

El pianista y director de orquesta Kamal Kahn exhibió nuevamente sus bondades

interpretativas, tanto en las dos obras en que fue solista como en su magnífico

acompañamiento de la soprano.

Ante la enorme ovación de un público enardecido, fuera de programa, Kamal Kahn

interpretó “Tango”, de Albeniz con arreglos y acompañó a Jessica Pratt en “Ah Tardai

troppo.. O luce di quest’anima”, de Linda di Chamounix, de Donizetti, Variazioni di

Proch, como homenaje a Regina Pacini y finalmente, nada menos que “Casta Diva”,

de Norma, de Bellini

La ovación final parecía no tener fin


CALIFICACION: EXCELENTE

lunes, 1 de septiembre de 2025

 

Muy buen concierto del Ensamble CONCENTUS en el Palacio Domingo F. Sarmiento

 

UN RETORNO MUY ESPERADO EN UN GRAN ANIVERSARIO

Martha CORA ELISEHT

 

            Luego de un lapso de ausencia de los escenarios porteños, el Ensamble CONCENTUS volvió a presentarse en Buenos Aires de la mano de su titular – Ricardo Sciammarella- con un solista de lujo: nada más ni nada menos que el violinista Pablo Saraví en el marco de los festejos por los 125 años de la Fundación Beethoven.  La cita tuvo lugar en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento el pasado domingo 31 de Agosto para interpretar el siguiente programa:

-          Sinfonía n°63 en Do mayor, Hob. I (“La Roxelane”) (segunda versión)- Franz Joseph HAYDN (1732-1809)

-          Romanza n°1 en Sol mayor para violín y orquesta, Op.40

-          Romanza n°2 en Fa mayor, para violín y orquesta, Op.50- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

-          Sinfonía n°40 en Sol menor, K.550 (segunda versión)- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

Previamente al inicio del concierto, el maestro Sciammarella se dirigió al público provisto de un micrófono no sólo para agradecer su presencia, sino también a las autoridades de la Fundación Beethoven y, muy especialmente, a su presidente -Pupi Sebastiani- y a los patrocinantes por el apoyo brindado para la realización de este concierto.

Tras la tradicional afinación de instrumentos de época, el concierto comenzó con una muy buena versión de la mencionada sinfonía de Haydn, denominada “La Roxelane” en homenaje a la cautiva rusa Alexandra Lisowska (1506-1558, conocida con dicho apodo por su cabello rojizo) quien, posteriormente, se transformó en la única esposa legítima del sultán Solimán el Magnífico (1494-1566) y pasó a la historia como Hürrem. Compuesta entre 1777 y 1779, pertenece al segundo período sinfónico del compositor, cuando formaba parte de la corte Esterházy (1761-1790) y posee dos versiones: la primera, escrita para orquesta de cuerdas, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas y timbales, y la segunda, sin percusión y con una flauta, dos oboes, un fagot y dos trompas más las cuerdas. Las dos poseen 4 movimientos (Allegro en Do mayor, 3/4 / Allegretto: La Roxelane en Do menor, 2/4 / Menuetto: Trío en Do mayor, ¾ y Finale: presto en Do mayor, 2/4) pero en la segunda, la diferencia se produce en el último, mientras que en la primera es Finale: prestissimo (en 2/2). El criterio historicista típico del CONCENTUS se puso de manifiesto por el empleo de cuerdas de tripa y réplicas de instrumentos de época como los oboes, los fagotes y las trompas. Debido a la alta humedad reinante en el día del concierto ocasionada por las inclemencias climáticas, se apreció cierta imprecisión en las maderas, pero que no opacó la muy buena labor del conjunto, que recibió numerosos aplausos.

Seguidamente, Pablo Saraví hizo su presentación sobre el escenario para presentar dos obras de juventud de Beethoven: sus Romanzas para violín y orquesta, compuestas durante su juventud entre 1798 y 1802. La primera fue su Romanza en Fa mayor, Op.50, pero lleva el n°2 porque recién se publicó en 1805, mientras que la n°1 en Sol mayor. Op.40 fue compuesta en 1802 y se publicó al año siguiente. Ambas están escritas en un único movimiento (Adagio cantábile) en rondó con dos espacios contrastantes. La interpretación fue brillante, con una actuación impecable por parte de Pablo Saraví y una marcación muy precisa y segura de Ricardo Sciammarella, quienes se retiraron sumamente aplaudidos y ovacionados.

Como obra de cierre, el Ensamble brindó una magnífica versión de la celebérrima Sinfonía n°40 en Sol menor, K.550, denominada también Gran Sinfonía en Sol menor para diferenciarla de la Pequeña Sinfonía en Sol menor, n°25. Fueron las dos únicas sinfonías que Mozart compuso en modo menor y en la misma tonalidad. Compuesta en 1788 junto con sus homónimas n°39 y 41 (“Júpiter”), también posee dos versiones: en la segunda, el genio de Salzburgo introduce dos clarinetes y modifica definitivamente la orquestación vienesa típica de la época. El claroscuro característico de esta pieza predomina en sus 4 movimientos (Molto allegro/ Andante/ Menuetto- Allegretto- Trío / Allegro assai) y la versión ofrecida fue un broche de oro por su alta calidad y jerarquía interpretativa. Representó lo mejor de la noche y el público ovacionó a los intérpretes.

A pesar de haber sido un espectáculo de alta calidad con intérpretes de primer nivel y entrada libre y gratuita, el mal tiempo reinante jugó en contra con respecto de la asistencia de público. Una pena, porque no es fácil organizar un programa con criterio historicista con instrumentos de época. La excelencia del conjunto amerita mucho más.