domingo, 21 de septiembre de 2025

 

El Maestro Diego Martín-Etxebarría, debutante absoluto en el Teatro Colón al frente de la Filarmónica de Buenos Aires, hacemos votos por una próxima visita. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía de Juanjo Bruzza.


UN BUEN HOMENAJE A LA MEMORIA DE UN GIGANTE

 

Teatro Colón, temporada 2025. Decimotercer concierto del ciclo de abono a conciertos sinfónicos a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Diego Martín- Etxebarría. Solista: Giuseppe Albanese (Piano).  Programa: Obras de Maurice Ravel. 20 de Setiembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Hilando fino a lo largo de las 42 temporadas en las que este cronista asiste a los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, hay un nombre en cuanto a los compositores que este conjunto aborda que se reitera en las grandes ocasiones: Maurice Ravel. Fechas: año 1986 (cuadragésimo aniversario de la Orquesta: Versión integral de la música para el Ballet “Daphnis et Chloe” con la conducción de su entonces titular, Pedro Ignacio Calderón), año 1987 (Quincuagésimo aniversario del fallecimiento del compositor: concierto monográfico con la participación de la gran Alicia de Larrocha bajo la Dirección de Enrique Bátiz), año 2006:   con motivo de los 60 años de la Orquesta, música de Ravel bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke y entrega de medallas conmemorativas a los miembros más antiguos del conjunto, acuñadas con el hierro de los techos retirado durante la primera etapa del “Master Plan” del Teatro Colón. En esta ocasión, se cumple el sesquicentenario del nacimiento del gran genio francés y, al igual que en ocasión del cincuentenario del fallecimiento, se programó un concierto monográfico que recayó en dos artistas jóvenes que efectuaron su debut absoluto en la gran sala de la calle Libertad: el Director Diego Martín- Etxebarría y el Pianista Giuseppe Albanese.

 

  Nada para reprochar en cuanto a la programación, para la que se escogieron obras fundamentales de la producción Ravelliana: “Ma mere l’oye”  (mi Madre la Oca), Concierto en Sol para piano y orquesta, “La Valse” y “Bolero”. No se puede agregar ni un punto y una coma más. En todo caso, daría para dos o tres programas más incluir todo el acervo para orquesta.

 

     Vamos a ir primero a la actuación de la dupla Solista-Orquesta. Tres años le demandó a Ravel la composición de esta maravilla cuya duración oscila alrededor de una treintena de minutos. Allí se expresan todos los estados de ánimo imaginables desde la melancolía a la exultancia. Sea por su orquestación, por la exquisitez de sus melodías o por el colorido que se halla en muchos pasajes, requiere de un buen director y un solista rayano en el virtuosismo. El Maestro Etxebarría comprendió la partitura en todo el sentido  y guió con absoluta precisión al conjunto. Trató en todo momento de sostener la comunicación solista orquesta, algo que en cambio no logró establecer el solista, Giuseppe Albanese. Si bien este último exhibió buena técnica, su acelerada digitación conspiró para que la orquesta pudiera brindarle el adecuado acompañamiento. En el primer movimiento afloraron algunas desprolijidades, no así en el segundo en donde se pudo llegar al clima de melancolía que ese momento trasunta y un final en donde encontramos el brillo sonoro que hacía un tiempo no se le apreciaba a la Filarmónica con una correcta integración del solista. El público aceptó de todas formas a esta versión, dando lugar a que el Mtro. Albanese respondiera con un “bis” en donde expuso su técnica y, porque no, su “pirotecnia”  con una rareza que aquí se agradece:  ”Moto perpetuo” de Carl María Von Weber.

 

  En cuanto a las obras eminentemente orquestales, el Maestro Etxchebarría presentó una muy interesante versión de “ Ma mere l’oye”, en la que se llegó en muchos momentos al punto justo interpretativo y ese estado entre la melancolía y la simpatía con la que Ravel expuso en música a las  narraciones de historias que les brindaba a  dos hijos de una pareja amiga suya confiados a su cuidado.

 

  “La Valse” fue objeto de una versión muy cuidada en la que Etxebarría evitó caer en excesos, por lo que fue de “tempi” sumamente controlado. Finalmente “Bolero”  fue la obra más lograda del programa con la que probablemente sea la mejor versión de una Orquesta Argentina en los últimos años, en donde todos los primeros atriles de la Filarmónica lucieron en sus intervenciones y en donde se registró total empaste y estupendo sonido.

 

  El balance nos deja la muy buena impresión dejada por el Maestro Etxebarría (ojalá en poco tiempo más retorne) y una muy buena labor de la Filarmónica para alegría de sus seguidores.    

 

  Donato Decina


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