NOCHE NEGRA Y SIN ESTRELLAS
Inauguración del ciclo Nuova
Harmonia e Italia XXI en el teatro Coliseo
La apertura del tradicional ciclo de conciertos de
Nuova Harmonia y del nuevo ciclo cultural Italia XXI – auspiciados por la
Embajada de Italia y la Fundación Cultural Coliseum- se vio deslucida por una
actuación mediocre y monótona, a cargo del tenor italiano Vincenzo Constanzo,
acompañado al piano por su compatriota Giovanni Auletta, que tuvo lugar en vel
teatro Coliseo el pasado miércoles 4 del corriente.
El programa consistió en arias de ópera de Puccini,
Verdi y tradicionales canzonettas napolitanas,
alternando con piezas para piano solista de diversos compositores, tales como
la Balada n° 1 en Sol menor de Frederik Chopin, la transcripción para piano
sobre temas de la ópera Aída de Verdi
compuesta por Franz Liszt y la Tarantella
del libro Année de Pélegrinage,
del mismo compositor.
Si bien el mencionado tenor consta de un nutrido
curriculum, con antecedentes de haber cantado en importantes escenarios de
Europa los principales roles para su cuerda en óperas de Verdi, Puccini y otros
compositores italianos, llamó la atención la escasa longitud de las arias a ser
interpretadas (aproximadamente, 20
minutos de tiempo neto de actuación). La otra cosa que llamó
poderosamente la atención entre los críticos y periodistas especializados que se
dieron cita esa noche fue que el piano se encontraba amplificado y con efecto
sonoro de cámara acústica, lo que opacó el desempeño de Giovanni Auletta en los
forti y los tutti. Esto se hizo más evidente en la Balada en Sol menor Op.23 de
Chopin, al igual que en la mencionada obra de Liszt sobre la escena final de Aída.
Pese a poseer un bello timbre vocal,
la actuación e interpretación de Constanzo resultaron monótonas y un tanto
aburridas; sobre todo, al cantar las canzonettas
”Core ´Ngrato”, de Salvatore Cardillo y “Torna
a Sorrento”, de De Curtis. Por tratarse de un tenor nacido en dicha ciudad,
faltó el sentimiento característico que sienten los napolitanos por su tierra,
al interpretar sus melodías típicas. Y, a pesar de tener buena voz, no difiere
mucho de algunos cantantes locales ce la talla de Leonardo Pastore y otros,
quienes, además, poseen caudal de voz suficiente como para cantar arias de
ópera y música popular italiana sin necesidad de usar un micrófono. Vincenzo
Constanzo no se desprendió de dicho elemento durante todo el recital. Sólo
soltó su calidad interpretativa hacia el final, cuando cantó “Volare”, de Franco Migliacci y Domenico
Modugno.
Posteriormente, al conversar en el
intervalo con los colegas y numerosos artistas que asistieron esa noche, se
comentó que la condición impuesta por el tenor fue, precisamente, de cantar con
micrófono.
La labor de difusión de la cultura
italiana ejercida tanto por la Embajada de Italia en la Argentina como por las
autoridades del ciclo es una tarea loable y un clásico desde hace muchos años, patrocinando a
sus artistas y fomentando actividades relacionadas con el patrimonio cultural y
la tradición italiana en nuestro país.
Precisamente, por los fuertes lazos existentes entre Italia y la Argentina y
por respeto a la acendrada raigambre italiana existente en el país, los
descendientes de aquellos inmigrantes – entre los cuales, quien escribe se
incluye- han sabido mantener sus tradiciones intactas, desarrollando un gran
gusto por la ópera y la música popular típica del mencionado país. Por ende, parece mentira que un tenor de dicha
nacionalidad sea incapaz de cantar prescindiendo del micrófono.
Previamente al inicio del recital,
el pianista Auletta mencionó las siguientes palabras, en un español aceptable:
“El recital comienza con una noche
oscura y triste, presagiando la muerte de Mario Cavaradossi en “E lucevan le stelle”, de Tosca, pdero que termina con una esperanza en “Nessun Dorma”, de
Turandot. Y puede tener un alto vuelo”, en
alusión a Volare. Salvo que en vez de ser una noche para poder volar de
emoción y placer en aras del bel canto, fue
una noche triste y monótona. Una noche negra, donde las estrellas brillaron por
su ausencia.
Martha CORA ELISEHT
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