Gran transmisión histórica por streaming de “SIMÓN
BOCCANEGRA” del Metropolitan
DE AMOR FILIAL,
INTRIGA, PODER Y TRAICIÓN
Martha CORA ELISEHT
De la maravillosa y pródiga
producción verdiana, una de las óperas menos representadas del genio de Roncole
es “SIMÓN BOCCANEGRA”, que se pudo
apreciar mediante una histórica transmisión por streaming desde el Metropolitan Opera House de New York el pasado
miércoles 5 del corriente que data de 1995, con puesta en escena de Giancarlo
del Mónaco, escenografía y vestuario de Michael Scott e iluminación de Gil
Wechsler, con un elenco integrado por los siguientes cantantes: Vladimir
Chernov (Simón Boccanegra), Kiri Te
Kanawa (Amelia Grimaldi), Plácido
Domingo (Gabriele Adorno), Robert Lloyd
(Jacopo Fiesco), Bruno Pola (Paolo Albini), Hao Jiang Tian (Pietro), Joyce Olson (camarera de Amelia) y Charles Anthony (Un Capitán). La dirección orquestal
estuvo a cargo de James Levine, mientras que Raymond Hughes dirigió el Coro de
la institución.
Al igual que en otras óperas del
binomio Giuseppe Verdi- Francesco María Piave, el auténtico Simón Boccanegra
existió en la vida real. Fue el primer Duque de Génova y no era un corsario –a
diferencia de su hermano Egidio-, sino un representante de las clases populares
y los comerciantes, que gobernó dicho ducado entre los años 1339 a 1344, pero
que fue obligado a dimitir por presiones de los aristócratas en tiempos de
inestabilidad política. Volvió a ser electo en 1356 y falleció a causa de un
envenenamiento durante su mandato en 1364. Debido a que Piave se basa en el
drama homónimo del español Antonio García Gutiérrez para escribir el libreto,
este último funde el rol de los hermanos y presenta al protagonista como un
corsario. El estreno fue en 1857 en el Teatro La Fenice de Venecia, pero la
obra fue posteriormente sometida a una revisión a cargo de Arrigo Boito debido
a las dificultades que existía para su representación original. La misma data
de 1881 y es la que se representa en la actualidad. Consta de un Prólogo y tres Actos y la acción
se desarrolla en Génova a mediados del siglo XIV. No sólo contó con un fastuoso vestuario de época y una magnífica caracterización
de los personajes, sino también con una monumental puesta en escena. Mientras
que el Prólogo de la obra se desarrolla en el Palazzo Fieschi –donde María Fiesco (hija de Jacopo) permanece prisionera por orden
de su padre, quien desea impedir a toda costa la unión con el plebeyo Simón Boccanegra-, el 1° Acto tiene
lugar en la Villa Grimaldi –una
típica villa italiana de aquella época, con balcón y jardines- y
posteriormente, en la Sala del Consejo que
el protagonista preside. El 2° Acto
se desarrolla en la recámara del Duque, mientras que el 3°, en la Sala del
Consejo. La ambientación y los detalles de época fueron de muy buen gusto y
suntuosidad, logrando un perfecto clima medieval, que se vio perfectamente
complementado por el vestuario diseñado por Michael Scott para la ocasión.
Al igual que en otras transmisiones
históricas del Metropolitan, el material fílmico se conservó en perfecto
estado. Lamentablemente, no puede decirse lo mismo del sonido, que se escuchaba
muy bajo en los pianissimi o en otras
partes donde disminuye la intensidad sonora. Probablemente haya sido grabada a
bajo volumen, pero no por ello dejó de ser brillante. Ya se pudo apreciar a un
James Levine con más años de oficio, más canoso
y con la contextura física que todo el mundo conoce dirigiendo la
orquesta del Met con su habitual marcación, puntuación e imprimiéndole su
entusiasmo para ilustrar los momentos de
mayor tensión e intensidad dramática –que abundan por doquier en esta obra,
donde el odio entre familias, las intrigas políticas y las traiciones están a
la orden del día-. Por su parte, el Coro también sonó perfectamente bien,
merced a la conducción y la preparación impuestos por Raymond Hughes en una
obra donde tiene numerosas intervenciones (el apoyo de los plebeyos a Simón, su elección como Duque, la
reunión en la Sala del Consejo, el tumulto de la población que quiere
derrocarlo conducido por Gabiele Adorno, la
derrota de los Güelfos en el 3° Acto, el festejo nupcial de Amalia y Gabiele y la asunción de Adorno
como Duque). Esto sucede tanto en
el escenario como fuera de escena.
Desde el punto de vista vocal, la
presente versión se caracterizó por presentar un elenco de excelencia, que
brindó la intensidad dramática que esta gran ópera necesita. La gran Dame Kiri Te Kanawa interpretó una
espléndida Amelia Grimaldi desde el
principio hasta el final, destacándose en los dúos de amor junto a Plácido
Domingo, en la escena donde le confiesa a Simón
que es hija adoptiva de la familia Grimaldi
y que es una huérfana de origen humilde. Al escuchar su historia y darse
cuenta que es su hija –fruto de su relación con María Fiesco, que muere en el Prólogo cuando el protagonista es electo
como Duque- , la interpretación del dúo entre la soprano y el barítono fue
soberbia tanto desde el punto de vista vocal como actoral. Y recibió la ovación
del Met tras su pianissimo final tras
acusar a Paolo como probable autor de
su rapto. Lo mismo sucedió luego del dúo de amor del 2° Acto y en el magistral
Trío junto a Simón y Gabriele. Naturalmente,
se necesitó un tenor de los quilates de Plácido Domingo para interpretar el
personaje de Gabriele Adorno, cuyo
padre fue asesinado por Simón, del
cual desea vengarse desconociendo que es el padre de la mujer que ama. Al
enterarse de la verdad, depone su actitud y decide luchar junto a él para
derrotar a los Güelfos. Su
inconfundible y caudalosa voz se lució desde su aparición en el 1° Acto, al
vivir su amor prohibido con Amalia, pero
descolló en el 2° Acto. Tras su aria, la ovación del Met fue total. Por su
parte, el barítono ruso Vladimir Chernov supo colocarse en la piel del
protagonista desde su aparición en el Prólogo hasta el dúo mencionado entre padre e hija del 1° Acto, su
intervención en la Sala del Consejo, la convocatoria a la paz, la escena donde
maldice a Paolo –hombre de su
confianza- y donde bebe el agua envenenada –lo que lo obliga a cantar acostado
por sentirse débil-. Tras la misma, el Met estalló en aplausos por su magnífica
capacidad actoral y vocal. Lo mismo sucedió en el dúo entre Simón y Jacopo a fines del 3° Acto, donde ya moribundo, le confiesa a su
enemigo que Amelia es su propia hija
y su nieta. Y antes de morir, declara Duque a Gabriele Adorno en medio de la algarabía general. Su actuación fue
magistral. Y el bajo Robert Floyd fue una revelación: un hermoso registro vocal
–con perfecto dominio de las notas oscuras dentro de los graves-, un fraseo
impecable y grandes dotes histriónicas, que le permitieron interpretar sin
dificultad el personaje de Jacopo Fiesco.
También tuvo una destacadísima actuación el bajo Bruno Pola como el
intrigante Paolo Albiani- quien ayuda
a Simón a acceder al poder, pero al
ver que el Duque no le concede la mano de Amelia,
decide raptarla-. Tras la maldición de Simón,
decide asesinarlo valiéndose de Jacopo
y Gabriele. Como ellos se niegan,
decide envenenarlo. Posteriormente, es condenado a muerte. Desde el punto de
vista vocal e histriónico, fue excepcional. Y en cuanto a los roles
secundarios, todos los intérpretes encarnaron muy bien a sus respectivos
personajes.
Cuando todos los factores se
combinan y encajan a la perfección para representar un clásico, el resultado
final es una obra maestra. En este caso, con todo el esplendor de la Génova del
siglo XIV para brindar el marco perfecto que requiere este gran drama verdiano.
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