Espectacular concierto de la Camerata Bariloche en
el Ciclo Pïazzolla en el Colón
UN CLÁSICO SIEMPRE
VIGENTE
Martha CORA ELISEHT
Tras un prolongado receso de 14
meses, El Teatro Colón abrió sus puertas nuevamente al público con el Ciclo PIAZZOLLA 100 Años con motivo del
centenario del nacimiento de este emblemático compositor argentino (1921-1992).
Tras el concierto de apertura a cargo de la Orquesta Estable de la institución
a cargo de Luis Gorelik y figuras emblemáticas del tango, el pasado miércoles
10 del corriente –en vísperas de su natalicio- tuvo lugar el concierto más
importante del mencionado Ciclo, con la participación de la Camerata Bariloche
–dirigida por Freddy Varela Montero- y dos solistas de lujo: el pianista
Horacio Lavandera y el bandoneonista Néstor Marconi, con un programa que
comprendió las siguientes obras: Decarísimo,
Calambre, Las Cuatro Estaciones Porteñas –con participación de Lavandera en
el piano-, Oblivion (Lo que vendrá), La
muerte del ángel, Milonga del Ángel, la Suite
Punta del Este para bandoneón y orquesta de cuerdas (todas de Astor
Piazzolla) y el tango para cuerdas Diálogo
y Fuga de David Bellisomi, quien a su vez es integrante de dicha agrupación
de cámara.
Debido al protocolo sanitario vigente, sólo se habilitó
el 30% de la capacidad total de la sala principal, respetando las medidas de
distanciamiento social. Quien escribe pudo apreciar una mayor afluencia de
público en palcos balcón y palcos altos –que actuaron como burbujas-, y en
sectores como Galería y Paraíso, donde los precios de las entradas son mucho
más económicos. No hubo público de pie en este último sector.
Tras los habituales anuncios, los integrantes de la
Camerata Bariloche hicieron su presentación sobre el escenario, encabezados por
Freddy Varela Montero para brindar una versión particular de Decarlísimo, caracterizada por la
pulcritud del sonido y por un tinte académico. Tras los aplausos, Varela
Montero presentó al violinista y arreglador David Bellisomi para ejecutar su
composición al tradicional ritmo del 2/4. Cada uno de los integrantes del
conjunto se lució en el fraseo de sus respectivos instrumentos (violines,
viola, cellos y contrabajo), destacándose el contrapunto permanente a cargo del
contrabajista Oscar Carnero. Una obra de bella línea melódica, que fue muy bien
recibida por el público. Y después de una vibrante versión de Calambre, Horacio Lavandera hizo su
presentación en escena para interpretar
un clásico piazzoliano: Las Cuatro
Estaciones Porteñas, comenzando con Primavera
porteña, donde Lavandera hizo gala de su prodigiosa digitación y
variaciones sobre el tema en el piano. Si a eso se le suma la magistral
interpretación de Stanimir Todorov en cello y de Varela Montero en violín, no
hacen falta más palabras. Lo mismo sucedió con la más conocida y difundida de
las estaciones (Verano porteño),
donde las cuerdas brillaron en todo su esplendor. Los solos de bandoneón fueron
reemplazados por violín, viola y cello –gran actuación de Marcela Magin en
viola, el mencionado Todorov y Gloria Pankaieva en cello-, mientras el piano
interpretaba la melodía principal. Un vibrante trémolo y fuga en cuerdas inicia esa pieza tan bella que es Otoño porteño, donde los cellos se
lucieron en sus solos en la melodía lenta para luego culminar en un final
brillante. Horacio Lavandera tuvo un destacadísimo rol en Invierno porteño, al igual que todo el conjunto. Al culminar el
último movimiento, el público estalló en aplausos.
La segunda parte del concierto estuvo a cargo de uno
de los más grandes bandoneonistas de la actualidad: Néstor Marconi, quien
brindó una bellísima versión de Oblivion y
La muerte del ángel. Posteriormente,
dirigió la Camerata para ofrecer una soberbia versión de la célebre Milonga del Ángel, donde el público
estalló en aplausos luego de finalizar la misma. Mientras tanto, el ensamble
instrumental formado por Mariano Rey (clarinete), Gabriel La Rocca (fagot),
Andrés Spiller (oboe) y María Cecilia Muñoz (flauta) se ubicó sobre el
escenario para interpretar la Suite Punta
del Este para bandoneón, ensamble instrumental y orquesta de cuerdas. Es
una de las obras menos conocidas de Piazzolla y consta de tres movimientos: Introducción (Allegro pesante), Coral
(Adagio) y Fuga (Allegro vivace). No
sólo es una bellísima música con los clásicos ribetes característicos del
compositor (síncopa, fuga, cadencias, sostenuti,
ostinati), sino que la versión se caracterizó por un sonido prístino, muy
bien ensamblado, con un equilibrio perfecto entre los agudos y graves –muy buen
diálogo entre los cellos y contrabajo y por parte de las maderas- .En el caso
de las cuerdas, todos los solistas hicieron gala de su fraseo, mientras que el
bandoneón aportó la típica cadencia y ritmo del 2/4. Néstor Marconi se lució en
su doble rol de solista y director –al estilo del gran Astor- y al finalizar el
concierto, el público estalló en aplausos y vítores hasta tal punto, que
Marconi invitó a Horacio Lavandera a sentarse al piano para que todo el
conjunto ofreciera una monumental versión de Adiós, Nonino para cerrar el concierto.
Dolía ver la sala del Colón tan vacía, lejos de
otras épocas de gloria y esplendor, cuando rebalsaba de gente. Hubiera sido
lindo que la sala estuviera más llena para que el público pudiera apreciar a
estos grandes artistas, que brindaron un muy merecido homenaje a Astor
Pantaleón Piazzolla en vísperas del centenario de su nacimiento. Un compositor
que le dio jerarquía sinfónica al tango y lo catapultó internacionalmente
gracias a su estilo único, inconfundible y siempre vigente.
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