sábado, 4 de diciembre de 2021

 

TOMELO O DEJELO

 

Opera Festival Buenos Aires, temporada 2021, Opera: “Don Giovanni”, Música de Wolfang Amadeus Mozart con libreto de Lorenzo Da Ponte. Intérpretes: Augusto Nureña (Don Giovanni), Juan Pablo Labourdette (Leoporello), Rocío Giordano (Donna Anna), Patricio Oliveira (Don Ottavio), María del Valle Almeida (Donna Elvira), Ximena Farías (Zerlina), Alejo Alvarez Castillo (Masetto), Sebastián Barboza (Comendador).Coro del Opera Festival de Buenos Aires, Director: Damián Roger, Orquesta del Opera Festival de Buenos Aires, Cembalísta: Matías Fernández. Dirección de Luces: Pablo de la Hera, Sobretitulado: Mariana Nigro. Dirección General y Artística: Graciela de Glyndenfeldt. Dirección de Orquesta: Helge Dorsch. Dirección de escena, diseño y supervisión de vestuario: Boris. Función del 02 de Diciembre de 2021.

 

NUESTRA OPINION: BUENO.

 

    “Tómelo o Déjelo”. Esta expresión bien que se puede aplicar tanto para los dos productos que ofreció el Opera Festival de Buenos Aires que de modo general y en la faz artística conduce la Sra. Graciela de Glyndenfeldt, como para esta nueva aventura escénica de Boris, a quién justo es reconocerle que en cada trabajo suyo deja una huella que perdura tanto en quienes lo admiran como en quienes tienen reticencias en su labor de director escénico. La entidad organizadora, luego de la controvertida “Carmen” que presentara en el Teatro I.F.T. con la Sra. De Glyndenfeldt en el protagónico, decidió apostar fuerte en dos ítems. El primero el cambio de sala, optando por la sala Alejandro Casona del Teatro Asturias del barrio de Montserrat, la que luego de haber sido tutelada bajo el mecenazgo de una fundación europea entre los años 2013 y 2014 volvió a cerrar sus puertas prácticamente hasta este momento y luego apostar fuertemente a un segundo título en al año, nada menos que Don Giovanni como corolario de su actividad anual. Y si se quiere, súmese también la convocatoria que la titular de la entidad efectuó al Maestro Helge Dorsch, quien vino desde Europa a hacerse cargo de la concertación del espectáculo. Para quienes aún no lo conocen, el Asturias es una sala construida en estilo español, la que ahora exhibe nuevamente su equipamiento completo. La apertura de los años 2013/14 no mostraba las butacas de platea las que momentáneamente fueron reemplazadas por sillas plásticas. Cuenta al igual que el Colón con Piso regulable, lo cual permite darle el grado de inclinación  que hace posible la visión de toda la platea, máxime en espectáculos como los operísticos. Situado en una ubicación interesante  (Solís entre Av. Belgrano y Venezuela), está a mano de importantes vías de conexión.

 

  Boris optó por una visión actual de este “pezzo grosso” mozartiano, y a partir de esa premisa diseño una escena en la que si bien la ambientación  fue dada con unos pocos trastos escénicos, la iluminación  cargó con todo el peso de marcar las situaciones, sean estas las de drama o de comedia. Aquí se constituyó en aliado fundamental Pablo de la Hera quien aportó el diseño de esa iluminación dando espacio tanto a los momentos sórdidos como a los de mayor expresividad. El enfoque que pudo observarse se centró en la juventud de los personajes con un protagonista un poco mayor que los demás, tal vez comenzando a ingresar en la plena madurez, el que está ya de regreso ante tantas vivencias. Si Ud. es amante de lo clásico, no busque ni a la Sevilla del Siglo de Oro, ni el vestuario característico. Esto ha sido fundamentalmente acción, adrenalina  y los toques característicos que bien le conocemos a Boris como realizador. Los personajes se presentan con vestuario actual (salvando la fiesta en la que los protagonistas lo hacen con vestuario típico, único momento tradicional de la puesta), sus gestos son los característicos de la juventud de hoy (Observe las conductas de los jóvenes desplazándose en los medios de locomoción y podrán darse cuenta que Boris se quedó corto, ya llevan en el colectivo hasta su propio alcohol en heladeras de pic nic ante la pasividad de los choferes obligados a recaudar boletos para sus empleadores). Para un habitué de la lírica acepto el hecho de que muchos gestos marcados resulten chocantes y hasta escatológicos y es absolutamente comprensible tanto como que hay un público más joven que comprende el enfoque y lo acepta. Y ambas posturas son válidas. También hay que decir que solo con una muy buena combinación de cantantes que sepan actuar puede entenderse mucho más una propuesta como la ofrecida y en este punto el elenco de la función que presencié lo logró con creces.

 

  Tal cual me ocurriera con el caso de “Carmen”, hubieron cantantes que sobrellevaron perfectamente bien el peso de la obra, tienen sólida preparación y otorgan un plus de jerarquía  con el que logran sostener el espectáculo Y es el caso de Augusto Nureña en el protagónico quien desde el vamos aporta buena figura, correctísima actuación, muy buen decir y una muy correcta línea de canto, sabe desplazarse muy bien en escena convenciendo al espectador. Y los otros dos soportes fundamentales lo aportaron los integrantes de la dupla Donna Anna – Don Ottavio , asumidos por Rocío Giordano y Patricio Oliveira con antecedentes más que suficientes en ambos para lograr dicho cometido. Ambos convencen desde la actuación, la expresividad y la línea de canto. Giordano pasa de la seducción al drama en cuestión de segundos haciendo gala de su ductilidad interpretativa. Oliveira con una fantástica “mezzavoce” entregó un “Dalla sua pace” inolvidable y compuso a un Ottavio enamorado perdidamente de su mujer a la que sostiene aun asumiendo los deslices de esta. Juan Pablo Labourdette encarnó a un “Leoporello” muy jugado y consustanciado con su patrón, disfrutando al máximo de las “migas” que Este le otorga.  María del Valle Almeida compuso a la sufrida “Donna Anna”, perdidamente enamorada de “Don Giovanni”, pero que sorprende en el final con algún guiño cómplice a Leoporello tras la escena de sustitución de rol al que Don Giovanni lo somete a Este para sacarse de encima a la incondicional mujer. Ese “retiro” que anuncia al final no ha de ser el del convento y todo preanuncia que “Leoporello” encontrará trabajo muy pronto.

  Grata sorpresa provocó la Soprano Ximena Farías como Zerlina con voz de timbre muy dulce y sumamente melodiosa y eficaz gracia al actuar. Muy correcto también el desempeño de Alejo Alvarez Castillo como el torturado Massetto, con gesticulación sin desborde alguno.  Sebastián Barboza aportó una voz sumamente interesante para el rol del Comendador y actoralmente cumplió de sobra con su desempeño en la impactante escena del desenlace. Lució muy ajustado el coro de la entidad preparado por Damian Roger, reiterando la buena labor que ya había cumplido en “Carmen”. Otro sostén fundamental fue Matías Galindez desde el Cémbalo acompañando los parlatos en la misma línea de agilidad escénica. En cuanto a la Dirección Musical, me pareció muy interesante el trabajo del Mtro. Helge Dorsch en una concertación prácticamente sin baches, sobre todo en el difícil segundo acto. Llamó mi atención el hecho de ceder la exclusividad al cémbalo en los parlatos con la actitud de descender del podio en esos momentos para retornar y retomar luego la conducción. Muy buena dinámica en la que algunas veces tropezó con desparejas respuestas por parte de los músicos, los que en algunos casos deberían tener claro sentido de la responsabilidad. Algunos de ellos llegaron recién ates del inicio del segundo acto.

 

Así entonces fue “servido” “Don Giovanni”. Para la entidad organizadora, entiendo que las dos propuestas de este año tuvieron logros importantes tanto desde el punto de vista de los concertadores musicales elegidos como de muchas voces seleccionadas. Para Boris, una vez más impuso su enfoque personal muchas veces lográndolo. Rescato en ambos  mucho de lo positivo. Y por supuesto amigo lector que si fue, tiene la palabra definitiva: Tómelo o Déjelo.

 

Donato Decina

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