lunes, 20 de diciembre de 2021

 

LA NOVENA SINFONIA, MUSICA DEL FUTURO

Comentarios Eduardo Casullo

CCK  Viernes17

La novena es sin duda una obra revolucionaria, no solo por su estructura, sino también por la forma y la utilización de la percusión por primera vez en la historia de la sinfonía. Esta inclusión le permitió llevar muchos de sus momentos a un clímax sensitivo impresionante, equilibrado con los pianísimos en las cuerdas. Él siempre fue un revolucionario identificado plenamente con los ideales de la revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad por encima de los hombres. Por esto trasciende todo lo conocido hasta el momento. En principio admirador de Napoleón hasta que, cuando se corona emperador,  su posición cambia totalmente.

La experiencia de escuchar esta sinfonía es mucho más que una mera audición. Es entender que allí se crea prácticamente la libertad de expresión musical del romanticismo y, obviamente, ya no se pudo volver atrás.

El primer movimiento tiene una potencia increíble y sume al espectador en un éxtasis del que ya no podrá apartarse a lo largo de los otros movimientos. El primero es la apertura al futuro. Pero, por si esto fuera poco, el segundo nos sumerge mucho más en la imposibilidad de abstraernos de los efectos auditivos y nos obligan a meternos de lleno en una catarsis sonora difícilmente igualada. El tercer movimiento nos da un descanso, un descanso contemplativo y de gran profundidad emocional, que nos prepara para el gran cuarto movimiento

En este último se concreta la revolución, al incluir un cuarteto vocal y la potencia de los coros, tendencia que luego fuera imitada por Berlioz y otros. Esta combinación sonora, que toma como texto el himno a la alegría de Schiller, termina por embarcar al oyente en un espectro de combinaciones orquestales y corales jamás repetido o igualado en la historia de la música.

Pero lo importante no es solo usar las voces y los coros sino la forma en que se utilizan. Son sin duda otros instrumentos de la orquesta y ese tratamiento es lo fundamental. Son otros instrumentos más para lograr una concertación única. Podría utilizar el término que impuso Rachmaninoff en sus “Visperas” conocido como “orquestación coral” en lugar de arreglo. Y en este cuarto movimiento el tratamiento es una verdadera “orquestación coral”

Quienes el día viernes pasado pudieron asistir a CCK y escuchar la versión dirigida por el maestro Fontana, con la Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional, que incluyó a solistas de gran nivel: Mónica Ferracani, Tamara Odon, Ricardo González Dorrego y Mario De Salvo, retendrán en su memoria durante mucho tiempo la gran calidad de lo escuchado y que fue sin duda, el mejor cierre posible a la temporada 2021.

Esta obra es sin duda la apertura a la música del futuro y donde el primer movimiento representa claramente ese espectro sonoro maravilloso del cual muchos otros se nutrirían.

Con una sordera progresiva y casi total, quedó demostrado que no hacen falta los oídos para escuchar el sonido de páginas con notas. Todo está en el cerebro y esto es otra muestra maravillosa de la infinita capacidad de, tal vez, el más grande compositor de todos los tiempos.

Sobra decir que el maestro Fontana dirigió con gran criterio y lleno de sutilezas la descomunal obra, logrando en todo momento los climax necesarios. Sutilezas y delicadezas en todo momento. Fuerza interpretativa y momentos gloriosos en el cuarto movimiento.

Como no podía ser menos, la Sinfónica logró seguir con gran intensidad la dirección, logrando momentos espectaculares, como así también el Coro Polifónico y el cuarteto de solistas.

Seguramente, quienes tuvieron la oportunidad de estar en la presentación, la recordaran por mucho tiempo y, al pensar la ocasión, en su memoria la escucharán nuevamente sin necesidad de los oídos.

Gracias Beethoven.

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