viernes, 16 de septiembre de 2022

 

Concierto de cámara con auspicio de la Embajada de Hungría en el Centro Naval

 

UN REPERTORIO INÉDITO Y SUMAMENTE INTERESANTE

Martha CORA ELISEHT

 

            Hungría no sólo forma parte de la Mittel Europa, sino también de una encrucijada geográfica, que ha permitido que su música sea rica, variada y con numerosas influencias de regiones vecinas. Debido a esta riqueza musical folklórica, ha sido fuente de inspiración para numerosos compositores como Johannes Brahms o el mismo Franz Liszt (Férenc Liszt, en su idioma original). Y dentro del nacionalismo musical húngaro, además de compositores de trayectoria internacional como Béla Bartók y Zoltan Kodaly, hubo otros que no tuvieron trascendencia fuera de las fronteras de dicho país, pero que se inspiraron en sus raíces folklóricas para llevar la música tradicional al ámbito de las salas de conciertos. Por dicho motivo, la agrupación ARS HUNGARICA decidió organizar un concierto denominado “EXPRESIONES DE LA MÚSICA HUNGARA”, que tuvo lugar el pasado martes 13 del corriente en el Centro Naval de Buenos Aires, que contó con el auspicio de la Embajada de dicho país y la dirección artística de Sylvia Leidermann. Participaron el Coral femenino Hungaria y una orquesta de cámara integrada por los siguientes músicos: Oleg Pishenin ((concertino y solista), Zenón Juan Manuel Salvarezza (segundo violín), Simón Da Silva (viola), Gabriel Marinovich (cello), Silvet Salieva (contrabajo), Adrián Sevilla (piano), Nubia Bado (flauta dulce), Arauco Yepes y Luciano Slaibe (percusión).

            Tras una breve presentación a cargo del vicepresidente del Centro Naval, la Embajadora de Hungría en Argentina agradeció la presencia del público antes de presentar al Cónsul Honorario de Hungría en el Chaco -Alejandro Pajor-, quien estuvo a cargo de los comentarios y del significado de las melodías. La velada comenzó con las Canciones del pueblo Csangó para entonar en las noches (Estéli notazás) para coro femenino y piano de Jószef Karai (1927-2013). Es una recopilación de cantos tradicionales nocturnos mediante un canon a dos voces (sopranos/ contraltos) desarrollados en tres melodías: Adagio/ Nocturno/ Czarda. Por tratarse de un coro no profesional, sonó muy bien. Seguidamente, Oleg Pishenin y Adrián Sevilla interpretaron las Tres canciones folklóricas para violín y piano de Lajos Bardos (1899-1986), quien fuera sucesor de Zoltan Kodaly en materia coral y fundador del movimiento “Singing youth”. Esta obra se basa en temas folklóricos típicos -uno de los cuales es tomado por Brahms en la Danza húngara n°5-. A continuación, el coro brindó las Cuatro danzas para el casamiento para coro femenino y piano de György Ligeti (1923-2006), basadas en melodías folklóricas de Transilvania (tierra natal del compositor). A diferencia de la microtonalidad característica de su música, posee una buena línea melódica, con armonías características de la música centroeuropea. De las 4 melodías, dos son lentas y las otras dos, rápidas y se caracterizan por su cromatismo.

            Dentro de los compositores húngaros del siglo XIX, uno de los más conocidos fue Márk Rószavölgyi (1787-1848), que pasó a la posteridad como “el padre de las czardas”, pero además, fue un gran compositor de verbunkos (Canciones de reclutamiento), que se usaban para reclutar voluntarios en el ejército. En este caso, se interpretaron tres verbunkos para orquesta de cuerdas: Campamento militar (Toborzó), Palabras significativas (Ömledez) y Három a táncz (Tres para bailar). Muchas de ellas poseen una cadencia (similar a la de las Rapsodias húngaras n°1 y 2 de Liszt) y se caracterizaron por una muy buena interpretación, con un efecto chicharra por parte del violín y la viola en contrapunto con el violoncello y contrabajo. En el último movimiento, hubo una cadencia del violín en ritmo de polka -excelente labor de Oleg Pishenin al respecto- y el conjunto instrumental se retiró sumamente aplaudido.

            La velada cerró con las Cinco canciones para coro femenino y orquesta de Bela Bartók (1881-1945), que comienza con un canon orquestal y coral de carácter vivaz y breve (Canción del húsar), mientras la siguiente es un lamento (¡No te vayas! ¡No me dejes!) caracterizado por un cantábile en cuerdas. La tercera de las 5 canciones (Canción de los perezosos) es un canon en forma alternada entre contraltos y sopranos alegre y vivaz, con acompañamiento orquestal que repite el juego de las voces. Cielo rojo evoca la tristeza provocada por la evocación de un incendio que destruye los bienes más preciados de una persona- inclusive, un rosal-. Tras el lamento inicial introducido por el coro mediante un canon a tres voces, la orquesta repica posteriormente la melodía. La obra cierra con Cipósütés (Preparación del pancito), que narra una sucesión de eventos donde todos los animales del bosque intervienen en la fabricación de un pan hasta que se lo comen. Esto se logra mediante una melodía alegre interpretada por la orquesta, mientras el coro describe la acción in crescendo. Esta última obra se destacó por una muy buena preparación del coro, al igual que el acompañamiento brindado por la orquesta.

            El bellísimo salón del segundo piso del Centro Naval -con sus magníficos estucados en blanco y dorado- fue el marco perfecto para este tipo de eventos, ya que cuenta con buena capacidad para desarrollar un concierto de cámara. Y por momentos, permitió remontarse a los tiempos del antiguo Imperio Austro- Húngaro, donde este tipo de música brillaba en toda su plenitud.   

           

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