viernes, 17 de marzo de 2023

 

Excelente apertura del Ciclo de conciertos de la Sinfónica Nacional en el CCK

 

Y A SUS PLANTAS, RENDIDO UN LEÓN

Martha CORA ELISEHT

 

            No es casual que esta cronista haya elegido uno de los versos más hermosos de las estrofas del Himno Nacional Argentino -que lamentablemente, no se canta en la actualidad- para titular esta nota, que refleja fielmente lo que sucedió en el concierto de apertura del ciclo 2023 de la Orquesta Sinfónica Nacional, que tuvo lugar en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado 15 del corriente, bajo la dirección de Mariano Chiacchiarini y con la participación de Antonio Formaro como solista, quienes ofrecieron el siguiente programa:

-          Variaciones para orquesta- Gerardo GANDINI (1936-2013)

-          Concierto n°2 para piano y orquesta en Sol menor, Op.22- Camille SAINT- SAËNS (1835-1921) 

-          Variaciones “Enigma”- Sir Edward ELGAR (1857-1934)

Ante una sala prácticamente llena, la Sinfónica Nacional fue ampliamente aplaudida tras ingresar al escenario de la mano de su concertino Gustavo Mulé, donde se la oyó muy afiatada y con un sonido muy sólido luego de la tradicional afinación de instrumentos. Acto seguido, Mariano Chiaccharini anunció las obras provisto de un micrófono, ya que la consabida ausencia de programas de mano parece haberse instalado definitivamente post pandemia. Asimismo, rogó al público apagar sus celulares para evitar molestias.

La primera de las obras comprendidas en el programa fue compuesta por Gerardo Gandini en 1962 y fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de Buffalo en 1965 durante el Interamerican Music Festival de Washington. Recibió también el premio Municipal de Música de Buenos Aires en ese mismo año y posee una orquestación profusa (cuerdas, arpa, piano, percusión, timbales, celesta, xilofón, glockenspiel y vibrafón). Se considera una de las obras más tempranas del mencionado compositor -del cual, se cumplen 10 años de su muerte durante el corriente año- y la versión ofrecida durante el presente concierto fue muy interesante, con buen equilibrio sonoro en los numerosos contrapuntos ofrecidos por las diferentes secciones de instrumentos, creando un clima de misterio y suspenso. Un digno homenaje a quien fuera pianista de la Sinfónica Nacional, Director Musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y del Teatro Colón, entre otros cargos.

De los 5 conciertos para piano y orquesta compuestos por Saint- Saëns, el n°2 en Sol menor, Op.22 es el más conocido. Fue compuesto en 1868 y si bien consta de los tres movimientos clásicos (Andante sostenuto/ Allegro scherzando/ Presto), exhibe mucha más libertad en la elección de los tempi. Es uno de los conciertos más difíciles para dicho instrumento por la complejidad de su técnica, la diversidad de tempi ya descripta y por las monumentales cadencias que posee el 1° movimiento, que permiten el lucimiento del solista. No pareció tener dificultad alguna para un pianista de los quilates de Antonio Formaro, quien no sólo lo ejecutó de memoria, sino que demostró su virtuosismo en la cadencia inicial con elegancia e ímpetu. Por su parte, el acompañamiento de la orquesta fue perfecto desde el tutti luego de la primera cadencia hasta pasar a la segunda, logrando un poderoso equilibrio sonoro. que se mantuvo luego de la recapitulación por parte del solista y la orquesta hasta el final. En el 2° movimiento (Allegro scherzando), el solista tuvo una perfecta resolución no sólo de los tempi, sino también de los arpegios y arabescos in crescendo, al igual que los trinos. Formaro brindó una versión sublime, que sonó magistralmente hasta desembocar en el vibrante Presto final, donde el solista debe afrontar pasajes de extrema dificultad técnica.  No sólo salió airoso de tamaño desafío, sino que logró el aplauso unánime por parte del numeroso público que se dio cita esa noche en la Sala Sinfónica. En un sinfín de numerosos aplausos y vítores, el público se puso de pie para ovacionarlo y cayó rendido a los pies de la dupla Formaro- Chiacchiarini.

Las Variaciones sobre un tema original para orquesta, Op.36 -conocidas universalmente como Variaciones Enigma – fueron compuestas como un ejercicio orquestal en 1898. Al escucharlas, la esposa de Edward Elgar se sintió atraída por la melodía y le pidió que las repitiera. Entonces, comenzó a realizar variaciones dedicadas no solamente a su esposa, sino también a sus amigos a manera de retratos musicales. Fueron estrenadas en Londres en 1899 y comprende 14 variaciones sobre un tema oculto, que nunca es tocado. Pese a que el compositor dejó numerosas pistas, nunca fueron resueltas hasta su deceso. De ahí el nombre de “Enigma”. La versión ofrecida por Mariano Chiacchiarini al frente de la Sinfónica sonó sumamente armónica y profunda desde su inicio, con un perfecto lucimiento de los solistas a medida que iban transcurriendo las melodías de las diferentes variaciones, destacándose el concertino Gustavo Mulé, el violista Félix Peroni, el timbalista Gilberto Ayala y los solistas de maderas y metales. La música llegó a su clímax en la celebérrima NIMROD, donde se destacaron los pizzicatos de los cellos y las cadencias de todos los instrumentos. El desempeño de Chiacchiarini en el podio fue excelente y la pieza culminó con un final vibrante y un sonido prístino.

Si bien no se suelen ofrecer bises al finalizar los conciertos, en este caso se hizo una excepción con otra pieza célebre de Elgar: Salut d’amour, que fuera compuesta como regalo de aniversario de casamiento para su esposa. Otra muy buena versión de la Sinfónica al frente de tan deliciosa pieza y otra nueva ovación de aplausos.

En cierta ocasión, el pintor francés Eugène Delacroix manifestó que “la música es la voluptuosidad del espíritu”.  Una frase que sintetiza perfectamente la excelente apertura de un ciclo de conciertos que promete ser muy auspicioso e intenso.  

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