domingo, 26 de marzo de 2023

 

Impecable concierto de presentación de la Orquesta Estable del Colón

 

ESTA VEZ, EL COLÓN SE PUSO DE PIE  

Martha CORA ELISEHT

 

            En la presentación de la Temporada 2023, el Teatro Colón anunció una serie de actividades a desarrollarse en diferentes ámbitos (Colón Fábrica, Teatro Coliseo, Usina del Arte, entre otros escenarios). Inicialmente previsto en el teatro Coliseo dentro del ciclo “Colón en la Ciudad”, finalmente, el concierto de inauguración de la Orquesta Estable se produjo sobre el escenario del Colón el pasado domingo 26 del corriente, bajo la batuta de Carlos Vieu y con la participación de la flautista María Cecilia Muñoz, quienes interpretaron un programa formado por las siguientes obras:

-          Petite Suite (orquestación de Henri Büsser)- Claude DEBUSSY (1862-1918)

-          Concierto para flauta y orquesta en Re mayor, Op.283- Carl REINECKE (1824-1910)

-          Cuadros de una Exposición (orquestación de Maurice Ravel)- Modest MUSSORGSKY (1839-1881)

En esta ocasión, el encargado de dar la tradicional afinación de instrumentos fue el concertino Oleg Pishenin, logrando un sonido muy compacto. Seguidamente, el maestro Carlos Vieu hizo su aparición sobre el escenario para brindar una exquisita versión de la mencionada obra de Debussy, escrita originalmente para piano a cuatro manos en 1889 sobre poemas de Paul Verlaine. Posteriormente, Henri Büsser la orquestó en 1907 y es la versión que se representó en el presente concierto. Consta de 4 movimientos: En bateau (Andantino)/ Cortège (Moderato)/ Menuet (Moderato) y Ballet (Allegro giusto), que fueron interpretados con suma precisión y enjundia de la mano de un eximio director como Vieu. Se destacaron las maderas en general y el flautista Jorge de la Vega en particular, al igual que el oboísta Alejandro Lago. El sonido fue muy compacto, equilibrado y de neto corte impresionista.

El Concierto para flauta y orquesta en Re mayor, op.283 fue compuesto en 1908 y estrenado un año después por quien fuera director de la Gewandhaus de Leipzig y un notable pedagogo (fue maestro de Isaac Albéniz, Christian Sinding, Max Bruch, Frederick Delius, Edvard Grieg, Leoš Janaček y Felix Weingartner, entre tantos otros). Es una obra de gran solidez estructural e inspiración melódica, que consta de tres movimientos: Allegro moderato/ Lento e mesto/ Moderato- In tempo animato- Tempo I- Piú mosso- Piú lento maestoso, que representan un desafío para el solista; sobre todo, por las cadencias, staccatos y rubatos del último movimiento. Mientras los dos primeros son de carácter luminoso, el segundo es más sombrío. No sólo María Cecilia Muñoz lo ejecutó de memoria, sino que demostró un profundo conocimiento de la partitura y, por lo tanto, brindó una excelente interpretación de dicha obra merced a sus excelentes dotes interpretativas. El Colón estalló en aplausos y vítores tras la versión ofrecida, lo que motivó a la flautista a hacer un bis: Syrinx de Debussy, escrita en 1913 como música incidental para la obra Psyché de Gabriel Moury y que narra la historia de la ninfa del mismo nombre, quien fuera acosada por el dios Pan y transformada en un cañaveral para escapar de su perseguidor. Una versión magnífica y otra nueva ovación para la intérprete.

La obra de fondo elegida para completar el concierto fue la celebérrima Cuadros de una Exposición, con orquestación de Maurice Ravel sobre el original para piano de Mussorgsky en memoria del arquitecto y artista plástico Viktor Hartmann (1834-1873), quien falleció a los 39 años y sobre cuya obra Mussorgsky compuso en 1874 diez bocetos musicales: Gnomos, El viejo castillo, Tullerías, Bydlo (cabeza de ganado), Ballet de polluelos en sus cáscaras, Samuel Goldenberg y Schmuyle, Limoges: el mercado, Catacumbas, la cabaña de Baba Yaga sobre patas de gallina y La Gran Puerta de Kiev. Posteriormente, en 1922 Ravel realiza la orquestación que se conoce y se interpreta hasta la actualidad y agrega Promenade (Paseo)como leit motiv, donde el visitante al museo recorre la exposición de los cuadros mencionados anteriormente. Es la mejor conjunción de dos sistemas armónicos que el Grupo de los Cinco desarrolló durante su producción musical: la armonía diatónica para los temas folklóricos rusos y Promenade – equivalente al protyazhnaya ruso-, y la cromática, para los temas fantásticos, mágicos o demoníacos. Si bien es un clásico del repertorio sinfónico y “caballito de batalla” de la Filarmónica de Buenos Aires, la Orquesta Estable no se quedó atrás y ofreció una versión monumental, deslumbrante desde todo punto de vista. Los solos de los principales instrumentos tuvieron una ejecución impecable y una amalgama sonora sólida y compacta, con un perfecto dominio de los tempi y una marcación estupenda. Tal así fue, que la platea del Colón se puso de pie de manera casi unánime ni bien culminó la obra, seguida por el público de los palcos y de los sectores superiores. Hacía rato que una no veía una ovación semejante desde la platea en un concierto sinfónico -similar a la ocurrida hace 15 días atrás en el CCK, cuando Antonio Formaro brilló en el concierto n°2 de Saint- Saëns-.

Lo único que opacó esta actuación fueron los aplausos entre movimientos. Pese a que el maestro Carlos Vieu hizo gestos alusivos durante las dos primeras obras, tuvo que dirigirse al público antes de iniciar la obra de cierre para explicar que en música, las pausas y los silencios son necesarios para brindar una mayor concentración y dar respiro a los ejecutantes. Por lo tanto, si se aplaude a destiempo, se pierde concentración y se puede malograr un resultado brillante. Así como hay un aviso previo al inicio del concierto donde se ruega al público apagar o silenciar los teléfonos celulares, habría que hacer uno que explique por qué no se debe aplaudir entre movimientos. Así de simple. No cuesta nada educar al público para que se pueda disfrutar plenamente de un buen concierto.    

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