martes, 16 de abril de 2024

 Sinfónica en triunfales Quintas…


                                                                                 Por Jaime Torres Gómez

La actual coyuntura sanitaria ha permitido volver a los estándares ex

ante pandemiales en la oferta de espectáculos, aunque aún con dificultades en

casos puntuales.

Así, del todo encomiable el anuncio de la Sinfónica Nacional con el retorno de

la histórica venta de abonos de su programación anual, a diferencia de

la incertidumbre en los años críticos de la pandemia, con anuncios

parciales bimensuales, no obstante la continuidad de actividades en casi toda la

emergencia sanitaria.

En el ámbito de su proyección internacional, se celebra en los últimos dos años la

gradual llegada de artistas con reconocida trayectoria, como los directores

Maximiano Valdés, Francisco Rettig, Rodolfo Fischer, Carlos Vieu, Ligia Amadio,

Yeny Delgado, José María Moreno y otros, asimismo los talentosos directores

nacionales residentes como Alejandra Urrutia, Pablo Carrasco y Christian

Lorca. Lo mismo en solistas relevantes como Pacho Flores, Sergio Tiempo,

Armands Abols, Iñaki Alberdi, Arta Arnicane, Freddy Varela, Néstor Garrote y Amid

Peled.

El inicio de la actual temporada de abono ha contemplado un interesante ciclo de

diversas Quintas Sinfonías, dirigidas en su mayoría por el solvente titular

sinfónico, Rodolfo Saglimbeni, destacándose el rescate de algunas “Quintas”

largamente postergadas, como la Quinta Sinfonía de Jean Sibelius o la Sinfonía

N° 5 “La Reforma”, de Felix Mendelssohn. A la vez, conforme las

actuales dificultades económicas…, plausible ha sido la llegada de

excelentes solistas internacionales entre marzo y abril, dando cuenta de un real

esfuerzo por retomar la presencia internacional histórica.

Las tres primeras jornadas, a cargo de Saglimbeni, consultaron

las Quintas de Beethoven, Sibelius y Mendelssohn, las que tuvieron

extraordinarias interpretaciones y en algunos casos con visos de antología,

reflejando el notable trabajo del maestro titular en calidad de sonido y ensamble.

A la vez, estos programas han sido un “barómetro” en las preferencias del público,

reflejado en demandas variables según lo más y menos

conocido, advirtiéndose la directa condicionante de las “finanzas domésticas”

(propias de marzo).

Es el caso de la inteligente estrategia de disponer en el primer (y motivador)

programa un binomio beethoveniano con el Concierto N°

5 “Emperador” para Piano junto a la siempre bienvenida Quinta Sinfonía, con

el plus de haber contado con un solista de clase mundial como Peter Donohoe,

largamente ausente, y a la vez debutante en la Sinfónica. Con una asistencia que


colmó el Teatro de la Universidad de Chile, tal como se esperaba, se trató de una

presentación de altos estándares artísticos, signada de una irrefutable autoridad

de cátedra de Donohoe (exacta digitación, delicado toucher y gran manejo de los

contrastes) más un escrupuloso trabajo global de Saglimbeni con la orquesta. Y a

su vez, gran versión de la Quinta Sinfonía (ya presenciada en varias

oportunidades a Saglimbeni, y siempre con deslumbrantes resultados), como al

inicio una atrapante versión de la Danza Fantástica, del emblemático compositor

nacional Enrique Soro (septuagésimo aniversario de su muerte), con neurálgico

pulso y eufónica sonoridad.  

A la semana siguiente, y lamentablemente con una considerable merma de

público, se ofreció el Concierto N° 5 “El Turco” para Violín de W.A. Mozart junto

a la Sinfonía N° 5 de Jean Sibelius -esta última,

inexplicable e irresponsablemente, ausente desde 1996 por estas latitudes…-,

constituyendo uno de los mayores atractivos del año musical. Si bien era

esperable una buena asistencia ante el equilibrio del programa, amén de la

popularidad de los compositores, quizás obedeció a la variada oferta de conciertos

en Santiago (muchos gratis), ante lo cual ameritaría reformular la estrategia

programática para el mes de marzo.       

Contándose con la joven violinista Elinor D´ Mellon (debutante en Chile), y

poseedora de una alabada técnica (formidable afinación y proyección de sonido),

empero, su abordaje estuvo mayoritariamente fuera de estilo,

con tempi aletargados y en general pesante. Saglimbeni, con cabal psicología,

acompañó sin tropiezos a la solista invitada, a quien sería interesante verla en

repertorio romántico y contemporáneo. Y en la Quinta sibeliana, autorizada y

triunfal versión del titular sinfónico. Con un enfoque de acertada limpidez (libre de

almibaramientos) y celebrada reciedumbre, sus fortalezas se dieron con notables

(y empáticas) adopciones de tempi más un soberbio manejo en tensión-distención-

expansión, de idiomática inmanencia discursiva.

Y la tercera jornada de la serie de las “Quintas”, contempló sólo dos obras de corta

duración (siendo prudente haber dispuesto alguna tercera pieza al inicio,

idealmente nacional) con el largamente ausente Concierto N° 2 para Violín “La

Campanella”, de Nicolo Paganini, más la Sinfonía N° 5 “La Reforma”, de Felix

Mendelssohn. 

Completo acierto la convocatoria del joven y deslumbrante violinista Yury Revich,

en su tercera visita a Chile, y ahora debutando con la Sinfónica Nacional. Notable

cometido en esta pieza de bravura técnica, ostentando virtuosismo y musicalidad a

borbotones. Excelente acompañamiento de Saglimbeni. E inusualmente, en la

primera parte, se ofreció una triunfal Reforma mendelssoniana, al umbral de lo

antológico…

Con escrupuloso análisis, Saglimbeni hilvana una interpretación llena de detalles

inadvertidos a lo largo de los cuatro movimientos, amén de obtener una respuesta

de gran jerarquía de la decana orquestal del país. Con gran profundidad, desde la


inicial exposición del “Amén de Dresde” (utilizado después por Wagner en la ópera

Parsifal) más todos los desarrollos posteriores hasta el final con el arrebatador

coral "Ein feste Burg ist unser Gott de Martín Lutero, este último sin la usual

prosopopeya con la que se le suele abordar, optando por un genuino sentido de

elevación, dieron cuenta de un momento muy especial en lo que corre de la

temporada de la Sinfónica Nacional.

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