martes, 4 de junio de 2024

 


Boris Brovtsyn, María Meerovitch y Serguei Nakariakov desplegando sus talentos en el Escenario del Teatro Colón.  Fotografía gentileza del Mozarteum Argentino, Créditos de la Sra. Liliana Morsia.


MUY BUENOS INTERPRETES EN UN PROGRAMA INFRECUENTE

 

Mozarteum Argentino, temporada 2024. Presentación de: Serguei Nakariakov (Fliscorno), María Meerovitch (Piano) y Boris Brovtsyn (Violín). Programa: Obras de Schumann y Brahms

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Si en algo se destacan los ciclos del Mozarteum Argentino es que siempre en sus abonos anuales encontramos intérpretes de rotunda calidad y en alguna de sus fechas una programación innovadora. Pues bien, estas dos cualidades se han encontrado en este concierto en el que intervinieron Serguei Nakariakov, uno de los más importantes trompetistas del mundo, esta vez interviniendo con un fliscorno (más conocido por su nombre en alemán: Flügelhorn), a quien acompañaron María Meerovitch en piano y Boris Brovtsyn en violín para llevar adelante un programa inteligente en la elección de los autores ya que a través de ellos se pudo establecer una perfecta cronología en cuanto a composición y estilo . Fueron: Robert Schumann y Johannes Brahms. El repertorio ofrecido abordó dos composiciones del primero y una del segundo en transcripciones efectuadas por los propios Nakariakov y Meerovitch y una de cada compositor en su versión original.

 

  En el comienzo, ante un respetuoso público que se mantuvo en un contenido silencio, Nakariakov y Meerovitch ofrecieron su  transcripción para Fliscorno y Piano de las tres romanzas que en el original están escritas para Oboe y Piano y que componen el Op. 94 de Robert Schumann. Compuestas en 1849, su estreno ocurrió al año siguiente ya con una transcripción para Violín y Piano que paradójicamente fue la combinación con la que se hicieron conocidas en esa época. Teniendo en cuenta que alrededor de la época de composición de este trabajo Schumann compuso también nada menos que seis ciclos de obras vocales denominados “Romanzas” , las que claramente tienen inspiración lírico-musical abrevando en el término originario del medioevo que le da este nombre,  para que estas tres páginas instrumentales sea correlato de las seis obras anteriores. En la primera de ellas, pareció que los interpretes se acomodaban paulatinamente y que en algunas oportunidades el Fliscorno se imponía por sobre la melodía del piano. Sin embargo, en las dos siguientes comenzó a percibirse una amalgama sonora que paulatinamente permitió apreciar el largo y pleno entendimiento entre dos excepcionales intérpretes quienes desde hace dos décadas trabajan juntos. Nakariakov sabe dosificar el sonido y Meerovitch lo complementa con una intervención pulcra y plena de color. Tras los cerrados aplausos y sin abandonar el escenario, ambos instrumentistas acometieron  su transcripción del “Adagio y Allegro” en original para Corno y Piano que lleva el Op.70 del mismo Schumann. Aquí si encontramos una total amalgama a lo largo de la obra, con instantes de altísimo vuelo y absoluto refinamiento. El hecho que la sonoridad del Fliscorno es cercana a la del Corno Francés hace que se perciba con mucha mayor naturalidad esta transcripción y que el público la recibiera con mayor entusiasmo.

 

  Meerovitch tuvo su momento de lucimiento individual con una muy buena versión de la “Arabeske” en Do mayor Op.18, en la que demostró ser una “Schumaniana” de fuste con tempi preciso, ganándose la ovación del público.

 

 Para cerrar la primera parte, se tuvo un primer contacto con Brahms a través de la Sonata para Violín y Piano Nº 2 en La mayor, Op. 100. Una obra de altísimo vuelo  con un “Allegro Amabile” inicial de extenso e intenso desarrollo. Un “Andante central” de altísimo vuelo y un “Allegretto Grazioso” de vivaz desarrollo en el cierre. Boris Brovtsyn es un intérprete de sonido transparente y sumamente refinado. Logra pasajes de exquisita belleza con las notas que emana desde su instrumento. Claramente se lo percibió  en el andante central en donde el acople con Meerovitch en el tratamiento de conjunto más el entendimiento reinante entre ambos fue absoluto, logrando a mi entender el momento más alto de la noche y en el cierre de esta composición, demostraron que se puede enfocar de manera sutil y sin caer en excesos una composición lograda y de exquisita factura.

 

  En la parte final, los tres intérpretes se unieron para  brindar la transcripción para Fliscorno, Violín y Piano  del Trío en Mi bemol, Op. 40 del original que es para Corno en lugar del aerófono primeramente mencionado. Una composición que conocí a través de Alberto Lysy en sus legendarios festivales estivales en San Carlos de Bariloche y en esa ocasión junto a Charlotte Salto en Piano y a Nuri Guarnaschelli en Corno.  A lo largo de los cuatro movimientos, los intérpretes tuvieron absoluta cohesión entre ellos, Nakariakov desplegando lo mejor en la noche, Meerovitch como un verdadero sostén de la formación y Brovtsyn con un bellísimo sonido al que se lo percibió con un caudal sumamente ajustado al resto del conjunto. La labor fue saludada sostenidamente por el público que llamó a los músicos tres veces a escena. Sin embargo, llamó la atención que no tuvieran preparado un “bis”, por lo que saludaron a modo de despedida y abandonaron el escenario. El público continuó por un breve instante más el aplauso pero pareció aceptar la decisión. Tal vez ya estaba todo dicho.

 

Donato Decina

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