Excelente actuación de la Orquesta Estable del Colón en el CCK
MARCA SU NIVEL EN TODOS LOS ESCENARIOS
Martha CORA ELISEHT
Próxima a celebrar su centenario en 2025, la Orquesta Estable del Teatro
Colón es mucho más que una orquesta que interpreta mayoritariamente ópera y, en
algunas ocasiones, ballet. Es capaz de interpretar música sinfónica a la perfección y, de
hecho, durante el transcurso del corriente año también ha desarrollado un ciclo de
conciertos. En esta ocasión, la mencionada agrupación se presentó dentro del ciclo
“COLÓN EN LA CIUDAD” en un concierto que tuvo lugar en la Sala Sinfónica –
Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado sábado 5 del
corriente bajo la dirección de Rodolfo Saglimbeni y la participación de Stanimir
Todorov (violoncello) como solista para interpretar el siguiente programa:
- Suite de “CARMEN”- Georges BIZET (1838-1875)
- Concierto n°1 en La menor par violoncello y orquesta, Op.33- Camille SAINT-
SAËNS (1835-1921)
- Suite n°2 de “ROMEO Y JULIETA”, Op.64- Sergei PROKOFIEV (1891-1953)
Ante una sala atiborrada de público hasta las bandejas superiores, los músicos
tomaron sus puestos sobre el escenario del Auditorio Nacional para dar comienzo al
concierto tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Freddy
Varela Montero. A continuación, Rodolfo Saglimbeni hizo sonar a la Estable con sus
consabidas calidad sonora y maestría interpretativa para brindar una excelente versión
de la celebérrima Suite de CARMEN, que consta de 4 números: Preludio, Aragonesa,
Intermezzo y la consabida Obertura. El director venezolano no sólo es un maestro en la
interpretación del repertorio sinfónico, sino también, muy didáctico al ofrecer
comentarios sobre las obras comprendidas en el programa. La consabida ausencia de
programas de mano en el CCK es un mal endémico y hace que muchas veces, la gente
no pueda entender lo que se está interpretando. Por lo tanto y, provisto de un micrófono,
Saglimbeni brindó explicaciones breves, concisas y didácticas sobre las mismas.
Seguidamente, Stanimir Todorov hizo su presentación sobre el escenario para
brindar una excelsa versión del Concierto n°1 en La menor para violoncello y orquesta,
Op.33 de Saint- Saëns, compuesto en 1872 y dedicado a Auguste Tolbecque,
descendiente de una prestigiosa familia de músicos franceses y que luchaba por
intensificar las virtudes del violoncello como instrumento. En aquella época, el violín y
el piano eran los instrumentos solistas por excelencia en Francia y sólo se representaban
obras de compositores locales ancianos o muertos. Por lo tanto, su estreno – ocurrido en
el conservatorio de París en 1873 con la presencia de Tolbecque como solista- ayudó a
mejorar la reputación de Saint- Saëns como compositor, ya que era considerado como
“modernista y profeta de Wagner”. Fue muy bien recibido desde su estreno y
considerado como “uno donde el instrumento solista demuestra todo su registro sin la
menor dificultad de penetrar a la orquesta”. En vez de estructurarlo en 3 movimientos,
su autor lo escribió en un solo movimiento en forma de sonata, dividido en 3 secciones:
Allegro non troppo/ Allegretto con molto/ Tempo primo. En vez de la clásica
introducción a cargo de la orquesta, tras un breve acorde orquestal, el violoncello toma
la melodía principal compuesta sobre una base de tresillos, tras la cual, la orquesta y el
solista comienzan un juego de pregunta y repuesta subrayando el discurso melódico
mediante un juego de dobles cuerdas en el instrumento solista y un tempo cada vez más
rápido, mientras que el movimiento central tiene la forma de un minuetto lírico
delicado, que se entrelaza con la orquesta en una melodía majestuosa y turbulenta.
Cuando el violoncello entra solo, el resto de la orquesta forma como una caja de música
que realza el sonido del instrumento y sus cadencias. El final comienza con los tresillos
de la primera sección a cargo de la orquesta, mientras el violoncello ejecuta una serie de
síncopas donde el ritmo suena a modo de sarabanda. Mediante una serie de pasajes de
extrema dificultad técnica que permiten explorar los matices del instrumento y el
virtuosismo del solista en un rondó, los tresillos del tema inicial desembocan en una
coda que regresa a la tonalidad inicial para dar fin al concierto. Una de las mejores
versiones de esta célebre pieza que una escuchó en varias oportunidades sobre el
escenario del Colón -tanto por la Estable como por la Filarmónica-, pero la versión
ofrecida por Stanimir Todorov fue muy superior desde todo punto de vista. El cellista
búlgaro es un virtuoso del instrumento y lo demostró mediante un perfecto dominio del
fraseo y digitación para brindar un interpretación descollante y vibrante. La Estable
supo acompañarlo a la perfección merced a un excelente trabajo de compaginación,
afinación y sonido por parte de Saglimbeni. El público estalló en aplausos y vítores al
final del concierto, motivo por el cual Todorov ofreció un bis: una obra de compositor
italiano (probablemente, Giovanni Solima) donde volvió a hacer gala de su fraseo y
digitación, explorando todos los matices del instrumento. Una nueva ovación para el
solista, quien se retiró sumamente satisfecho tras el éxito obtenido.
Como obra de fondo, la Estable se presentó con un orgánico prácticamente completo
para brindar una excelsa versión de la Suite n°2, Op.64 del ballet “ROMEO Y
JULIETA” de Prokofiev, compuesto y estrenado en 1935 en Moscú, donde obtuvo
inmediatamente un gran suceso y popularidad. Posteriormente, Prokofiev decide
escribir dos suites tomando fragmentos de la música del ballet, de las cuales, la n°2 es l
más célebre y la que mejor se adapta al argumento del drama de William Shakespeare.
La orquestación es exuberante y consta de seis números: Rivalidad entre Capuletos y
Montescos; Julieta, la niña; Fray Lorenzo; Danza: Romeo y Julieta antes de separarse;
Danza de la niñas con lirios y Romeo en la tumba de Julieta, que ilustran perfectamente
la trama de la tragedia y que fueron abordados por la Orquesta Estable de manera
estupenda, con un excelente equilibrio sonoro, matices tonales y calidad interpretativa
para lograr una versión magistral de la mano de Rodolfo Saglimbeni, quien supo
imprimir su sello, marcación y dominio de tempi a la orquesta. Una ovación de aplausos
y vítores puso punto final al concierto.
A pesar de haber sido una de las mejores funciones de la Orquesta Estable durante el
transcurso del corriente año, hubo un detalle ajeno a la misma que, lamentablemente,
opacó el éxito del presente concierto: la mala organización en cuanto a la reserva y
reparto de entradas. Hubo gente que, pese a que reservó mediante la página web del
CCK sus entradas en tiempo y en forma con la debida antelación, no pudo ingresar
porque ya se habían terminado. No es la primera vez que esto sucede cuando los
cuerpos estables del Colón se presentan fuera del ámbito del teatro con entrada libre y
gratuita. Pasó durante el transcurso del corriente año en Parque Centenario y volvió a
pasar en el CCK. Las autoridades de ambos organismos debieran tener en cuenta estos
ítems para que nunca más se repitan estas desagradables situaciones.
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