Magnífico concierto de Yeny Delgado al frente de la Sinfónica Nacional en el CCK
MÚLTIPLES TONOS DE UNA INTERESANTE PALETA
ORQUESTAL
Martha CORA ELISEHT
Luego del concurso realizado en 2023 para renovación de cargos vacantes, la
Orquesta Sinfónica Nacional está adquiriendo una nueva dimensión de sonido. La
inyección de sangre joven aporta ánimo y permite la ampliación del repertorio, algo
fundamental en toda orquesta sinfónica que se precie como tal. Si a esto se le suma una
buena batuta y un solista de gran nivel, puede decirse que el éxito está asegurado.
Precisamente, fue lo que sucedió en el concierto ofrecido por la agrupación el pasado
viernes 4 del corriente en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK) dentro
de su ciclo de conciertos, donde participó la pianista Mónica Zubczuk en calidad de
solista bajo la dirección de Yeny Delgado para brindar el siguiente programa:
- “Una mañana de primavera”- Lili BOULANGER (1893-1918)
- Concierto n°1 para piano y orquesta en Fa sostenido menor, Op.1- Mili
BALAKIREV (1836-1910) (estreno local)
- Sinfonía n°3 en La menor, Op.44- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)
Desde la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Gustavo Mulé
pudo apreciarse a una orquesta muy bien afinada, afiatada y con un orgánico
conformado por múltiples instrumentos para dar comienzo con la mencionada obra de
Lili Boulanger. Compuesta originalmente como un dúo para violín y piano en la
primavera de 1917, En jour du Printemps es un scherzo con brío audaz basado en una
melodía de baile de tres tiempos, que representa una expresión radiante de la alegría de
la naturaleza. Posteriormente, su autora escribió una partitura para orquesta antes de su
muerte en 1918. La melodía descripta anteriormente está introducida por las flautas en
un ostinato de cuerda ligeramente articulada, que brinda esa expresión radiante de
carácter impresionista. La orquestación es aérea y transparente, pero surge también una
gradación vehemente de la orquesta, que revela el dolor subyacente ante esta serenidad
tan precaria. Quien escribe tuvo la oportunidad de escucharla en más de una ocasión por
la Sinfónica y puede decirse que ya representa una de sus especialidades, con un
perfecto lucimiento de sus solistas instrumentales -impecable introducción de las flautas
a cargo de Amalia Pérez y Patricia Da Dalt y muy buenos solos de violín por parte de
Gustavo Mulé y de violoncello, por Esdras Campos-. Yeny Delgado aportó su maestría
en materia de marcación y dominio de tempi – sobre todo, en los tutti orquestales-,
logrando una muy buena versión que fue muy bien recibida por el público.
A continuación, Mónica Zubczuk se presentó sobre el escenario del Auditorio
Nacional para interpretar la primera audición en el país -a modo de estreno local- del
Concierto n°1 en Fa sostenido menor para piano y orquesta, Op.1 de Mili Balakirev,
compuesto entre 1855 y 1856 cuando era todavía estudiante en la Universidad de Kazán
y estrenado por el propio compositor como solista durante un concierto universitario.
Está estructurado en un único movimiento en forma cíclica: Allegro non troppo -
Maestoso - Più lento - Tempo I - Più mosso - Calmo - Adagio - Allegro non troppo
(Cadenza) - Moderato, alla Romanza - Maestoso - Risoluto – Finale y, siguiendo la
tradición del concierto clásico- romántico para piano y orquesta, se inicia con una
introducción a cargo de la orquesta previamente a la entrada del instrumento solista.
Representa una conjunción de estilos, donde se combinan el estilo de composición
romántica de Schumann y Brahms con melodías típicamente rusas, siguiendo la línea
del nacionalismo musical iniciado por Mikhail Glinka, de la cual el Grupo de los Cinco
-al que pertenecía el autor junto con César Cui, Alexander Borodin, Modesto
Mussorgsky y Nikolai Rimsky- Korsakov- fue su continuador y propulsor. Siguiendo
con esta conjunción ya mencionada, la parte del piano posee ciertas reminiscencias de
Chopin y Brahms, pero con estilo propio. Mónica Zubczuk brindó una versión brillante,
con un gran dominio de tempi y una muy buena interpretación en glissandi, trinos,
arpegios, arabescos y otros elementos de técnica pianística. La orquesta supo
acompañarla muy bien merced a un perfecto dominio de tempi por parte de Yeny
Delgado. También se destacó el trompetista Jonathan Bisulca en la parte donde el
instrumento toma la melodía que, posteriormente, es repicada por la orquesta. La obra
tuvo una excelente repercusión hasta tal punto, que el Auditorio Nacional estalló en
aplausos y vítores tras su interpretación. La pianista agradeció los aplausos del público
con un bis: el Momento Musical n°4 de Rachmaninov, que interpretó de manera
exquisita y brillante. Una nueva ovación para la intérprete, quien se retiró sumamente
emocionada y agradecida.
Compuesta durante su exilio en Villa Senar (Suiza) junto al lago Lucerna en
1935, la Sinfonía n°3 en La menor, Op. 44 es la que mejor refleja el exilio de Sergei
Rachmaninov, que debió abandonar su patria luego de la Revolución de 1917,
dirigiéndose primero a Escandinavia y, posteriormente, a Estados Unidos. Pese a que
allá desarrolló una promisoria carrera como pianista, Rachmaninov siempre se
identificó como un compositor de música sinfónica. Desde su celebérrima Sinfonía n°2
(1907) pasaron 28 años hasta que decidió retomar la composición de otra sinfonía,
escrita luego de la Rapsodia sobre un tema de Paganini y las Variaciones sobre un tema
de Corelli. Se estrenó en 1936 en Estados Unidos por la Orquesta de Filadelfia bajo la
dirección de Leopold Stokowki y consta de tres movimientos: Lento- Allegro moderato-
Allegro (La menor, 4/4) / Adagio ma non troppo- Allegro vivace (Do sostenido menor,
¾) y Allegro- Allegro vivace- Allegro (tempo primo)- Allegretto- Allegro vivace (L
mayor, 4/4). El estilo ruso se pone en evidencia desde los primeros compases del 1°
movimiento con un canto esclesiástico ortodoxo, que refleja las raíces del compositor y
el dolor por haber sido despojado de las mismas. Cuando la música estalla, la melodía y
la armonía lo hacen sobre sí mismas, reflejando el sentimiento de dolor provocado por
el exilio. El movimiento central asume el doble rol de movimiento lento y de scherzo y
se inicia con un solo de corno sobre el arpa que expone el motivo de una forma
diferente, que muta a un tema anhelante y doliente, introducido por el solo de violín.
Este tema se desarrolla ampliamente y alterna cuerdas en legato con otros instrumentos
solistas. La versión ofrecida por la Sinfónica Nacional fue sublime, con una espléndida
labor de los principales solistas de los grupos de instrumentos. Por su parte, Yeny
Delgado imprimió una excelente calidad de sonido a la agrupación y matices tonales. Su
maestría en el dominio de los tempi hizo “cantar” a la Sinfónica Nacional, brindando
una versión de fuste: sobre todo, en el 3° movimiento, donde el enérgico tema de
apertura alterna con otros de carácter más nostálgico, fantástico y grotesco, con
armonías mordaces que desembocan en el tema de Dies irae. Hacia el final, aparece el
tema inicial de manera triunfal y culmina con un tutti en forte. Una obra maestra, que el
público ovacionó de pie tras tan excelsa interpretación.
Un programa compuesto por una obra impresionista, una romántica y una
expresión del romanticismo tardío en pleno siglo XX siempre resulta atractivo. Sobre
todo, cuando una de ellas se representa por primera vez en el país y la otra, en raras
ocasiones. Más aún, cuando la interpretación está a cargo de músicos de primer nivel y
de gran jerarquía, que abarcan toda la gama de la paleta orquestal.
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