Una vez mas Miceal O'Rourke dando muestras de su talento, esta vez en la Usina del Arte. Fotografía de la autora del presente comentario
Excelente recital de Miceál O’Rourke en el Ciclo de Cámara de la Usina del Arte
EL SONIDO PRÍSTINO COMO VALOR AGREGADO
Martha CORA ELISEHT
Asiduo visitante de la Argentina en numerosas oportunidades, el pianista
irlandés Miceál O’Rourke es sinónimo de maestría y calidad en sus interpretaciones.
Tras haber actuado durante el transcurso del corriente año en el Salón de Honor del
Palacio Domingo Faustino Sarmiento y en el Salón Dorado del Teatro Colón junto al
Cuarteto BRÍOS, este prestigioso intérprete ofreció el pasado domingo 6 del corriente
un recital de piano dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte, donde se
interpretaron las siguientes obras:
- Variaciones sobre una canción popular rusa en Re menor (Chanson russe
variée)
- Nocturno en Mi menor n°8, H 46- John FIELD (1782-1837)
- Andante spianato y Gran Polonesa brillante, Op.22- Frederic CHOPIN (1810-
1849)
- Cuadros de una Exposición- Modest MUSSORGSKY (1839-1881)
Ante una sala de cámara que contó con numeroso público, Miceál O’Rourke
abrió el recital con dos obras del compositor irlandés John Field, cuya extensa
producción se encargó de rescatar y difundir mediante una serie de grabaciones que se
encuentran disponibles en plataformas digitales. La primera data de 1818 y se trata de
una serie de variaciones sobre un tema popular ruso, que abordó con una interpretación
magistral, diáfana y cristalina. Precisamente, una de las principales características de
este gran pianista es el sonido puro y prístino de sus interpretaciones -
independientemente de su prodigiosa memoria-. No sólo fue muy prolífico, sino que
John Field fue el primer compositor de la historia de la música que escribió quintetos
para piano y cuarteto de cuerdas, además de acuñar el término nocturno para referirse a
una serie de composiciones breves para piano, ya que era un eximio intérprete de dicho
instrumento. Provenía de una acomodada familia de músicos e hizo numerosas giras por
Inglaterra, Francia, Viena y Moscú -donde finalmente, falleció tratando de buscar la
cura contra un cáncer que puso fin a sus días- y escribió 7 conciertos para dicho
instrumento, motivo por el cual se lo considera un compositor emblemático en su país
natal. Por dicho motivo, O’Rourke eligió el Nocturno en Mi menor n°8 H 46, que data
de 1821 y que sonó de manera brillante y precisa.
Siendo ganador de la medalla Chopin por la Sociedad Chopin de Varsovia por la
calidad de sus interpretaciones del poeta del piano, no podía faltar dentro del presente
recital una obra emblemática del gran compositor polaco: el Andante spianato y Gran
Polonesa brillante en Mi bemol mayor, Op.22, que fue compuesta en dos períodos:
primero, la Gran Polonesa brillante en Mi bemol mayor, que data de 1830- 1831.
Posteriormente y, a modo de introducción extensa, Chopin le agrega el Andante
spianato en 1834. A diferencia de la polonesa, está escrito en Sol mayor y, en la
presente versión, Miceál O’Rourke ofreció una interpretación magistral, sutil, vibrante
y, por sobre todas las cosas, solemne de esta célebre obra. El pianista fue sumamente
aplaudido al finalizar la misma y, tras una breve pausa, se dirigió nuevamente al teclado
para ofrecer una versión de fuste de otra obra: Cuadros de una Exposición de
Mussorgsky, compuesta originalmente en 1874 como una suite para piano basada en
una exhibición póstuma de 10 pinturas de su amigo y artista plástico Viktor Hartmann
(1834-1873) organizada por el crítico de arte y asesor del Grupo de los Cinco Vladimir
Stásov (1824-1906). Posteriormente, Maurice Ravel realiza su célebre orquestación en
1922, que forma parte de repertorio de cualquier orquesta sinfónica que se precie como
tal. Los cuadros que la integran son: Gnomos, El viejo castillo, Tullerías, Bydio (cabeza
de ganado), Ballet de los polluelos en sus cáscaras, Samuel Goldenberg y Schmuyle, El
mercado de Limoges, Catacumbas, La cabaña de Baba Yaga (sobre patas de gallina) y
La gran puerta de Kiev. A esto se le suma el motivo conductor (Promenade), donde el
visitante entra al salón donde se exhiben los cuadros. Escrito en estilo diatónico, este
pasaje describe la acción y crea la tensión. Luego de la quinta repetición del motivo, da
la impresión que el visitante se ensambla con los cuadros y forma parte del universo
pictórico.
Desde el punto de vista pianístico, la suite posee dos tipos de armonización: la
diatónica, para los cuadros poéticos, y la cromática, mediante escalas de tonos enteros,
octatónicas y yuxtaposición de pasajes para los cuadros de tono fantástico y misterioso.
En la presente versión, la Promenade sonó solemne desde el principio hasta el final, con
un sonido prístino y una precisión absoluta en cada una de las partes que integran esta
suite. Logró unos matices increíbles en cada una de las partes con un perfecto dominio
de tempi y majestuosidad en la cadencia final que cierra la obra. El público lo ovacionó
y el intérprete ofreció dos bises: El viejo castillo y un Nocturno en Mi menor de Chopin,
que sonaron magistralmente para poner punto final a un brillante recital.
Con un intérprete de semejantes quilates que visita tan asiduamente la Argentina,
sería muy bueno que Miceál O’Rourke tuviera su lugar sobre el escenario del Colón; ya
sea para ofrecer un recital o interpretar algún concierto para piano y orquesta en calidad
de solista. Ha dado muestras de sobra para merecerlo y sería muy bueno que esta
crónica sirva para que las actuales autoridades del Colón lo tengan en cuenta al
momento de programar una próxima temporada.
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