Marcelo Balat en plena interpretación y detrás el Mtro. Pablo Druker al frente de la Sinfónica Nacional. Fotografía del autor del presente comentario.
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Orquesta Sinfónica Nacional
.Director: maestro Pablo Drucker
.Solista: Marcelo Balat, piano
.Auditorio Nacional, Buenos Aires, 26 de noviembre, hora 20.
El maestro Pablo Druker dirigió a la Orquesta Sinfónica Nacional en su
último concierto, con la actuación solista de Marcelo Balat en piano.
El Concierto en si bemol mayor, opus 25, para piano y orquesta de
Piotr Ilitch Thaicovsky (1840-1893) fue la primer obra del programa.
Con una impronta que aúna la libertad expresiva más absoluta y un gran
rigor en el uso de los elementos de que se vale el compositor, es una obra
virtuosa. Ya la introducción –tal como lo señala en maestro José Luís Conde en
su análisis- es un pequeño concierto en sí misma: con un tema inicial, su
elaboración y una coda; tras lo cual llega el desarrollo del tema a (basado en
una canción folklórica ucraniana y los temas b 1 y b 2, que serán amplia,
imaginativa y virtuosamente desarrollados en el extenso primer movimiento.
El segundo movimiento, un lied ternario que responde al esquema
ternario ABA, cita casi textualmente en la sección central una canción francesa.
El último movimiento es la alternancia entre un tema a, tomado de una canción
ucraniana que celebra la llegada de la primavera y otro tema b, con una
canción rusa incluida en la colección de 50 canciones rusas recopiladas por el
compositor.
De todo ello podemos inferir que los requerimientos técnicos y
expresivos son muy grandes: en lo cerrado del diálogo, las intensidades y las
inflexiones sonoras en un todo que no da respiro casi en ningún momento, más
que nada en el primer movimiento que ocupa casi las dos terceras partes de la
obra.
Marcelo Balat es uno de los pianistas más notables, de destacada y
extensa actuación y plasmó una muy lograda versión de una obra referencial
del repertorio.
Como bis, abordó, junto con el cellista Lucas Brass, el tercer Andante
movimiento de la Sonata para violín y cello en sol menor, opus 19 de
Rachmaninov. Joven y destacado cellista, Lucas Brass ha asistido al Campus
Musical de Santa María de la Armonía y formado parte de organismos como la
Camerata Bariloche. En esta ocasión le cupo abordar parte de una de las
sonatas más bellas del repertorio para el instrumento. Dos intérpretes muy
destacados en obras referenciales del romanticismo tardío
La Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel (1875-1937)
siguió en el orden del programa. Rica en inflexiones y de una sutil musicalidad,
la Orquesta Sinfónica Nacional lució una gran homogeneidad en el sonido y en
la sucesión de las distintas voces instrumentales.
El Poema del Éxtasis opus 54, de Aleksander Scriabin (1872-1915)
cerró el programa.
Obra que requiere un profuso orgánico orquestal (que incluye celesta,
arpas y variados instrumentos de percusión). Como destinada a representar
una concepción filosófica, los elementos formales persiguen la expresión de
sensaciones e ideas: frases delicadas e inflexiones muy suaves van mutando
sucesivamente en un panorama sonoro muy cambiante. Va de suyo que ello
implica una gran ductilidad en toda la orquesta y homogeneidad en los timbres.
Se trata entonces, de una obra compleja en sus elementos rítmicos y en
sus dinámicas, que abarca desde la delicadeza hasta muy potentes masas
sonoras, todo lo cual debe ser plasmado como un continuum organizado y
flexible al mismo tiempo.
La Orquesta Sinfónica Nacional abordó obras de requerimientos muy
diferentes en un concierto en el que mostró acabadamente el excelente nivel
del organismo.
Eduardo Balestena
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