lunes, 1 de diciembre de 2025

 Una triunfal Cármina Burana…


                                                              Por Jaime Torres Gómez

Si bien pareciera excesiva la programación local de Cármina Burana, la reciente

presentación de la Sinfónica Nacional junto al Coro Sinfónico de la Universidad

de Chile tuvo plena justificación al ser ofrecida en la flamante Gran Sala Sinfónica

Nacional, actual sede de la decana orquestal del país, como una forma de calibrar

su sonoridad en dicho espacio, aún en etapa de ajuste acústico.

En parte, la asidua presentación en Chile de esta magnífica (y “magnética”) obra,

obedece a la inevitable asociación a la legendaria coreografía de Ernst

Uthoff de 1953 para el Ballet Nacional Chileno, ofreciéndose en el tiempo, quizás,

con excesiva rutina, principalmente en formato de concierto, extrañándose mayores

reposiciones coreográficas de la misma.

Esta cantata dramática (escénica) de Carl Orff (1895-1982), estrenada en 1937,

posee una atractiva adopción de lo rítmico y melódico, más la incorporación de

elementos del canto gregoriano, el lied y danzas populares, plasmando una original

conjunción de elementos en base a la colección de poesías profanas latinas hechas

por los goliardos -clérigos descarriados, como estudiantes vagabundos y trovadores

del Medioevo- que cantaban motivos amorosos, hedonistas y sarcásticos contra el

orden establecido. Y si se agrega lo dancístico, conforme a la concepción de Orff,

hacen de Cármina una obra de arte total y expandida a una fenomenología de

atávicas dimensiones… De allí, tan directa y masiva conexión con el público…

Dirigida por el destacado maestro argentino Carlos Vieu (actual Director Musical del

Teatro Argentino de La Plata) en su segunda visita a la Sinfónica Nacional, obtuvo

un sólido resultado musical, signado por una visión globalmente muy bien resuelta,

de trazos firmes, idiomática expresividad -con genuina fuerza interna sin caer en

destemples de tintes ampulosos y feroces-, más un celebrado trabajo en sonoridad

con estupendas texturas, timbres y colores. Excelente adopción de tempi, logradas

dinámicas y admirable colaboración con las voces.

Ejemplar ajuste de los sinfónicos y coreutas a los autorizados requerimientos de

la batuta visitante, a pesar de desbalances por rectificar en la nueva sala de

conciertos santiaguina…

Estupendo desempeño de los solistas, destacándose Tabita Martínez (soprano) en

una candorosa Amor volat undique, emotiva en In trutina y con admirable alta

tesitura en el Dulcissime. El contratenor Moisés Mendoza destacó con magnífico

falsete en el canto del cisne en el asador (Olim lacus colueram). Y del todo

autorizado el experimentado barítono Patricio Sabaté en todas sus intervenciones,

especialmente en Omnia sol temperat, con exquisitos pianissimi y musicalidad a

borbotones.

En suma, un triunfal estreno de Cármina Burana en la Gran Sala Sinfónica Nacional,

liderada por un director de fuste junto a estupendos solistas, más

una orquesta y coro en plenitud de rendimiento.

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